CRISIS GLOBAL, DEUDA LOCAL

La deuda de la periferia amenaza en forma inédita a la estabilidad financiera global.

 

Hay décadas donde el tiempo parece estancado. Los días y las semanas pasan de largo y nada cambia. La normalidad cotidiana consagra la eternidad del orden social establecido. En otras raras ocasiones, las décadas se acumulan en días y en semanas y lo imprevisible irrumpe brutalmente en el presente. El tiempo, nuestra sombra, se independiza de todo control e irrumpe en el presente. Su hálito golpea nuestras nucas y provoca realineamientos inesperados en todos los órdenes de la vida. Es el tiempo de las crisis. Fenómenos de larga y lenta gestación salen a la superficie y detonan la realidad que conocemos en mil fragmentos. Rompiendo la eternidad de lo normal, nos obligan a actuar sin marcos de referencia. Esto está ocurriendo en tiempos del coronavirus (Covid-19).

En estas semanas el mundo que conocemos transita una destrucción de magnitud, profundidad y rapidez inéditas en la historia de la humanidad. Hoy no hay una guerra generalizada. Sin embargo, enormes recursos se evaporan rápidamente y erosionan el poder sacrosanto del dólar. Por primera vez, una crisis del sistema financiero internacional coincide en tiempo real con la paralización de la producción global y la consiguiente desarticulación de la oferta y la demanda de bienes y servicios en el mundo. Estos fenómenos se retroalimentan constantemente. Mientras tanto, y en un mismo movimiento, miles de millones de ciudadanos de a pie han quedado confinados a la impotencia de su intimidad. Esperan la llegada de un virus que avanza segando vidas. En esta espera se cuela el resquebrajamiento de un orden social que parecía eterno.

Los conflictos que agrietan al centro del capitalismo global monopólico salen hoy a la superficie e iluminan la naturaleza del orden social que rige globalmente. La profundidad y rapidez de la crisis arroja a los cuatro vientos el mito de un mercado que, con su mano invisible, organiza a la economía, a la sociedad y al orden global. A medida que se intensifica la crisis, se profundizan los enfrentamientos entre distintos sectores sociales ávidos por controlar los recursos y resortes del Estado para concretar sus respectivos intereses de poder. En la polvareda que esto levanta, la alternativa no es clara, se profundizan las grietas y fermentan nuevos conflictos sociales. Lo viejo adopta rápidamente nuevos ropajes y pugna por matar, doblegar y hasta cooptar a lo nuevo. Lo nuevo, en cambio, atisba un norte diferente pero no conoce el camino que tiene que seguir.

Hoy la interpenetración de la producción y las finanzas globales es de tal magnitud que acontecimientos en zonas remotas del planeta impactan caóticamente sobre el mundo entero. Por esta vía, las economías emergentes pueden buscar una mayor independencia del centro. En tiempos de crisis del endeudamiento global en dólares, la deuda de la periferia amenaza en forma inédita a la estabilidad financiera global. Esto abre la posibilidad de acontecimientos nuevos y preñados de un futuro diferente a todo lo que hemos conocido.

 

 

Endeudamiento corporativo norteamericano

Desde la crisis financiera de 2008, las políticas de facilitación monetaria y bajas tasas de interés seguidas por la Reserva Federal y los principales bancos del mundo alimentaron el crecimiento de la deuda mundial, incluyendo la de las economías emergentes. Así, la brecha entre el crecimiento del endeudamiento y el crecimiento de la producción se fue ampliando. Hoy la deuda global es de 257 billones de dólares (trillions) y representa más de 3,2 veces la producción económica mundial.

El banco que nuclea a todos los bancos centrales del mundo, el BIS (Bank of International Settlements o de ajustes internacionales) ha advertido que la deuda de las corporaciones privadas constituye un factor de gran riesgo para el sistema financiero internacional (zerohedge.com 5 3 2020). El FMI, a su vez, cree que una crisis de intensidad menor a la de 2008 puede provocar el default de cerca del 40% del endeudamiento corporativo de los principales países del mundo (fmi.org octubre 2019). Por estos días, y gracias al impacto del coronavirus sobre la economía global, el endeudamiento de las corporaciones norteamericanas juega un rol crucial en la desarticulación del sistema financiero internacional. Un cuarto del total de este endeudamiento de 13,6 billones de dólares (trillions) es deuda basura (junk) con altísimo riesgo de default. A esto se suman 3,6 billones de dólares (trillions) de deuda corporativa que tiene una calificación (BBB), solo un punto superior a la deuda basura (zerohedge.com 10 3. 2020). En los últimos años el aumento del endeudamiento corporativo ha estado estrechamente relacionado a la recompra de las propias acciones (buy backs) de las corporaciones con el objetivo de impulsar sus precios y maximizar ganancias en el mercado financiero.

 

 

 

Fondos de inversión y crisis de liquidez

En este contexto, hacia mediados de febrero el precio de las acciones y bonos norteamericanos alcanzó récords imbatibles. Este frenesí ocultaba, sin embargo, un peligro inminente. Desde septiembre de 2019 el fantasma de la iliquidez (falta de dólares) sobrevolaba al mercado financiero. Desde ese entonces la Reserva Federal inyectó dosis masivas de liquidez en el mercado de pases interbancarios (repro) sin poner fin a una situación en gran parte debida a la creciente demanda de financiamiento por parte de grandes fondos de inversión embarcados en operaciones cada vez más riesgosas para maximizar ganancias en un mundo con tasas de interés cercanas a cero o negativas (bis.org december 2019). En febrero la demanda de financiamiento de estos fondos de inversión llegó a su punto más alto.

La paralización económica de China y otras regiones del mundo detonó ventas masivas de acciones, bonos e instrumentos financieros complejos. Esto colocó a la deuda corporativa en el centro de la vorágine. Las ventas afectaron al precio de las acciones, bonos corporativos y otros activos financieros que, como los ETFs (exchange traded funds), abarcan a un conjunto amplio y diverso de activos que, cotizando como un solo instrumento, son poco transparentes y poco líquidos. Las ventas masivas de estos instrumentos desacoplaron los precios e intensificaron los problemas de liquidez. Estos fenómenos fueron amplificados por las operaciones que, usando algoritmos, multiplican las ventas en fracciones de segundos (HFT high frequency trade).

La escala y la velocidad de las operaciones financieras adquirieron dimensiones desconocidas. En pocas semanas se esfumaron 25 billones de dólares (trillions) de valor en los mercados de acciones y bonos del mundo. Luego de inyectar dosis masivas de liquidez sin revertir así la situación, la Reserva Federal acudió al anuncio de un nuevo paquete financiero de 700.000 millones de dólares y a la elaboración de un plan de ayuda fiscal y financiera de más de 2 billones de dólares (trillions) que sería discutido esta semana en el Congreso para su aprobación inmediata.

 

 

 

Concentración del poder económico de la Reserva Federal

Hacia el lunes pasado, el mercado financiero continuaba con su caída estrepitosa. Se pasó entonces a una nueva fase de flexibilización monetaria ilimitada (open ended) por el tiempo que fuese necesario y destinada a la compra de una serie de activos financieros entre los cuales se incluyó la compra de bonos corporativos de calidad (IG, investment grade) en los mercados primarios y secundarios, y de otros activos, entre estos: ETFs, papeles de deuda comercial y bonos municipales. Se agregaron además más líneas de financiamiento para bancos y fondos mutuos de inversión ampliándose además las líneas especiales (swaps) de financiamiento a los bancos centrales de otros países para paliar la crisis de liquidez en dólares. Así, reeditando medidas usadas durante la crisis de 2008 y adoptando nuevas políticas, la Reserva Federal se transformó en el garante ultimo de buena parte de las transacciones financieras. Por esta vía, concentró su poder económico y su capacidad de incidir y discriminar en el salvataje de las corporaciones y entidades financieras afectadas por la crisis. Para ello, contrató esta semana al fondo de inversión más grande del mundo: BlackRock, que deberá asesorarla y gestionar sus programas. Así, este se constituyó en el brazo derecho de la Reserva Federal.

 

 

 

Deuda corporativa y puja entre instituciones y sectores

Las medidas adoptadas por la Reserva Federal fueron precedidas por fuertes presiones ejercidas por grandes bancos y sectores financieros. Hacia mediados de marzo el Bank of América (BOFA) anticipaba la inminente caída de la economía en una brutal recesión y sugería la adopción de “medidas extremas,” verdaderas “acciones de guerra” (war actions) con el objeto de garantizar liquidez y salvar a corporaciones y entidades financieras con problemas. A esta voz se sumaron las del JP Morgan y el Deutsche Bank (entre otros: zerohedge.com 18, 22 3 2020).

La compra de bonos corporativos no está incluida dentro del mandato de la Reserva Federal. De ahí que dos de sus recientes ex Presidentes: Janet Yellen y Ben Bernanke, se adelantaron a sugerir que esta debía “pedirle al Congreso autorización para comprar cantidades limitadas de deuda corporativa (IG)” (ft.com 18 3 2020). Es decir, esta debía buscar ampliar su control sobre los recursos financieros a usar en el salvataje independizándose al mismo tiempo de la injerencia del Congreso y del Secretario del Tesoro. Dos días después el Wall Street Journal advertía que este último “todavía insiste en que el Tesoro debe ejercer control sobre el dinero a fin de destinarlo directamente a las corporaciones que él quiere ayudar. Esta es una receta para elegir ganadores y perdedores y por lo tanto augura meses de pelea política y titulares feos denunciando favoritismo. La mejor solución es que el Tesoro utilice dinero del Congreso para proveer de fondos a un organismo de su dependencia (el Exchange Stabilization Fund) que por este medio garantice la creación por parte de la Reserva Federal de un Vehículo Especial de Financiamiento que le permitirá a esta última prestar dinero a todos los que quiera… La crisis de liquidez es inminente y demasiado grande como para que las peleas burocráticas y políticas influyan en la toma de decisiones” (wsj.com 20 3 20 20). Así, en momentos de crisis la Reserva Federal —un organismo conformado por grandes bancos privados, cuyos funcionarios no dependen del sistema electoral— deberá reforzar su capacidad de decidir “autónomamente” hacia dónde ira la ayuda financiera.

Por otra parte, la confección del paquete de 2 billones de dólares (trillions) de ayuda fiscal, impositiva, crediticia y de compensaciones de distinto tipo a los asalariados con el objeto de mitigar el impacto económico y sanitario del coronavirus, dio lugar esta semana a una nueva batalla entre republicanos y demócratas. Los demócratas intentaron eliminar definitivamente la posibilidad de recompra de acciones por parte de las corporaciones. Asimismo, propusieron aumentar las compensaciones salariales y la ayuda destinada al desempleo y gastos de salud con motivo de la pandemia. Si bien tuvieron algún éxito en este último rubro, no lograron impedir que la recompra de acciones siguiese siendo posible para las corporaciones que no reciban ayuda financiera.

Las nuevas medidas cambiaron el humor de los mercados financieros. Así, entre el martes y el jueves mejoro el comportamiento de los índices bursátiles. En tres días el Dow subió un 21% un ritmo nunca visto desde 1933. Sin embargo, las subas y bajas consecutivas y espectaculares de esta semana guardan preocupante similitud con los acontecimientos seguidos en la crisis desencadenada en 1929 (zerohedge.com 24.3 2020).

 

 

Pandemia y riesgo de desintegración social

Los Estados Unidos están en vísperas de convertirse en el epicentro de la expansión del coronavirus. Su capacidad sanitaria para contenerlo es muy pobre y ya ha sido desbordada en las áreas más afectadas. Al mismo tiempo, una buena proporción de la población carece de seguro médico, está altamente endeudada y tiene salarios que no le permiten ahorrar nada. Ahora enfrenta la pandemia y pérdidas de empleo por el cierre masivo de comercios minoristas en las zonas más afligidas por el coronavirus. Asimismo, la inminencia de una recesión pone en riesgo de desempleo en los próximos dos meses a un 20% de la población. En la creciente incertidumbre sobre el futuro prolifera la compra de armas y se multiplica en todo el país el acaparamiento masivo de mercadería (zerohedge.com 1, 17 y 18 / 3 2020).

Desde el primer momento el Presidente Trump ha minimizado la necesidad de cuarentena y ha advertido que la economía volverá a funcionar a pleno desde mediados de abril. Su entorno, sin embargo, está cada vez más preocupado ante la posibilidad de desabastecimiento de artículos de primera necesidad y de estallidos de violencia en todo el país (nyt.com 13 3 2020, zerohedge.com 19 3 2020).

En este contexto, documentos secretos de las Fuerzas Armadas detallan planes de contingencia para mantener el gobierno funcionando a partir de “segundas líneas operativas” en caso de que la pandemia y/o el caos obliguen a cerrar la Casa Blanca (newsweek.com 18 3 2020). Asimismo, y en otro síntoma de peligroso autoritarismo, el Departamento de Justicia ha pedido al Congreso que le otorgue los poderes necesarios para detener a norteamericanos sin proceso judicial y por tiempo indeterminado con el objetivo de aumentar la eficiencia de la lucha contra la pandemia (politico.com 21 3 2020, zerohedge.com 24.3 2020).

Así, en un mundo donde el sobre endeudamiento y la falta de liquidez en dólares desmoronan la ingeniería de las finanzas internacionales, la Reserva Federal concentra cada vez mayor poder económico y sectores del Estado en las Sombras se posicionan para reprimir posibles conflictos desatados por la pandemia y la recesión.

 

 

 

La Argentina en el vértigo de la crisis

El país está en cuarentena, y a pesar de los avivados que nunca faltan, el esfuerzo inmenso es aceptado por toda la sociedad que por primera vez participa, desde el confinamiento domiciliario, en la gestación de un nuevo sentido de solidaridad social. El gobierno ha concentrado todo su esfuerzo en enfrentar la emergencia sanitaria y alimentaria adoptando múltiples medidas destinadas a aprovisionar al sistema de salud diezmado por el macrismo y a poner dinero en el bolsillo de las pequeñas empresas y sectores sociales más vulnerables.

En su esfuerzo por garantizar la cuarentena, su logística y el control del tránsito el gobierno ha recurrido al despliegue de las Fuerzas de Seguridad. Esto puede ser fuente de tensión y ya ha dado origen a casos de abuso de autoridad, especialmente en los barrios carenciados. El gobierno ha sancionado a los responsables y ha dejado en claro los límites del accionar de las fuerzas de seguridad en esta crisis. Sería importante, sin embargo, que representantes de movimientos sociales, ONGs e iglesias que trabajan en los barrios carenciados acompañen a las Fuerzas de Seguridad cuando estas realizan tareas vinculadas a la emergencia alimentaria y sanitaria. Esto puede contribuir a prevenir problemas de abuso de autoridad y a potenciar la labor del conjunto de estos grupos multiplicando al mismo tiempo el esfuerzo de lograr una mayor participación organizada de la población en las decisiones que se toman.

El posible desborde de la capacidad del sistema hospitalario para enfrentar la pandemia, el descontrol de precios, el desabastecimiento de alimentos y el corte de la cadena de pagos constituyen las principales fuentes de turbulencias a corto plazo. De ahí la importancia crucial de buscar el apoyo organizado de la ciudadanía a todas las medidas que se toman.

Por otra parte, la crisis del mercado financiero internacional y las medidas adoptadas por la Reserva Federal para paliarla auguran una nueva oleada de endeudamiento generalizado en base a dosis masivas y sin límites de emisión monetaria, fenómeno que eventualmente erosionara el valor del dólar como moneda de reserva internacional. En la periferia, las deudas insostenibles que no se pueden pagar solo pueden conducir a mayor endeudamiento y miseria. Esta es la situación de la Argentina altamente endeudada en dólares y en plena crisis financiera internacional. Los tiempos de crisis obligan a buscar nuevas soluciones drásticas que impliquen barajar y dar de nuevo. Brindan la oportunidad de propugnar una nueva ética siguiendo los pasos de antiguas civilizaciones que, desde 3000 años A.C., eliminaron las deudas insostenibles (Michael Hudson,washingtonpost.com 21 3 2020).

 

 

 

 

 

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