Educación e hipermediación digital

Guerra cognitiva y crisis de las directrices del Estado

 

Es posible identificar tres momentos generales de las dinámicas del poder en las sociedades modernas occidentales. Los mismos requieren ser pensados en estrecha relación con las etapas del capitalismo y los paradigmas productivos, siendo posible identificar tres etapas generales:

  1. capitalismo inicial,
  2. industrial-fordista, y
  3. de “plataformas” (Srnicek).

Constituyen tres etapas del capitalismo relacionalmente configuradas con la emergencia de tres formas dominantes del poder. Desde un poder soberano (capitalismo inicial) que tortura, mata y exilia, a otro disciplinario (capitalismo industrial-fordista) que principalmente centraliza, normativiza, administra y moldea los cuerpos (Foucault), y de este último a uno de control (capitalismo de plataformas) que se especializa en descentralizar, regular sutilmente, seducir y modular [1] lo psíquico, fundamentalmente inconsciente (Deleuze, Lazzarato, Ouriques, Han).

Se complejizan las dinámicas productivas y junto a ellas se complejizan las dinámicas del poder. El desplazamiento que Gramsci observaba de la centralidad de la coerción a la centralidad del consenso (sea activo o pasivo) en el despliegue de las sociedades capitalistas, toma en nuestros tiempos nueva certeza y dimensiones. Las dinámicas del poder se vuelven aún más sofisticadas. A su vez, logran afectar cada vez más profundo en las interioridades del ser humano.

El contralmirante francés Cluzel, auspiciado por la OTAN, publicó un documento titulado Guerra Cognitiva en plena pandemia de Covid-19. Allí afirma que en lo que hace al actual escenario geopolítico mundial, el cerebro representa “la última frontera de la ciencia”, la cual “podría aportar una ventaja decisiva en el futuro”. Puede que se encuentren con algunas limitaciones en tanto sólo conciban el asunto en términos de cerebro. Pero es una realidad efectiva que las modalidades del psicopoder han logrado operar: en el registro discursivo en la disputa por el convencimiento; en el registro de la seducción y captura del deseo; por último –y por si fuera poco– ahora se especializan en la suscitación y captura de las propensiones inconscientes (Rouvroy y Berns).

Las formas del poder contemporáneas, a partir de los artefactos digitales, logran afectar cada vez más profundo en la psique, fundamentalmente inconsciente. Logran capturar y configurar el deseo, nuestros hábitos. Pero su mayor astucia es lograr dividir milimétricamente (en términos abstractos) las interioridades y allí lograr capturar (en términos concretos) nuestros complejos psíquicos: partes de la diversidad de lo que alberga en nosotros mismos. Aunque no pierde utilidad, me sumo a quienes sospechan que no alcanza la categoría de deseo para dar cuenta de lo que logran capturar y neutralizar en el inconsciente las dinámicas del poder, progresivamente especializadas en lo psíquico (psicopoder).

 

Crisis del sistema educativo

En nuestras sociedades neoliberales occidentales no es posible ganarle al control con disciplina. Esta es una conclusión derivable de las analíticas del poder foucaultianas y –sobre todo– post-foucaultianas. En este marco me interesa presentar un conjunto de reflexiones en torno a lo que algunos campos teóricos identifican como una crisis del sistema educativo argentino, la cual podría constituir la manifestación paradigmática de una crisis de las directrices del Estado en general. Crisis manifiesta tanto en la vulneración de sus recursos como de su rol en las subjetividades y sociabilidades contemporáneas. La seducción e influencia inconsciente por parte de las mediaciones digitales y algorítmicas resulta mucho más efectiva en la captura de la atención, los deseos, los complejos, que las orientaciones institucionales de nuestros Estados. Soy de los que consideran que las instituciones educativas en particular, pero el Estado en general, sostiene dinámicas aun predominantemente disciplinarias (en breve a desarrollar).

Ya entrados en la tercera década del siglo XXI, las instancias pedagógicas involucran más actores que profesor-estudiante. Los artefactos digitales están adentro del aula en el momento mismo de la instancia pedagógica y disputan más que la atención. Y aunque no sean permitidos en el aula, al capturar la atención, ocupar una temporalidad importante por fuera del aula y dejar huella en la memoria (Lazzarato), sus consecuencias siguen vigentes [2]. Veamos, en términos sencillos, cinco contrapuntos generales entre disciplina y control digital.

En primera instancia es posible señalar que la disciplina tiende a homogeneizar. Los contenidos son los mismos para todos los estudiantes que conforman una determinada comisión en un respectivo año lectivo y en una materia. Hay un margen demasiado reducido de la incorporación de las pasiones y virtudes de los estudiantes en los procesos pedagógicos.

En contraposición: las dinámicas del control digital, a partir de las plataformas digitales y los dispositivos algorítmicos, logran modificarse continuamente en el devenir en función de las inclinaciones inconscientes, adaptándose a cada subjetividad, pero fundamentalmente salteándolas al elaborar perfiles digitales supraindividuales (data mining). De esta manera, los dispositivos del control digital tienden hacia una homogeneización que se apalanca en la heterogeneidad, involucrando más elementos de las particularidades psíquicas de los sujetos en sus estrategias de interpelación que las instituciones educativas.

En el mismo sentido, lo segundo a señalar es que la disciplina tiene mucho menos en cuenta los gustos e intereses [3] de los sujetos que los dispositivos del control. Por lo tanto, la disciplina las más de las veces no logra divertir o entretener, de manera que tiene un techo en los procesos de involucramiento subjetivo de los estudiantes en las didácticas pedagógicas. En cambio, las dinámicas del control no sólo apelan constantemente al entretenimiento y la diversión, sino que van configurando cierto fenómeno contemporáneo de adicción al placer inmediato.

En tercer lugar, los dispositivos disciplinarios tienden en mayor medida a ordenar, obligar, mandar. De esta manera, se suele obturar o dejar por fuera el albedrío (la libertad de elegir). En oposición, la principal astucia de las dinámicas del control constituye el no tener que apelar a ningún tipo de obligación normativa, sino el lograr seducir y capturar las inclinaciones inconscientes. Así, se fomenta o recupera relativamente el albedrío.

Las dinámicas disciplinarias, en cuarto lugar, fortuitamente nos orientan a desarrollar un conjunto de capacidades comunicativas como la oralidad, la gestualidad, hablar en público y en un contexto de sociabilidad presencial (no mediado digitalmente). Los dispositivos del control digital no nos exigen desarrollar esas capacidades. Aunque sí logran que nos expongamos en el ciberespacio, contando con las comodidades de la mediación digital (lo cual también tiene sus consecuencias).

En una línea similar, en quinto lugar, la disciplina tiende a incomodarnos, a desafiar nuestros límites, a exigir más de lo que el sujeto quisiera hacer. En oposición, las dinámicas del control nos apañan, nos otorgan placer inmediato y efímero; un escapismo rápido a la angustia que nos mantiene en una “zona de confort”. Lo cual, al mismo tiempo, alimenta y sostiene trastornos de depresión, ansiedad, etcétera; además de configurar modos de obturar, en los sujetos y en lo social, el despliegue de las potencialidades en estrecha relación con las plenitudes.

Todos aquellos potenciales y cualidades de los seres humanos que logran ser canalizados y catalizados por las dinámicas del control digital, de no contar con dicha canalización deberían encontrar otro modo de desenvolverse. Las mediaciones digitales y algorítmicas se orientan a hacerse del dominio de las posibilidades de devenir de lo transindividual (relacionalidades vinculares) y personal simultáneamente, desde allí neutralizan los potenciales latentes.

La hipermediación digital y algorítmica logra capturar la multiplicidad de lo que constituimos, tanto aquello que está a la luz como a la sombra de lo que podemos o queremos reconocer. Lo que no está claro para las ciencias sociales es lo que logran afectar en las profundidades psíquicas. Sobre todo, si seguimos condenando esa profundidad a lo insondable, negando la posibilidad de abordaje e involucramiento analítico de las manifestaciones de lo arquetípico.

 

Nuevas directrices para reinventar la estatalidad

Para vencer frente la hipermediación digital y algorítmica de nuestros tiempos necesitamos reorientar las directrices pedagógicas de nuestras instituciones, en función del despliegue sinérgico de los potenciales de los seres humanos. Si la escuela, por ejemplo, no reorienta sus directrices en función del despliegue de las cualidades latentes y manifiestas de sus estudiantes, difícilmente se pueda vencer frente a las dinámicas del control digital.

Las pasiones y virtudes de los seres humanos son las que constituyen el registro de las manifestaciones de lo arquetípico, por ello la propuesta de unas pedagogías de lo arquetípico. Pueden tranquilamente no ser llamadas de esa manera, lo más importante es lo que suceda en términos concretos.

Sin embargo, si seguimos concibiendo al ser humano como un híbrido entre los potenciales fisiológicos y las condiciones exteriores –sin reconocer las manifestaciones de lo arquetípico– no vamos a terminar de entender qué es lo que afectan en el inconsciente las modalidades algorítmicas y digitales de nuestros tiempos. Siendo este reconocimiento fundamental para anclar allí también las políticas de liberación social y, junto a ellas, la orientación de un nuevo proyecto de estatalidad.

 

 

 

 

* El autor es licenciado en Sociología. Becario CONICET (IIGG-UBA) y doctorando en Ciencias Sociales (FaHCE-UNLP).

 

 

 

Fuentes

Cluzel, F. (2020). Guerra Cognitiva. Allied Command Transformation. OTAN
Deleuze, G. (1991). Posdata sobre las sociedades de control. Ediciones Nordan.
Foucault, M. (2002). Vigilar y castigar. Siglo XXI.
Gramsci, A. (1990). Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado.
Han, B-C. (2014). Psicopolítica: Neoliberalismo y nuevas técnicas del poder. Pensamiento Herder.
Jung, C-G. (2004). La dinámica de lo inconsciente. (Vol. VIII). Trotta
Lazzarato, M. (2006). Políticas del acontecimiento. Tinta Limón.
Ouriques, E-V. (2017). Teoría Psicopolítica. A emancipação dos Aparelhos Psicopolíticos da Cultura. UFRO, UFRJ, UP, UNLP y UG.
Prueger, J. (2024). Nueva epistemología emergente y nuevo horizonte civilizatorio. Disponible aquí.
Rouvroy, A. y Berns, T. (2016). Gubernamentalidad algorítmica y perspectivas de emancipación: ¿lo dispar como condición de individualización por relación? ECOPOS, 18 (2), 36-56.

 

[1] Capacidad de afectar que se modifica en el devenir. Deleuze planteaba que la disciplina tiende más a moldear (un modo de afectar más estático) mientras que el control tiende a modular.
[2] Esto no implica sostener una postura tecnofóbica. La tecnología puede incluso cumplir un rol en los procesos de liberación.
[3] Es necesario diferenciar gustos e intereses de las pasiones y virtudes en tanto registro de las potencialidades.

 

 

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