Debut en las urnas

Alerta de spoiler: en esta nota no aparecerán adultos explicando el voto de los jóvenes

 

“Dio paja ir a votar”

“Soy peronista desde chica, aunque no estoy contenta con la gestión del gobierno. Hay una parte mía que no está conforme, y es normal que tenga estas contradicciones: la gestión es mala, el contexto mundial es malo, pero aun así el mío no fue un voto descarte. Confío ideológicamente en el peronismo”.

Mila habla desde la veteranía que le dan sus diecisiete años. “Si lo comparás con 2019 –continúa–, todo cambió radicalmente. Tengo compañeros que hace dos años fueron a fiscalizar, estuvieron en el bunker, participaron en todos lados, pero el domingo no fueron a votar. Y eso tiene que ver con la falta de alternativa. A mi mejor amigo le pedí como regalo de cumpleaños que fuera a votar a (Leandro) Santoro. Hay un descontento que no ha sido canalizado por ningún partido político. Se habla de (Javier) Milei, pero Milei es un meme. En general, dio paja ir a votar”.

Mila vive en Balvanera, con la madre y el hermano más chico. Votó por primera vez: boleta completa del Frente de Todos. Nada más lejos de un arrebato. Cuatro años de formación política, de abrazar banderas históricas, de estrenar el cuerpo en el sostenimiento de las ideas.

 

Mila se define peronista.

 

“En 2017 entré al Mariano Acosta, un secundario recontra politizado, en donde se militaba por todo. Ese fue el año de la escalada macrista con la reforma previsional, el dos por uno para los genocidas, Santiago Maldonado, el aborto. Todos los conflictos me pasaban por delante de la cara, no podías no posicionarte. Así que empecé a investigar y a nutrirme”.

Con apenas trece, Milu, como le dicen los cercanos, buscaba entrevistas y discursos en YouTube con el afán de los que sienten haber perdido demasiado tiempo. Quedó cautiva del reportaje a Juan Perón de 1973 realizado por Jacobo Timerman, Roberto Maidana y Sergio Villarroel, del discurso de asunción de Néstor Kirchner en 2003 y del de Cristina en la Asamblea General de la ONU, en 2011. También hubo una voracidad de lectura: los esperables La razón de mi vida y El hombre nuevo y hasta El Flaco, de José Pablo Feinmann. La madre, una progre que votó siempre a Claudio Lozano para “meterlo” en el Congreso, creyó que el peronismo, como la fiebre o el enamoramiento, era una fase y que también pasaría. Los adultos suelen equivocarse.

“Hay un trasfondo más ideológico que me supera y mientras encuentre las banderas originarias del peronismo dentro del Frente de Todos, yo lo voy a seguir votando”, dice Mila, fatal y alegre, como Gatica y Fabio.

 

“Yo no milito un sentimiento, milito ideas”

Lucio se presenta con nombre completo, destacando el doble apellido. Tiene 17 años, es cordobés, pero desde los seis vive en un piso en Recoleta. En su foto de WhatsApp está de traje y camisa: atrás de él asoma la cúpula del Congreso. Muy temprano, antes de salir hacia uno de los colegios bilingües más exclusivos de la Argentina, lee los diarios, tal vez se alegre por el número de seguidores que sumó en sus redes sociales. No reacciona a la última session de Bizarrap. Habla, en cambio, de modernizar las leyes laborales, bajar el gasto de la política y alcanzar un modelo de desarrollo por la vía del crecimiento económico. Es un oldie, algo así como un cincuentón atrapado en el cuerpo de un adolescente.

 

Lucio, votante de Milei.

 

“Me identifico con el liberalismo –dice– porque yo no milito un sentimiento, milito ideas. El liberalismo no es una ideología. Es un proceso de detección, reivindicación y recuperación de los valores que llevaron a Occidente a ser lo que es. Es una orientación política basada en los hechos, porque es innegable el éxito del capitalismo”.

No tener hermanos es una sentencia irrevocable. Para Lucio no había más que sus padres y ellos eran, más que ninguna otra cosa, antiperonistas.

“Lo terminé cimentando con un razonamiento propio –reconoce ahora– que me llevó a las mismas conclusiones. No sólo mis padres, el resto de mi entorno era bastante opositor a los Kirchner. Mi madrina militaba con Carlos Maslatón en la Unión Para la Apertura Universitaria (UPAU), ella fue la base intelectual de mi desarrollo académico liberal. Así que mi apoyo a Javier Milei fue una suerte de proceso natural”.

Lo de Lucio no es sólo retórica. Es director nacional de Jóvenes Republicanos, una agrupación que suscribe al liberalismo clásico y al conservadurismo. “Una suerte de coalición de centro derecha y derecha –agrega–. No le tengo asco al término: ser de derecha es la nueva rebeldía, por eso tenemos tanto éxito en un país donde el ideario del gobierno es de centro izquierda. Ser de izquierda es ser oficialista y eso no tiene nada de rebelde”.

El debut de Lucio no fue el tantas veces soñado: por un tema de jurisdicción, votó a Luis Juez en la interna cordobesa de Juntos por el Cambio. Igual aclara que no fue un trauma: “Mi único problema son las palomas, la tibieza: eso es lo que combatimos”.

Lucio, que ya debatió en televisión y amontona likes de a miles, pretende en el futuro trabajar en el sector privado como ingeniero civil porque le parece “aberrante que el proyecto de un liberal sea vivir de la política”. Hasta que eso llegue, seguirá insistiendo con un “liberalismo popular” que arregle, de una vez y para siempre, este país. “La Argentina –se lamenta– es muy injusta, no se premia el laburo, acá la meritocracia es un chiste”.

 

“Hay que dejar de lado el pensamiento adulto”

Martina lo pensó mucho. Como un ajedrecista con pericia, imaginó más allá de la próxima jugada. Después, reunió a sus padres y les pidió que prestaran atención. “La estrategia –explicó– es darle la oportunidad a un candidato por fuera de la grieta y que al mismo tiempo no esté alejado de la ideología del gobierno. A partir de ahí, vamos a ver el rumbo que toman las PASO. Si el neoliberalismo se impone, entonces podemos redefinir el voto y cambiarlo en las elecciones de noviembre. Tenemos que estar atentos a la tendencia y ver si nos conviene cambiar o no el voto”. Los padres se miraron. No estaban convencidos, pero le hicieron caso a su hija y, como ella, votaron al precandidato a diputado nacional de Vamos con Vos por la provincia de Buenos Aires, Florencio Randazzo.

 

Martina plantea un voto estratégico.

 

Martu, como le gusta que la nombren, tiene dieciséis, vive en Lomas del Mirador y desde hace unos años forma parte de Jóvenes por el Clima (JOCA). También integra el Ateneo Estudiantil Sociecológico de La Matanza, donde junto a un grupo de voluntarios y organizaciones barriales les mejoran la vida a los vecinos: sanean la zona, plantan árboles nativos y colectan juguetes en Navidad.

“Yo entiendo la cuestión ambiental unida a los derechos humanos y la justicia social. La desigualdad que existe te lleva a pensar en la política y en qué debería hacer el gobierno para ponerle fin. Desde mi lugar trato de modificar esta realidad y salir adelante”, declara.

Aunque admite que no logró identificarse con ningún candidato, a Martina le atrajo la propuesta de Randazzo de discutir los contenidos educativos. “Los políticos dejan de lado esos temas y apuntan sólo a lo económico. Yo entiendo a la Educación como un servicio público esencial y noto falta de interés en, por ejemplo, la Educación Sexual Integral (ESI). Los jóvenes tenemos que marcar estas carencias porque somos los que estamos dentro del campo educativo”.

En la mesa larga de los domingos la prima que se dice apolítica comparte la agenda de temas con la derecha oligarca. A su lado, otro pariente resopla. Todos saben que todavía sueña con el levantamiento del proletariado. Martu participará de la discusión, identificará la chicana, intentará el acuerdo. Pero lo seguirá teniendo claro.

“La influencia del adulto me hace ruido, creo que termina haciendo mal. No votes si vas a votar igual que tu papá, sin saber. Ellos todavía se toman en chiste nuestro voto. Hay que dejar de lado el pensamiento adulto y participar activamente, sin fanatismo, porque lo que está en juego es tu futuro”.

 

 

 

 

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