Crecientes aires bélicos

Los atropellos de Estados Unidos que pagan Ucrania, Rusia-China y los dos frentes de Israel

 

En 1998, el poderoso Grupo de los 7 (G7) integrado por Estados Unidos, Alemania, Canadá, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido, consintió la incorporación de Rusia a ese importante conglomerado. El interés fundamental de ese agrupamiento, en pocas palabras, ha sido y es examinar el estado de la escena global, de la economía mundial, de la seguridad internacional y de sus desarrollos políticos. También aunar puntos de vista e incidir sobre lo que les parezca conveniente o necesario respecto de los asuntos mencionados. Ya con Rusia incluida, ese conjunto pasó a llamarse Grupo de los 8 (G8) y se mantuvo así hasta 2014, en el que las disputas y disturbios ocurridos en Ucrania –que culminaron con la anexión por parte de Moscú de la península de Crimea– indujeron su salida del antedicho G8, que volvió a convertirse en G7.

Por otra parte, la antigua antinomia capitalismo versus comunismo, que antaño había enfrentado a Estados Unidos y Rusia (en aquel entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS) y había primado durante años en el mundo, renació. Pero con un nuevo componente: China, que Estados Unidos desdeñó durante no pocos años. Incomprensiblemente, Washington dejó pasar mucho tiempo hasta comprender que Pekín había alcanzado una estatura considerable en el campo de las superpotencias. Recién en septiembre de 2021 la gran potencia del norte selló una alianza con el Reino Unido y Australia para operar sobre el espacio político y estratégico del área Asia-Pacífico, con especial atención sobre los mares de China del Sur y del Este. Desde luego, la intención era –y aún es– no dejarle el campo abierto a Pekín, que venía creciendo aceleradamente. La asociación de los antedichos países tomó el nombre de AUKUS, acrónimo que se refiere a las letras iniciales en inglés de Australia, el Reino Unido y Estados Unidos.

Conviene también mencionar y recordar que esos dos acontecimientos –la entrada y salida de Moscú del G7 y la competencia entre Pekín y Washington–, que transcurrieron con siete años de diferencia, modificaron las relaciones políticas internacionales e incidieron sobre otro asunto –que no se tratará en estas páginas– que alcanzó a tener una significativa relevancia en el mundo en que vivimos: la globalización económica, que hoy en día ha quedado en un considerable descenso.

Por otra parte –y finalmente– es inevitable mencionar que el orbe se ha inclinado últimamente hacia una belicosidad militar que asusta. Veamos.

 

Estados Unidos versus Rusia

El actual Presidente norteamericano, Joseph Biden, a diferencia de su antecesor, Donald Trump, cargó las cuentas sobre Moscú. Desde el mero inicio de su gestión presidencial, en enero de 2021, operó un sostenido despliegue militar sobre Rusia. A 13 días de comenzada su Presidencia, dos cruceros norteamericanos, el USS Donald Cook y el USS Porter, fueron enviados al Mar Negro, en cuyo entorno habitan sólo seis países: Georgia, Turquía, Bulgaria, Rumania, Ucrania y Rusia. Desde luego, el ojo estaba puesto en esta última. Entre junio y julio se realizaron las maniobras Sea Breeze con más de 30 naves de guerra, mayoritariamente de la OTAN pero también de terceros países, entre otros Ucrania, también en el antedicho mar. En septiembre, la nave insignia de la Séptima Flota junto al crucero Porter –portador de armamento nuclear– y un buque de abastecimiento, navegaron también el Mar Negro. Y por si no fuera suficiente, en el Mar Báltico –casi en las narices de Kaliningrado– se realizaron también en 2021 las maniobras aeronavales Occidente 2021, encabezadas por Estados Unidos. Como es fácil de ver, la presión norteamericana sobre Rusia duró prácticamente todo un año. Una barbaridad si se considera que Washington estaba involucrando a los dos más importantes países con capacidades nucleares del mundo.

En enero de 2022 hubo conversaciones entre Moscú y Washington que, como no podía ser de otra manera, no prosperaron. Y Rusia no tuvo más remedio que ir a la guerra con Ucrania –que no estaba adherida a la OTAN– como respuesta a los atropellos que Washington había esparcido en su contra el año anterior. Desde luego, Moscú prefirió evitar un conflicto bélico directo con Estados Unidos o la Unión Europea. Como bien se sabe, esta guerra continúa desarrollándose.

 

La alianza entre Rusia y China

Washington desestimó la posibilidad de una alianza entre China y Rusia. Tras la ruptura de 2014 con Moscú, no fue capaz de anticipar que esa asociación podía suceder. Políticos y especialistas norteamericanos supusieron que la relación entre Pekín y Moscú no alcanzaría niveles altos. Craso error: sucedió lo contrario. De a poco Xi Jinping y Vladimir Putin fueron ampliando sus relaciones y confianzas. Un momento clave fue el año 2021, cuando Rusia era acosada por Occidente y hacía lo posible por evitar una guerra. China se mantuvo al margen en lo que respecta a esa situación prebélica pero sostuvo, en cambio, el intercambio mercantil entre ambos países, postura que mantuvo desde allí en adelante y que creció considerablemente. Fue una forma indirecta de apoyar a Moscú.

Asimismo, ambos países han avanzado en la cooperación militar. En 2022, no obstante la guerra en curso, Rusia desarrolló un ejercicio en su lejano Oriente, al que China mandó 2.000 efectivos. En 2022 y 2023 ambos países han realizado cuatro ejercitaciones aéreas en Asia, con bombarderos nucleares. Y también en 2023 han realizado tres rondas de ejercicios navales. Es decir, han trabajado en lo que se suele llamar inter-operatividad. Este acercamiento sucedió, asimismo, en el ámbito de la diplomacia.

 

Hamás, Israel e Irán

Hamás es el acrónimo en árabe de Harat al-Muqáwama al-Islamiya, que en castellano sería Movimiento de Resistencia Islámica. Pero al mismo tiempo Hamás es una palabra que significa “entusiasmo” o “fervor”. Es una organización política y paramilitar sunita que lanzó el ataque, en octubre de 2023, que tomó por sorpresa a Israel. Superado ese inicio, la contienda se volcó luego en favor de los israelíes, pero aún continúa. Más recientemente Irán lanzó, también, un ataque de drones y misiles contra Israel. Sus resultados fueron escasos y no se comprende bien cuáles fueron las intenciones. Sobre el cierre de esta nota, se produjo la respuesta  israelí.

No deja de ser sorprendente que el Estado de Israel se encuentre involucrado simultáneamente en dos frentes, en ambos casos bajo la condición de atacado. Cabe acotar, por otra parte, que el primero de los agresores, Hamás, responde a la fracción sunita y el segundo, Irán, a la chiita. Es decir, no hay asociación entre ellos.

 

Final

Es evidente que, tras las pre-belicosas movidas iniciales impulsadas por Biden en 2021, llegaron directamente las guerras que, como se acaba de ver, se van sumando. Es entonces inevitable preguntarse hasta dónde llegarán los aires bélicos que está respirando hoy el mundo. Lamentablemente, la respuesta todavía no está a la vista.

 

 

 

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