Del dicho al hecho

Un balance realista tras la Semana Mundial del Parto Respetado

Termina mayo, mes en el que se celebra (nunca entendí bien por qué es una “celebración”) la Semana Mundial del Parto Respetado. Esta semana que promueve la importancia del parto y el nacimiento respetados se instaló mundialmente en 2004 gracias al impulso de la Alianza Francesa por el Parto Respetado (más conocida como AFAR, por sus siglas en francés, que refieren a Alliance Francophone pour l"Accouchement Respecté).

Cada año la AFAR propone un lema de concientización y este 2021 fue “Respeto por las necesidades de la madre y de su hijo/a en cualquier situación”. A lo largo de estos días, las sociedades médicas, las empresas vinculadas a la salud, los organismos gubernamentales y las asociaciones civiles se hicieron eco de la propuesta, manifestando su apoyo e interés en todos los ámbitos posibles.

El período transcurrió colmado de actividades académicas, jornadas de capacitación, talleres de formación, foros de debate, mesas de disertación, comisiones de trabajo y mucha publicidad. Oradores prestigiosos de todos los ámbitos tuvieron un papel central difundiendo las leyes vigentes, los fundamentos médicos basados en evidencia científica y la realidad actual a través de filminas, videos y discursos cada vez más apasionados y comprometidos.

Las activistas y las organizaciones de la sociedad civil también tuvimos nuestro minuto de fama. Una semana de gloria mediática durante la cual fuimos entrevistadas, invitadas a exponer y a escribir sobre el tema, aplaudidas socialmente por nuestra labor y sacrificio (cómo le gusta a la gente aplaudir el sacrificio ajeno…). Son unos días en los que la sociedad y los medios acarician y alimentan nuestro ego, ese que llegó agonizando a estas fechas, tras un año de invisibilidad, indiferencia y falta de resultados prácticos.

La semana ya pasó. El WhatsApp y las redes sociales se aplacaron, el teléfono dejó de sonar, los medios volvieron a las noticias del día, las activistas al anonimato y los académicos que hasta hace un rato estaban conmoviendo con discursos comprometidos, vuelven a formar parte de un sistema al que, en la práctica, no pueden cambiar.

Hace unos años, cuando tomé la decisión de profesionalizarme en la comunicación de derechos y salud en la maternidad, estaba convencida (vaya soberbia) de que si la información correcta era avalada por profesionales de renombre, la realidad iba a mejorar. Porque una cosa es lo que decimos las activistas (esas personas erráticas y conflictivas, empecinadas en molestar al sistema casi por capricho) y otra lo que digan profesionales prestigiosos, doctorados y reconocidos internacionalmente por las más altas autoridades del sistema.

Pero no… Los años pasaron, he asistido y participado en cuanta jornada existe sobre el tema Parto Respetado y pude comprobar que las mismas eminencias que exponen discursos impecables y convincentes, una vez dentro del sistema y en términos prácticos, resultan tan inútiles como yo. Años de estudio, fundamentos basados en evidencia científica, el marco legal, el compromiso discursivo y la preocupación, se convierten en una calabaza de resignación porque “así es el sistema, muy difícil de cambiar”. Tanto en el ámbito de la salud, como en el jurídico, del discurso a la práctica hay un abismo. Al parecer, la teoría que afirma que el discurso construye realidad, en este caso, no estaría corroborándose.

Por lo pronto, pasados los bombos y platillos, pasado mi minuto de fama, este año descubrí una trampita que surgió del propio lema impulsado por la AFAR: “Respeto por las necesidades de la madre y de su hijo/a en cualquier situación”. Lo que no aclararon en el lema es ¿Quién determina las necesidades de la madre y de su hijo/a? De esa pregunta no se habló en toda la semana ¿casualidad, olvido involuntario u otra avivada del sistema? Para que el parto sea respetado, estas necesidades las debe determinar la madre pero, por ahora, todos sabemos que eso no ocurre.

El primer documental sobre violencia obstétrica es de 2001, se llama “Callate y pujá” de Sonia Cavia y Eduardo Díaz Cano y lo pueden ver en el IG @soniacavia. Vale la pena verlo, son sólo cuatro minutos que bastan para comprobar que nada ha cambiado en 20 años. Habrá que comentarles esto a los profesionales de la salud que ante cada denuncia se sienten atacados y se defienden pidiendo que trabajemos en conjunto para la toma de conciencia, desde el diálogo amigable y no desde la confrontación. Uno de los argumentos que más he recibido como respuesta ante los pedidos de respeto y cumplimiento de las leyes vigentes es “los cambios llevan tiempo”. Sería bueno indagar cuánto tiempo más creen que hace falta, dado que en 20 años nada ha cambiado. Y esto no es opinión, es estadística de fuentes oficiales como el Ministerio de Salud de la Nación, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Un discurso impecable que no se puede aplicar en la práctica es un discurso hipócrita. En este contexto y en esta temática es, además, una burla y una falta de respeto hacia las mujeres y personas gestantes. Dicen que del dicho al hecho hay un largo trecho. Por ahora nuestro trecho lleva ya 21 años. Veremos cuánto tiempo más aguantamos que nuestros cuerpos y los de nuestros hijos e hijas les pertenezcan al patriarcado.

 

La autora es comunicadora y comediante. Referente en materia de parto y nacimiento respetados en argentina. Feminismo y maternidad. Madre de dos. IG @parimosconciencia TW @alu_petrella.

 

*Para denunciar violencia obstétrica desde cualquier punto de la Argentina se debe enviar el relato de los hechos por escrito, con todos los detalles posibles (incluyendo nombres de instituciones, profesionales, fechas y horas), a la Defensoría del Pueblo de la Nación a la dirección de correo electrónico [email protected] y a la Dirección de Salud Perinatal y Niñez del Ministerio de Salud de la Nación (por ser el organismo de aplicación de la Ley 25.929).

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