De tal palo

Al lado de su padre, el ministro Triaca es un nene de pecho

 

Gracias a la repentina notoriedad del ministro de Trabajo, Telefé Noticias reprodujo ahora una nota de 1994, en la cual el famoso recaudador de la DGI Ángel El Loco Peña allana un stud de la familia Triaca y verifica la existencia de una doble contabilidad y el pago a los empleados en negro. Nada nuevo bajo el sol.

En cambio los grandes medios no se acordaron de un episodio anterior, cuando el padre homónimo del actual ministro era secretario general del sindicato del plástico. El 18 de noviembre de 1973 una disputa entre guardaespaldas de Jorge Triaca I terminó a los tiros. Ambos habían trabajado antes para Augusto Timoteo Vandor y su sucesor Lorenzo Miguel. “Con Vandor se hizo fanático de las carreras y al perro lo bautizó Forli. El día en que murió estuvimos marcando las carreras en el diario. Me fui al mediodía. Volvía a las cuatro y me informaron que había muerto”, me contó Ana María Tarelli, la viuda de Raúl Cuervo, quien murió en ese tiroteo. El otro guardaespaldas, Norberto Imbelloni, fue acusado por el disparo. Tres testigos dijeron que luego de una larga discusión Cuervo gritó: “Termínenla, borrachos”. Sonó un disparo, Cuervo cayó de su auto y Norberto Imbelloni, que estaba al lado del vehículo, huyó. Según la prevención policial, antes de morir Cuervo declaró y firmó que al caérsele de la cintura su revólver 38 se había disparado por el impacto con el suelo. Pero la autopsia indicó que la bala había penetrado “de arriba hacia abajo”, trayectoria inexplicable para un proyectil que viniera del piso.

El viernes 17 de mayo de 1974 el entonces fiscal Wagner Gustavo Mitchell pidió el sobreseimiento provisional y el juez Julio Humberto Lucini lo concedió el lunes 20, en el primer día hábil, sin prestar atención a la autopsia. Cuervo murió en el sanatorio de la UOM al cuarto día del episodio, e Imbelloni desapareció del Sindicato del Plástico, de su domicilio y de sus demás lugares habituales. Luego de la dictadura y alineado con Herminio Iglesias, Imbelloni fue electo diputado nacional justicialista por la provincia de Buenos Aires.

El efecto pedagógico del juicio a los ex comandantes, en 1985, desempolvó este expediente arrumbado. Triaca declaró allí que nunca supo de desaparecidos y que los marinos que lo retuvieron en un barco de guerra lo trataron como a un caballero. Pero la Cámara Federal también escuchó a la hermana de Raúl Cuervo. La enfermera Gladys Cuervo era una dirigente sindical que fue secuestrada y torturada en 1976 en el Hospital Posadas. Su torturador fue Luis Muiña, el beneficiado por la Corte Suprema con el fallo del 2x1 el año pasado. “Yo le traje el diario a mi mamá, orgullosa por lo valiente que fue la tía” al contar su historia en los tribunales en 1985, me dijo la entonces vivaz estudiante secundaria Ana María Cuervo, en su modesta casita obrera de Berisso. Dos semanas después, declaró en la causa por la muerte de Cuervo su viuda, Ana María Tarelli. Su esposo le contó que Imbelloni le disparó luego de la entrega a Triaca de 5 kg. de cocaína que habían traído desde el cabaret rosarino El Gallo Rojo. El propio Triaca la amenazó para que no declarara y una vez que lo hizo el Sindicato del Plástico dejó de pagarle el sueldo de Cuervo que había seguido percibiendo, según los recibos que aportó al expediente. “Esa firma no es de mi esposo”, dijo Tarelli cuando le exhibieron la presunta declaración de Cuervo. La pericia caligráfica ordenada por el juez Carlos Oliveri le dio la razón y además de Imbelloni y Triaca comprometió a los tres policías que elevaron al juzgado la declaración falsa, y a los funcionarios judiciales que la dieron por buena sin peritar la firma, pese a la autopsia contradictoria, y sobreseyeron sin investigar. En 1985 otro juez reabrió la causa y procesó a Imbelloni, quien recién regresó de Paraguay en 1990, bajo promesa de indulto. Le fue concedido por Menem, en 1995, pero antes debió enfrentar el juicio y fue condenado. Pese a ello, sus amigos siempre lo consideraron inocente, por ejemplo Julio Bárbaro, quien como cuenta aquí lo visitaba en la cárcel.

 

 

Otro notable colaborador de papá Triaca fue Juan Pablo Medina, quien con su ayuda llegó a la secretaría general de la UOCRA en 1997. El Pata Medina es uno de los sindicalistas detenidos en los últimos meses por inspiración del hijo de su antiguo protector. Esta voluntad parricida es una de las razones por las que Macrì no quiere desprenderse del ministro. Para luchar con las mafias, nada mejor que alguien que las conoció desde la cuna, razona. Para luchar o para negociar con ellas, claro. El padre también fue uno de los liquidadores de la acería estatal SOMISA, que fue adquirida a precio de regalo por Siderar, de la transnacional italiana Techint. Siguió para ello una hoja de ruta del Banco Mundial, que incluyó miles de despidos de trabajadores metalúrgicos. En los dos años previos a su venta a Techint, SOMISA arrojó pérdidas en sus balances, que siempre habían sido superavitarios, entre otras cosas porque subsidiaba la chapa laminada en caliente que vendía a Propulsora, del grupo Techint. Esto le bajó el precio. Como estaba previsto, volvió a dar ganancias luego de su venta al holding de Milán (con sedes legales en Luxemburgo y las Antillas Holandesas). Triaca padre también ingresó en el negocio de los seguros y del juego, asociado con la Banca Nazionale del Lavoro, que heredó la licencia del Banco Ambrosiano, cuando el escándalo de la P2 le hizo imposible seguir operando aquí. Su representante, Víctor Taiariol, creó entre otras empresas Itaco, especializada en banco de datos. Según investigó Santiago O’Donnell en el diario La Nación se asoció con los tres grandes holdings italianos de la Argentina: Macrì, Techint y Bulgheroni y su gran cliente fue la intendencia porteña, por entonces a cargo del ex empleado de Franco Macrì y actual asesor de su hijo Maurizio Macrì, Carlos Grosso. Los otros socios de Taiariol eran Ricardo Cavallo y Jorge Radice, los killers de la ESMA, hoy condenados a prisión perpetua. También consiguió que le adjudicaran el Hipódromo de Palermo, cerca del cual tenía su haras con peones en negro papá Triaca. El nexo entre esas bandas y el gobierno del presidente Carlos Menem fue Miguel Angel Egea. Hace un año y medio Baby Triaca asistió a una misa en homenaje a Egea, el reducidor de bienes de los detenidos desaparecidos en la ESMA.

 

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