El baile del ladrillo

El intendente de Milán, en la mira de fiscales italianos

Beppe Sala es investigado por el caso del Pirellino.. Foto: Miguel Medina.

 

Milán, la “Capital Moral de Italia” como la llamaban en otros tiempos, vuelve a convertirse en el epicentro de una tempestad que amenaza círculos empresariales, funcionarios municipales y estamentos políticos. La fiscalía ha solicitado el arresto de algunos personajes y ha abierto 74 expedientes.

“Me enteré por los diarios que me están investigando... ¡Alucinante!”, dijo el intendente de Milán, Giuseppe Beppe Sala, en una declaración a la prensa.

Milán ha sido siempre la ciudad que anticipaba tendencias, en positivo o negativo:

  • En 1919 vio nacer en su centro histórico los Fasci di Combattimento de Benito Mussolini;
  • El 25 de abril de 1945 desfilaron por sus calles los partisanos que la habían liberado de las tropas fascistas;
  • En 1992 la magistratura descabezó la dirigencia de la Primera República mediante la operación Mani Pulite;
  • En 1994 apareció la primera expresión de la nueva derecha cuando Silvio Berlusconi decidió “entrar en la cancha” para llenar el vacío que había dejado la retirada de los políticos tradicionales;
  • En 2007 dos periodistas del Corriere della Sera, el diario histórico de la ciudad, publicaron un libro que alimentó el debate político durante décadas: La Casta. Così i Politici Italiani Sono Diventati Intoccabili; y
  • En 2009 se fundó el Movimiento 5 Estrellas, primer tentativo de democracia digital, estimulado por el descrédito de la clase política.

 

La ciudad de las maravillas

En 2015 se realizó la EXPO en un área de la periferia norte de Milán. La manifestación se organizó bajo el signo de la alimentación, la comida como espectáculo. Aquí también hubo un anticipo de tendencias que tuvieron su eclosión posterior en los shows televisivos como Master Chef. Fue un éxito internacional y la ciudad, remozada y lustrada, se convirtió en un punto de llegada del turismo internacional. Las atracciones eran el diseño, la moda y ciertamente el arte.

Quien había sido el gestor de la EXPO se convirtió en las elecciones municipales de 2016 en el intendente de Milán: Giuseppe Sala, que en su segundo mandato se entera por los diarios que está siendo investigado por los jueces.

Sala es el responsable de la nueva imagen de la ciudad cuya tarjeta postal más luminosa es City Life con las tres torres que recortan el perfil del barrio surgido sobre el terreno que ocupó durante décadas la feria expositiva de la ciudad, donde se expresaban las tendencias económicas surgidas en la segunda postguerra, cuya manifestación principal era la famosa Feria Campionaria, a cuya edición de julio de 1947 asistió como invitada especial Evita Perón, que estaba cumpliendo su gira europea.

 

Evita llega a la Feria de Milán en 1947, en un Alfa Romeo descapotable.

 

City Life es un complejo comercial y de viviendas centrado en un amplio parque, que atrae millares de personas a vivir las emociones del shopping en un escenario futurístico firmado por Arata Isozaki, Daniel Libeskind y Zaha Hadid, cuyas torres iluminadas al anochecer recuerdan las visiones urbanas de Blade Runner.

En la ciudad aparecieron tiendas y restaurantes de diseño; las grandes cadenas hoteleras compraron edificios históricos para instalarse. La última fue la catalana Meliá, que inauguró hace días un hotel de lujo en la zona de plaza Cordusio, frente al antiguo edificio del correo central que ahora es una súper cafetería Starbucks.

Milán tiene la fama de la ciudad que no para: el café se bebe velozmente, el aperitivo se toma de pie, el centro es un hervidero de veloces motorinos que se mueven en la zona bancaria, en verano los managers reducen su almuerzo a un helado de pie en Ciacco, a dos pasos del Duomo.

Esta híper-velocidad se llevó a los extremos cuando en febrero/marzo de 2020 llegaron las primeras noticias inquietantes de una peste desconocida: alguien lanzó un video que cantaba Milano non si ferma (Milán no se para), que fue replicado por millares de optimistas, orgullosos del estilo de la ciudad.

 

 

El Covid los devolvió brutalmente a la realidad y la ciudad se detuvo, como el resto del mundo. A esta altura se había comenzado a hablar de un Modelo Milán, difícilmente repetible en otros lugares. ¿Pero era realmente así?

 

Turbo-transformación

Milán y su dirigencia en realidad no habían inventado nada, seguían las tendencias que habían anticipado Londres, París o Múnich: crecimiento edilicio, renovación de barrios históricos, avance del privado sobre el público y burbuja inmobiliaria. En cifras actuales, el precio del metro cuadrado en el centro de Milán es de € 11.200, € 6.450 en zona media y € 3.950 en periferia.

Uno de los mecanismos para atraer inversiones fue bajar los costos de urbanización, que ahora son de los más bajos de Europa. Se estima que entre 2014 y 2018 arribaron a Milán 15.000 millones de euros de inversiones inmobiliarias internacionales, más que Múnich o Amsterdam con sus 10.000 millones.

 

City Life, una postal de Milán.

 

Un aviso para comprender la transformación en acto fue la compra por parte del fondo soberano de Qatar del área de Porta Nuova en 2015. Allí se alza el rascacielos del banco Unicredit, firmado por el argentino César Pelli, que gracias a su aguja llega a los 231 metros, el más alto de Milán.

La dirigencia municipal esperaba nuevas remesas, 13.000 millones que deberían entrar entre 2019 y 2029 para transformar 10 millones de metros cuadrados de terrenos en la ciudad Uhnwi: el acrónimo se refiere a los Ultra High Net Worth Individuals, personas que ganan anualmente de 30 millones para arriba, para los cuales es difícil encontrar casa al nivel de sus aspiraciones, por lo tanto el proyecto apunta (o apuntaba) a la construcción de casas de súper lujo. El cálculo de las inmobiliarias es que sean unas 5.000 personas, entre las que se destacan los futbolistas. Uno de los anzuelos para atraerlos es una tasa chata o flat tax a € 200.000 sobre las ganancias generadas en el exterior y tasa de sucesión al 8%.

El modelo acarrea su faz oscura: la expulsión de miles de milaneses, que tuvieron que dejar la ciudad porque los costos de vivir en Milán se han vuelto insostenibles para el ciudadano común. En 2025 algunos precios han aumentado con porcentajes dobles:

  • Gimnasio      19%
  • Café               17%
  • Manteca       12%
  • Un poco menos un plomero 7.4%
  • Unas vacaciones organizadas cuestan 12%
  • Jardín de infantes privado € 756 al mes.
  • Costo de alquileres o compra, crecieron al 4,6%, mientras que la media nacional creció 2,1%.
  • Gastos médicos/medicinas aumentaron un 3%, frente a una media nacional de 1,6%.

Italia se caracteriza además por los sueldos bajos, congelados desde hace años. Se considera que en Milán el 62% de los residentes menores de 40 años gasta para vivir más de lo que gana.

El comedor público Pane Quotidiano, una onlus (organización no lucrativa de utilidad social) laica fundada en 1898 para atender las necesidades alimentarias de las fajas de población pobres, ha visto aumentar exponencialmente las filas de personas que vienen a comer o retirar paquetes de provisiones cada día. Si en un momento abundaban extranjeros, predominantemente del África, cada vez hay más italianos en situación de pobreza.

En la última navidad se llegó al pico de servir hasta 5.000 comidas cada día. Lo que era en origen una actividad subsidiaria, se ha transformado en necesaria.

No se trata exclusivamente de gente en situación de calle: hay familias que frecuentan Pane Quotidiano, que aun con un trabajo fijo no pueden resistir el ritmo de la turbo-transformación impuesto por la Ciudad de las Maravillas.

 

El regreso de los jueces

Desde hace años era notoria la relación intensa entre municipio y empresas constructoras. De uno de estos contactos saltó la chispa que llevó a la magistratura a abrir una investigación: se trata de un edificio de propiedad municipal vendido a 193 millones de euros, inicialmente habilitado a libre residencia.

Dicho edificio es llamado popularmente Pirellino, considerado hermano menor del edificio Pirelli llamado Pirellone. La empresa compradora presentó un proyecto firmado por el arquitecto milanés Stefano Boeri y el constructor Manfredi Catella. El proyecto fue rechazado por la Comisión Paisaje y aprobado en un segundo momento, según los jueces “por la indebida presión del intendente Sala, del arquitecto Boeri y del constructor Manfredi Catella”.

Una serie de telefonemas y mensajes de WhatsApp revelan la presión al municipio, a los que Sala responderá que “mañana lo reviso con calma”.

Desde la época de la EXPO, Sala ha tenido que frecuentar juzgados. Por ejemplo, en la declaración de réditos 2015 (en plena función de director EXPO) había errores, un terreno en la costa era en realidad una villa remozada por dos famosos arquitectos que Sala había contratado para la EXPO con funciones bien remuneradas; tampoco declaró una casa en Suiza cerca de Sant Moritz y no había señalado sus participaciones en dos empresas. “Simple olvido”, se disculpó.

La magistratura fue generosa: cuando Sala asumió como intendente archivaron los casos, gracias a lo que su amigo Matteo Renzi definió como “sensibilidad institucional”.

En realidad, la vorágine que se ha abierto con la apertura de la causa no es otra cosa que un conflicto de intereses elevado a sistema legalizado. Todo gira en esa mezcla entre público y privado que consigue gestionar y enderezar tramitaciones difíciles en la dirección deseada por las empresas amigas.

Son varias las causas abiertas, y en cuatro ocasiones los jueces de la audiencia preliminar han concedido a la fiscalía la apertura del juicio. El caso del Pirellino tiene más eco porque entre los indagados aparece Sala.

No estamos hablando de un vecino que transformó en habitación el galponcito del fondo, estamos frente a un cambio de escala brutal, con volumetrías escandalosas; un proyecto pasado como restructuración de inmueble se transformó en una torre de veinte pisos con el uso desprejuiciado de la SCIA, una autocertificación que habilita la apertura de los trabajos.

Las piezas del mecanismo son varias. Una es la oficina de Regeneración Urbana donde el intendente ha colocado a uno de sus fieles, el asesor Giancarlo Tancredi, que presentó su renuncia el lunes último en sesión municipal, declarándose el chivo expiatorio del caso, “ya que alguien debe pagar”. La oficina de Regeneración Urbana cumple (o debería) un rol importante: determinar el espacio público y privado pasible de modificarse o reconstruirse.

El otro resorte es la Comisión Paisaje, donde Sala ha colocado a Giuseppe Marinoni, otro de los suyos, y allí salta otro problema: Sala encarga al estudio privado del mismo Marinoni un informe para “individualizar desvíos para generar centralidad urbana”, donde la palabra “desvío” tiene un claro sentido de salida del reglamento edilicio. El lenguaje opaco del documento firmado por Sala no esconde lo que los jueces consideran “un instrumento artificioso para saltarse las reglas y facilitar la puesta en marcha de un proyecto de negocios oculto”.

Tanto para Tancredi como para Marinoni la magistratura ha solicitado el arresto.

En su discurso del lunes 21, el intendente defendió su proyecto y pidió, entre los aplausos de su mayoría, el apoyo para seguir su trabajo en los dos años de mandato que le restan. Al mismo tiempo señaló que la política y la justicia actúan en “ámbitos diferentes” y no se deben mezclar. Desde la entrada en política de Berlusconi ha sido este el mantra de la derecha italiana, reina del conflicto de intereses. Ahora el discurso es utilizado por un funcionario que se ubica, según sus palabras, en el centro izquierda. Hay que señalar que Sala ha tenido el apoyo de la Presidenta Giorgia Meloni y los garantistas de la derecha, experimentada en estos trances, con una notable colección de imputados.

Sala defiende su proyecto a rajatabla, pero la magistratura no ataca su visión de la ciudad como el intendente insinúa (no es función de los jueces) sino que quiere ver con claridad si han sido violadas las reglas. Si se comprobaran los hechos que la fiscalía sostiene, el modelo de ciudad excluyente de Sala seguiría siendo el mismo.

La mayoría con la que cuenta el intendente tiene como accionista principal al Partido Democrático (PD), cuya secretaria Elly Schlein lo telefoneó para solidarizarse. Schlein llegó a la secretaría del PD para empujarlo hacia la izquierda, pero entre caciques locales, corrientes internas y relaciones viscosas con el mundo empresarial, se encuentra entrampada en un mecanismo difícil de gestionar. El partido se ha comprometido a seguir a Sala en los 18 meses de mandato que le quedan, pero solicitando “correcciones de rumbo”, o sea medidas contra la pobreza y el alza de alquileres. Milán es la típica ciudad de personas sin casa y casas sin personas.

Dos mandatos equivalen a 96 meses. ¿Cómo podrá el intendente transformar su gestión en los 18 meses que le quedan? Un misterio. Además, en su discurso reivindicó el modelo de ciudad con orgullo y un punto de arrogancia. De cambiar, ni una palabra.

 

 

El estadio

El estadio Giuseppe Meazza, conocido también como El San Siro, entró en la mira de los constructores hace años, pero no para remozarlo sino para demolerlo y construir otra cosa. El estadio es muy amado, forma parte de la ciudad y su memoria, pero no para el intendente Sala.

El lunes habló expresamente del proyecto del nuevo estadio: Sala quiere concretar la operación de venta al Milan y al Inter en setiembre. Dentro de la misma junta municipal hay oposición al proyecto, que es una gigantesca especulación inmobiliaria que se construiría sobre terrenos públicos; además los compradores no serían los clubes sino dos fondos de inversiones.

El proyecto presentado es un conglomerado de oficinas, hoteles, centro comercial y, por supuesto, el estadio. El costo del proyecto es de 1.300 millones de euros; los espacios se reparten en 28.000 metros para una torre de oficinas de 17 pisos, 88.000 metros para el centro comercial, 8.000 para zonas de entretenimiento y 4.600 para un centro de congresos de dos plantas.

El mantra de los que sostienen el proyecto Inter-Milan es que el mundo ha cambiado, los clubes no pertenecen más a Berlusconi o Moratti sino a fondos de inversiones internacionales, por lo tanto es con los inversores con quienes se deberá tratar.

Mientras tanto, el sábado 19 de julio La Gazzetta dello Sport, el diario deportivo número uno, publicaba: “San Siro no reúne los requisitos UEFA. Nada de Euro 2032. La solución es el nuevo estadio”. La noticia se amplificó y saltó hasta la prensa no deportiva. ¡La UEFA bocha San Siro! Era un importante punto a favor del intendente y los fondos de inversión, pero apareció Andrea Sparaciari, uno de aquellos periodistas que se toman en serio la profesión y consultó directamente en la fuente: el documento de la UEFA no existía, Sparaciari lo contó en su diario el miércoles 23. Este es el clima.

Para comprender mejor el debate bastaría imaginarse que el intendente de Buenos Aires, aliado a un fondo de inversión, propusiera demoler La Bombonera o El Monumental para crear un complejo edilicio. En Milán la cuestión se agrava porque los terrenos son públicos y el precio solicitado por metro cuadrado a la alianza Inter-Milan es de 417.79 euros; el precio fue calculado como justo por la Agencia de las Entradas (ente que recauda los impuestos) y a este informe se aferra el intendente para sostener su posición. Con los precios de Milán, esta cifra ha sido duramente atacada por los comités que se oponen a la demolición del estadio y al proyecto.

La magistratura abrió una carpeta en marzo de este año para discernir si la operación puede acarrear daños al patrimonio público.

 

El rey del ladrillo

El título se lo lleva Manfredi Catella. La sede de su empresa se encuentra en plaza Gae Aulenti, zona Porta Nuova, que como señalamos fue adquirida por el fondo soberano del Qatar. Manfredi Catella ya no es un constructor, la función de su empresa es hacer girar el dinero, tanto de sus socios del fondo del Qatar como de otros inversionistas que han llegado a esta plaza.

La fiscalía ha solicitado el arresto de este constructor/financista que fue interrogado el miércoles en sede judicial. Después del encuentro con los jueces comunicó a la prensa que había “explicado todo”. En los próximos días sabremos si se concede el arresto solicitado.

La empresa de Manfredi Catella es la Compagnia Immobiliare Avanzata, cuyo acrónimo es COIMA. Nomen Omen.

 

 

 

 

 

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