Dos optimistas ejemplares

El CELS homenajeó a David “Coco” Blaustein y a Victorio Paulón

Esta semana, el Centro de Estudios Legales y Sociales despidió el año con un brindis que sorteó la pandemia a la vez que homenajeó la memoria de Victorio Paulón y David “Coco” Blaustein con sendas placas en las puertas del salón de usos múltiples (SUM) prevista para las reuniones. Las salas que más se usan de la casa.

Allí, junto a Hugo Yasky y Roberto Baradel, estuvieron el hijo de Paulón, Mariano; uno de los hermanos de Blaustein, Javier; la ex ministra Elizabeth Gómez Alcorta, miembros de la comisión del organismo de derechos humanos e invitados que recordaron lo que fue trabajar, militar o compartir con aquellos destacados activistas de una generación que no se limitó a declamar su derecho a cambiar el mundo. Todos coincidieron en la vocación de ambos para tender “puentes” y legar a los más jóvenes el capital acumulado en las experiencias que los forjaron.

Paulón había vivido su infancia durante el primer peronismo. Según contó su hijo Mariano, “el viejo fue un gringo criado en el campo; hizo la secundaria en un seminario para curas; cuando terminó se fue a Rosario. Ahí empezó la militancia. Como peronista, laburó en la Municipalidad. Luego, había que hacer entrismo político, y se fue para Villa (Constitución). Ahí se le abrió la cabeza; empezó a entender que lo que unifica las ideologías es la necesidad de los trabajadores. Por eso, no tenía problema en debatir con cualquiera, siempre que fuera del campo popular”.

Mariano quiso “reconocerle a Hugo (Yasky) y a Gustavo Rollandi (secretario de Organización de la CTA) que fueran a buscarlo a Rosario, porque eso le revivió la necesidad de seguir militando”, al mismo tiempo que valoró la capacidad de su padre para hacerse comprender: “A veces tenemos intelectuales que piensan la complejidad, pero no pueden bajarla. A otros les cuesta abstraer. Entonces, cuando aparece uno así, logra lo que logró: generar un montón de afectos con consciencia política”.

 

Paulón, por Federico Geller

 

Hugo Yasky historió la etapa que le tocó compartir con Paulón: “Junto con (Alberto) Piccinini fueron el sector que venía de una militancia de izquierda, y que con (Víctor) De Gennaro y Mary Sánchez conformaron la base de la CTA. Cuando estábamos entre ser una corriente de la CGT o una Central de nuevo tipo, en el Congreso de Mar del Plata, el que mocionó la constitución de la Central de Trabajadores fue Victorio, porque él resumía ese proceso de construcción de consciencia en la lucha sindical que siempre se nutrió del pensamiento de compañeros que venían del peronismo aunque era un puente con los de ideas más de izquierda; era quien más condiciones tenía para dialogar”.

Otra vez aparece el concepto de “puente”, esta vez con los jóvenes: “Había menos distancia entre Victorio y Abel Furlán que la que hay ahora entre Furlán y Antonio Caló, por ejemplo. Eso habla de un proceso. Furlán participó con nosotros de la marcha Rosario-Buenos Aires, nos esperó a comer cuando paramos en la UOM de Zárate. Victorio, que siempre tuvo capacidad de generar escucha en los jóvenes, además era un compañero de un gran valor humano. En su abrazo, cada vez que te encontraba, parecía que te envolvían los metalúrgicos”.

Yasky destacó la relación que tejió tanto hacia dentro como hacia afuera del sindicalismo: “Victorio supo tender otro puente cuando, para los dirigentes de su época, los derechos humanos eran un tabú. A mí y a Robi (Baradel) nos tocó presenciar una reunión de SMATA hace poco con (Ricardo) Pignanelli, con (Mario) 'Paco' Manrique, con Pablo Moyano, donde las Madres de Plaza de Mayo por primera vez concurrieron a un sindicato grande de la CGT. Victorio había tendido ese puente hacía mucho tiempo”.

Del mismo modo, el líder de la CTA destacó a “Coco” Blaustein: “Era infaltable en todas las marchas, ya fuera la del 24 de marzo, ya fuera en marchas donde iba a haber palos, Coco estaba ahí, con su modestia, con su perfil bajo. Sólo mantenía una tensión con Victorio: uno era fanático de Boca y, el otro, de River”.

Los aportes más destacables de Blaustein a los derechos humanos quedaron plasmados en su arte: los filmes Cazadores de utopías (1996) y Botín de guerra (2000), a lo que sumó su producción del documental Papá Iván, de María Inés Roqué, antes de retomar la dirección con Porotos de soja (2009).

 

Blaustein en su salsa.

 

Coco, seis años menor que Victorio, fue recordado por integrantes más jóvenes del CELS. “Lo conocí acá, después de Cazadores –lo recordó la abogada María José Guembe–. Me dio un lugar, me sentí reconocida por esa generación por la cual venía peleando desde el Derecho por la reapertura de los juicios. Yo recibía en el celular mensajes de él donde decía: ‘¿Qué pensamos de esto?’ Me llamaba la atención, pero así era, ‘pensábamos’ juntos. Aprendí muchísimo de Coco, además de que era muy gracioso, afable, chismoso... Siempre nos hizo un lugar. A través del cine y de la militancia, trajo (desde México) a las chicas de mi generación, como a María Inés Roqué, y algunas otras que se dedicaron al cine, un poco gracias a él, pudieron hacer los filmes sobres sus padres desaparecidos y asesinados, con una perspectiva que no era la misma que la de la generación de Coco. El unió el mundo del cine con el de los derechos humanos, que era algo que no estaba hecho, así como Victorio unía el mundo sindical con el de los derechos humanos”.

María Capurro lo conoció a sus 21 años cuando, sin militancia ni familiares víctimas de la dictadura, llegó al CELS. “Tenía la generosidad de quien se plantea: ‘Con ella armo un vínculo, en ella confío, respeto su opinión, banco sus decisiones, aunque a veces fueran contrarias a las de la Comisión Directiva, la cuido, la acompaño en todos los ámbitos’. Coco era para confiar, no sólo en lo laboral. Su confianza me cambió la vida. Cuando estrenó Botín de guerra, recuerdo el cine repleto, su emoción, muy feliz porque estábamos muchos jóvenes ahí; la misma alegría que pude compartir cuando la estrenó en Barcelona”.

Diego Morales recordó de Paulón que hacia 2004-2005 “empezamos a pensar los temas de derechos laborales-sindicales. Con Eduardo Basualdo, nos traían información y estrategias para pensar cómo podíamos colaborar en coyunturas particulares de la reconstrucción de la Argentina. Con la CTA, con SUTEBA… Victorio siempre estaba para darnos ideas. Todo eso lo incorporamos a otros debates, a los conflictos de viviendas o territoriales”. Y rescató tres recuerdos:

  1. Al identificar a José Pedraza como responsable del crimen de Mariano Ferreyra (2010), algunos temieron por los alcances, sobre todo el sindicalismo. Victorio dijo que, al contrario, esto serviría para explicar que hay una burocracia sindical capaz de soportar la precarización de sus compañeros. Él nos dio el impulso para seguir sosteniendo el caso.
  2. Cuando desde distintas comisiones internas empezaron las reivindicaciones salariales y los cortes de la Panamericana (2013-14), Victorio actuó como un puente entre generaciones que permitió articular el campo de los derechos humanos con el sindical y ayudó al diálogo con distintos actores.
  3. La buena fe en la negociación, no para desangrar al adversario sino para generar las mejores condiciones de acuerdo. La salida del conflicto debía encontrar a los trabajadores unidos para que tuvieran el mejor logro, las mejores condiciones.

 

Paulón con micrófono, hablando a los suyos.

 

Victorio veía el proceso iniciado en 2003 con especial interés: “No recuerdo tantos jóvenes en las fábricas desde 1973; hay que saber cómo es la cabeza de esta clase obrera”, decía en 2011 y lo repetía una década después, ya en su despedida, pensando que se había dado el recambio.

Otros compañeros que quisieron recordarlo no pudieron porque se les quebraba la voz; hubo quien pasó pronto el micrófono para evitar el mismo ahogo.

Agradecido, Mariano Paulón saludó “a cada uno, por ese afecto que no se regala sino que se construye cada día. Ahora el desafío es seguir pensando la construcción de esa subjetividad obrera que él quería, aggiornada a estos tiempos; que pudiéramos entender a los jóvenes, sin tirarles la historia por la cabeza; no bajonearnos ante los tortazos que nos pegue la derecha, porque se vienen épocas de tortazos, y seguir siendo optimistas como era él. En los peores momentos del macrismo decía: ‘Pero ojo, que tenemos unos compañeros en Avellaneda que están peleando...’”

Uno de los hermanos Blaustein regaló una anécdota: “Coco amó esta institución, estaba muy orgulloso de pertenecer al CELS, era parte de su vida. En una época en la cual empecé a ver un nombre que se repetía en El Cohete a la Luna, en notas que me permitían ver el movimiento sindical de una forma que no se veía en otra parte, le pregunté:

–Che, ¿lo tenés a este tipo, Victorio Paulón?

–Uh, tremendo optimista, tremendo militante, un compañerazo".

Miren quién lo decía.

 

 

 

 

 

* “Coco” Blaustein partió el 16 de agosto de 2021, una semana antes de cumplir 68 años. Lo despedimos en el artículo: Te vamos a extrañar, Coco.
** Victorio Paulón se nos fue el 5 de mayo de 2022, a los 74 años, y lo recordamos en esta nota: Despedida a un imprescindible.

 

 

 

 

 

 

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