De aprobados y aplazados

Pandemia, gestión, oposición y ciudadanía

 

Un año y medio de pandemia ha dado lugar a muy diversas percepciones y opiniones acerca de qué debería haberse hecho frente al Covid-19. Los medios hegemónicos fueron construyendo y reconstruyendo visiones y críticas, la mayoría de las veces sin preocuparse demasiado por mantener la coherencia con las apreciaciones sostenidas en los meses anteriores. También el gobierno fue cambiando sus posiciones, incluso sin que fuera claro para la ciudadanía el motivo de estas decisiones, más allá de que mantuvo un hilo centrado en el cuidado de la vida y la salud por encima de otros discursos que boicoteaban esta preocupación colectiva.

En un mundo cada vez más mediatizado resulta difícil acceder a las perspectivas y las argumentaciones que tienen realmente los ciudadanos y ciudadanas respecto a ciertos temas. Por eso, desde la Red ENCRESPA estamos estudiando las representaciones sociales en torno a distintos aspectos de la pandemia. En el mes de mayo de este año hemos conversado con más de dos centenares de argentinos y argentinas acerca de múltiples cuestiones sobre cómo vivieron la pandemia y cuáles eran sus opiniones sobre una gran cantidad de temas vinculados a ella. A tal fin se construyó una muestra cualitativa de carácter federal, procurando respetar las proporcionalidades de edad, género, ocupación, preferencias políticas, creencias religiosas y tipo de lugar de residencia.

En estas breves líneas queremos compartir una primera aproximación a las respuestas de 46 personas que, específicamente, conversaron con nosotros/as acerca de la gestión de la pandemia y del papel de la oposición política. En particular, queremos contarles qué cuestiones tuvieron en cuenta a la hora de realizar estas evaluaciones.

Lo primero que se observa es que más de la mitad de los/as entrevistados/as realizaban evaluaciones favorables de la gestión, mientras que un poco más de un tercio formuló apreciaciones de tono general negativo. De todos modos, cabe señalar que no siempre es posible sostener una distinción nítida entre estos grupos. Algunos de los críticos rescataban las buenas intenciones del gobierno y la forma rápida en que había reaccionado cuando comenzó la pandemia, y varios de los que hacían una evaluación favorable al gobierno formularon una serie de observaciones críticas. La confluencia en estas posiciones que podemos denominar “intermedias” se daba en términos de objeciones a la extensión excesiva de la cuarentena inicial y a la falta de un plan claro. Cabe señalar que la mayoría de estos entrevistados/as no presentaron alternativas sobre lo que se debería haber hecho, sino que realizaban críticas de carácter puntual y, muchas veces, hacían propuestas muy inespecíficas.

Por otro lado, hubo un grupo entre quienes apoyaban la gestión que sí tenían demandas bastante más claras pero en otro sentido: solicitaban que hubiera mayores controles que lograran el efectivo cumplimiento de las restricciones que estaban decretadas, porque si no “es un viva la Pepa”. Tal vez la única apreciación formulada por este grupo, pero compartida por una buena porción de quienes fueron críticos de la gestión, fue la opinión de que el cierre inicial de fronteras debería haber sido más rápido y más estricto para impedir la llegada del virus.

 

 

La responsabilidad de la gente

La diferencia más marcada entre el grupo que evaluó positivamente la gestión de la pandemia y el que lo hizo en forma negativa radica en la consideración en torno a la responsabilidad cívica que demandaba esta coyuntura. Así, en el primer grupo se formularon duras apreciaciones sobre el comportamiento de la ciudadanía ante las medidas. Se lamentaban ante la falta de empatía, o se indignaban porque la mayoría no tomaba real conciencia de lo que estaba sucediendo y de la necesidad colectiva de cuidados. Para algunas personas, hacer “como que no pasa nada” era, en gran medida, lo que nos había conducido a la segunda ola. En varias ocasiones consideraron que era muy difícil para el gobierno gestionar frente a estas actitudes: “el gobierno quiso actuar bien, pero si no tuvo el acompañamiento del pueblo es muy difícil”. En este sentido, varios exculparon al Presidente de los errores o malos resultados que señalaban. La sensación que primó fue la comprensión, el compadecerse, el no querer “estar en sus zapatos”. Como dijo un jubilado rosarino, “yo no quisiera estar en los pantalones del gobierno porque si ponen mano dura se le queja uno, (si) no ponen mano dura se quejan los que están pasando, los que están muriendo. ¿Cómo haces?”. Cabe consignar que esta apreciación incluyó también a parte de quienes no habrían votado a Alberto Fernández. Una porción de ellos/as, valoraron el objetivo de cuidar la vida. Por ejemplo, un platense que se autodefinió como “apolítico” sostuvo en relación con las restricciones: “La gente no estaba contenta con eso, ni yo tampoco. Pero […] estás, les guste o no les guste a la gente, salvando vidas […] Y una vida, si vos tenés un poquito de sentimientos y crees un poquito en Dios, una vida vale muchísimo. Vale mucho, aunque haya gente que no le importa, viste, el otro”.

Por el contrario, resulta sintomática la ausencia de menciones sobre el accionar de la ciudadanía entre quienes se posicionaban de modo crítico ante la gestión de la pandemia. De este modo, al dejar fuera de análisis el comportamiento de la gente, estos entrevistados y entrevistadas podían colocar sobre el gobierno nacional toda la responsabilidad por lo que evaluaban como el fracaso de las políticas frente a la pandemia.

 

Los críticos y críticas

Como ya comentamos, un eje de las evaluaciones negativas fue el señalamiento de la falta de claridad en las medidas gubernamentales y la percepción de la carencia de un plan. Por ejemplo, una entrevistada de Tierra del Fuego señaló que le había gustado la actitud inicial del Presidente, pero que lo veía, en el mes de mayo, “completamente perdido”; una cordobesa planteó que “fueron manotazos de ahogado” y que “esta segunda ola no se previno en absoluto y la teníamos encima”.

Cerca de la mitad de quienes realizaron evaluaciones más negativas, incorporaron en sus discursos una muy dura crítica a los planes sociales en general, y a la aplicación del IFE en particular. Así, denunciaban el cobro indebido de este último por parte de conocidos/as o, incluso, de familiares que “no trabajaban antes” de desatarse la pandemia. En un par de casos llegaron incluso a argumentar que el excesivo gasto en el IFE sería la causa de la falta de dinero para comprar las vacunas.

Sin embargo, la otra mitad de quienes fueron críticos de la gestión de la pandemia apoyó claramente la implementación del IFE (medida muy valorada, como es de prever por todos/as quienes evaluaron positivamente la gestión oficial).

Nos llamó la atención que alrededor de un tercio de los entrevistados/as críticos/as sostuvieron posiciones muy contradictorias a lo largo de su testimonio, incluso sin mediar mucho tiempo entre afirmar algo y luego lo opuesto. Por ejemplo, criticaban las restricciones a la movilidad pero de inmediato planteaban que no se tendría que haber dejado a la gente viajar para Semana Santa; o afirmaban que la gente tendría que permanecer obligatoriamente en sus casas pero que las clases debían ser presenciales, por citar solo dos ejemplos de reclamos difíciles de compatibilizar.

Cabe destacar que, entre quienes formulaban una evaluación negativa nadie valoró la forma en que Brasil o Estados Unidos abordaron la pandemia. Preguntados sobre esta cuestión, todos/as respondieron críticamente, con frases como “allá dejaron demasiado” o “tampoco el ¡fu! no importa nada”.

 

 

Una “grieta” presente pero no tan nítida

La “grieta” política incidió en la evaluación general, aunque el corte no fue muy rígido. Si bien entre quienes evaluaban positivamente la gestión había mayoría de críticos al macrismo, también existía un grupo que no lo era tanto. Por su parte, entre quienes evaluaban negativamente la gestión de la pandemia también encontramos personas cercanas al oficialismo.

Uno de los elementos más coincidentes entre la mayoría de los y las entrevistados/as fue su juicio extremadamente negativo acerca de las posiciones sostenidas por la mayoría de los dirigentes opositores. Si muchos/as elogiaron su actitud inicial, ese primer momento donde parecían “tirar todos para un mismo lado”, casi de modo unánime todos criticaron que “lamentablemente, enseguida tomó una actitud de confrontación”. Sostuvieron que la oposición era “oportunista”, que “no busca el bien común”, que las críticas que realiza “son mal intencionadas”, incluso se llegó a afirmar que se trata de “un mamarracho bastante destituyente”.

Estas apreciaciones fueron vertidas incluso por quienes se identificaban con fuerzas integrantes de Juntos por el Cambio. Por ejemplo, un rosarino vinculado al radicalismo sostuvo que “son un chiste… peor que el oficialismo... no puedo creer que hay gente antivacunas en el siglo XXI […] que un referente de la oposición sea Viviana Canosa, por ejemplo, dan ganas de tirarme por el octavo”. Un riojano crítico de las políticas asistencialistas del kirchnerismo afirmó que desde la oposición “hablan, a veces sin conocimiento, hacían protestas de la libertad y la democracia, pero no estoy de acuerdo porque en estos tiempos de pandemia no se puede pedir libertad absoluta, si largás a todos juntos a las calles vamos a quedar como Brasil, iba a ser un desastre, ahí lo manejó mal la oposición”.

Otro grupo importante, aunque de menor relevancia, también evaluó críticamente el accionar de la dirigencia opositora pero procuró “salvarla” agregando apreciaciones acerca de que era la actitud prototípica, histórica, de todas las oposiciones en la Argentina. Sólo unos pocos entrevistados/as manifestaron una evaluación positiva de la postura de la oposición en la pandemia.

En general, casi todos/as rescataron el momento inicial en que todas las fuerzas políticas estaban de acuerdo, dialogaban y parecían converger hacia un interés común. Es que se observa en muchos/as una cierta sobrevaloración del diálogo y una crítica profunda a la propia idea del conflicto político, temática que requiere de un análisis específico que abordaremos en próximas notas elaboradas desde nuestro equipo de investigación.

 

 

 

* Este trabajo se basa en materiales producidos por la Red ENCRESPA en el marco del Proyecto “Identidades, experiencias y discursos sociales en conflicto en torno a la pandemia y la postpandemia”, que forma parte del Programa de Investigación de la Sociedad Argentina Contemporánea (PISAC). Las ciencias sociales y humanas en la crisis COVID-19 (Agencia I+D+i). Más información en http://encrespa.web.unq.edu.ar/. Agradecemos la colaboración especial de Marcelo Gómez y Guillermo de Martinelli que nos ayudaron en el análisis de las entrevistas.

 

 

 

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