El banquero camaleónico

Negoció y presionó a los gobiernos como parte de la casta del poder

 

Cuando Lourdes Di Natale hablaba, sabía a quién apuntaba. La ex secretaria privada de Emir Yoma fue una testigo privilegiada de los movimientos del ex cuñado de Carlos Menem vinculados al tráfico ilegal de armas a Croacia y Ecuador, episodio íntimamente relacionado con el atentado a la AMIA según la línea de investigación del abogado y periodista Horacio Lutzky.

En un reportaje con el cronista de La Nación, Jorge Urien Berri, realizado en abril de 2001, Di Natale mencionó dos nombres que tendrían un grado de entrecruzamiento en la pesquisa.

¿Tenía relación con el banco Macro?, preguntó el periodista del diario de los Mitre. Sí, con Jorge Brito, respondió con seguridad.

La otra persona mencionada fue el financista uruguayo Rubén Weiszman.

Venía todos los miércoles desde Montevideo. Traía listados de empresas off shore uruguayas y Emir o Aurelia elegían las que les gustaban por los nombres, describió también con precisión.

Weiszman es como el Mossak Fonseca del país vecino. En su estudio se creaban empresas fantasmas puestas al servicio de quienes querían ocultar su identidad o el tenor ilegal de los negocios que iban a realizarse. De su estudio salió Elthan Trading, una de las sociedades fantasmas utilizadas por Yoma para cursar las coimas por el tráfico ilegal de armas.

Weiszman declaró en Argentina pero nunca fue imputado en esta causa. Con su testimonio se supo que una parte sustanciosa de los 36 millones de dólares recibidos por la sociedad fantasma de Emir Yoma habían sido transferidos directamente desde el Banco Macro. Quizás una virtud de Brito haya sido no aparecer en los Panamá Papers, como pretendió difundirse en las últimas horas a través de una fake news.

Weiszman –que en el país supo constituir diferentes sociedades con Guillermo Borger, ex titular de la AMIA, a través del intermediario Horacio Harkatz-- cayó preso en Uruguay en una causa por lavado de dinero vinculada al narcotráfico (Operativo Campanita).

Jorge Brito y Emir Yoma se conocían muy bien. Así lo registró Di Natale en sus agendas, aportadas en original al Poder Judicial (nada de fotocopias). Tanto como para planificar un viaje juntos o para tener en su escritorio un currículum del banquero.

El dueño del Banco Macro, quien falleció el viernes luego de que se estrellara su helicóptero en Salta, aparece como protagonista en diferentes episodios de los últimos 30 años que lo alejan de la idea del impoluto “gran empresario argentino”. No fue el banquero de nadie, sino que como banquero fue parte del poder real que negocia y/o condiciona a los diferentes Gobiernos.

 

La Nación, 21.11.2020

 

Acumulación originaria

Según relata el libro Los patrones de la Argentina K, escrito por Esteban Rafele y Pablo Fernández Blanco, el ingreso de Brito a la actividad financiera se produjo entre 1975 y 1976, cuando fundó junto a su cuñado Delfín Jorge Ezequiel Carballo la compañía Hamburgo, después renombrada como Anglia. El primer millón de dólares de ganancia llegaría en 1978.

Macro es el acrónimo de Muy Agradecidos a Celestino Rodrigo, por el Ministro de Economía que en 1975 licuó la moneda y permitió despegar con una significativa diferencia a los propietarios de la entonces financiera Macro y de la consultora Econométrica: el ministro de gobiernos militares José María Dagnino Pastore, el peronista Alieto Guadagni y los radicales Alfredo Concepción y Mario Brodersohn. Así, gobernara quien gobernara, los socios tenían información privilegiada. Cuando les compró el negocio, Jorge Brito reunió en sí solo toda esa diversidad, como un verdadero camaleón político.

 

 

 

Como pudo consignar el director de este Cohete, el banquero ya tenía relación con Brodersohn –secretario de Hacienda de Alfonsín-- desde al menos un año antes.

Desde aquí podría situarse el inicio de una estrecha relación con el operador todo terreno Enrique "Coti" Nosiglia, uno de los fundadores de la Coordinadora Radical. Otro radical con el que tuvo un estrecho vínculo fue Chrystian Colombo, quien antes de convertirse en jefe de gabinete de Fernando de la Rúa durante la primera Alianza había sido director de Macrovalores, una financiera del Macro.

La primera muestra de poder de Brito ocurrió en los días previos al estallido del Plan Primavera, el 6 de febrero de 1989, cuando el Banco Central liberó el mercado cambiario, lo que dio inicio al proceso hiperinflacionario. Como una suerte de golpe especulativo, el Macro compró 3 millones de dólares.

Los primeros meses de aquel año marcaron el principio del fin del Gobierno de Alfonsín, con las sucesivas corridas cambiarias que terminarían por eyectarlo de la Casa Rosada de manera anticipada. El golpe de mercado no fue solamente inflacionario, sino de desestabilización de la divisa a través de una corrida que incrementó en un 21 por ciento el stock de activos de argentinos fuera del sistema. Una práctica que Brito repetiría sobre el cierre de 2011 para presionar a Cristina Fernández de Kirchner.

 

Préstamos a Yoma

Durante el neoliberalismo menemista, Brito formó parte del esquema de privatización de las bancas públicas provinciales. Así accedió a la banca minorista. El Macro se quedó con el Banco de Misiones, cuando Ramón Puerta era el gobernador y el de Salta, en tiempo de Juan Carlos Romero, a quien apoyó explícitamente en la fórmula que integró con Menem de 2002.

La comisión parlamentaria que investigó el lavado de dinero durante el menemismo puso especial énfasis en la figura de Brito por su financiamiento continuo al Grupo Yoma, tanto por la trama vinculada al tráfico ilegal de armas como al sostenimiento económico de la curtiembre.

En el devenir de aquella labor parlamentaria quedó explicitado que el Banco Macro había sido uno de los canales por los cuales se transfirieron recursos de la banca pública hacia las sociedades de Emir Yoma.

El más patente fue el registrado durante la crisis del Tequila (1995). El banco de Brito había recibido redescuentos por 29 millones de pesos y otros 20 millones de una línea de crédito de Comercio Exterior, que terminaron casi en su totalidad en las cuentas de la Curtiembre Yoma, quien ya le debía al Estado nacional 100 millones de dólares.

Hacia 1998, Menem, junto a su ministro de Economía, Roque Fernández, y el jefe de Gabinete, Jorge Rodríguez, firmaron un decreto que autorizaba a Yoma SA a canjear por acciones su deuda con los bancos acreedores. También habían planificado la creación de un fideicomiso a la medida del Banco Macro, una suerte de salvavidas encargado por el riojano Víctor Bestani, director del Banco Nación, al estudio Rato-Villares Consultores.

Para 2003, Brito ostentaba la cucarda de ser el único banquero que había cobrado una deuda de Yoma.

 

Alianza

Antes de la caída de Fernando de la Rúa, el Macro se quedó con el Banco Bansud. Esa entidad había quedado bajo el patrimonio del Citibank –con quien Brito supo operar hacia fines de la década del ‘70--, cuando su casa matriz compró el grupo mexicano Banamex, que a la vez controlaba el Bansud. Según indicó el periodista y economista Alfredo Zaiat en un artículo del 18 de mayo de 2003, publicado en Cash, Brito se quedó con esa entidad sin poner un peso.

Tras el estallido de la Primera Alianza, el banquero nacido en 1952 no dudó en apoyar la fórmula Menem – Romero.

“A fines de julio de 2002, Carlos Menem aterrizaba en Salta, en su avioneta privada en la pista de tierra perteneciente a la empresa agropecuaria Río Bermejo SA. Sus directores son Jorge Horacio Brito y Delfín Ezequiel Carballo, los mismos accionistas del entonces Grupo Macro SA, hoy Banco Macro Bansud SA. En la finca se reunieron en forma secreta Carlos Saúl Menem y Juan Carlos Romero. El encuentro habría durado un poco más de 4 horas y sirvió para concretar una alianza política para presentarse en las pasadas elecciones del 27 de abril de 2003”, escribió Sergio Poma, autor del libro Salta, El Narcopoder.

El resto de la historia ya se sabe. Menem – Romero no se presentaron a la segunda vuelta y Néstor Kirchner se convirtió en Presidente. Fiel a su estilo, el patagónico salió a marcarle la cancha antes de que éste lo hiciera, tal como venía sucediendo desde sus primeras incursiones financieras.

“Yo conozco al grupito que ha hecho operaciones que no corresponden. Algunos de ellos manejan bancos que fueron privatizados en las provincias”, advirtió Kirchner durante una participación en el programa de Mirtha Legrand. “Yo los conozco, ¿eh?”. El destinatario había sido uno solo: Jorge Brito, quien se había convertido en el titular del nucleamiento de banqueros que reflotaron el sello de Adeba. Hubo un antecedente al “Coto, yo te conozco”.

 

¿El banquero de?

Entre 2003 y 2013, los activos del Banco Macro crecieron casi 900 por ciento y sus ganancias, otro 650 por ciento, según indicó Esteban Rafele, uno de los autores del libro Los patrones de la Argentina K. Ese crecimiento patrimonial le valió el calificativo de “el banquero de Néstor” en uno de los cables de la Embajada norteamericana filtrados por WikiLeaks, en donde también despotricaba contra algunos funcionarios de aquel Gobierno, en especial Guillermo Moreno.

Pero Brito no fue el banquero de nadie específico, como demuestra su derrotero. Negoció y presionó a los gobiernos según sus propios intereses como parte de la selecta casta del poder real en el país.

En el libro Economía a contramano, Zaiat publicó que Brito había comprado cerca de 13,53 millones de dólares en 2011 antes de la reelección de Cristina Fernández de Kirchner. Cuando la actual Vicepresidenta sostiene que durante su gestión tuvo que capear seis corridas cambiarias, a esto se refiere. Delfín Carballo también habría comprado 19 millones de dólares en ese período.

En 2014, el por entonces ministro de Economía Axel Kicillof acusaba a Brito de estar timbeando en la búsqueda de una megadevaluación. “Ni sé a cuánto está el dólar blue”, se jactaba el banquero, ante un breve reportaje con Perfil, para hacerse el desentendido. Kicillof lo miraba de reojo porque ambos habían coincidido en un almuerzo del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (Cicyp).

Cuando Massa se alejó del kirchnerismo, Brito se transformó en el sostén económico del tigrense, con quien mantuvo una buena relación hasta la actualidad. Probablemente Macri nunca lo haya adoptado como propio por esa relación con el líder del Frente Renovador.

Durante la Alianza Cambiemos, el ex presidente se cuidaba de cuestionarlo en público pero quien lo hacía era Elisa Carrió, sobre todo durante las pesquisas por el Caso Ciccone.

En 2018, el juez Ariel Lijo procesó al banquero en un desprendimiento de esa causa. “Para la adquisición del capital requerido para hacer frente a la operación se recurrió a inversores privados, que habrían sido Jorge H. Brito y Raúl Moneta. El primero habría realizado las negociaciones con Amado Boudou y aplicado la estructura de su grupo económico para las diversas gestiones, el segundo habría sido la cara visible de la inyección, permitiéndole a Brito mantenerse en el anonimato de la operación”.

Este procesamiento llegó luego del “arrepentimiento” de Alejandro Vandenbroele. Sin embargo, la Cámara Federal revocó la decisión de Lijo, quien luego modificó su decisión inicial por considerar que “el escenario probatorio era débil”.

 

En el final, la rebelión fiscal

-- Aviso, suceso accidente. Aeronave helicóptero Eurocopter, matrícula LV – FQN ocurrido en embalse Cabra Corral. Dos fallecidos. Interviene la Junta de Seguridad en el Transporte de Córdoba.

Este es el mensaje que circuló por la base aeronáutica cercana a Cabra Corral, Salta, según registró el sitio Aviaciónonline.com. Brito y el piloto Santiago Beaudean murieron en el acto. Se investiga si el helicóptero se enredó con un alambre de tirolesa que podría haber estado mal señalizado. El banquero se dirigía a una de sus estancias, luego de almorzar con el Gobernador Gustavo Sáenz.

Las últimas declaraciones públicas suyas que se conocieron fue su férreo rechazo al Aporte Solidario Extraordinario, en la misma sintonía que los integrantes de la Unión Industrial Argentina o AEA.

 

Con Magnetto

 

“Si castigamos al que emprende, le estamos quitando los fondos necesarios para iniciar la recuperación y por lo tanto lo empobreceremos o bien se irá del país. Esto podría provocar una rebelión fiscal, desaliento de la inversión y éxodo de personas y empresas", había dicho en un reportaje en Infobae. Brito ostentaba una fortuna estimada en los 1.200 millones de dólares.

 

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