Dos semanas para recordar

De las incertidumbres a los anuncios de obras que auguran crecimiento y ocupación

 

Las últimas semanas configuraron un punto de inflexión (knee point) para el país, de una Argentina a la deriva a otra que se reinventa. Sin lugar a dudas, los países no se suicidan: se recomponen, y esta es la etapa que vivimos. La mirada de esta nota es sobre el paraguas de la política en general y de la energía en particular.

La primera semana comenzó el domingo 13 de agosto con un shock para todos los habitantes, incluidos quienes lo votaron y los encuestadores que no lo vieron venir. El resultado de las PASO anuncia que no todo en el país esta precedido por procesos y metas previsibles.

Los libertarios irrumpen con expresiones de triunfo y festejos (en realidad, gritos) y proponen una gran reforma del Estado: revisar sus funciones en materia de energía, en las regulaciones, en el rol de Estado empresario y asistencial, y eliminar subsidios, ya sea en la etapa de producción o de consumo. Las señales de precios, dicen, deberían alentar las inversiones “a riesgo”. La obra pública sería reemplazada por empresas que se harían cargo del riesgo, incluyendo tarifas que contemplen los mayores costos del supuesto riesgo. Proponen eliminar las retenciones a las exportaciones, que hoy sostienen la estructura económica argentina. Liquidarían organismos de crédito y de respaldo financiero como el Banco Central, organismos de ciencia y tecnología, y otros fundamentales para la convivencia democrática.

En resumen, una serie de “profecías” del desmoronamiento de la vida social y comunitaria del país; una afectación a todo el cuerpo social de una especie de membrana semi-biológica que cubriría todos los aspectos de la actividad técnica y económica, donde una plaga microbiana o un brote infeccioso actuarían a sus anchas sobre el cuerpo de la Argentina como tal. Esta pandemia conformaría una debacle generalizada donde se impondría el sálvese quien pueda.

Este sendero es para la mayoría un camino al infierno de las incertidumbres. Implica creer que de la noche caótica se volverá por arte de magia a una libertad absoluta. Esa primera semana acentuó la voluntad de irresponsabilidad, de patear el tablero y los estantes de los almacenes sin ofrecer propuestas, solo el oscurecimiento de la convivencia comunitaria.

La Argentina es un país donde no se logra disminuir la tasa de inflación, con una situación de pago de deudas al FMI que determina una persistente escasez de divisas para la actividad productiva y con un gasto público muy acotado. Sin embargo, Sergio Massa ha sorteado estos meses con alivios temporales. Las expectativas de muchos observadores para fin de 2023 están en una cuasi hiperinflación, es decir con el caballo desbocado. Lograr en este escenario recuperar el poder adquisitivo de los salarios y mantener la industria y las obras de infraestructura es un desafío fenomenal.

La pregunta que se plantea esta nota es si es posible que se debatan las ideas del Ministerio de Economía, si son capaces de introducir el ahorro en general y la contención de precios de alimentos y los energéticos en particular, en este caso con una campaña intensiva de fuerte ahorro del uso del gas, la electricidad y los combustibles.

La segunda semana de esta quincena entrecruzada comenzó el 22 de agosto, cuando el FMI confirmó el uso del préstamo puente de 7.500 millones de dólares. El 24 de agosto, desde Sudáfrica, se informó que los BRICS pasarían a ser 11 países en lugar de cinco y se llamarían BRICS+ (plus) a partir del 1º de enero de 2024, con la Argentina adentro. El 25 de agosto China informó el despacho desde el puerto de Shangai de dos turbinas tipo Kaplan de 120 MW cada una para la central hidroeléctrica Jorge Cepernic, que se construye en el río Santa Cruz. El 26 de agosto Massa firmó un acuerdo con el BID de un préstamo de hasta 1.000 millones de dólares para la modernización de la represa de Salto Grande luego de más de 40 años de funcionamiento ininterrumpido, y también dio inicio al proceso de obras que permitirán revertir el flujo del gasoducto de 1.450 kilómetros proveniente de Bolivia con alimentación desde el complejo de Vaca Muerta. El 28 de agosto se conocieron los incrementos de jubilaciones y salarios, así como algunas medidas de control de precios, para reactivar la actividad industrial pyme y de asistencia a monotributistas.

Están lanzadas las líneas para incorporar a los bolsillos de los trabajadores fondos necesarios para la vida. Falta en este listado precisar cuánta mano de obra nacional se verá beneficiada por estas obras. Cabe preguntarse si se tendrá la oportunidad de cotizar y realizar trabajos que van desde obras civiles, mecánicas, eléctricas, electrónicas, informáticas, etc. Es clara la urgente necesidad de disponer medidas para asegurar la asignación de trabajos al mercado interno.

En estas dos semanas se entrecruzaron declaraciones agoreras tendientes a incrementar las incertidumbres económicas y sociales versus anuncios de obras en concreto, que auguran una senda de crecimiento y ocupación. Son dos planos: uno tensiona la vida social con una serie de cierres de instituciones, en una senda libertaria de supuesta expansión de las fuerzas del mercado, y el otro con hechos que posibilitan recuperar el tiempo perdido y comenzar a transitar un camino con suficiente entidad como para conformar un caudal de expectativas y esperanzas.

Cabe en estas elecciones rescatar que el fundamento de la teoría del derecho natural subjetivo es la trascendencia de la Razón, que define al hombre como animal racional libre o como voluntad libre guiada por la razón. Es por un dictado de la razón que los hombres deciden pactar e instituir el Estado. Los medios destacan por estos días cómo Patricia Bullrich plantea llevar sus propuestas hasta la condición de perder la razón y cómo Javier Milei la erosiona en su denostación del Estado. En estos territorios, la situación se agrava con el FMI, que va a practicar su deporte favorito: ajustar y condicionar todo. Con él se nos va a hacer la vida imposible.

 

 

 

* El autor es vicepresidente del Instituto de Energía Scalabrini Ortiz (IESO) y miembro del grupo Bolívar.

 

 

 

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