El Arte de Lavarse las Manos

Al lavado de manos habremos de responder con manos a la obra.

 

“Y viendo Pilatos que no conseguía nada, sino que más bien se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la multitud, diciendo: 'Soy inocente de la sangre de este justo'” (Mateo 27:24). Está histórica referencia del Nuevo Testamento ha sido ampliamente utilizada para referirse a quién supuestamente puede tener responsabilidad y compromiso sobre un determinado asunto y resuelve no asumirlo. Sin embargo, al menos en este caso particular, la historiografía propone que el gobernador romano de Judea tenía un incentivo político para tomar tal actitud.

Los estudios de relaciones cívico-militares abundan en categorizaciones diversas en las cuales gobiernos civiles constitucionales se acomodan de diferente manera frente a una corporación militar que conserva prerrogativas e influye sobre el sistema político. Situación nada hipotética en nuestra región y que ocurre hoy día –por caso en el mismo Brasil– donde las FFAA conservan y hacen valer lo que Samuel Huntington en 1957 denominó “poder militar”.

No obstante, el sector de la Defensa en la Argentina ha sido en los últimos cuatro años un curioso semillero de pilatismo vernáculo. ¿Qué ocurre cuando aquél que tiene los atributos y capacidad no ejerce el mando? Ernesto López en su estudio de la política de Defensa en los '80 y '90 desarrolló una novedosa categoría teórica frente a un invento tan argentino como la birome y el colectivo: el delegacionismo político. Esta práctica fue identificada como la inacción en el ejercicio de la conducción, a pesar de contarse con los atributos necesarios para llevarla a cabo. Es delegativa en tanto que el mandante, al abandonar el ejercicio del mando, delega la conducción, implícita o explícitamente, a los mandados.

La gestión de Cambiemos ha sido prolífica en esta materia. La ausencia del entonces Presidente y Comandante en Jefe de las FFAA Mauricio Macri y de su Ministro de Defensa Oscar Aguad en el acto que se realizó en la base de submarinos de Mar del Plata con motivo del segundo aniversario del naufragio del submarino ARA San Juan, resulta paradigmática. Según el jefe de la Armada, el Presidente “planteó que tenía una problemática compleja de agenda” . Siempre trataron a esta tragedia como un asunto que les era completamente ajeno, desconociendo que los 44 argentines que fallecieron en un buque de la Armada eran además de ciudadanos que merecen honores y respeto, sus subalternos. Desgraciadamente el legado de Cambiemos no solo abarca episodios oprobiosos como el mencionado. En 2016 Macri emitió el Decreto 721, que modificó dos decretos de 1984 y 1985. Esas normas del Presidente Raúl Alfonsín, en un momento de reafirmación democrática y desarticulación de la Doctrina de Seguridad Nacional, devolvían a la órbita civil cuestiones relativas a destinos, designaciones, retiros, bajas, entre otras. El Decreto 721 simplemente devolvió esas competencias a la órbita castrense, marcando un retroceso en el gobierno político de la Defensa.

Juntos por el Cambio persistiría en este tipo de prácticas. A tan solo diez días de terminar su mandato, el Ministro de Defensa Oscar Aguad emitió la Resolución 1531 que determinó una nueva estructura orgánico-funcional de los estados mayores generales de las FFAA y derogó, en su artículo octavo, la Resolución 1633 de 2010. Esa Resolución de nuestra gestión tenía fundamentalmente dos propósitos:

  1. Quitar la potestad de los Jefes de Estado Mayor para armar sus estructuras orgánicas de conducción superior a su antojo y hacer política desde esa facultad (artículo quinto). En efecto, resultaba absurdo que el Ministro/a precisara un decreto presidencial para modificar la estructura de su Ministerio mientras el Jefe de cada fuerza tenía potestad de modificar la suya de manera unilateral sin el aval de la conducción política. Este era probablemente el principal valor de aquella resolución de 2010.
  2.  El diseño orgánico atomizado dificultaba la coordinación y articulación entre las diferentes fuerzas (lo que en la jerga se denomina conjuntez). No quedaba claro a un Director de una fuerza quién era contraparte en otra. Del mismo modo, con las estructuras orgánico-funcionales anteriores, cuando el Ministerio creaba una Comisión de Doctrina, Formación o Logística Conjunta, por poner solo unos ejemplos, tenía que primeramente indagar qué área llevaba esa temática en cada fuerza y en el Estado Mayor Conjunto y ponderar hasta dónde llegaban las facultades de esa área y si no se solapaban con alguna otra. Podían pasar días en este trabajo arqueológico y finalmente no terminaban de quedar del todo claras (ni para las mismas fuerzas) las responsabilidades de cada componente. Por eso se pensó que una estructura común promovería algo elemental señalado en todas las grandes normas del sector en la democracia y advertido en el “Informe Rattenbach” tras la Guerra de Malvinas: el accionar conjunto.

Resulta una parte indispensable del diseño de políticas públicas el diagnóstico de los problemas que pudieran existir en algún sector. Y eso involucra identificar, señalar, ponderar y cuestionar. Sin embargo, el Presidente Alberto Fernández fue claro al señalar cuál es el camino a seguir a partir de ahí: utilizar el tiempo y la energía en resolver esos problemas. El 11 de diciembre el Ministro de Defensa, Agustín Rossi, emitió la Resolución 1562/2019 que derogó la 1531 y de esta forma reparó el último desatino de la gestión de Aguad, restableciendo así la conducción política en esas cuestiones. Al lavado de manos habremos de responder con manos a la obra.

 

 

 

 

 

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