DESDOLARIZACIÓN

Cheque cancelatorio y moneda no convertible: dos propuestas nacionales para escapar de la trampa del dólar

 

Corría el mes de mayo del año 1973 y mientras el pueblo argentino en la calle gritaba “se van, se van y nunca volverán”, en una casona de la calle Azcuénaga 1.673, propiedad de la familia Blaquier-Arrieta —los dueños del Ingenio Ledesma en Jujuy— iniciaban las primeras reuniones para conspirar y hacer fracasar al nuevo gobierno los generales Guillermo Suárez Mason, Albano Harguindeguy, Alcides López Aufranc, Federico de Álzaga y Omar Riveros, asesores del futuro gobierno militar como Jaime Perriaux y Hugo Miatello (jefe de la SIDE entre 1971-1973), José Alfredo Martínez de Hoz, junto a Mario Cadenas Madariaga, dirigente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Horacio García Belsunce y Ricardo Mansueto Zinn por el Grupo FIAT, Guillermo Zubarán (que fuera Secretario de Energía de Videla), Enrique Loncan (Barrick Gold y Banco General de Negocios), Armando Braun (La Anónima SA) y Juan Etchebarne. (Con Videla fue presidente de la Comisión Nacional de Valores.) A la vez elaboraban el plan económico que iba a implementar la última dictadura cívico-militar, cuyos vectores principales pasaban por quebrar la alianza que de hecho existía entre trabajadores y empresarios ligados al mercado interno —donde ambos crecían si aumentaba el poder adquisitivo del salario— por un lado, y deteriorar el rol del dinero argentino como medio de ahorro, por el otro.

Es con la dictadura militar que la compra de bienes importantes, sobre todo inmuebles y campos, se hace en dólares, generando de hecho un sistema bimonetario, que fue el objetivo perseguido para conferirle a los exportadores y a los que ingresaban divisas cualquiera sea el concepto, la potestad de generar ahorro, así como el poder de veto de todo otro proyecto que no cumpliera con lo dispuesto por el sector beneficiado.

No fue un problema cultural, psicológico, práctico, de confianza o desconfianza que se recurra a la divisa norteamericana. Fue planificado y diseñado por la sociedad cívico-militar que se apropió por asalto del Estado y que con brutal represión mediante disciplinó al resto de la sociedad. El objetivo era que nuestra moneda fuese un mero instrumento de cambio, pero que el medio de ahorro fuese el dólar. A su vez, ellos serían los principales proveedores de las divisas mediante exportaciones, toma de deuda o venta de activos en el país.

Obviamente, además de los sectores con acceso a la moneda norteamericana, el otro beneficiado fue y es EE.UU., a quien se le asegura la demanda de su dinero, causa principal de la desavenencia de esa Nación con Europa y su Unión, del acuerdo Japón-China de intercambiar con su propia moneda y con la URSS, y hasta potencialmente con el BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) que tenía como propuesta la de usar su propio dinero para el comercio entre ellos.

Pasó el tiempo y en noviembre de 2010 el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner implementó el cheque cancelatorio que, desde el punto de vista legal, es un medio de pago asimilable a la entrega de dinero en efectivo. Los cheques cancelatorios son emitidos por el BCRA. Cuando se autorizó su implementación, tenían un rango que iba de 5.000 a 400.000 pesos o de 2.500 a 100.000 dólares y solo podían utilizarse para operaciones inmobiliarias.

Bien sobre esa base, dos investigadores de la Universidad de Buenos Aires, Adrián Rojze y Martín González Samartín, van a proponer nuevamente el cheque cancelatorio, pero esta vez sola y exclusivamente en pesos y para comprar todo tipo de bienes registrables.

Este es el hilo argumentativo central que orienta la exposición de Rojze y de González Samartín en la presentación conjunta de su ponencia titulada “Para recuperar la soberanía monetaria” durante las XIII Jornadas de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales – UBA que tuvieron lugar en los últimos días del mes de agosto.

La implementación del cheque cancelatorio tiene como objetivo dotar a la economía nacional de un instrumento que cumpla la función que cumple el dólar en la compra de activos durables, bienes de capital y transacciones financieras, de modo de reemplazar al dólar como medio cancelatorio de dichas transacciones. Al estar nominado en pesos, hace que la moneda nacional se refuerce más en lo atinente a la función de reserva de valor, íntimamente relacionada con este tipo particular de transacciones. El cheque cancelatorio será emitido y garantizado por el Banco Central en la moneda local y canalizado por las entidades financieras, pudiendo intercambiarse entre particulares por un determinado período de tiempo al cabo del cual deberá ser depositado en una entidad financiera. Esta transitoriedad tiene como objetivo, precisamente, no desvalorizar a la moneda nacional circulante.

Pero lo más importante es que se crea el cheque cancelatorio como instrumento de uso obligatorio en las transacciones de bienes registrables en el mercado interno tanto muebles como inmuebles, así como para la suscripción de títulos valores emitidos por agentes económicos destinados a su colocación en el mercado de capitales internos. De otra manera, queda invalidada la operación.

Todas las compras y ventas de propiedades en el país debe ser realizadas por el cheque cancelatorio creado por el BCRA y con número correlativo del BCRA. El titular depositará pesos o dólares en la cuenta de un banco y si ese banco recibe dólares, serán cambiados al tipo de cambio oficial por el BCRA (ingresando los dólares a las reservas internacionales de la autoridad monetaria y emitiendo pesos al tipo de cambio oficial).

Para su implementación se debe modificar el Artículo 766 del Código Civil, se prohíben los contratos nominados en moneda extranjera y los contratos actualmente vigentes en esa moneda se convertirán a pesos a tipo de cambio del día en que se hace efectiva la primera transacción de este instrumento, luego de la entrada en vigencia de esta medida, a partir de lo cual mantendrán su valor en moneda nacional.

Obviamente se necesita de todo el poder político para hacerlo y de todo el apoyo del pueblo argentino que debe tomar consciencia que el huevo de la serpiente es el verdadero cáncer que sufre nuestra sociedad [1] y que se debe extirpar de raíz.

 

Dinero no convertible

Tampoco es una excentricidad sino, por el contrario, un instrumento de política económica autónoma que ha sido probado exitosamente por varios países ante situaciones extremas como la nuestra; entre ellos Alemania (por dos veces) y Francia al término de la Segunda Guerra. Con este instrumento, junto a una serie de medidas concomitantes de raigambre keynesiana, estas naciones pudieron rápidamente poner en marcha su aparato productivo y dar ocupación a los trabajadores que retornaban a sus hogares desde el frente, sin quedar sujetos eternamente al endeudamiento externo.

Quien mejor estudió esta cuestión entre nosotros fue Mauricio Prelooker, un economista independiente del establishment de gurúes profesionales con ambición de lobbistas que dominan en los medios por haber hecho en Harvard o Chicago un cursillo para economistas del "patio trasero". Este estudioso de la economía, que falleció a comienzos del año 2001, presagió la crisis inevitable y propuso las principales medidas para salir de la misma sin incurrir en una brutal devaluación de nuestra moneda y con ello la caída abismal del poder adquisitivo de los salarios, jubilaciones y pensiones, como finalmente sucedió en el año 2002.

Prelooker tenía una propuesta para evitar a toda costa la devaluación con el pretexto de mejorar nuestras exportaciones, devaluación que siempre beneficia a unos pocos y perjudica al conjunto. Una propuesta para superar la asfixiante escasez de dinero a la que nos condujo la convertibilidad y que no necesitaría los gravosos préstamos del FMI y permitiría consolidar al Mercosur-Unasur y CELAC como una fuerza autónoma y pujante.

El primer paso en esta dirección era la creación de una moneda inconvertible (a la que provisionalmente llamó "bancor" o "gaucho") con ciertas características:

a) Sería un billete de banco que, a diferencia de los "bonos" nacionales o provinciales, tendría curso legal de aceptación obligatoria tanto para el sector público como para el sector privado.
b) No se podría comprar con ellos pesos ni divisas u otros valores convertibles (joyas, oro, etc.) ni títulos públicos, acciones, cheques o cualquier otro instrumento bancario sujeto a interés. Sólo se podría comprar y vender en el mercado interno y pagar los impuestos.
c) A medida que el Estado fuera recibiéndolos rescataría esos billetes, reemplazándolos por pesos. El remanente sería rescatado al cabo de cinco años.
d) El respaldo de esta moneda sería un aval inmobiliario constituido por el impuesto a la renta de la tierra, a cobrar cuando la reactivación lo facilitase.

Los detalles del programa son muchos, entre ellos el control del comercio exterior, lo que requiere una fuerte decisión política. Pero baste decir que, con la inyección de liquidez no inflacionaria que implicaría este "autopréstamo", rápidamente podría ponerse en marcha el aparato productivo inactivo y encarar obras públicas de proyección. Prelooker —que conocía bien el país por haber asesorado largamente a cooperativas de producción— tenía en mente el plan integral del Bermejo-Paraná que posibilitaría incorporar a la producción tantas hectáreas de regadío como las actualmente existentes (además de ahorrar los daños cíclicos de las inundaciones), creando inmensas fuentes de trabajo.

Una vez iniciado el círculo virtuoso de trabajo y consumo se irán reemplazando los planes Trabajar y otros subsidios a los que se achaca el permanente déficit fiscal del Estado y el oprobioso Riesgo País. Los únicos que no se verían beneficiados por medidas como estas serían los bancos y demás tenedores de la deuda y su cohorte de voceros profesionales que medran con las eternas refinanciaciones.

 

Síntesis

En los mercados externos descuentan una situación harto difícil para el nuevo gobierno argentino. La tasa de Riesgo País supera los 2.200 puntos y, por ejemplo, el BONAR 2020 en dólares cotizaba el viernes 8 de noviembre de 2019 a 40,71 dólares la lámina de 100. (Este BONAR vence el 8 de octubre de 2020 y se debe pagar los 100 dólares del valor nominal de la lámina más una tasa fija del 8% anual.) Pese a que al final de su gobierno Cambiemos instrumenta un férreo control cambiario, la tasa de interés en pesos que se paga por las LELIQs ronda el 65% anual y el dólar de salida (contado con liqui) es de $ 76,86 para esa fecha.

En ese marco es imprescindible adoptar medidas importantes y centrales que cambien los ejes de especulación y fuga de capitales imperantes.

Para ello existe una amplia gama de variantes y de instrumentos para impulsar el crecimiento y la mejora en la distribución del ingreso, por un lado y, para terminar con este flagelo colonial de depender de una moneda que no es la nuestra, como lo impuso en 1813 la Asamblea General Constituyente al ordenar acuñar moneda de oro y plata con el sello de las Provincias Unidas. Entre esas medidas, estas dos propuestas (cheque cancelatorio y moneda no convertible) de economistas nacionales, así como se deben adoptar otras prevenciones como la de contar con un Banco de Desarrollo, imponer férreos controles en las maniobras de subfacturación de exportaciones (por ejemplo un estricto control de los puertos y de las embarcaciones de la hidrovía del Paraná), sobrefacturación de importaciones, transacciones bursátiles con otras plazas, compraventas de bienes registrables, puesta en funcionamiento pleno del Registro Nacional de bienes rurales, etc. y, sobre todo, un plan explícito que nos diga cuáles son los principales objetivos a lograr, ordenando las prioridades, sabiendo que jamás tiene viento a favor quién no sabe a dónde va y que todo el pueblo argentino tiene derecho a conocer y a discutir, profundizar y colaborar, dada que su participación es condición sine qua non para que se pueda llevar adelante.

La tarea es de gran magnitud, no libre de riesgos y de conflictos. Pero si no se toman las medidas adecuadas, los acontecimientos y la relación de fuerzas harán que tarde o temprano se desemboque en un efecto hiperinflacionario con el consiguiente desprestigio del nuevo gobierno que capitalizarán los grandes beneficiados del modelo impuesto a sangre y fuego en 1976, que ahora incluso cuentan con más de diez millones de votos.  Solo con un plan, decisiones claras y participación del pueblo se puede reedificar una nueva y gloriosa Nación, como dijera Néstor Carlos Kirchner en su discurso del 25 de mayo de 2003, al asumir la Presidencia de la República.

 

[1] La fuga (Formación de Activos Externos) de 82.100 millones de dólares desde el 1 de enero de 2015 al 30 de septiembre de 2019 lo corroboran y lo miden.

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