Del pánico al cambio

Un fantasma recorre el mundo y la toma de conciencia puede cambiar nuestras vidas para siempre

 

Un fantasma recorre el mundo que conocemos e invade nuestra vida diaria. Es el pánico, y no discrimina. Simplemente penetra con la fuerza bruta de la irracionalidad y destroza todo lo que encuentra a su paso exponiendo las distintas facetas de la violencia humana. En el proceso, puede abrir las puertas a una toma de conciencia que cambie nuestras vidas para siempre.

Un virus de dimensión microscópica ha multiplicado exponencialmente las infecciones y muertes en el mundo. La destrucción que deja a su vera ilumina las fallas sistémicas del orden social global. Los gobiernos de distintos países tratan de parar su galope desmadrado paralizando la actividad económica y confinando al reducto de su intimidad a millones de ciudadanos de a pie. Esto ha precipitado al orden social global a un abismo desconocido del que solo hay un antes y un después.

Así, una entidad de naturaleza biológica parece desmoronar las bases de nuestra civilización. El problema, sin embargo, no es el virus sino el orden social que nos rige. La humanidad acudió al designio divino para explicar las pandemias y sus secuelas de destrucción y caos. Hoy esto ya no es posible. El avance de las ciencias en todas las dimensiones del conocimiento nos obliga a buscar las causas estructurales de estos fenómenos. El impacto social del virus ilumina la integración de la producción y las finanzas mundiales a un nivel inédito en la historia de la humanidad y descarna la irracionalidad de un capitalismo global monopólico que ha hecho de la codicia el eje de su accionar en todos los ordenes de la vida social. La inteligencia “divina” del virus es la contracara de una irracionalidad sistémica que ha puesto a la vida humana y al propio planeta al borde de su destrucción.

Esta semana las finanzas de los países centrales se han derretido sin remedio, quemando “riqueza” a un ritmo nunca visto y amenazando con el desempleo a millones de personas. La destrucción no se limita al valor de acciones, bonos y monedas. Penetra en la economía real y también ataca a los valores mas recónditos de un capitalismo que ha erigido al mercado en dueño y señor de la palabra, del orden social y de la vida humana. Ahora, frente a la debacle de los mercados de los países centrales, los Estados se quitan la mascara de independencia e intervienen fuertemente para salvar a los más poderosos. En paralelo, corporaciones e ideólogos del pensamiento neoconservador claman por el salvavidas de subsidios estatales que les permitan sobrevivir al caos financiero y económico. Este clamor no hace más que mostrar que, independientemente del sistema político o de la ideología, el orden social que impera globalmente desde hace décadas ha sido posible gracias a una fuerte intervención estatal en la economía.

La Reserva Federal norteamericana ha sido el gendarme de las finanzas globales, llegando subrepticiamente con sus tentáculos hasta los lugares más aislados del planeta. Hoy su rol ha quedado expuesto a la luz del día, y en el tumulto que sobreviene yace sin otra alternativa que profundizar por otros medios su control sobre el mundo. Paralelamente, otras voces –expresión de una industria de guerra— incitan a la acción militar en algunas de las zonas más candentes del planeta. Así, poco a poco se esboza el camino que históricamente ha purgado las grandes crisis del capitalismo: la guerra con su secuela de destrucción y renovación. Esta vez, sin embargo, vivimos en un mundo armado hasta los dientes y con capacidad de detonar al propio planeta. Lo que puede estar en juego ahora es algo más que una pandemia o una crisis financiera.

En este contexto, sin embargo, no todo es miseria y destrucción. El tumulto abre la posibilidad de reflexionar sobre sus causas y de buscar una salida. La pandemia arrasa con las vidas, las finanzas y la economía global. Al así hacerlo, permite que los Estados y el control de sus territorios respectivos adquieran cada vez más importancia. En este pasaje de lo global a lo nacional y de lo macro a lo micro desaparece, por un fugaz instante, el ropaje de eternidad omnipresente que arropa a los sistemas de dominación. Esto vuelve posible la participación colectiva en el cuestionamiento social y la reflexión sobre el interés común. El camino es largo, y no está demarcado. Una cosa, sin embargo, adquiere cada vez mayor luminosidad: solo se sale de esta debacle con el compromiso social y el predominio de la solidaridad por encima de la codicia desmadrada de intereses individuales y sectoriales.

 

 

Las finanzas se derriten

El coronavirus apareció en China a principios de enero de este año. El Estado chino, altamente centralizado, respondió inmediatamente imponiendo el aislamiento obligatorio a millones de personas. El primer impacto de estas medidas fue la paralización de la producción y una caída sobrecogedora de la demanda de la segunda potencia económica mundial. Esto repercutió inmediatamente sobre el comercio mundial y las cadenas de valor global, especialmente en las zonas más industrializadas del planeta. La actividad financiera, sin embargo, siguió floreciendo a todo vapor y los valores de acciones y bonos en el mercado financiero norteamericano llegaban a mediados de febrero al punto culminante de su valor desde la crisis de 2008. A partir de entonces, el impacto del virus sobre la producción y el consumo mundial golpeó también al mercado financiero internacional.

Desde el 20 de febrero al lunes de esta semana, las principales bolsas del mundo perdieron entre el 20 y el 40% de su valor. El índice S&P 500 acumuló perdidas del 29%, la caída mas grande y rápida de su historia. Por otra parte, desde mediados de febrero más de 60.000 millones de dólares salieron de las economías emergentes buscando inversiones de menor riesgo. La descapitalización por la crisis financiera llegaba a las economías periféricas.

El 3 de marzo la Reserva Federal había adoptado medidas para poner un piso a las ventas masivas. El “recorte de emergencia” de la tasa de interés de un 0.5% y la inyección de 1.5 billones de dólares (trillions) para dar liquidez al mercado de pases bancarios (repo) no pusieron fin a las ventas masivas acicateadas ahora por la crisis de los precios del petróleo. El domingo pasado la Reserva Federal recortó nuevamente las tasas de interés a niveles del 0%- 0.25% y anuncio la inyección de cerca de 700.000 millones (700 billions) de dólares para la compra de letras del tesoro y valores hipotecarios (mortgage backed securities). Asimismo y en coordinación con otros bancos centrales del Primer Mundo abrió líneas especiales de swaps para mitigar la crisis de liquidez en dólares en otros mercados financieros internacionales.

Estas medidas infundieron más pánico precipitando nuevas ventas y brutales caídas de precios de bonos y acciones en todos los mercados. Las acciones de las corporaciones que forman parte del índice S&P 500 perdieron en pocos minutos 2 billones (trillions) de dólares en valor de mercado. Bancos, y grandes fondos financieros, desesperados por hacer frente a demandas de rescate de sus activos altamente diversificados, vendían sus posiciones buscando hacerse de dinero en efectivo e intensificando la crisis de liquidez.

Desde principios de la semana, el gobierno anunció nuevos paquetes de ayuda, esta vez de índole fiscal por valor de 500.000 millones de dólares. Esto impulsó el martes una suba momentánea de 5,20% del índice Dow Jones y del 6,23% en el Nasdaq. A pesar de ello los indicadores de liquidez del mercado financiero siguieron empeorando y en paralelo el dólar aumentó su valor, concretando una seguidilla de 6 días de incrementos consecutivos a niveles no registrados desde la crisis de Lehman Brothers (zerohedge.com 17 3 2020). Ante la imposibilidad de acceder a financiación de corto plazo, ocho de los  más grandes bancos norteamericanos acudieron a financiarse directamente al Discount Window, la ventana de préstamos de la Reserva Federal para ayudar a los bancos comerciales en caso de falta de liquidez (zerohedge.com 17.3 2020). Al mismo tiempo, uno de los fondos más grandes del mundo, Bridgewater, reconocía haber perdido el 20% de su valor (businessinsider.com 16 3 2020). Los bonos del Tesoro norteamericano perdían un 4% al miércoles de esta semana, mientras los bonos corporativos, incluidos los de mejor calidad (investment grade) perdían un 16% de su valor en lo que va del mes.

 

 

 

El pánico impregna a la economía real

Ante la debacle del lunes, el secretario del Tesoro norteamericano presionó al Congreso para obtener líneas de financiación para salvar del default a grandes corporaciones, bancos, fondos de inversión y demás entidades financieras. Advirtió que, de no otorgarse la ayuda, la crisis podía producir el desempleo de un 20% de la mano de obra, y sumir al país en una profunda recesión. Al mismo tiempo, el economista en jefe de uno de los fondos de inversión más grandes del mundo anticipaba una perdida de 10 millones de puestos de trabajo en los próximos dos a tres meses (zerohedge.com 17 3 2020). El posible impacto de la pandemia sobre la economía real pasó ahora a ocupar el centro de la escena política y el pánico escaló a nuevos niveles.

El gobierno buscó conformar un paquete financiero que le permitiese hacer “todo lo que fuese necesario” para frenar la debacle de la economía. Contrariando los postulados neoconservadores, el paquete contenía estímulos fiscales de diversa índole. Entre otras cosas: créditos blandos, recortes impositivos, emisión de cheques de $1.000 dólares a ser entregados directamente a los ciudadanos de a pie durante dos meses, licencia por enfermedad con goce de sueldo y líneas especiales de salvataje para algunas grandes corporaciones al borde de un default. El valor del paquete financiero ha ido creciendo: de los 850.000 millones (850 billions) de dólares, ha escalado a 1,2 billones (trillions) con posibilidad de seguir creciendo al compás de la presión de distintos sectores demandando el salvataje (zero hedge.com 18 3 2020). En paralelo, se ampliaron las líneas de créditos o swaps de la Reserva Federal a los bancos centrales de varios países. Estimados en 64 billones (trillions) de dólares, estos swaps pusieron en evidencia el rol de banquero central del mundo asumido ahora abiertamente por la Reserva Federal norteamericana en su afán de mitigar la falta de liquidez en dólares (zerohedge.com 18 3 2020). Asimismo se incluyó la posibilidad de que la Reserva Federal compre acciones y bonos corporativos directamente de las empresas como parte del salvataje financiero.

 

 

 

Codicia desmadrada e irracionalidad sistémica

La desgravación impositiva del gobierno de Trump y la política financiera de bajas tasas de interés y crédito fácil impulsaron a las corporaciones norteamericanas a sustituir la inversión productiva por la recompra de las acciones propias para subir sus precios y aumentar sus ganancias financieras. Este fue el principal estimulo a la especulación sin fin en el mercado financiero, y derivó en un crecimiento desmedido de la sobrevaluación del precio de las acciones (market capitalization vs.GDP). Hacia el 18 de febrero, esta última era de un 158% (zerohedge.com 17.3 2020).

Ahora, el clamor por el salvataje financiero busca socializar perdidas y permite vislumbrar la irracionalidad sistémica. Los ejemplos abundan. Basta, sin embargo, con mencionar dos casos: el 96% de los miles de millones de dólares obtenidos por compañías aéreas en concepto de diferimientos impositivos fueron utilizados para la recompra de sus propias acciones. Al mismo tiempo estas incurrieron en un creciente endeudamiento para cubrir sus costos operativos. Hoy la paralización del trafico aéreo por el coronavirus las lleva a un inminente default. Otro caso es el de Boeing Corporation: usó los diferimientos impositivos para comprar sus acciones a pesar de que las mismas sufrieron severas pérdidas de valor en los últimos años debido a las fallas operativas de su modelo 737 MAX. Hoy ha agotado la posibilidad de obtener financiación de los bancos (bloomberg.com 16 3 2020, zerohedge.com 18.3 2020).

La discusión del paquete de ayuda financiera permitió que el jueves se revirtiese levemente la caída de los mercados financieros: 0,96% del Dow Jones, 0,5% del S&P 500 y ,.30%del Nasdaq. Esto, sin embargo, no basta para revertir una tendencia que llevó a la pérdida de 25 billones (trillions) de dólares del valor del mercado financiero en menos de un mes. Asimismo, el riesgo financiero de los principales bancos y el valor del dólar siguieron en ascenso marcando la persistente crisis de liquidez.

Por otra parte, ante declaraciones de Trump respecto a su posible involucramiento en la disputa por los precios del petróleo entre Rusia y Arabia Saudita “cuando lo crea necesario”, el precio del petróleo rebotó el jueves llegando a $ 25,22 el barril de (WTI). Esta declaración de Trump se suma al reciente compromiso de apoyo militar al gobierno turco en su enfrentamiento militar con Siria y Rusia y a las recientes amenazas del Secretario de Estado y de altos funcionarios del Pentágono y del Ministerio de Defensa, decididos a aumentar las operaciones militares en Irak contrariando la voluntad de su gobierno. Estos desarrollos alertan sobre la posibilidad de una intensificación de la guerra en la región y a su posible impacto sobre los precios del petróleo y las finanzas internacionales (entre otros: zerohedge.com 14 3 2020; reuters.com 15 y 17 3 2020).

 

 

 

La Argentina en cuarentena

En este contexto internacional se inscriben las medidas tomada por el gobierno argentino para impedir el avance del coronavirus en el país. El gobierno cerró las fronteras y declaró la cuarentena obligatoria sancionando con el Código Penal toda violación. Asimismo, tomó un conjunto de medidas económicas y sociales destinadas a proteger a los sectores más vulnerables de la población, a organizar y acrecentar la capacidad de respuesta sanitaria del gobierno ante la pandemia, y a incentivar la actividad económica amenazada por el cierre de la economía mundial y la probable disminución de la actividad local.

Las medidas anunciadas tendrán un costo fiscal cercano al 2% del PBI. Dan prioridad a la emergencia sanitaria y alimentaria de la población y buscan poner rápidamente dinero en el bolsillo de los ciudadanos de menores ingresos. El gobierno también estableció precios máximos para 2.000 productos de la canasta familiar y de medicamentos y castigará las infracciones de precios aplicando la Ley de Abastecimiento y las penas correspondientes estipuladas por el Código Penal. Al mismo tiempo, convocó a la población a denunciar comportamientos abusivos de precios, así como también la violación de la cuarentena dado que ambos fenómenos atentan contra el bienestar común en circunstancias de gravedad extrema.

Así, el coronavirus parece haber puesto fin a los intentos de controlar los precios a partir de acuerdos entre el gobierno y los distintos sectores empresarios. Hasta ahora, estas negociaciones no habían logrado impedir el aumento de precios en mercados monopólicos, especialmente en el rubro de la alimentación. El gobierno tendrá ahora que usar todo el poder del Estado para impedir que los precios suban y se acompañen de otros comportamientos conexos como el desabastecimiento y la ruptura de las cadenas de pago.

Para prevenir esto último el BCRA liberó el jueves $350.000 millones de encajes y Letras de liquidez (LELIQs). La medida busca impulsar a los bancos a otorgar líneas de crédito a empresas y familias a una tasa de interés del 24%, inferior a la inflación y a la tasa de referencia. Las entidades financieras que accedan a otorgar este tipo de préstamos deberán desprenderse de una parte de su posición en LELIQs y percibirán el beneficio de destinar un menor porcentaje de sus activos a encajes. Habrá que ver, sin embargo, si los bancos aceptan resignar las extraordinarias ganancias obtenidas hasta ahora con las LELIQs. Es probable que el otorgamiento de estos créditos tenga que hacerse obligatorio. Asimismo, el BCRA tendrá que adoptar otras medidas para impedir que la fuerte pesificación de la economía resultante de esta y otras medidas tomadas en relación a la reestructuración de la deuda en pesos, no deriven en mayor dolarización de activos. De ocurrir esto último, y en circunstancias de creciente crisis de liquidez del dólar en el mercado financiero internacional, se reforzará el chaleco de fuerza que Macri y el FMI han impuesto a la economía argentina.

 

 

 

 

 

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