El ajuste patriótico permanente

La Argentina sólo está por delante de México, Indonesia y Nigeria

 

A principios de año, el think tank británico de extracción conservadora Henry Jackson Society lanzó su extenso informe Audit of Geopolitical Capability. An Assessment of Twenty Major Powers.[1] Compilado en el marco del Global Britain Programme, un programa de investigación que estudia las capacidades geopolíticas de los estados a nivel global, el reporte efectúa un análisis y sistematización de la situación de las naciones del G-20 (más Nigeria).

Los indicadores de poder que incorpora el estudio incluyen las dimensiones económica, tecnológica, cultural, diplomática y militar, entre otras. Siguiendo un sofisticado mecanismo de ponderación, el informe concluye que la Argentina se encuentra entre los últimos lugares del ranking, a una considerable distancia del resto de los países que conforman el G-20 (con excepción de Indonesia y México). Los indicadores militares –que comprenden inversión en defensa, acceso a vectores nucleares, capacidad de proyección de fuerzas y sofisticación del complejo militar industrial– le otorgan un índice de 0.0023 puntos. Por detrás quedan sólo Indonesia (0.0022 puntos), México (0.0014) y Nigeria (0.0010 puntos).

El reporte enfatiza, en el caso de la Argentina, el deterioro del sistema de defensa nacional y el escaso peso específico que concita a la hora de la proyección geopolítica del estado dentro del concierto de naciones. El informe ubica a nuestro país dentro del grupo de “potencias locales”, es decir, aquellas naciones que no poseen o no han desarrollado una estructura nacional consolidada que le permita desplegar instrumentos de poder tangible para zanjar diferendos geopolíticos o defender sus intereses nacionales.

 

Presupuesto  2019: una mirada comparativa

El presupuesto de la “función defensa” para 2019 ascenderá a 71.042.483.247 de pesos, mientras que el del Ministerio de Defensa trepará a 102.838.290.570 de pesos.[2] Expresado en dólares, y tomando como referencia una cotización de 40 pesos para 2018 y de 49,25 para 2019[3], esto implica una estentórea caída de 41,64 por ciento con respecto al presupuesto de 2015 para el Ministerio de Defensa; y de 42,18 por ciento para la medición de la “función defensa”.[4]

En perspectiva histórica, se puede apreciar (ver gráfico) que desde la hiperinflación del año final del gobierno de Raúl Alfonsín (1983-1989), el presupuesto destinado a la defensa nacional, medido en dólares, descendió moderadamente durante la década de 1990, se recuperó durante los años 2000, para volver a descender de manera pronunciada durante la gestión de Mauricio Macri.

 

 

En términos de la composición del gasto, la comparación punta a punta del gobierno de Mauricio Macri también exhibe un evidente deterioro de las capacidades operativas del instrumento militar. Mientras en 2015 el inciso 1 (sueldos y pensiones) representaba el 77,15 por ciento del presupuesto jurisdiccional, en 2019 esa cifra asciende al 83,52 por ciento. Por su parte, el inciso 4 (equipamiento) pasa del 4,57 por ciento al 2,51 por ciento durante el mismo periodo, es decir, una significativa reducción del 45 por ciento. Este deterioro operativo excede al gobierno de Macri –de hecho, se viene experimentando sin solución de continuidad desde el retorno de la democracia en 1983–, pero la actual administración lo ha llevado a niveles superiores a los de la peor crisis económica de la historia argentina (en 2003, tras la crisis 2001/2002, el gasto en salarios y pensiones representó el 79,74 por ciento, sólo superado por el actual 83,52 por ciento).

 

 

Antes de que el Congreso Nacional aprobase el presupuesto 2019, las fuentes mejor informadas daban cuenta de un notorio recorte presupuestario para el ministerio de Defensa. Esa poda se expresaría, anticipaban las cronistas de mejor acceso al gobierno, en tres variables fundamentales: un fuerte recorte de gastos de personal, una reingeniería administrativa y un desprendimiento de tierras pertenecientes a las Fuerzas Armadas.[5]

En cuanto al recorte de personal, se contemplaba que el Ministerio de Defensa tendría alrededor de 9.000 sueldos menos por jubilaciones, retiros voluntarios y no renovación de contratos. En materia de reestructuración administrativa, se anticipaba el rediseño del esquema de agregadurías militares en todo el mundo, lo que supone una reducción al máximo de los delegados castrenses en las embajadas argentinas en el exterior. De un total de 88 sedes diplomáticas, hasta 2017 la mayoría contaba con agregados militares (incluso de las tres fuerzas en muchos casos). A partir de 2019 no habrá más de 30 agregadurías militares. La perspectiva fiscalista del gobierno exhibe como un logro la reducción de los 50 millones de dólares previos a los 8 millones de dólares actuales del gasto en agregados militares. Desde luego, estos expertos en ajuste fiscal –que cumplen funciones en la Jefatura de Gabinete de Ministros monitoreando el gasto jurisdiccional– no logran ver que ese supuesto ahorro también implica una debilidad estratégica, toda vez que los agregados castrenses desempeñan un rol fundamental en materia de inteligencia estratégico-militar.[6] Por último, quienes actualizan las planillas de Excel en la Casa Rosada celebran el siguiente dato ofrecido por el Ministerio de Defensa: en 2019 se tiene previsto el ingreso de unos 8.000 millones de pesos por la venta de tierras militares en todo el país.

Al divulgarse esta información a mediados de 2018, asesores del ministro Aguad aseguraron que los fondos obtenidos por las ventas de tierras fiscales de las Fuerzas Armadas serían destinados al reequipamiento del instrumento militar y al fortalecimiento de las actividades operativas. En especial, hicieron referencia al objetivo de impulsar fuertemente los vuelos de la Fuerza Aérea, el adiestramiento de unidades del Ejército y la navegación de los buques de la Armada. Si bien en el Edificio Libertador reconocían que el presupuesto 2019 tendría un cariz de emergencia, señalaban que en 2020 “habrá una mejora de la economía que permitirá aumentar los fondos para los militares”.[7]

Esos asesores de la cartera de Defensa parecen imbuidos del mismo espíritu optimista del Presidente o de sus principales colaboradores, quienes desde hace más de tres años sistemáticamente subestiman el flagelo de la inflación.[8] Lo cierto es que resulta verdaderamente una quimera pensar en un fortalecimiento operativo del instrumento militar en el contexto actual de agudización de la deuda pública argentina y de fuga de capitales. Si no se logró hasta ahora ese fortalecimiento, es impensable que se vaya a plasmar durante los próximos años, atento al amenazante panorama que se prevé en materia de vencimientos de deuda. Un solo dato resulta elocuente: la deuda pública llegó al 95,4 por ciento del PIB durante el tercer trimestre de 2018 y cabe esperar que la relación deuda/PIB alcance –cuando se tenga procesado el dato de diciembre de 2018– un nivel superior al 110 por ciento. Sólo un año atrás, la misma relación era del 53,41 por ciento del PIB.[9]

 

La decadencia operativa de las Fuerzas Armadas

La decadencia operativa de las Fuerzas Armadas ha llegado a su máxima expresión en el Presupuesto 2019. Ya en 2018 el presidente Macri había requerido a los uniformados un “ajuste patriótico”, que el mundo castrense imaginó que sería el último de una larga serie. Sin embargo, el plan de  ingresos y gastos estatales de 2019 trajo una situación sin precedentes en cuanto a carencias en materia de adiestramiento operacional.

La revisión del acápite “Metas, Producción Bruta e Indicadores” de cada fuerza correspondiente a los presupuestos de los años 2018 y 2019, resulta elocuente por sí sola. En el caso del Ejército Argentino, la comparación de los períodos en cuestión arroja que el “adiestramiento operacional en campaña” sufrirá un recorte del 60 por ciento (de 10 a 4 días) en 2019, mientras que las horas de vuelo de la Fuerza Aérea experimentarán una merma del 67 por ciento (de 33.810 a 10.200 horas de vuelo).

 

 

Finalmente, la Armada Argentina merece un párrafo aparte, contemplando el antecedente de la tragedia del submarino ARA San Juan ocurrida el 15 de noviembre de 2017. De manera inédita, en el presupuesto 2019 no hay metas operacionales planificadas en materia de días de navegación u horas de vuelo de los aviones de la fuerza.[10] Es una situación de parálisis operativa de la que no se registran antecedentes. El año próximo la Armada tendrá casi un 12 por ciento menos de presupuesto real –esto es, considerando la inflación– que en 2015, último año de la gestión de Cristina Fernández. En resumen, el presupuesto de este programa para 2019 será casi un 50 por ciento inferior al de 2015 medido en dólares, mientras que si se lo mide en pesos reales la caída será cercana al 30 por ciento.[11]

En este contexto, conviene recordar in extenso lo transmitido por el presidente Macri al Jefe del Estado Mayor Conjunto, teniente general Bari del Valle Sosa, en julio del año pasado: "Quiero que le retrasmita a las Fuerzas Armadas mi agradecimiento y les pido un esfuerzo patriótico, sé de la situación difícil por la que están pasando, la falta de medios y recursos para las maniobras; sé que cuento con el apoyo de cada una de las fuerzas, me hubiera gustado otra situación pero espero de ustedes la contribución en la recuperación del país".[12]

Macri les miente sistemáticamente a los militares como engañó a toda la ciudadanía en la campaña electoral de 2015. El colapso de las Fuerzas Armadas es la resultante del colapso del país. Nos encontramos frente a la “crónica de una muerte anunciada”. Sólo un proyecto alternativo podrá sacar a las Fuerzas Armadas del círculo vicioso del ajuste permanente que propone el gobierno de Cambiemos.

 

 

 

*Diputada Nacional. Ex ministra de Defensa

 

[1] Rogers, J. (comp.). 2019. “Audit of Geopolitical Capability. An Assessment of Twenty Major Powers”. Global Britain Programme-HJS. Enero. Recuperado de:  https://henryjacksonsociety.org/wp-content/uploads/2019/01/HJS-2019-Audit-of-Geopolitical-Capability-Report-web.pdf [21 de enero de 2019].

[2] Los datos de la función de defensa agrupan aquellos programas destinados específicamente a la defensa nacional. Por su parte, los correspondientes a la cartera de Defensa incluyen fondos destinados a las funciones de educación y salud, entre otras.

[3] Rodríguez Petersen, J. 2018. “Del dólar a la inflación y el PBI: las proyecciones de los expertos para 2019”. El Cronista. 28 de diciembre

[4] Estos datos, y los que se reproducen en los párrafos siguientes, surgen de: Eissa, S. 2018. “Querida encogí a las FFAA”. El Cohete a la Luna. Recuperado de: https://www.elcohetealaluna.com/querida-encogi-a-las-fuerzas-armadas/ [08 de noviembre de 2018]

[5] Dinatale, M. 2018. “Presupuesto de las Fuerzas Armadas en crisis: recortes de personal, ingeniería administrativa y venta de tierras”. Infobae. 22 de septiembre.

[6] Los agregados militares desempeñan un rol fundamental contribuyente a las tareas de la Dirección Nacional de Inteligencia Estratégica Militar (DNIEM) del Ministerio de Defensa, la que se encarga de producir inteligencia estratégica para la defensa en forma permanente, relacionada con las amenazas del marco externo.

[7] Dinatale, M. 2018. “Presupuesto de las Fuerzas Armadas en crisis: recortes de personal, ingeniería administrativa y venta de tierras”. Op. cit.

[8] Ver Primera Fuente. 2018. El Gobierno y sus fallidas frases sobre la inflación. 23 de febrero. Recuperado de: http://www.primerafuente.com.ar/noticias/73916/gobierno-sus-fallidas-frases-sobre-inflacion [21 de enero de 2019]

[9] Ver Cuparo Ortiz, M. 2018. “Ahora es oficial: la deuda pública llegó al 95,4% del PBI”. BAE Negocios. 31 de diciembre.

[10] Di Santi, M. y Slipczuk, M. 2018. “ARA San Juan: el presupuesto para la Armada se redujo en 2018 y 2019”. Chequeado. 15 de noviembre.

[11] Aclaran Di Santi y Slipczuk: “Al analizar este programa, sólo se consideraron los gastos en bienes de consumo –por ejemplo, comida y vestimenta– y servicios –por ejemplo, mantenimiento o reparaciones–. Así, se dejó afuera del cálculo los gastos en personal –principalmente salarios– y en bienes de uso –-infraestructura–, que no están directamente relacionados con la operatividad. Si se analiza el total del programa (o sea, con salarios e infraestructura incluidos) también se evidencia una caída en 2018 y 2019”. Ver Di Santi, M. y Slipczuk, M. 2018. Op. cit.

[12] Aguilera, E. 2018. “Macri pide a los uniformados esfuerzo patriótico por ajuste”. Ámbito Financiero. 2 de julio.

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