De Baldomero a Pantaleón

La música que escuché mientras escribía

Creo que ya te mencioné el libro Tango y política, cuyo subtítulo de aires sebrellianos de mediados del siglo pasado es Sexo, moral burguesa y revolución en la Argentina. Su autor, el doctor en ciencias sociales Gustavo Varela dirige el posgrado de FLACSO sobre Historia Social y Política del Tango. Es muchas más cosas, pero si te interesa preguntale al doctor Google.

Su tesis es que el tango es un producto social, que no puede entenderse sin conocer el país que lo produjo y el rol que esa música cumplió en cada época para la formación de la identidad y la cohesión nacionales.

Varela fija tres periodos claramente diferenciados:

  1. la década de 1880, con la formación del Estado argentino moderno. Su sede es el prostíbulo.
  2. El segundo periodo comienza en 1916, y su lugar es la escuela.
  3. La tercera etapa se inicia en 1955, el año en que fue derrocado Perón y en que Astor Piazzolla presentó su revolucionario Octeto Buenos Aires.

 

En la década de 1880, se unifica el territorio, surge la moneda única, se desarrollan el agro y la ganaderia. La ocupación del suelo es acompañada por la multiplicación de la población. Bajo la consigna alberdiana de Gobernar es poblar  y bajo la presión de una descomunal inmigración, el sexo adquiere una dimensión fundamental en sus orígenes. De esa época prostibularia, cuando el tango era una forma de expresión de la sexualidad, Varela menciona títulos equívocos: Va Celina en punta, Tocámelo que me gusta, Se te paró el motor, Metele fierro a fondos, Dejalo morir adentro, El Movimiento Contínuo, Afeitate el 7 que el 8 es fiesta, Date vuelta, Empujá que se va a abrir, Qué polvo con tanto viento.

En general eran sólo instrumentales, pero hubo también algunos con letra, como la Historia de Baldomero, que Angel Villoldo (el autor de El Choclo) grabó en 1910. Comienza así:

Voy a contarles señores, la historia de Baldomero

el más grande putañero, rompe virgo bufarrón

el más grande compadrón que hasta hoy se ha conocido

el canfinfle más temido de todos los alcahuetes

y el que más de mil ojetes, con su poronga ha partido.

Varela contradice el mito de una música restringida a los bajos fondos, que recién fue aceptada cuando triunfó en París, y documenta que en la convulsa Buenos Aires donde en treinta años la inmigración alteró la demografia como en pocos lugares del mundo, había 6.000 prostíbulos y "la sexualidad gobierna las prácticas discursivas sobre el género". Añade que "el nacimiento del tango está inserto en una realidad social móvil, inquieta, hecha de inmigrantes, de prostitutas, de obreros, de luchas ideológicas y refriegas callejeras. Suponer que el tango puede mantenerse ajeno a la realidad histórica en que nace y se despliega es pensarlo como una entidad abstracta. una entelequia sonora sin filiación real, más cercana a un a fábula que a la historia". Eran los niños bien, la high life, que derivó en el lunfardo jailaife, quienes asistían a esos lugares, si llegó a París fue porque ellos lo llevaron, junto con la vaca para tener leche fresca en la travesía y arrojar manteca al techo.

En 1916 nace el tango canción, con Mi noche triste y por primera vez los hijos de los inmigrantes votan y eligen un gobierno con el que se identifican, el de Hipólito Yrigoyen. Varela lo inscribe en el mismo orden discursivo de fuerte contenido moral, similar al ofrecido por la escuela primaria obligatoria, a la que asisten quienes escribirán las letras del tango.

La letra de Pascual Contursi dice:

De noche cuando me acuesto,

no puedo cerrar la puerta

porque dejándola abierta,

me hago ilusión que volvés.

 

Pero hay otra versión anónima, transición entre dos épocas:

De noche cuando me acuesto,

no puedo taparme el rabo

porque se me para el nabo

al acordarme de vos.

En 1955, pocos meses antes del derrocamiento de Perón, Pantaleón lanzó el primer disco de su extraordinario Octeto Buenos Aires, un tango abstracto, inesperado, que no se canta ni se baila. Buenos Aires era otro, y el tango también acompañó ese cambio. El segundo y último lo grabó al año siguiente.

 

 

La riqueza del trabajo de Varela no cabe en estas pocas líneas. Si lo lees no te vas a arrepentir.

 

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