¿Cuánto significa un voto?

Representatividad desigual en la provincia de Buenos Aires

Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires.

 

La decisión del desdoblamiento de las elecciones en la provincia de Buenos Aires, un hecho inédito en los últimos 75 años, puso de relieve una circunstancia particular de la que ya se ha hablado en estas páginas. Para la elección de legisladores bonaerenses, los votos de las personas que viven en cada lugar de la provincia tienen un valor muy distinto. Sintéticamente, podemos decir que los votos del Conurbano valen mucho menos que los del interior de la provincia. Esa relación desigual fue agravándose y aumentando aún más en los últimos ocho años.

Pese a que esta situación hace décadas que es así, y por eso es motivo de estudio y también de análisis habitual sobre una futura reforma del sistema electoral, lo cierto es que, por primera vez, la boleta de legisladores provinciales será la categoría más importante en una elección. Por lo tanto, en estos comicios será aún más evidente esta discriminación del voto de los habitantes del Gran Buenos Aires: los de las populosas secciones Primera y Tercera. 

Es decir, si bien cada dos años se eligen senadores y diputados provinciales, antes, en todas las ocasiones, siempre había un cuerpo de la boleta situada a la izquierda y, por lo tanto, de mayor importancia, que se llevaba la mayor parte de la atención. De esta forma, estas categorías quedaban “en el medio” de la lista sábana, opacadas, por así decirlo, por la elección de Presidente, gobernador, diputados o senadores nacionales [1].

Ahora la elección bonaerense tendrá en cada una de las boletas dos paños: el de concejales de cada uno de los distritos y el de los legisladores provinciales que se eligen, según la sección electoral, en un sistema más que particular y desigual para distribuir los escaños.

Por lo tanto, al ser la boleta de legisladores provinciales la primera y más importante de esta elección, se pone más en evidencia la circunstancia antes señalada: los habitantes de la provincia de Buenos Aires no valemos lo mismo a la hora de elegir nuestros legisladores.

Por ejemplo, el voto de un habitante de Moreno (Primera Sección) vale ocho veces menos para elegir un representante de la Legislatura bonaerense que alguien que vive en algún lugar específico del interior de la provincia como Junín (Cuarta Sección), solo por citar un caso. Llegando al límite de lo absurdo, podríamos decir que adherentes de una fuerza política podrían mudar su domicilio de Suipacha a Chivilcoy (municipios linderos) y de esa manera lograrían multiplicar por ocho la efectividad de esos votos para elegir representantes en la Legislatura.

 

La Primera y la Tercera Sección Electoral contienen a más del 70% del electorado bonaerense y solamente cuentan con el 36,96% de los escaños en el Senado y el 40,22% en Diputados.

 

Esta situación de discriminación electoral que mencionamos hace ocho años, ha empeorado. La proyección de la cantidad de electores (la cual, al ser una elección provincial, incluye a los extranjeros empadronados) en cada una de las votaciones fue ampliando aún más la diferencia del valor del voto de cada ciudadano o ciudadana bonaerense. Como se ve en el gráfico siguiente, cuando se hizo aquella primera nota, las relaciones entre la Primera Sección Electoral y la Cuarta Sección Electoral, por ejemplo, fueron de 7,69 a 1. Es decir, el voto de una persona de la Cuarta Sección Electoral valía 7,69 veces más que el de uno de la Primera. Hoy, para estas elecciones, la relación se amplió a 8,2 a 1; por lo tanto, esta disparidad aumentó un 6,6% en apenas ocho años. 

 

Se toma como referencia con el valor 1 la Cuarta Sección Electoral ya que es la que cuenta con la menor cantidad de votos por escaño.

 

Como se expone en el próximo gráfico, las curvas que representan el valor de cada voto según dónde vive la persona fueron separándose en el periodo analizado. Por esta razón, se acrecienta la necesidad de poner en discusión cómo reducir esta discriminación que sufren algunos habitantes de la provincia. De no ser así y de continuar estas circunstancias demográficas, con el tiempo ya no estaremos hablando de votantes de primera y de segunda, sino de votantes de primera y de cuarta. Por lo tanto, lo que en su momento fue un llamado de atención, hoy es una necesidad, debido a la proyección que va a aumentar cada vez más la disparidad de unos sobre otros.

Esta circunstancia, si bien es algo desconocida, ya se viene discutiendo hace mucho tiempo, aunque no en la esfera pública de mayor relevancia. Es importante mencionar que ha habido fallos judiciales, estudios académicos, ensayos y análisis políticos que lo han puesto de relieve [2]. La singularidad, como veníamos diciendo, es que por primera vez esta desigualdad “encabeza las boletas”, poniendo en el tapete, como cada vez que una provincia autonomiza su elección, las particularidades propias de su jurisdicción. Con el agravante de que, como señalábamos antes, es en los lugares más empobrecidos de la provincia en donde el voto vale menos. Será motivo de posteriores estudios analizar en qué medida esta menor valoración del voto influye en la limitada capacidad política que tienen esas personas, al tener menos representantes en la Legislatura, de cambiar la situación gravosa en lo económico-social que están viviendo.

También, como hemos señalado, es el peronismo como fuerza política el que tiene las de perder en este sistema, ya que la mayor parte de su peso político electoral está en los municipios más densamente poblados del Conurbano bonaerense, que están en la Primera y la Tercera Sección. Y esto no es inocuo al momento de las votaciones en la Legislatura, ya que hay un espacio claramente perjudicado, y esto tiene que ver con el componente político y sociocultural de sus votantes, en general habitantes de las barriadas más empobrecidas del conurbano.

A eso hay que sumarle, además, la particularidad de que los votantes de la provincia de Buenos Aires están subrepresentados en el Congreso nacional, ya que, por ejemplo, para elegir un diputado nacional se necesita un 85,5% más de votos que en la ciudad de Buenos Aires. Además, por supuesto, de la particularidad de que en el Senado de la Nación cada provincia tiene tres senadores (más allá de la enorme disparidad de habitantes que existe), aunque eso está estipulado constitucionalmente y es parte de nuestra estructura electoral desde el siglo XIX. Sin embargo, en el escalafón de diputados nacionales está previsto en el artículo 45 de la Constitución que los votos se relacionen con los censos que se hagan y, sin embargo, esto tampoco se cumple. Es decir que un habitante de, por ejemplo, Florencio Varela tiene una doble sub-representación: ya sea para elegir diputados nacionales (circunstancia que comparte con un habitante de cualquier lugar de la provincia), agravado por su subrepresentación para elegir diputados o senadores provinciales. A esto se le añade una tercera discriminación: la que sufre la provincia de Buenos Aires en el porcentaje de la coparticipación federal que recibe, circunstancia que se agrava con el ensañamiento del gobierno de Javier Milei con el Estado provincial. Dicha discriminación se manifiesta en los recortes realizados en los fondos nacionales que se envían a nuestra provincia, que recibe mucho menos de lo que aporta. A esto se le suma la catarata de agravios e insultos hacia su gobernador, Axel Kicillof, por parte del Presidente, con amenaza de intervención incluida.

A pesar de lo dicho anteriormente, no podemos afirmar que la discriminación electoral en la provincia de Buenos Aires haya sido pergeñada para perjudicar al peronismo, sino que más bien ha sido fruto de los cambios demográficos que hubo desde que este sistema se estableció. En los últimos cien años, hemos visto cómo se han despoblado las pequeñas ciudades del interior, por ejemplo, por las políticas de desguace del ferrocarril (medio de transporte que casi con placer se dedicaron a destruir las dictaduras) o las corrientes migratorias por las cuales millones de personas se asentaron en el Conurbano bonaerense en busca de mejores oportunidades laborales.


 

Es importante mencionar que la ley 6.698, la cual incrementó el número de diputados y senadores provinciales a 92 y 46 respectivamente, se dictó en 1961. Además, las secciones electorales fueron determinadas por la Ley 4.316, promulgada en 1935. En aquel entonces, el último censo realizado había sido el de 1914, el cual marcaba que la provincia de Buenos Aires contaba con una población de 2.040.410 habitantes, y con una muy baja desproporción entre la población de las secciones electorales y sus representantes en la Legislatura bonaerense. Con el correr de las décadas, esto fue mutando, pero la distribución de los escaños no fue en la misma sintonía, lo que perjudicó directamente al tradicional voto nacional-popular.

Para reducir esta discriminación, se han pensado posibles soluciones, aunque hasta el momento ninguna prosperó. Como la Constitución de la Provincia de Buenos Aires pone un límite a la cantidad de senadores y diputados que puede haber, siendo ese límite cincuenta y cien respectivamente, según algunos, la solución que asoma más rápido podría ser aumentar ese máximo posible establecido (más allá de las discusiones que seguramente habrá desde los sectores antipolíticos o desde la derecha escudándose en el recorte de gastos en la política). Así las cosas, se podrían repartir los nuevos escaños en mitades iguales entre la Primera y la Tercera Sección Electoral. Por ejemplo, habiendo hoy 92 diputados, si subimos a 100, podrían dividirse cuatro para cada sección electoral de las más perjudicadas, y lo mismo con los senadores (dos para cada una). Pese a que así no se llegaría a igualar la representatividad de cada voto, al menos se reduciría en una pequeña proporción esta extraña proporcionalidad que distorsiona el sistema democrático de la provincia.

Esta discusión durante décadas pareció más bien propia de los ámbitos académicos. Al desdoblarse las elecciones y ponerse en primera plana, quizás empiece a vislumbrarse una solución política al problema.

 

 

 

[1] Es sabido que este año el sistema electoral para la elección de diputados nacionales en todo el país será de boleta única de papel, que, a diferencia de la lista sábana, no contiene todos los candidatos que serán pasibles de ser elegidos, sino sólo las cabezas. Por lo tanto, me gusta llamar a este sistema "boleta de candidatos fantasmas", ya que la gente al momento de votar no sabe a quién está votando, salvo el primer candidato.
[2] Palumbo, P. (2015). Sobrerrepresentación de las secciones electorales del interior en la legislatura de la Provincia de Buenos Aires: Razones de su persistencia (1994‑2011) [Tesis de licenciatura, Universidad Nacional de San Martín].

 

* Aníbal Hnatiuk es profesor de Teoría del Estado (FTS-UNLP), abogado y magíster en DDHH (UNLP), diplomado en Ciencia Política y Sociología (FLACSO).

 

 

 

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