La reticencia de los gobiernos europeos a pronunciarse respecto al genocidio de Gaza no se rompe, el reconocimiento tardío del Estado de Palestina, por el momento, permanece como un gesto que no consigue transformarse en acción.
En el caso de Italia, el gobierno habla de Israel como de un aliado; no ha conseguido mover su posición ni siquiera la frase del ministro de Defensa israelí Israel Katz del 22 de agosto: "En Gaza se abrirán las puertas del infierno", reafirmadas el 16 de septiembre cuando dijo: "Gaza está ardiendo".
El día siguiente, después de la publicación del informe de la ONU, Meloni se encontraba en Ancona y criticó la destrucción de Gaza, calificó el hecho de "decisión desproporcionada" y agregó que "Italia no puede apoyar esa decisión".
La Presidenta, queriendo, podría hacer algo más que pronunciar frases de circunstancias, ya que Italia adhirió en 1952 a la Convención para la prevención y represión del delito de genocidio suscripta en Nueva York en 1948; desde entonces Italia está vinculada a la cooperación internacional "necesaria para liberar a la humanidad de un flagelo tan odioso".
¿Qué podría hacer un país que ha adherido a la Convención? El informe de la ONU lo indica claramente: "1) Cesar la transferencia de armas y otros equipamientos y artículos, comprendido el carburante para aviones, al Estado de Israel y contra individuos o sociedades involucrados o que facilitan la comisión de genocidio o el incitamiento a cometer genocidio; y 2) cooperar con las investigaciones de la Oficina del procurador de la Corte Penal Internacional".
El problema para el gobierno italiano es que existe un memorándum de cooperación con el israelí en el ámbito militar y de defensa que no ha sido interrumpido; dicho memorándum entra en la configuración de "facilitar" el genocidio.
La flotilla
El avance de la Sumud Flotilla hacia Gaza agregó una serie de problemas al gobierno italiano. La posición enganchada a Estados Unidos e Israel no le permite muchas posibilidades de acción, sobre todo ante el temor por la muerte de un ciudadano italiano. Esta última semana ha habido en toda Italia manifestaciones contra el genocidio, contra la inacción del gobierno y también pronunciamientos a favor de la flotilla. El gobierno ha hostigado públicamente las manifestaciones insinuando que son financiadas por Hamás y ha atacado a los activistas de la Sumud como irresponsables. El temor de la dirigencia es esta imprevista re-apropiación de la calle y de la agenda por parte de una ciudadanía heterogénea e indignada que ha descubierto una causa que concentra en sí muchísimas causas, vejaciones, atropellos, persecuciones; la aspiración de un gobierno como el de Meloni es mantener a las personas en casa en pantuflas delante de la TV, y eso no está sucediendo. La dirigencia olfatea el peligro: la gente podría transferir esta potencia colectiva a los problemas que los aquejan cada día. La huelga y manifestación del viernes 3 superó en número y ciudades la del lunes 22 de septiembre, que había ya sobresaltado al gobierno, y las personas siguen en la calle.
La semana pasada, la señora Meloni había jugado la carta del Quirinale para intentar frenar las naves, y esto hay que entenderlo dentro de la peculiar relación entre el Palazzo Chigi, residencia del gobierno, y el Quirinale, que alberga la presidencia. Todo el mundo conoce las diferencias entre las dos sedes, roces, advertencias, choques, silencios y, no obstante eso, Palazzo Chigi telefoneó al presidente pidiendo una intervención, aprovechando el prestigio que Mattarella conserva en una parte de la oposición. Mattarella accedió porque, después de las manifestaciones del lunes 22, había quedado visible la distancia entre el gobierno y la ciudadanía respecto al genocidio de Gaza. Nuevas convulsiones en el Mediterráneo oriental y la eventual muerte de uno o más ciudadanos italianos por obra de Israel crearían una situación difícil de administrar, que además metería a dura prueba el único punto de confluencia entre gobierno y presidencia: la alianza con Washington y la OTAN. Meloni es atlantista de reciente conversión y por conveniencia; Mattarella, siendo un democristiano, ha heredado esa devoción desde el lejano enero de 1947, cuando De Gasperi viajó a Estados Unidos para colocar a Italia dentro del área de influencia estadounidense. A los dos les interesaba que la flotilla desistiera.
Claramente, el discurso de Mattarella pidiendo una reflexión a la flotilla antes de continuar, adornado con palabras gentiles dedicadas al aspecto humanitario de la misión, estaba dirigido a las barcas de bandera italiana. Después de deliberaciones y contactos de la portavoz de los activistas con el gobierno, la flotilla decidió continuar el viaje, ya que la misión no era la de portar víveres, sino política: poner a los gobiernos de frente a sus responsabilidades respecto al genocidio y de algunos aspectos prácticos como las acciones que realiza Israel en aguas internacionales o palestinas.
Finalmente, el contacto entre la flotilla y las naves militares de Israel se concretó en torno a las 19 horas del miércoles 1 de octubre, con la llegada de la oscuridad.
Una lancha israelí a través de un megáfono conminó a las barcas de detenerse; le contestó el activista brasilero Thiago Ávila, denunciando que era un acto ilegítimo y de piratería. Las acciones de los israelíes se prolongaron hasta pasada la medianoche y se reanudaron al día siguiente. Al amanecer del jueves, los marinos habían bloqueado 21 naves, en tanto 23 continuaban navegando hacia Gaza.
A las 6.23 de la mañana llegaron noticias de que la nave turca Mikeno había entrado en las aguas de Gaza y se encontraba a nueve millas de la costa. Hay que destacar que sobre la situación de Gaza hay plena coincidencia entre la opinión pública y el gobierno turco, que ha movido a su diplomacia para apoyar a los numerosos activistas embarcados en diferentes barcas.
A las 8.30, Mandia Mandela, nieta de Nelson, compartió un mensaje mientras las lanchas de Israel se acercaban a su nave: "Solicitamos a toda la comunidad mundial presionar a sus gobiernos para que soliciten un corredor seguro para las ayudas humanitarias para Gaza".
Mientras tanto, se sucedían manifestaciones en Italia, Francia, Alemania, Turquía y Grecia. En Italia la situación generó algo impensable tiempo atrás: los sindicatos de base llamaron a la huelga el viernes 3 y, posteriormente, los sindicatos confederados adhirieron y convocaron a su gente.
Después de los ataques criminales a la Freedom Flotilla en 2010, ahora parece evidente que los militares y policías tienen la orden de actuar con los guantes puestos. Esta delicadeza no salva la naturaleza del acto de piratería que están cumpliendo.
En el mediodía del viernes comenzaban a regresar a sus respectivos países los parlamentarios que participaron en el viaje de la flotilla; para el resto de la tripulación, la tramitación del retorno será más larga.
El plan de paz
El plan de paz presentado por Trump ha sido calificado por muchos analistas como un producto neocolonial; además de las características del inmobiliarismo trumpiano, apunta a la cancelación de la identidad política de los palestinos y su legítima representación.
Otros comentaristas sostienen que, si Hamás acepta el plan, el gobierno de Tel Aviv entrará en crisis; todas las posibilidades implican riesgos por la vaguedad del plan y la ausencia de garantías posteriores a la firma del acuerdo.
El punto 3 del plan propone una fórmula atractiva cuando dice: "Si las partes aceptan este plan, la guerra terminará inmediatamente. Las fuerzas israelíes (FID) se retirarán a una línea concordada para preparar la liberación de los rehenes".
Hamás ha solicitado siempre el retiro total del FID; el retiro a una "línea concordada" y sin garantías es difícil de aceptar. Netanyahu, el día siguiente a la conferencia de prensa de Washington, anunció que Israel no se retirará de Gaza. La Casa Blanca ha presentado un mapa con tres líneas de retiro. Sin embargo, aunque se respeten, el control de las fronteras quedará en manos del FID.
El único plazo cierto del plan es la entrega de los rehenes en el plazo de 72 horas a partir de la firma del acuerdo. De las 251 personas secuestradas el 7 de octubre, Hamás conserva aún 47; no sabemos cuántas de este número estimado han muerto. La contrapartida es la liberación de un número de prisioneros condenados a perpetua, mujeres y niños; la liberación de los prisioneros palestinos es quizá el único punto favorable (indirectamente) a Hamás, ya que podría minar la solidez del gobierno de Tel Aviv porque a esta medida se oponen Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrich, la derecha reaccionaria del gabinete.
El punto 6 se refiere a la militancia de Hamás: amnistía a los que se comprometan a la coexistencia pacífica y el desarme. Los que quieran abandonar la Franja podrán hacerlo con un pasaje protegido hacia los diversos países que elijan como destino. La emisora Al Jazeera comentó inmediatamente que este punto significa la rendición de Hamás. Obviamente, la dirigencia se preguntará dentro de esta fórmula cuáles son las mejores opciones para la supervivencia política.
El punto siguiente dice que, aceptadas las condiciones, se entregarán las ayudas humanitarias a la Franja, se rehabilitarán las infraestructuras y calles.
El punto 7 dice que, con el acuerdo aprobado, las ayudas volverán a entrar a Gaza (un número impresionante de transportes estacionados en la frontera con Egipto); es un reconocimiento de que a los palestinos se los somete a una hambruna intencional.
El punto 8 prevé que la distribución de las ayudas la realizarán los organismos internacionales u organizaciones sin relación con las partes en conflicto, como la ONU o la Media Luna Roja. Este es uno de los puntos más importantes porque permitirá aliviar con plazos veloces las condiciones de los habitantes de la Franja.
El punto 9 señala el mecanismo de gobierno: "Gaza será gobernada bajo la autoridad transitoria de un comité palestino tecnocrático y apolítico, bajo la supervisión y control de un nuevo organismo internacional de transición llamado 'Consejo por la Paz', liderado por el Presidente Trump y otros miembros a determinar, entre ellos Tony Blair". Se procederá a la reforma de la Autoridad Nacional Palestina, actualmente un organismo medio muerto y desprestigiado por hechos de nepotismo y corrupción.
El Consejo de Paz además definirá el cuadro político y gestionará la financiación de la reconstrucción de Gaza. De esta manera los palestinos serán expulsados de la sala de mando y de la montaña de dinero que llegará, se espera, de los países del Golfo.
En el punto 15 se dice que Estados Unidos colaborará con socios árabes e internacionales para crear una Fuerza de Estabilización Internacional (FEI). Algunas especulaciones sostienen que Qatar e Indonesia podrían formar parte de la FEI. Podría ser además la revitalización de los Pactos de Abraham con Palestina "pacificada" e Israel en armonía con sus vecinos, en una geografía fuertemente convulsionada que no espera otra cosa que un período de tranquilidad.
El punto 16 dice textualmente: "Israel no ocupará ni anexará Gaza". Si bien se bloquea el sueño expansivo de la derecha religiosa de Israel, las condiciones de pasaje a "una Gaza segura que no represente más una amenaza para Israel, Egipto o sus ciudadanos" no son simples. Aquí el problema es determinar en qué momento Gaza será segura, porque es de imaginarse que eso lo decidirá Israel.
En el punto 19 se anuncia que, después de una serie de reformas, podría finalmente abrirse "un camino para la autodeterminación y creación de un Estado palestino, que reconocemos como la aspiración del pueblo palestino".
Claramente es una carrera de obstáculos; además, no se sabe qué sucederá con los emplazamientos ilegales de los colonos en Cisjordania.
La creación de una única entidad política territorial que englobe Cisjordania y Gaza bajo un mandato neocolonial, pero con un posterior traspaso a la Autoridad Nacional Palestina (ANP), aún "profundamente reformada", se presenta como inaceptable para Israe. See trataría de un Estado palestino en embrión que el ala ultraderechista del gobierno Netanyahu no podría aceptar.
En Haaretz del viernes 3, Amos Harel escribe que Trump ha humillado a Netanyahu y ha tenido que disculparse públicamente con Qatar. Trump, después del ataque israelí a Doha, ha acelerado la elaboración del plan de paz, además de firmar el lunes 29 de septiembre un acuerdo con Qatar por el que Estados Unidos defenderá el emirato en caso de ataque exterior (no es banal recordar las fuertes inversiones de la familia Trump en Qatar, cosa que quizá no pensó Netanyahu cuando ordenó el ataque). Según Harel, Trump refuerza Doha y la protección que el emir extiende a los negociadores de Hamás (la organización mantiene en Qatar una base logística y financiera). Netanyahu ha aceptado con reticencia el plan de paz y deberá discutir con su gabinete para imponerlo; de lo contrario, se podría abrir el camino a las elecciones en Israel.
La propuesta que están revisando en Doha los negociadores de Hamás es desde el comienzo difícil para la resistencia: entrega de las armas, amnistía para la dirigencia, un menú difícil de digerir. Hay un hecho sustancial que la Casa Blanca parece ignorar: Hamás es un protagonista de la vida política del Medio Oriente. La organización puso en la agenda la cuestión palestina cuando el mapa geopolítico parecía adormecerse bajo la seducción de los Pactos de Abraham. Aunque los combatientes fueran asesinados uno a uno, la represión siempre ha funcionado como una máquina de crear nuevos militantes y rencores; será difícil extirpar Hamás como sueñan Netanyahu y Trump.
El regreso de Tony Blair
Su nombre de "ex Primer Ministro británico" aparece en el punto 9 del plan de Trump, y esto significa el regreso de Sir Anthony Charles Lynton Blair, llamado Tony, al Medio Oriente. Su primera incursión importante en el área había sido el 20 de marzo de 2003; participaba con George W. Bush al comienzo de la segunda guerra del Golfo.
Después se retiraron y dejaron un país destruido y en ebullición con la guerra entre bandas y atentados salvajes.
Pero Tony volvió. En 2007, comenzó su segunda vida pública como "enviado permanente para la paz en Medio Oriente". Hay que decir que todavía había gente que confiaba en él; su mandato fue conferido por la ONU, la UE, Estados Unidos y Rusia.
De la paz permanente nadie se recuerda mucho, pero sí de los escándalos sobre el tren de vida de Tony y su staff y de aquellas facturas de los grandes hoteles de lujo en los Emiratos Árabes. Después llegaron las conferencias pagadas a precio de oro, asesoramientos a JP Morgan y Zurich Financial; amistad estrecha con Israel, Bin Salman y Al Sisi. Cuando en 2010 presentó su libro El viaje en Dublín, le arrojaron huevos y un zapato; escapó. En Londres le arrojaron tomates; en la Tate Gallery sufrió el ataque de artistas como Vivienne Westwood y Brian Eno; los carteles exhibidos lo calificaban de criminal de guerra.
Pero en algunos ambientes ser acusado de crímenes enriquece el currículum y 40 países solicitaron su asesoramiento; se creó el Global Change Institute que lleva su nombre. Este recauda alrededor de 150 millones de dólares al año. Como tantos famosos, apareció con su esposa, Cherie, en los Panamá Papers.
Si el programa montado por Trump prospera, Tony volverá a Oriente. Habrá que vigilar estrechamente la billetera porque ha quedado muy lejos aquella frase de su primer discurso como premier ante el Parlamento el 6 de julio de 1983: "Creo en el socialismo que es conjuntamente racional y moral. Creo en la igualdad, en la amistad, en la justicia".
Epílogo a bordo
Se puede afirmar que el intento de los activistas de la flotilla ya tiene carácter histórico por la capacidad expansiva del mensaje; se ha operado un efecto multiplicador que ninguna campaña publicitaria podría igualar porque va a tocar la conciencia de las personas, y la respuesta de ciudadanos de todo el mundo ha sido de amplia solidaridad con la causa palestina.
El diario de a bordo de esta epopeya civil ha sido escrito por los marineros de agua y de tierra; como en El Eternauta, el héroe de la resistencia es colectivo.
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