Cuarenta años después

Organizaciones de ex combatientes exponen sus diferentes reclamos a cuatro décadas de la Guerra de Malvinas

 

Culminados los actos por los aniversarios de abril a junio, plagados de sobreactuaciones y reiteraciones de enunciados sobre la “gesta” y sus “héroes”, continúan los reclamos profundos de los ex combatientes de la Guerra de Malvinas. La semana pasada, la “Concertación TOAS” (Teatro de Operaciones del Atlántico Sur) recorría despachos para pedir su equiparación con los ex combatientes. El lunes, la “Confederación de Combatientes de Malvinas” tenía la última fecha de reclamo judicial por sus pensiones. Y el jueves, “Veteranos de Malvinas Continentales” ocuparon el Senado bonaerense para presionar por reconocimiento.

La discusión por la cantidad de veteranos no es nueva, aunque con miradas disímiles: en 1999, uno de los primeros soldados que llegó a las Malvinas, Marcelo Sánchez –quien llegó a representar a sus compañeros–, denunció el incremento del padrón: “Si se comparan registros desde 1983, el Ejército sumó 3%; la Fuerza Aérea, 48%, y la Armada, 231%. De los que fuimos a Malvinas, el 26% eran suboficiales y oficiales, y el 74%, soldados; pero en 1999, los primeros crecieron hasta el 48%, mientras nosotros bajamos al 52%”.

Otros sumaron sospechas. Ramón Robles es presidente de la Confederación de Combatientes de Malvinas (CCM), quien se presenta como uno de los participantes en la confección de la primera ley de pensiones, la 23.848. Según evaluó ante El Cohete, “en 1994, el gobierno cambió la reglamentación de las 200 millas, entonces los almirantes abultaron el padrón con gente de la Armada del continente. Calculo que si ellos no estuvieran cobrando, habría más dinero para nosotros”.

 

 

Robles.

 

 

¿A qué dinero se refiere? Al que la ley 24.310 de 1993 establece para el que hubiere sufrido incapacidades con motivo de las acciones bélicas. Se trata de “una pensión graciable vitalicia”, equivalente al haber mensual de un cabo con dos años de servicio, pero reclaman cobrar en forma retroactiva la primera década transcurrida desde la guerra. Ese es uno de los temas judicializados. Su petición respecto a la actualización de montos y las formas de pago fue rechazada por la Sala 3 de la Cámara Federal de la Seguridad Social, con el voto de Néstor Fasciolo y Sebastián Russo (Fernando Strasser se excusó porque había sido el juez de primera instancia).

 

 

Camarista Fasciolo.

 

 

El abogado de la CCM, Walter Di Giuseppe, debió informar el rechazo a sus representados en la simbólica fecha del 14 de junio (aniversario de la caída de Puerto Argentino): “En su fallo, la Cámara expresa que debería ser un acto de política legislativa del Congreso”. El lunes pasado, la CCM tenía fecha para presentar un recurso extraordinario ante la Corte Suprema. Creen que antes que esperar a que también ahí les respondan que es un tema del Congreso, algún bloque se debería abocar a trabajar en ello.

 

 

TOAS

También la semana pasada, la “Concertación TOAS” recorría despachos de Diputados y del Ministerio de Defensa para insistir con su “reivindicación”: su equiparación con los ex combatientes. Se presentan como quienes “defendimos el Litoral Marítimo Patagónico (LMP) y fuimos el escalón logístico más importante del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (T.O.A.S.)” desde el continente, donde ayudaban a cargar naves de la Armada y Fuerza Aérea.

Habían tenido reconocimiento como veteranos en las primeras leyes de 1982 y 1984 (las 22.674, 23.109 y 23.118), condición que perdieron por el decreto reglamentario 509 de 1988. Reclaman la devolución de la veteranía plena, un derecho adquirido.

Ellos argumentan que en el LMP rechazaron incursiones inglesas; que hubo muertos y prisioneros –británicos y chilenos– de los que no hablaron porque se les prohibió bajo amenazas. Plantean que su rol ayudó a producir el mayor daño a la flota del Reino Unido desde la Segunda Guerra Mundial y se preguntan por qué cuentan con reconocimiento los pilotos y sus tripulaciones, pero no los soldados que transportaban.

También entre ellos hubo suicidios y estrés post-traumático. Como dato más dramático, dan los nombres de 17 muertos en el continente durante la guerra.

 

 

 

 

¿Quiénes fueron?

El teniente de navío Carlos María Zubizarreta voló el 23 de mayo de 1982, cuando sus camaradas hundieron la fragata Antelope en la bahía San Carlos. Iba en uno de los viejos aviones A-4Q Skyhawk, desde el que por desperfectos técnicos no pudo lanzar sus bombas, aunque quiso preservarlas y no descartarlas al mar. De regreso al continente, con viento cruzado sobre la pista húmeda, perdió el control e iba a incrustarse en el barro. Según cuenta Marcelo Larraquy en su libro La guerra invisible, en previsión de que estallasen las bombas se eyectó antes, pero el cartucho del asiento estaba vencido, no fue expulsado a la altura necesaria y cayó al pavimento sin el paracaídas abierto.

 

 

 

 

Al día siguiente, el alférez Mario Luis Valko cumplía una misión de reconocimiento en su Pucará A-540, cerca del Golfo San Jorge, cuando cayó al mar. Fue rescatado, sin éxito.

 

Valko tiene su estatua. Piden otra para el soldado muerto de frío.

 

 

Los otros quince fueron del Ejército: diez iban en un helicóptero que se estrelló el 30 de abril con el coronel Clodoveo Miguel Angel Arévalo, el teniente 1° Roberto Remi Sosa, el teniente Marcos Antonio Fassio, el sargento Pedro Andrés Campos, el cabo 1° Néstor Daniel Barros y los soldados Marcelo Gustavo Cini, Fernando Luis Seyra, Jesús Artemio Marcial, Oscar Calixto Millapi y Daniel Alberto Palavecino.

 

Memorial en la sede del Ejército con los nombres de sus caídos.

 

 

A ellos se suman el soldado Sergio Oscar Gómez y el teniente Julio César Auvieux. También los particulares casos del soldado chubutense Aldo Rubén Canteros, que murió congelado; el sargento ayudante Alberto Antonio Sanagua, “por una pancreatitis”, y el subteniente Juan Omar Abraham, “ahogado en Puerto Deseado”, según denunció el teniente general Martín Balza a veinte años del conflicto.

El 15 de diciembre de 2003, el entonces jefe del Ejército, Roberto Bendini, dictó una resolución en la que consideró que la condición de “Muertos a consecuencia de Malvinas” debía subdividirse en “Muertos por accidente” y “Muertos por enfermedad”. En esta última incluyeron a Canteros y Sanagua.

El 30 de enero de 2004, Marcelo Sánchez (muerto por Covid-19 en 2021), presidía una Comisión Nacional de Ex Combatientes bajo la órbita del Ministerio del Interior, donde recibió el aval de su entonces jefe Aníbal Fernández para seguir con la denuncia por muertos al cargar minas; por un soldado infartado, sepultado en Moreno; y por otro muerto por alguien a quien se le escapó un tiro, todos en el continente.

Balza volvió sobre el tema días después, cuando declaró a la revista Gente que le parecía “una falta de respeto a quienes murieron en combate” que se considere “héroes nacionales” a quienes nunca combatieron. Proponía diferenciar entre muertos “en combate” o “en acto de servicio”. El caso más trágico quizás sea el del soldado Canteros, quien falleció por hipotermia en la última noche del conflicto en su puesto de combate en Punta Cuevas. Se encontraba “a escasos kilómetros de la ciudad que custodiaba. Con sus luces a la vista, ya casi congelado, se mantuvo en su puesto, cumpliendo su orden de guerra”, recuerda la Concertación TOAS.

 

Canteros murió muerto de frío.

 

 

El reclamo

Alejandro Martínez, coordinador nacional de Concertación TOAS, le relató a El Cohete que la entidad nuclea a ex conscriptos desplegados en el Litoral Marítimo Patagónico (LMP). “Teníamos beneficios que se quitaron por el decreto 509 de 1988. Suponemos que, por la situación económica, se acotó el número de beneficiarios, los primeros de los cuales fueron los prisioneros, que figuran en la lista de la Cruz Roja. La realidad no es la de aquel decreto reglamentario, sino las de las órdenes que constan en las Actas del CeOpeCon”. Ese Centro de Operaciones Conjunto fue creado el 24 de mayo de 1982 a fin de coordinar las operaciones de combate y apoyo logístico en el LMP y los archipiélagos australes.

Uno de los soldados en estas condiciones es el actor Carlos Belloso, quien grabó un video en adhesión al reclamo.

 

 

 

En paralelo, recolectaron firmas: “Tenemos más de 500.000 identificables”, aseveró Martínez, al tiempo que admite: “Hay otros reclamos, los continentales, los soldados de la gesta… son extra TOAS; estuvieron en Córdoba o Buenos Aires y reclaman al Estado porque fueron convocados, pero no son compatibles con Concertación TOAS”.

 

Continentales

 

 

Captura del diario El Día.

 

 

El jueves pasado en la ciudad de La Plata, ex conscriptos se concentraron en la estación con pancartas de San Vicente, Morón y La Matanza. Avanzaron por la diagonal 80 hasta la gobernación a apurar el tratamiento de un proyecto que les reconociera igualdad con quienes estuvieron en las islas, ya que “cumplimos tareas en distintas bases, designados por la ley 17.531 de Servicio Militar Obligatorio”.

Pretendían que el gobernador lo sacara por decreto. Como no sería posible, acudieron a la sede de la vicegobernadora, Verónica Magario, de quien tenían buenos antecedentes: “En su distrito, La Matanza, el 7 de abril fuimos reconocidos como soldados continentales bajo bandera; movilizados y acuartelados”, explicaron.

Ese reconocimiento fue presentado en la Legislatura “por el soldado Carreño” (no dieron el nombre, pero de los cinco combatientes con ese apellido, Marcelo Juan es quien figura en la nómina TOM-TOAS. Quien le dio formato parlamentario fue el senador provincial José Pallares (Frente Renovador, de Lanús): “Otórguese un Reconocimiento Histórico y Moral a los soldados de la Provincia que, sin haber entrado en combate, prestaron servicios en destinos continentales. Es honorífico y no da derecho a reclamar prestaciones asistenciales o jubilatorias”. O sea, acto, medalla y diploma, pero sin un mango.

Por eso irrumpieron en el anexo del Senado, a recordar que “algunos quedaron con heridas físicas o mentales; no tenemos obra social ni pensiones provinciales”.

En diálogo con la web Diputados Bonaerenses, el presidente de la Asociación Veteranos de Malvinas de La Matanza, Héctor Moreno, explicó: “Somos soldados continentales, veteranos no reconocidos. Los que estuvieron en Malvinas, como nosotros, fuimos parte del mismo Ejército. Defendimos el continente para que no lo invadan. Y hubo combates en el sur; dicen que no hubo, pero hubo”.

 

Foto: Diputados Bonaerenses.

 

 

Madurez

En días pasados, el diario de las clases altas celebraba que no se oyera a “presuntas víctimas de supuestas torturas y maltratos proferidos por personal superior de las Fuerzas Armadas a soldados en la Guerra de las Malvinas”, por lo que consideraba “saludable” el fallo votado por los jueces Daniel Petrone y Diego Barroetaveña en la Cámara de Casación Penal, contra la “improcedencia” de las denuncias.

El editorial, que no tardó en concitar repudios, plantea que “la coincidencia temporal con otros delitos perpetrados por el gobierno de facto, calificados de lesa humanidad, no puede permitir la equiparación de actos”. Agrega: demoraron hasta 2006 en denunciarlo y “la insistencia en estas acciones contra militares (…) provocan ingentes indemnizaciones, cuya escandalosa generación ha sido materia de graves denuncias penales”.

Ambos argumentos merecen puntualizaciones. Primero, que las denuncias de tratos crueles, inhumanos y degradantes constaban en el libro de Daniel Kon Los chicos de la guerra (1982). Segundo, el incremento de pagos no fue para los conscriptos, sino para la oficialidad.

Que la causa discutida date de 2006 (como si fuera culpa de los muchachos vivir bajo un sistema que desalentó tales denuncias luego de las leyes de impunidad y los indultos), tal vez guarde relación con otras fechas: la de conformación de la CCM es de 2015, y no porque no necesitaran antes las indemnizaciones; la Concertación TOAS data de 2018. ¿Habrá pasado algo en este siglo que motivó el resurgir de la organización popular? O tal vez sea sólo que, con las décadas, se hacen más evidentes las necesidades de salud y las limitaciones de la edad, tanto como la extinción de la credibilidad en el sistema político y la sedimentación de una confianza en sí mismos y en lo colectivo como camino a la consecución de derechos.

 

 

 

 

--------------------------------

Para suscribirte con $ 1000/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 2500/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 5000/mes al Cohete hace click aquí