DEL CAOS ECONOMICO A LA UNIDAD NACIONAL

Incapaz de gestionar la economía y aislado de la sociedad, Macri dibuja la realidad y expone el vacío de poder

 

La crisis económica desatada por la corrida cambiaria a fines de abril se está transformando en una crisis política de desenlace imprevisible. Un Presidente de la Nación incapaz de gestionar la economía y aislado de la sociedad,  dibuja la realidad con mentiras y expone el vacío de poder que azota al escenario político.

Ausente de la mesa de decisiones durante el fin de semana pasado, apresurado, desprolijo y errático en sus actos, Macri intentó el lunes calmar la corrida cambiaria anunciando  medidas para lograr un déficit fiscal cero en el transcurso del 2019. Esperaba así obtener el adelanto de los desembolsos del préstamo del FMI para poder enfrentar los vencimientos de deuda antes de finalizar su mandato.

Su discurso, sin embargo, disparó la corrida cambiaria. Pese a la intervención del Banco Central vendiendo 100 millones de dólares de las reservas, el dólar supero la cotización del viernes anterior. Al día siguiente, iniciadas las negociaciones en Washington entre el gobierno argentino y el FMI, el Banco Central intervenía nuevamente con otros 358 millones de dólares de las reservas para tratar de contener al dólar que cerraba a 39,79$.

Ese mismo día la agencia S& P degradaba la calificación crediticia de catorce empresas argentinas impulsando una caída del 16% en el precio de las acciones de las ADR en Wall Street y precipitando una caída paralela en el Merval. Asimismo el riesgo país trepaba a 783 puntos y se aceleraba el drenaje de reservas para contener la corrida. Al mismo tiempo, los grandes fondos de inversión expresaban su preocupación ante los límites del ajuste, la pérdida de credibilidad del gobierno de Macri y el impacto de estos procesos sobre los vencimientos de la deuda argentina después del 2019.

El creciente deterioro de la situación llevo a Macri a pedir auxilio a Donald Trump y obtuvo como resultado un comunicado del Presidente ponderando el liderazgo de Macri y su trabajo y compromiso con el FMI para resolver los problemas actuales de la Argentina, país considerado “aliado estratégico” del gobierno de los Estados Unidos. Pocas horas después el FMI relajaba los condicionamientos y permitía por primera vez la venta directa de reservas en el mercado, aumentando así el poder de fuego del Banco Central para contener la corrida y logrando que la cotización del dólar se estabilizase en niveles cercanos a los 38$ en los días subsiguientes para cerrar el viernes en 36,99$.

Así, un Macri devaluado políticamente entre sus compatriotas lograba el aval del gobierno de los Estados Unidos a su proyecto de déficit cero. Algo no menor, en un mundo financiero cada vez más sacudido por las dudas respecto a la viabilidad del proyecto de ajuste en la Argentina y a la posibilidad de transformación de la crisis de las monedas de los países emergentes en el detonante de una implosión mayor en el sistema financiero internacional. (FT.com 2 y 3/9 2018; bloomberg.com 4.9.2018 2; WSJ 4 9 2018.)

Sin embargo, la falta de transparencia del gobierno de Macri respecto a sus verdaderas necesidades de financiamiento inmediato, el inminente vencimiento de 1300 millones de Letes dolarizadas y la perversa lógica del ajuste del FMI siguen contribuyendo a mantener vivo el riesgo de continuidad de la corrida cambiaria en el país.

El déficit cero al que aspira el gobierno de Macri implica una intensificación en profundidad del ajuste ya realizado. Asimismo, esta propuesta incluye la aplicación de retenciones fijas a todas las exportaciones (cuatro pesos por dólar para las exportaciones agropecuarias y mineras y 3 pesos por dólar en el caso de las industriales) para enfrentar lo que Macri definió como  “una situación de emergencia nacional, cuya superación permitirá terminar con 70 años de excesos fiscales y estancamiento económico”.  Las retenciones provocaron una reacción adversa tanto en el campo como en la industria. La mayor resistencia se dio en el sector industrial, cuyas autoridades destacaron su sesgo anti industrialista y la necesidad de que el  sector bancario hiciese una contribución para salir de la emergencia. Estas criticas, junto con una inflación galopante que hoy destruye la cadena de pagos y amenaza con transformarse en hiperinflación, arrojan algo de luz sobre los objetivos del ajuste.

 

El ajuste y la estructura de poder local

La lógica perversa del ajuste trasciende la simple mala praxis y constituye el medio que hoy utiliza el capitalismo global monopólico para aggiornar la estructura de poder local, a sus objetivos de mayor control económico y geopolítico.

En otros trabajos hemos caracterizado al proceso de acumulación del capital con dependencia tecnológica ocurrido a lo largo de por lo menos los últimos 70 años de nuestra historia como un nudo gordiano que desde hace décadas reproduce el estancamiento económico y el canibalismo social. Este proceso ha configurado una industrialización impulsada por el Estado a través de subsidios, exenciones impositivas, contratos de provisión de bienes y servicios, protección arancelaria, licuación de deudas y hasta venta de activos públicos a precios de remate. Inicialmente estas políticas tuvieron por objetivo impulsar el desarrollo de las pequeñas y medianas empresas nacionales. Pronto los principales beneficiarios de estas políticas fueron las grandes empresas (nacionales y extranjeras) y la inversión privada fue reemplazada por subsidios y una sistemática fuga de capitales a través de mecanismos lícitos y/o ilícitos.

Históricamente, este proceso de acumulación ha generado una demanda creciente de importaciones de tecnología incorporada en bienes intermedios y de capital que no ha podido ser satisfecha con las divisas provenientes de las exportaciones agropecuarias y agroindustriales. De ahí los reiterados ciclos de expansión industrial seguidos por crisis del sector externo y endeudamiento creciente. Este fenómeno ha engendrado un conflicto entre campo e industria que ha marcado a fuego nuestra historia contemporánea. La capacidad de generar divisas con las exportaciones agropecuarias ha otorgado a los exportadores y a los grandes productores agropecuarios el poder de veto sobre las políticas aplicadas por los distintos gobiernos que se sucedieron desde ese entonces.

Dos fenómenos han agravado la dependencia tecnológica en las últimas décadas: la integración del proceso productivo global a partir de la expansión mundial de la acumulación del capital, en cadenas de valor global dominadas por corporaciones multinacionales que controlan monopólicamente aspectos tecnológicos claves: y el avance del cultivo de la soja. Esto último ha atado el desarrollo agropecuario a un modelo de negocios centrado en la creciente importación de un paquete tecnológico cuyos proveedores son unas pocas empresas multinacionales que controlan tecnología de punta y sectores clave del sistema agroalimentario a nivel global.

Por otra parte, este tipo de acumulación del capital ha dado lugar al creciente control monopólico y oligopólico ejercido por grandes empresas (nacionales y extranjeras) sobre puntos neurálgicos de la economía. Esto les ha permitido formar sus precios, desabastecer e incidir por esta vía sobre los precios del conjunto de la economía: desde el dólar hasta los alimentos pasando por la chapa y otros insumos de producción. Dentro de este universo de fracciones del capital se han destacado distintos grupos empresarios, por su distinta vinculación con el Estado y sus prebendas: los llamados “capitanes de la industria”, “patria contratista” y “patria financiera”.

Así, los procesos estructurales que conformaron la dependencia tecnológica dieron lugar a un nudo gordiano, una estructura de relaciones de poder cuyos lazos invisibles han sido expuestos a la luz del día a través de la inflación y las corridas cambiarias provocadas por los sectores mas concentrados de la economía para ganar mayor poder e influencia tanto en democracia como durante el Terrorismo de Estado.

Estos sectores constituyeron el núcleo duro de la base de apoyo del actual gobierno. En un episodio inédito, en 2015 Macri y los sectores que representa llegaron a controlar al Estado a través del voto popular. Desde un inicio estos sectores concentrados de la economía han disputado entre sí, por lograr una mayor cuota de apropiación de ingresos y poder, una disputa agudizada por el intento oficial de introducir una nueva relación de fuerzas bajo el dominio del capital financiero insertado en las finanzas locales a través de la “bicicleta financiera”. Esta disputa explica la imposibilidad que tuvo el gobierno de Macri para controlar la inflación, fenómeno que —junto con otros factores que oportunamente analizamos en otros vuelos del Cohete— ha contribuido a la corrida cambiaria de abril desatada esta vez por los propios capitales financieros aliados al gobierno.

 

El nudo gordiano

Desde la crisis financiera de 2008 el mundo asiste a una nueva fase de expansión mundial del capitalismo global monopólico, caracterizada por la posibilidad de implosión de las finanzas internacionales en un contexto de creciente competencia entre países y corporaciones, por la apropiación de recursos no renovables de importancia estratégica que han entrado en vías de extinción. En los últimos años esto ha dado lugar a una creciente militarización de la política financiera y comercial norteamericana, a fin de consolidar la expansión mundial de este país. La política de apertura al mundo de Macri ha convertido a este gobierno en aliado estratégico y privilegiado de la administración Trump.

Así Macri, integrante fundamental de la patria contratista, se ha convertido en el profeta destinado a aggiornar la acumulación del capital a las nuevas circunstancias imperantes en el mundo a partir de un proyecto de país centrado en la primarizacion de la economía con especial énfasis en la explotación de los recursos no renovables: gas, petróleo, minerales, agua y tierra, con fuerte  injerencia de capital extranjero e integración a las finanzas internacionales a partir del endeudamiento y la especulación financiera.

El proyecto de Macri busca destruir al populismo y las condiciones sociales que lo hacen posible. También pretende barajar y dar de nuevo dentro del mundo empresario, desarticulando el poder de buena parte de la  patria contratista y consolidando los negocios de un poderoso grupo minoritario a partir de inversiones en las áreas de recursos no renovables, telecomunicaciones, transporte, energía, minería, agricultura y ganadería. Este proyecto busca concretar alianzas con un grupo selecto de corporaciones multinacionales, bancos y fondos de inversión que dominan las finanzas.

Esto ha engendrado un periodo de disputa permanente tanto dentro de las fracciones del capital local como entre estas y las nuevas fracciones de capital extranjero que pugnan por entrar en la estructura productiva, financiera y comercial del país. En este contexto sobre- determinado por conflictos crecientes, el plan de ajuste del FMI y los gloriosos cuadernos de la corrupción empresaria juegan un rol central.

El ajuste del FMI pretende desarticular la protesta social devaluando en forma continua y permanente a los salarios reales e ingresos de la población, las jubilaciones pensiones y demás prestaciones sociales, el gasto público y los subsidios y dolarizando las tarifas y los combustibles. Se busca encorsetar al conflicto social imponiendo la paz de los cementerios y ahogando al país en una desocupación y miseria permanente. Por el otro lado, el ajuste intenta dar un golpe mortal a la estructura productiva y comercial argentina con una política cambiaria y financiera que provoca un estado de recesión y devaluación permanente, al mismo tiempo que se dolarizan los combustibles y las tarifas publicas. El objetivo es dolarizar la economía, minimizar el desarrollo industrial y desarticular los recursos del Estado a fin de anular su capacidad de producir futuras modificaciones en la economía y en la sociedad. La contrapartida de estas políticas es la primarizacion de la economía y la maximización del control del capital extranjero sobre la economía en su conjunto. Macri y un sector minoritario de la patria contratista se han acoplado a este proyecto, no solo gestionando las políticas necesarias para su consolidación (desde la dolarización de tarifas al ajuste del FMI), sino también expandiendo sus negocios privados y los de amigos, familiares, socios y entenados en las nuevas áreas de explotación.

Los gloriosos cuadernos de la corrupción empresaria son la otra pinza con la que se intenta aggiornar la estructura de poder local. Esta operación mediática judicial persigue un doble fin: por un lado, eliminar a CFK de la escena política, bloqueando la posibilidad de que el populismo vuelva al gobierno con un proyecto de país alternativo al ajuste. Por el otro lado, desarticular a buena parte de la patria contratista y fortalecer al pequeño grupo que ya se ha instalado en las áreas privilegiadas por el modelo de primarización.

 

El talón de Aquiles

Sin embargo, este cuadernazo es hoy el talón de Aquiles del proyecto de Macri. Al fusionar la pelea por la repartija del poder económico con el deterioro de la legitimidad institucional, la degradación del Estado de Derecho y la proscripción política del populismo abre las puertas a una crisis política de nuevo tipo donde la pelea ya no será sólo por la inclusión social y la distribución del ingreso sino también por  la recuperación del funcionamiento democrático de  las instituciones a partir de la participación y control de gestión de la ciudadanía.

Vivimos un presente donde ya se agita el sonido y la furia de la protesta social. En estas circunstancias el gobierno intenta validarse cooptando al que llama “peronismo racional” y a la oposición dispuesta a brindarle gobernabilidad. Al mismo tiempo agita el fantasma de la represión salvaje. Sin embargo el ajuste es la antítesis de la gobernabilidad. De ahí la necesidad imperiosa de unidad nacional de todos los sectores sociales que se oponen al ajuste, y la concreción de un plan de emergencia que permita llegar a las elecciones del 2019 para votar la sustitución de este gobierno, por otro que asegure la inclusión social y la soberanía nacional.

 

 

 

 

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