Diez signos del desmoronamiento

Quien quiera oír que oiga: cómo el gobierno de Macri se viene en picada

 

Un desafío central para entender un tiempo histórico es lograr oír lo que se escucha y ver lo que se mira. Puesto que en este contexto histórico hay claros signos de la descomposición acelerada del macrismo, los cuales, si se miran como postales a la distancia y se reflexiona en perspectiva, resultan irrefutables al respecto. Tratemos de señalar al menos diez de ellos.

1: Tasas. En este momento el país tiene las tasas de interés más altas del mundo. Y se sabe que a mayor tasa de interés, mayor riesgo de colapso. Sobre todo cuando el país está muy descolocado del resto: Argentina paga una tasa pasiva del 73%, mientras que Turquía, la segunda economía más complicada del mundo, paga apenas un 24% anual. Es decir, son números prácticamente de remate.

2: BCRA. En los últimos tres meses el país tuvo nada menos que tres presidentes del Banco Central. Lo que señala que el gobierno está totalmente desconcertado y que no sabe para dónde ir, dando volantazos a lo loco, algo típico de los desesperados. Sólo en un contexto de crisis terminal puede ocurrir algo así.

3: Default. Por si fuera poco, el gobierno admite su propia muerte al esforzarse por negarla. Cuando se escucha hablar al ministro Dujovne sobre que no hay riesgo de default, y encima lo repite en cada entrevista que tiene, más bien confirma lo contrario: el default es entonces un riesgo y no sólo un fantasma, sino cada vez más un peligro cercano, pues si no fuera así no habría ninguna necesidad de negarlo todo el tiempo. Ahora bien, cuando ya es el mismo Macri el que lo dice en Wall Street, como lo afirmó a fines de septiembre en Nueva York, entonces la situación es casi terminal, algo en lo que todos los medios de la prensa financiera internacional coinciden (Financial Times, Forbes, Washington Post).

4: Sector financiero. Durante la semana los mercados externos fueron categóricos al respecto: los bonos del gobierno de mediano y largo plazo debieron rendir intereses por arriba del 10% y los provinciales arriba del 18%. Precios ya de default. Pese a que el único sector que se está beneficiando con la crisis es el bancario, sus acciones en Wall Street vienen en picada: a pesar de su alta rentabilidad todos se desprenden de esas acciones porque saben que ellas se desmoronarán pronto por la contracción económica local, la interrupción total de la cadena de pagos en puerta, los altos valores de incobrabilidad que asoman y, lo más importante de todo, que los bancos sólo tienen altas ganancias porque están atados a las letras del Banco Central, del cual se espera un pronto default. Las cartas parecen más que echadas en lo financiero.

5: Negación. Cuando intentan realizar un diagnóstico crítico sobre el presente económico y social —cuya conclusión suele ser apocalíptica sobre los meses que se avecinan, e incluso sin desear ser muy pesimistas—, políticos y periodistas terminan atajándose con la misma frase: “Ojo. Igual Macri tiene que llegar y finalizar su mandato como corresponde”. Otra vez, aunque sea de modo resignado, tratan de desmentir una realidad buscando negar un riesgo que aumenta y que todes sabemos: la gobernabilidad de Macri está empezando a correr peligro y es claro que no llega a completar su mandato. Por eso aclaran lo que aclaran.

6: Derrumbe económico y social. El diagnóstico implícito del propio gobierno sobre otro virtual 2001 no es conspirativo ni delirante, sino profundamente realista. Con el dólar que se les escapa, los traslados a precios masivos, la suba de la inflación, la caída salarial, el desmoronamiento del consumo y el alza de la desocupación, sumado a nuevos tarifazos en puerta, la aceleración de la pobreza y de los comedores que se empiezan a poblar a toda velocidad, los fantasmas de nuevos saqueos, estallidos provinciales, movilizaciones y protestas al por mayor se harán oír con fuerza. Todo esto en un contexto de caída en picada en las encuestas y una todavía peor caída económica para los próximos trimestres. El panorama de verdad pinta feo: la economía y la cuestión social están que crujen.

7: Fuerzas Armadas. El macrismo oye todo esto y actúa claramente en consecuencia: volvió a darle un rol a las Fuerzas Armadas en la seguridad interna. La pregunta es obvia: ¿por qué justo ahora? Y la respuesta también es obvia: por otro signo de los tiempos, está admitiendo que avizora una conflictividad social en aumento y que sólo le queda la carta represiva para responder. Cuando el último recurso es la represión, la desnudez del rey es inocultable.

8: FMI. Para colmo de males, los pilares de sustentación del gobierno le empiezan a soltar la mano. El FMI, que hoy es su último sostén, no ratificó todavía el nuevo acuerdo que Macri anunció a fin de agosto en aquel memorable video de un minuto y medio, y que –un mes más tarde— volvió a anunciar junto a Lagarde pero sin tenerlo tampoco cerrado. Puesto que el directorio no lo trató y potencias como Alemania, Francia y Holanda mostraron su rechazo. Es por eso que todavía no le giraron el dinero y parece cada vez más oscuro que lo hagan. El FMI, por su parte, da una y otra vez indicios de abandonar a Macri: estimó esta semana que el derrumbe económico del país será mayor al previsto y que el año que viene también se caerá, ubicó a Argentina como el quinto peor país del planeta en términos de inflación (sólo mejor que Venezuela y países en guerra), reclamó un ajuste adicional al anunciado y, a la postre, advirtió que por la suba de la tasa de interés en Estados Unidos se iba a generar una estampida de capitales en los países emergentes, señalando que la Argentina, por estar tan débil y vulnerable, ese fenómeno “podría generarle un shock fulminante”. Con amigos así…

 

 

9: Coalición. Con respecto a su propia coalición, la cosa no es muy diferente. Elisa Carrió está desesperada y buscando cualquier excusa para bajarse de un barco que se hunde y ya avisó que en dos meses se va, advirtiendo a Macri que debe “elegir o cae”. Los radicales van por un camino parecido: Ricardo Alfonsín ya prácticamente es un opositor, mientras que el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, pide duplicar las retenciones. El senador Ángel Rozas festejó: "Lo logramos, el radicalismo consiguió frenar la suba retroactiva del gas”. Aumento que se frenó porque el gobierno no quería habilitarles una ruptura fácil y elegante a sus socios. Donde hace apenas un mes tres radicales rechazaron sumarse al gabinete para no quedar quemados con eso: Alfonso Prat Gay no quiso la cancillería, Ernesto Sanz decidió no aceptar Justicia y Martín Lousteau declinó el ministerio de Educación. De seguir este camino, el macrismo se podría desmoronar más rápido que tarde tras perder a todos sus aliados, tal como le pasó a De la Rúa.

10: Las confesiones. Por último, que es un gobierno en descomposición lo dicen sus propios integrantes. Macri y Dujovne tienen caras demacradas, ya no sonríen y han envejecido 20 años en apenas meses. Dos ministros tuvieron que ser internados por presiones cardiacas, mientras que otros integrantes se escapan por la ventana de improviso, como Caputo e Ibarra. Del mejor equipo de los últimos 50 años sólo quedan migajas. Respecto de que el final está cerca, las palabras de Macri son claras. Por si fueran necesarios más indicios, y ya al límite de lo bizarro, Macri mendiga la ayuda de Lagarde pidiéndonos a les argentines en inglés crushing on with Christine, que se puede entender como que no “enamoremos de ella” o también, literalmente, que “nos estrellemos con ella”. Aunque su respuesta más transparente fue cuando le preguntaron si iba a ir por la reelección presidencial: contestó I’m ready for run, que si bien puede significar “estoy listo para competir”, también significa lo que realmente piensa: “Estoy listo para huir”.

 

 

 

El martes 16, Daniel Filmus y Delfina Rossi presentarán en el instituto Patria 
el libro de Zícari Camino al colapso. Cómo llegamos los argentinos al 2001.

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