Deshojando la margarita

Estado sí o Estado no, las dos opciones en juego

 

La campaña, rumbo a octubre, alcanzó temperatura de rodamiento. Las fuerzas mueven sus fichas. Avanzan y retroceden. Aciertan y lo contrario. La sociedad da su veredicto sobre lo que no quiere. La política encabeza el enojo. Sin embargo, también se escucha un mensaje fuerte sobre lo que no se toca. Ya que toda aventura rendirá cuentas más temprano que tarde, conviene ser sensato. En un variado debate donde prima lo económico, todo confluye al Estado. Es el tema de fondo. Todo indica que, en el presente, es imprescindible. Cabeza de playa indispensable para todo país que quiera avanzar en la economía digital, donde la diferencia está en la innovación.

 

Largaron

El campamento violeta tuvo movimientos vacilantes. Algunos voceros llevaron la dolarización y el uso de la motosierra para más adelante. Reformas de segunda y hasta tercera generación. Un revival estilo segundo semestre, pero extendido. Puede ser en un segundo gobierno o dentro de décadas. El líder, no obstante, ratificó el plan dolarizador y hasta explicó su factibilidad casi inmediata. Hay un encontronazo allí. Para ganar, hay que ampliar la base de votantes más allá de quienes buscan experiencias radicales. Pero abandonar los motores que empujan el Mileimóvil, la lucha “contra la casta” y la dolarización hace retroceder casilleros. Mientras tanto, la inflación, sigue siendo el jefe de campaña de LLA. El IPC general creció 12,4% en agosto. Los alimentos, 15,6%. Septiembre tiene pronóstico reservado con sospecha de mal tiempo.

La toldería amarilla balbucea y busca oxígeno. Mira para los costados sin acomodarse. La “filosofía muy interesante”, dibujada en el aire por la candidata ante la mirada atónita del periodista que la entrevistaba, intenta potenciarse con el economista Carlos Melconián, quien –compungido y lloroso en una entrevista radial– a esta altura debe estar arrepentido de la camiseta que eligió defender en los playoffs.

El cuartel de UxP ensaya letra para clarificar que se va a repavimentar el camino. El candidato echó mano a los anabólicos para ganar volumen. Aceleró su presencia en los medios. Juntó tropa en la provincia de Tucumán. Se posicionó políticamente con la eliminación del impuesto a las ganancias para trabajadores en un acto de masas. Prometió devolución de IVA para amplios sectores. A primera vista, sobran ideas para el universo formalizado. Para el resto, cuesta. Agregó, sin decirlo, que con el FMI se verán las caras en su momento.

 

Datos

A nadie le gusta que lo coman y muy pocos comen vidrio. Según el estudio hecho por el Observatorio Pulsar de la UBA en agosto, el 91% de la población acuerda con reducir el gasto para la política, el 72% para los planes sociales y el 62% en el empleo público. Es el sentir sobre el cual LLA construye “la casta”.

He aquí la sorpresa. El estudio también señala un contundente “no toquen al Estado”. En los servicios de salud y educativos (no se midieron otros), solo 4% y 2%, respectivamente, acuerdan con reducir gastos. Los vouchers no entusiasman.

La eliminación de los subsidios a las tarifas cosecha un acuerdo del 45%. La mayoría resiste. Hay miedo a repetir vivencias. Analizando todo, se ve que la cuerda está tensa y hay que medir los movimientos.

 

Fuente: Encuesta nacional de creencias sociales de agosto 2023, hecha por el Observatorio de opinión pública de la UBA, Pulsar.

 

La crítica situación social amerita cuidados, reflexión, sinceridad. Evitar irracionalidades suena juicioso. El planteo de Javier Milei, recortar el gasto en 15 puntos del PIB, es un canto para oídos interesados. A la hora de la verdad, bajar los planes sociales –a pesar del 72%– representa menos del 1% del PIB. Más allá de desvíos puntuales, que los habrá, alcanzan a los más perjudicados por las políticas de los últimos tiempos. En momentos en los cuales el Estado pone casi 4 puntos del producto subsidiando a clases medias y altas, su recorte o eliminación no suena sensata. Si sumamos exenciones impositivas a sectores económicos, los 4 se hacen 6 con ganas de 7. El déficit está en 3. Decididos a usar la tijera, lo justo sería ir a buscar allí donde sobra paño.

 

Con o sin Estado

Estamos atravesando una geopolítica de alta competencia. Nada promete crecimiento inmediato del producto mundial. La economía global viene girando dentro del tornado desde 2008. La hegemonía mundial está en disputa. La inteligencia artificial acecha al trabajo. El planeta transita a la multi-moneda. La magnitud de los desafíos, que van desde la economía digital hasta el cambio climático, lleva a los gobiernos a reconsiderar al Estado. Poco de lo que vemos semeja los ‘90. Sin embargo, la fuerza más votada propone la dolarización y el cierre de las instituciones estatales. Más que la libertad, avanza el terraplanismo.

El conglomerado anti-estatista tiene diferencias. Los amarillos se posicionan en la tradición del liberalismo clásico recodificado por el conservadurismo. Creen en el Estado mínimo, policía y Justicia con algo de protecciones sociales. Históricamente, lo consideran mínimo para los derechos y lo amplían y hacen máximo cuando se trata de negocios. LLA sigue las indicaciones que, en su libro Por una nueva libertad: el manifiesto libertario, dictó Murray Rothbard. Allí se lee: “Para los libertarios el Estado es el agresor supremo, el eterno, el mejor organizado, contra las personas y las propiedades del público. Lo son todos los Estados en todas partes, sean democráticos, dictatoriales o monárquicos, y cualquiera sea su color”. Frente a poco o nada, el peronismo es partidario del Estado. Regulador, articulador, de bienestar, presente. A la luz del momento, suena mejor un Estado inteligente.

Tener o tener, el debate es fuerte. Pinta a grieta de paladar negro. En este dos contra uno, hay una zona donde UxP puede sacarle punta al lápiz. La oposición habla de reducción de ministerios. Más allá de racionalidades técnicas, que las hay, que sean 8, 10 ó 21 para las mayorías poco significa. Un rediseño no suena descabellado. Pero la solución no puede quedar en el reduccionismo de achicarlo, que solo pretende articular sentido argumentando contra los privilegios de la política. Sobre el empleo público, poco y muy difuso. Los enunciados van desde el clásico “sacar a los ñoquis militantes” hasta reasignar lugares y funciones. También hay amenaza de lápiz rojo para los salarios. Visto desde la ciudadanía, lo que esta quiere es que la cosa marche. Que el hospital no brinde turnos para dentro de 60 días. Que la escuela no se inunde cuando llueve. Que nadie termine muerto por llevar un telefonito en el bolsillo.

Respecto de la organización tecno-burocrática del Estado, entendida como capacidad de brindar soluciones en tiempo y forma, hay un cono de silencio. Acá figura, alta en el podio, la administración de justicia. No hablamos solo de la mediática, con reality show montado en Comodoro Py, sino de aquella que no brinda soluciones rápidas a quienes reclaman con urgencia por alimentos para su hijxs. También se habla de empresas públicas. Bullrich habla de “racionalización”. Explica que “el objetivo es que no produzcan gastos, es decir déficit, al Estado. Deberán presentar sus planes de negocio y tendrán fechas límites para ordenarse y autofinanciarse”. Aerolíneas Argentinas, un clásico, camina al confesionario. Milei simplifica. Enciende la motosierra y habla de privatizarlas, directamente. Envuelto en la sábana fantasmal de Roberto Dromi hace suyas las palabras: “Nada de lo que deba ser estatal, permanecerá en manos del Estado”.

Fuera del efectismo y del debate que se tramita por TikTok, el rol del Estado, en el mundo actual, hace diferencia. No tenerlo, en plena carrera por el despliegue de la inteligencia artificial, suena a suicidio. Las experiencias transitadas por distintos países correlacionan la inversión en investigación con el nivel de desarrollo alcanzado. Nunca sobra recordar que el Estado fue el motor de la revolución tecnológica que disfrutamos. Nuestros dispositivos de uso cotidiano, smartphone entre otros, no existirían sin la financiación estatal inicial que se hizo para montar la infraestructura de Internet.

Los países forcejean para entrar al futuro. Con plena conciencia del daño potencial que encierra, ninguno de los potentes clausura su CONICET. Se habla mucho de Israel, pero veamos a India. Con una política sostenida por décadas, hoy se posiciona entre las elites que corren la carrera del conocimiento. Crea empleo y riqueza en el sector. Su ecosistema de startups es el tercero más grande del planeta. Solo lo anteceden los Estados Unidos y el Reino Unido. El gobierno mantiene un plan de fondos para startups que apoya ideas viables financiándolas desde la semilla. No satisfecho, va por más. Hace poco plantó su huella en la Luna. Su misión Chandrayaan-3 descendió en el satélite hace menos de un mes. Es el cuarto país en hacerlo y el primero en alcanzar su polo sur. Casi minutos después, lanzó el Aditya-L1, una misión de observación al Sol. Hay, detrás de estos logros, ambición por manejar tecnología de punta y una agencia espacial estatal que sostiene.

El Estado inteligente direcciona el camino. Orienta recursos, arriesga en investigación, facilita desarrollos. Hace punta. El ejemplo es la formación sedimentaria de Vaca Muerta. Descubierta en 1931, volvió a la luz para 2011. Pero su historia contemporánea se activó desde 2012, cuando YPF regresó a manos del Estado. Allí se confirmó la factibilidad y conveniencia de explotarla. La empresa demostró con sus investigaciones que la utilización de la tecnología del fracking tenía viabilidad. Despegó en 2013 y aceleró en los últimos cuatro años. Hoy posiciona al país como potencia energética de primer nivel.

El paisaje se completó con el gasoducto Néstor Kirchner. Allí el Estado juntó fondos con el “impuesto a las grandes fortunas”, invirtió y amplió la ventana. Bienvenida la soberanía energética y la diversificación del sector exportador. Frente a otra sequía, cabe esperar que los fluidos bajo tierra aporten los dólares para lubricar la producción interna. La Cámara de exploración y producción de hidrocarburos (CEPH) estimó y publicó en un informe reciente que, para 2030, las exportaciones sumadas de ambos fluidos alcanzarán los 29.000 millones en moneda verde. A su vez, gas licuado e hidrógeno verde esperan ampliar la oferta.

Moraleja, el Estado hace la diferencia.

El 22 de octubre a las 21 horas la ciudadanía estará pendiente de las pantallas. Comenzarán a desfilar las cifras y nos veremos en ellas. Caminos imaginados tomarán cuerpo. Antes, en el cuarto oscuro, elegiremos una de las cinco boletas. Cada una de ellas llevará, sobre impresa con tinta invisible, una de las dos opciones en juego. Estado no o Estado sí. No te quiero, te quiero.

 

 

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