Desafíos

El veto del lobby exportador y el portazo de la Corte Suprema

 

Las nuevas medidas económicas anunciadas el jueves son producto de negociaciones secretas que empezaron la semana pasada, apenas se advirtió que el cepo no alcanzaría para frenar la sangría de reservas del Central, sostiene el economista Alejandro Bercovich. Afirma que el hombre clave fue Gustavo Idígoras, presidente de la Cámara de la Industria Aceitera (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC), el club que reúne a la media docena de compañías por las que pasa casi un tercio de las exportaciones argentinas. Según Berco, ese club selecto "embolsará entre 200 y 300 millones de dólares solamente por la parte de la cosecha de granos que acopiaba y que ahora podrá liquidar con menos retenciones".

Idígoras fue uno de los miembros  del flamante Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), que el jueves 30 de agosto visitó a CFK en el Senado, a quien le presentó un proyecto para que la Argentina incremente de 65.000 a 100.000 millones de dólares sus exportaciones anuales. El CAA agrupa a más de 40 cámaras patronales que se propusieron soslayar a la Mesa de Enlace en su relación con el gobierno. Idígoras fue representante agrícola en la Unión Europea hace tres lustros, cuando Néstor Kirchner era Presidente. No sólo visitó a Cristina, también estuvo en el otro ala del Congreso, donde le propuso a Sergio Massa una rebaja progresiva de retenciones y un esquema de estabilidad fiscal por cinco años, como los mineros le arrancaron a Menem hace un cuatro de siglo, como condición para que se abrieran las silobolsas.

Según Berco, el Presidente aprobó la idea y la derivó a Matías Kulfas. El pacto fue de palabra: el oficialismo impulsará el proyecto del CAA, al que se descuenta que la oposición también apoyará. "Pero si no aparece la pelusa no hay ley, eh", le aclaró Massa, metafórico, antes de despedirlo. Como mínimo, para cumplir, los exportadores deberían liquidar unos 3.000 millones de dólares en granos.

Lo que también falta ver es si se cumple el pacto oficial con "los traficantes de granos", como los bautizó en 1979 un periodista del Washington Post graduado en Harvard, Dan Morgan, que investigó las prácticas de Cargill, Bunge, André, Continental y Louis Dreyfus. Esas compañías, que manejan el comercio exterior argentino junto con Aceitera General Deheza (AGD) y ahora también Glencore, la suiza que fagocitó parcialmente a Vicentin, son las empleadoras de Idígoras. señala Bercovich. Morgan escribió que ese mercado "es comparable al del petróleo y al de armas, por su volumen y su influencia sobre las relaciones internacionales y sobre el bienestar de la humanidad". Su libro también recuerda que durante la Segunda Guerra Mundial, "los únicos barcos que ninguna armada hundía eran los de Cargill".

"Gabriel Delgado, uno de los técnicos que trabajaron en el fallido plan para rescatar a Vicentin del vaciamiento que llevaron adelante sus accionistas antes de entrar en cesación de pagos, calculó a pedido de Massa que todavía quedan por vender de la última cosecha de soja unas 17 millones de toneladas. Pero también advirtió puertas adentro que este pacto podía complicar tangencialmente la crisis desatada por el default de Vicentin. ¿Cómo? A través de los acopiadores locales y cooperativas que compraron soja a productores con precio 'a fijar' y después la mandaron a los depósitos de la firma de Reconquista. ¿Y si ahora el productor le pide a ese acopiador que fije precio y le pague, tentado por lo que subió con la rebaja de retenciones? ¿Irá a pedirle al Gobierno que reactive la intervención, ahora que se sabe que ni siquiera había balance de 2019?", añade.

El artículo concluye que la Corte Suprema le recordó al gobierno que tiene muchas más cartas para jugar: una causa sobre el fondo sojero donde seis provincias litigan contra la Nación, el caso de la coparticipación de la Ciudad, los reclamos pendientes de los jubilados y hasta el de un supermercado chino de Arroyito contra la obligación de cerrar los domingos que podría afectar a todo el supermercadismo. "Una vez más, aunque ahora hamacándose al borde del abismo institucional en plena crisis socioeconómica y sanitaria, el poder real dejó esta semana en claro que no reside en un solo lugar. Y que no todo se dirime en elecciones democráticas".

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