Desatinos y exabruptos

El relacionamiento estratégico con China y el lugar de la Argentina en el nuevo orden mundial

 

La canciller Diana Mondino desató una controversia el pasado 2 de mayo al sostener en una entrevista en París que una inspección realizada por el gobierno en la Base Espacial para el Espacio Profundo, que funciona en las inmediaciones de Bajada del Agrio, Neuquén [1], no pudo establecer que hubiera allí personal militar de la República Popular China, ya que –según su particular tono irónico– “son chinos, son todos iguales”. Posteriormente, ante el revuelo que produjeron sus declaraciones, negó que hubiera existido intención discriminatoria en sus palabras.

Al margen de ello, no quedan dudas respecto de la terminal desde donde surgió la instrucción: días antes de la llegada al país de la generala Laura Richardson (Comando Sur de Estados Unidos), el embajador norteamericano Marc Stanley aseveró: “La Argentina permite que las Fuerzas Armadas chinas operen en Neuquén, en secreto, haciendo quién sabe qué”.

Los exabruptos discriminatorios de la ministra no son novedad: a principios de noviembre de 2023, antes de la segunda vuelta electoral y cuando ya era diputada electa libertaria, Mondino se despachó comparando el matrimonio igualitario con la decisión de “no bañarse y estar lleno de piojos”.

Está claro que el pensamiento complejo no es un rasgo distintivo de Mondino. Con diferencias políticas e ideológicas, ese cargo tan relevante en la inserción internacional del país ha sido desempeñado por funcionarios de destacada trayectoria. Resulta inverosímil imaginarse a Dante Caputo, Guido Di Tella, Adalberto Rodríguez Giavarini, Rafael Bielsa, Jorge Taiana o Héctor Timerman enlodados en este nivel declarativo empobrecedor. No obstante, la afirmación de la titular del Palacio San Martín constituye un disparador útil para reflexionar acerca del relacionamiento estratégico con China, el nuevo orden mundial y el lugar de la Argentina en él.

 

Pasos en falso con Beijing

Durante la campaña electoral comenzaron los daños auto-infligidos por Milei a la relación con China, que se prolongarían durante sus cinco meses de gestión:

  • En agosto de 2023, en declaraciones a Bloomberg, el candidato libertario afirmó que no haría “pactos con comunistas” y que rompería relaciones con los gobiernos de China y Brasil, sus dos principales socios comerciales. En relación a Beijing, agregó: “la gente no es libre, no puede hacer lo que quiere. Y cuando hacen lo que quieren, los matan”.
  • Borrando con el codo lo escrito con la mano, durante la primera semana de gobierno Milei envió una misiva al Presidente chino Xi Jinping, en la que le solicitaba su mediación para acelerar la disponibilidad del swap de divisas por 6.500 millones de dólares negociado durante la administración de Alberto Fernández. Cabe recordar que la Argentina accedió durante el gobierno del Frente de Todos a una línea de swap –es decir, a un intercambio de divisas que actúa como préstamo contingente entre el Banco Popular de China y el Banco Central– utilizable para pagar importaciones de ese país en moneda china, y eventualmente para hacer frente a pagos con el FMI, por un valor de 18.000 millones de dólares. Este instrumento le ha permitido a nuestro país afrontar parte de sus compromisos internacionales, habiendo utilizado durante 2023 un equivalente a 5.000 millones de dólares. Hasta el momento, Beijing se ha mostrado inflexible ante los ruegos de un Presidente que primero insulta y luego pide ayuda.
  • Desconcertado ante el errático comportamiento de Milei, el gobierno chino solicitó en diciembre a su embajador en Buenos Aires, Wang Wei, que anticipe su viaje a Beijing para “dar su informe anual fuera del período habitual”. Como reflejó La Nación: “El viaje, de casi un mes y que no coincide con el período de vacaciones en el otro extremo del planeta, se produjo en medio de las negociaciones infructuosas entre China y el gobierno de Javier Milei por el segundo tramo del swap de monedas”.
  • Antes de Navidad, el diputado provincial Agustín Romo –de estrechísima confianza de Milei y responsable de redes sociales de La Libertad Avanza (LLA) durante la campaña electoral– se fotografió en la Oficina Comercial de Taiwán junto a su responsable, Miao-hung Hsie, al recibir la donación de 300 cajas navideñas. En la red X, Romo acompañó la foto del evento con un mensaje subliminal a Beijing: “Taiwán está en el puesto número uno del índice de libertad económica. Un ejemplo para el mundo libre”. Esta manifestación generó ruido ante el histórico posicionamiento argentino de defensa del “principio de una sola China”, sostenido desde 1949, reconocido de forma pública en 2002 y ampliado en 2010 de forma indubitable cuando, durante el gobierno de Cristina Fernández, se amplió el apoyo al hacer referencia expresa no sólo al principio sino a la “política de una sola China”.
  • Una semana más tarde tuvo lugar el acontecimiento político más trascendente respecto de la relación con China desde que comenzó la era Milei: el gobierno renunció a sumarse al grupo de economías BRICS (China, Brasil, Rusia, India y Sudáfrica). La Argentina tenía previsto incorporarse en 2024, tras haber sido promovida su candidatura por parte de Brasil y China. En una carta enviada a fines de diciembre, Milei respaldó su decisión con el argumento de que los ejes de su política exterior diferían de los del gobierno de Alberto Fernández.
  • Al iniciarse 2024 trascendió una supuesta reunión en la sede de Cancillería entre la ministra Mondino y la representante taiwanesa, Miao-hung Hsie. A pesar de que el cónclave no fue oficialmente confirmado, el 9 de enero la cuenta oficial de X de la embajada china en la Argentina expresó: “Taiwán es una parte inalienable del territorio de China, y la cuestión de Taiwán es completamente un asunto interno de China. La clave para mantener la paz y la estabilidad en el estrecho es defender el principio de una sola China”.
  • En marzo, la firma china Gezhouba, que tiene a su cargo la construcción de las represas “Néstor Kirchner” y “Jorge Cepernic” en Santa Cruz, abandonó el país en disconformidad con la negativa de Milei a firmar los contratos para la continuidad del proyecto. Se trata de la obra de infraestructura más importante que tiene la República Popular fuera de su territorio, presupuestada inicialmente en 4.700 millones de dólares. Esto se inscribe en el cumplimiento de Milei de su promesa de paralización absoluta de la obra pública en el marco de su plan de ajuste de 15 puntos del PBI. La salida de la firma china implicó el regreso a su país de los ingenieros, operarios y directivos que estaban en la Argentina. El consorcio –Gezhouba es socia de la UTE local conformada por Eiling e Hidrocuyo– finalmente anunció la parálisis total de la obra con la cesantía de 1.800 trabajadores.

 

 

  • El 30 de abril, Mondino finalizó su gira por China con una agenda centrada en la necesidad de resucitar la relación bilateral y el swap de monedas. Tras las reuniones protocolares, el canciller chino Wang Yi resaltó: “Por más de medio siglo hemos pasado de amigos lejanos a socios estratégicos. La parte china nunca interviene en asuntos internos de otros países. Respetamos las decisiones propias del pueblo argentino y deseamos éxito en la reforma (…) Seguro que el pueblo argentino va a superar las dificultades para encontrar un camino de desarrollo exitoso, acorde con su realidad nacional”. El experto Javier Vadell, posdoctor de la Universidad de California-Berkeley y coordinador del posgrado en Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidade Católica de Minas Gerais, hizo exégesis de la diplomacia china: “Mi abuelo decía: ‘que dios te ayude’”. También el humor se instaló en las redes, asociando la cordial declaración del ministro chino con las declaraciones previas de Mondino: “¿Cuál swap? No me acuerdo, son todos iguales”.

 

China como socio estratégico

La política exterior de “occidentalización dogmática” de Milei [2] suele referir al menemismo como ideal regulativo de su inserción internacional. Sin embargo, una lectura insustancial de los fundamentos teóricos de aquella política exterior ha llevado en la actualidad a un alineamiento irrestricto con los Estados Unidos, extemporáneo y carente de sentido estratégico.

Conviene recordar una vez más a Carlos Escudé, ideólogo del “realismo periférico” que sustentó la política exterior de Menem (1989-1999), quien en 2011 señalaba: “Estados Unidos se convirtió en la superpotencia dominante de un mundo bipolar en 1945 (…) En 1989, con el colapso de la Unión Soviética, pareció destinado a ser regente y brújula del planeta. Pero los errores de toda índole cometidos desde el 11 de septiembre de 2001, sumados al ascenso económico de China, cambiaron radicalmente esa perspectiva (…) Nos encontramos en los umbrales de una nueva era histórica que puede mejorar nuestra inserción mundial. La estrella estadounidense se eclipsa y la potencia ascendente que ya ocupa el segundo puesto en la economía mundial es, como sabemos, un país complementario del nuestro (…) Todos los indicadores apuntan a que estamos frente a la mejor oportunidad que hayamos tenido desde la organización nacional (…) Nada garantiza que nuestra relación con China llegue a ser tan fructífera como lo fue nuestro vínculo con Gran Bretaña entre 1880 y 1914. Pero la perspectiva existe y debemos sacarle el máximo provecho”. Unos pocos datos contribuyen a reunir –como le gusta decir a Milei– la “evidencia empírica” que respalda las presunciones de Escudé:

 

 

  • En febrero de 2022, Alberto Fernández y Xi Jinping acordaron la adhesión de la Argentina a la Iniciativa de La Franja y la Ruta, el programa de desarrollo de infraestructura global insignia de la República Popular, que busca impulsar el comercio y nuevos lazos políticos y económicos. La Argentina se convirtió en el país número 21 de América Latina y el Caribe en unirse a la iniciativa china, que se lanzó en 2013 y llegó a la región en 2017. También es la economía más importante de la región en sumarse hasta el momento, quedando pendiente el ingreso de potencias regionales como Brasil y México.
  • En términos comerciales, Beijing es el segundo socio de la Argentina por detrás de Brasil, y el destino de cerca del 10% de nuestras exportaciones. El año pasado, China representó el 8% de las exportaciones argentinas (5.300 millones de dólares) y el 20% de las importaciones (14.500 millones de dólares).
  • En materia de inversiones, los acuerdos alcanzados con China durante el gobierno anterior engloban financiamiento por 14.000 millones de dólares bajo el mecanismo del Diálogo Estratégico para la Cooperación y Coordinación Económica (DECCE) y un paquete adicional de 9.700 millones de dólares en el marco de la adhesión argentina a la Iniciativa de la Franja y la Ruta.

La República Popular tiene una creciente incidencia en el sector minero de la Argentina. De los 12 proyectos con capitales chinos en el país, siete son de litio (Cauchari-Olaroz, Centenario Ratones, Laguna Verde, Mariana, Pozuelos, Sal de los Ángeles y Tres Quebradas), dos de oro-plata (Suyai y Veladero), uno de plata-cobre-plomo (La Providencia), uno de cobre-oro (La Ortiga) y uno de hierro (Sierra Grande).

En energías renovables, China también es un actor central para la Argentina. Sobre el final del gobierno del Frente de Todos (2019-2023) se estipulaba una cartera de 20 proyectos en la materia, que se encararían con el financiamiento acordado en el Foro de la Iniciativa para la Civilización Ecológica de Qinghai. Entre los proyectos más relevantes financiados por Beijing se encuentran los parques eólicos de Loma Blanca (Chubut) y Miramar (Buenos Aires), operados por la firma Goldwind, y el proyecto Vientos del Secano (Buenos Aires), por parte de Envision Energy. En energía solar, el proyecto más ambicioso es el parque Cauchari en Jujuy (Shanghai Electric Power Construction).

 

La Argentina y el nuevo orden mundial

Estas reflexiones sobre el vínculo entre la Argentina y China deben inscribirse en el nuevo orden mundial en formación, al que hemos descrito como “no hegemónico”, es decir un orden cuyos rasgos salientes son la puesta en entredicho de las reglas del juego del sistema mundial, el avance del proteccionismo y la desestabilización de los balances estratégico-militares, con la posibilidad del estallido de guerras localizadas o de alcance mundial. En un escenario global con estas características, signado por la competencia estratégica entre Washington y Beijing, el peor negocio es el alineamiento dogmático. Es en este marco en que debe calibrarse la relación con China, seriamente deteriorada por la mala praxis de Milei y Mondino.

En un trabajo académico de reciente publicación –de lectura imprescindible para los funcionarios que conducen la Cancillería, la Agencia Federal de Inteligencia y el Ministerio de Defensa, entre otras dependencias–, los profesores Monica Hirst, Roberto Russell, Ana María Sanjuan y Juan Tokatlian [3] ofrecen una lúcida aproximación que ayuda a poner en perspectiva dos temas centrales del presente artículo: la insustancialidad de la política exterior de “occidentalización dogmática” de Milei; y la necesidad de forjar una relación estratégica con China, que sea capaz de evitar los aspectos negativos del vínculo especial con Gran Bretaña durante el siglo XIX y principios del XX.

En apretada síntesis, el texto señala:

  • “El primer proceso que nos coloca en el umbral de un nuevo orden es el ocaso del predominio que Occidente ha ejercido sobre el resto del mundo desde mediados del siglo XVIII (…) el segundo, viene marcado por el colapso de la posguerra fría” (pág. 2).
  • “El nuevo orden tendrá dos líneas de fractura principales: un clivaje entre dos Nortes opuestos y diferentes –Norte 1 [encabezado por Estados Unidos] y Norte 2 [encabezado por China]– y otro clivaje entre ambos Nortes y un Sur Global diverso en recursos y configuraciones de poder (…) del que forma parte América Latina con especificidades propias” (pág. 2).
  • “Es imprudente hacer predicciones sobre la conformación de la estructura de poder global, pero es indudable que no será unipolar” (pág. 6).
  • “Estados Unidos ya no ejerce esta forma de poder sobre toda América Latina y, si pudiera mantenerla, aunque no sin dificultades, sería en la América Latina del Norte. Su dominio sobre América del Sur se ha debilitado y es probable que esta tendencia se acentúe en el orden en formación” (págs. 6 y 7).
  • “El proyecto hegemónico que Estados Unidos procuró liderar tras el fin de la Guerra Fría se frustró. Asimismo, cuesta imaginar que China pueda liderar, en caso de que se lo propusiera, una forma de hegemonía con estas características” (pág. 7).
  • “El rasgo distintivo que define la lógica del comportamiento del Sur es la voluntad de la mayoría de sus países de preservar o ampliar márgenes de autonomía frente a los Nortes y a los conflictos inter-Nortes” (pág. 10).
  • “El Sur Global no es el Tercer Mundo de la Guerra Fría. Tiene más riqueza y más recursos de poder y, por lo tanto, es más proactivo, cuenta con más voz y campo de acción y mayor capacidad de influencia en casi todas las áreas de las relaciones internacionales” (pág. 12).
  • “El proceso acelerado de articulación de América Latina con China, que tiende a concentrarse en América del Sur, ha transformado el vínculo de la región con la política y la economía internacionales” (págs. 16 y 17).
  • “La presencia de China en actividades extractivistas y de producción energética en los distintos ecosistemas latinoamericanos ha estimulado en varios casos el deterioro de las condiciones ambientales (…) Sin embargo, el impacto de dichas inversiones chinas ha sido variable, ya que estas también constituyen una fuente de recursos e inversiones en energía renovable que contribuyen a la transición energética en la región” (pág. 17).
  • “La coexistencia del nuevo esquema de relaciones entre América Latina y China con el que la región mantiene con Estados Unidos comprende una importante dimensión triangular que influirá en los vínculos internacionales de América Latina en el orden no hegemónico en formación” (págs. 17 y 18).
  • “Este nuevo triángulo sitúa a la región, en especial a América del Sur, en una circunstancia inédita y sui géneris de doble dependencia de dos competidores estratégicos globales con paridades relativas de poder; una situación que nunca se dio en el circuito triangular América Latina-Estados Unidos-Europa Occidental” (pág. 19).
  • “Un orden sin hegemonías significa tanto más espacio de maniobra como mayor incertidumbre (…) El Sur tiene hoy más gravitación en el orden mundial, pero sigue siendo el principal escenario de las crisis internacionales y el locus de disputas en las que intervienen los dos Nortes” (pág. 22).

Según se aprecia, el escenario mundial luce complejo y requiere de estrategias sofisticadas para gestionar la dinámica triangular dominante en América Latina. Se trata, sin dudas, de un ingente desafío para los pobres estándares que la dupla Milei-Mondino le está imprimiendo a la política exterior argentina.

 

* El autor es doctor en Ciencias Sociales (UBA). Profesor de Relaciones Internacionales (UBA, UTDT, UNDEF, UNQ, UNSAM).

 

[1] Se trata de la primera base de su tipo instalada por China fuera de su territorio. Es un predio de 200 hectáreas, cedido por 50 años, con una antena parabólica de 35 metros de diámetro dirigida a misiones denominadas de espacio profundo, ubicadas a distancias que superan los 300.000 kilómetros de la Tierra. En el acuerdo se estableció que la CONAE obtiene el beneficio de acceder al 10% del tiempo de uso de la antena para proyectos de investigación científica nacional y de cooperación regional e internacional. Además, el organismo tiene la posibilidad de instalar equipos para la realización de proyectos de interés para la Argentina. La estación brinda soporte de telemetría, seguimiento y control de las misiones del Programa Chino para Exploración de la Luna. Los países firmaron un protocolo adicional que fija que el acuerdo “se implementará exclusivamente con miras al uso civil en el campo de la ciencia y la tecnología, y la información resultante de sus investigaciones de ninguna manera podrá ser utilizada con propósitos militares”.
[2] Sus características son: a) un alineamiento irrestricto con lo que Milei denomina las “fuerzas del bien” –fuerzas extremadamente conservadoras de Estados Unidos, Israel y el Occidente no geográfico en general–; b) una sobrecarga ideológica que lleva a actuar con rigidez y carencia de capacidad crítica; c) una imprudencia anti-realista que conduce al espíritu de cruzada y a anteponer el dogma al interés; d) una desconexión absoluta de la propia región; y e) un desinterés general en los asuntos externos, que colocan al Presidente como un líder carente de narrativa sobre el orden global.
[3] Hirst, Mónica; Russell, Roberto; Sanjuan, Ana María y Tokatlián, Juan Gabriel. “América Latina y el Sur Global en tiempos sin hegemonías”. Revista CIDOB d’Afers Internacionals, número 136 (abril de 2024), pp. 133-156.

 

 

 

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