El botón rojo de la bronca

Cuando los adalides del viejo régimen huyen, lo que cambia de etapa no es la pandemia sino la política

 

Coronavirus, violencia y desempleo conforman una mezcla explosiva. En el marco de la apertura de las cuarentenas estaduales en los Estados Unidos, estallaron violentas protestas en decenas de ciudades por la muerte del ciudadano afroamericano George Floyd: hay edificios de la policía quemados, tiendas saqueadas, bancos asaltados, automóviles explotando en la carretera, patrulleros destruidos. Floyd, que se resistió a la brutalidad policial sin resignarse, fue víctima de un crimen racista en un país devastado con 40 millones de desempleados (contando solo los que solicitaron el seguro), administrado con violencia y brutalidad política por un fiel exponente del imperialismo blanco anglosajón y protestante, amante de las armas y odiador serial de la humanidad. Miles de manifestantes levantaron sus voces de protesta y combatieron en las calles con la policía. Tras varios días de violentas protestas el propio Donald Trump amenazó con reprimir a los tiros. “Si saquean hay tiroteo”, amenazó.

El New York Times publicó el fin de semana en su tapa los nombres de los 100.000 muertos en Estados Unidos y el Washington Post puso en su edición un título catástrofe sobre fondo negro: 100.000. Tanta basura no entra debajo de ninguna alfombra y obligó a Trump, que quiere reactivar la economía a toda costa, a ceder ante los reclamos de Andrew Cuomo, gobernador de Nueva York, y prometer suficientes tests para que cada estado avance hacia una reapertura gradual. Una que sí y otra que no. El poderoso desequilibrado y maníaco, respondiendo al mandato de la derecha imperial, dictó inmediatamente una ley para censurar la censura de las redes y dio por terminada la relación con la Organización Mundial de la Salud “porque han fracasado en hacer las reformas necesarias”. Y para cambiar el eje de la discusión, claro.

 

“No puedo respirar,” reclamaba Floyd. “No podemos respirar” es la bandera de los manifestantes.

 

 

Más macrista que Macri

Cuando los adalides del viejo régimen huyen como Nicky Caputo o Susana Giménez o cuando se raja el mismísimo Mauricio Macri, lo que está cambiando de etapa no es la pandemia sino la política.

Hay quienes aprovechan la tragedia para el engaño solapado. Tal el caso de Juan Schiaretti, gobernador de Córdoba, peronista por historia, macrista por parte de la Fiat- Sevel de los mejores tiempos del contrabando de partes. Siempre tuvo entre ceja y ceja la Caja de Jubilaciones de la Provincia y la privatización de la Empresa provincial de Energía de Córdoba (EPEC). En este caso quiso aprovechar la inmovilidad social de la cuarentena para hacer pasar por el congreso provincial la nacionalización de la caja de jubilaciones. Tema sensible si lo hay para los estatales cordobeses. Los intentos precedentes nunca prosperaron por la resistencia de los sindicatos.

Con una legislatura de mayoría propia por la decisión del kirchnerismo de sacrificar a sus alfiles en minoría y dejar que Schiaretti acopiara diputados, se presentó la posibilidad de lograrlo y arremetió para adecuar ese régimen provincial a los cambios de los sistemas previsionales nacionales que avanzaron sobre los derechos y los haberes de los jubilados. La explosión de lucha sindical comenzó con motivo de una reforma previsional que votó la unicameral cordobesa. El lunes de la semana en que se conmemora el aniversario del Cordobazo del 29 de Mayo de 1969, los trabajadores judiciales y bancarios anunciaron las protestas que se convirtieron en el arranque de una serie de huelgas contra la reforma jubilatoria provincial.

Los judiciales (AGEPJ) comenzaron una medida de fuerza de dos días en todas las oficinas de la justicia cordobesa en adhesión a las jornadas de protesta que decretó la CGT regional. Lo mismo hicieron los bancarios con dos días de paro de los empleados del Banco de Córdoba, Lotería y la Caja Previsional. Los maestros de la UEPC llamaron a un “apagón educativo” en repudio a la decisión tomada por el gobierno de Schiaretti con la consigna “no trabajamos, no corregimos, no planificamos”. Todos aportantes de la Caja de Jubilaciones de la Provincia. Los combativos municipales fueron parte de la movida convocada por la CGT, y los trabajadores de la salud salieron el jueves en caravana en repudio al ajuste contra los hospitales justo en el rebrote local del coronavirus. Cerraron el Plan de Lucha los trabajadores de Luz y Fuerza aplicando el trabajo a convenio con aplicación de las guardias mínimas en consonancia con el llamado de la CGT Rodríguez Peña. En Córdoba hay 510.000 jubilados nacionales y 107.000 jubilados de la caja provincial. El gobernador ajusta sin retroceder, busca someter a los trabajadores con el guante de los nuevos tiempos sin abandonar los viejos compromisos que lo llevaron al poder.

 

Decenas de municipales del SUOEM fueron imputados por violar la cuarentena para manifestar.

 

La agrupación de gremios independientes de Córdoba (Atsa, UOM, Agec, Suvico, UPCN y Camioneros) dio a conocer una solicitada de gran circulación donde “evoca el nuevo aniversario del Cordobazo y repudia los atropellos, como las suspensiones, cesantías, falta de pago de salarios, que están sufriendo los trabajadores bajo el pretexto de la pandemia que estamos padeciendo todos. Nuestro movimiento alejado de los poderes económicos y políticos llama a los trabajadores a no olvidar jamás la gesta popular del 29 de mayo de 1969”.

Las medidas económicas aparecen cada día más insuficientes. Nadie discute la validez de todas las formas de llevar ayuda a las personas, a las familias e incluso a las empresas, pero parece que un nuevo aislamiento empieza a lastimar la piel de una sociedad enferma. La falta de horizonte de salida (recién empiezan los primeros fríos y esto parece que hasta la primavera no afloja), con una enfermedad que se propaga como incendio en bosque seco, lo anómalo pasa a ser normal. Similar a un ataque enemigo sin aviones, sin tanques y sin infantería, el coronavirus ha comenzado a afectar no ya a los grandes proyectos sino también el sentido común. Es el escenario donde se destacan los grandes dirigentes, los convencidos de que hay que ponerse la historia al hombro y caminar juntos. Donde las dudas se vuelven en contra y donde no es posible conciliar con quienes plantean lo contrario.

 

 

La sanidad es un trabajo mal pago

“Enfermería es como la infantería, estamos siempre expuestos en la trinchera”, señaló Zulma Lovay, jefa de enfermería del área de infectología del Hospital Fernández, y miembro de la directiva de ATE Capital. Más de 600 casos entre el personal de Salud de la Ciudad disparan protestas por la falta de elementos de protección. Claudio, el jefe de emergentología del hospital, está internado en grave estado. “Discutió con autoridades para que le dieran camisolines y barbijos, y como lo vi mal le dije que no se preocupara, que yo podía compartirle una parte de los materiales de mi área”, describió Lovay, quien aclaró que “la presión y el stress de estar sin licencia tantos días y peleando por la provisión de elementos toda la cuarentena nos bajan las defensas, y terminás por enfermarte. El régimen de descansos es un derroche de inequidad. Todos tienen un descanso menos los enfermeros. El simple rito de cambiarte, ducharte y descontaminarte, ya te estresa. Esa es la triste realidad. A veces pienso en decirle a la gente que no venga, porque acá no va a quedar nadie. Lo del último que apague la luz es una realidad en este contexto”, remata Lovay, con 38 años de profesión que la respaldan. “Te dejan en la trinchera pero no te dan balas para resistir”.

Según informó la periodista Lorena Bermejo, en el Hospital Rivadavia fueron aislados más de 30 médicxs y enfermerxs, considerados casos sospechosos por haber estado en contacto con un paciente de cardiología sin los elementos de protección adecuados. Las fuentes coincidieron en señalar que “ninguna autoridad prestó atención, ni llamaron a armar un Comité de Emergencias en conjunto, como se debería hacer”.

 

Los trabajadores de salud reclaman a las autoridades del gobierno la provisión de insumos.

 

 

La Asociación de Médicos Municipales del Rivadavia alertó: “No tenemos baños, duchas, ni espacios seguros para descansar. Tampoco hay tela mosquitera para evitar el dengue, que es otra enfermedad que tuvimos que combatir todo este tiempo”. La Asociación explicó que el personal no percibió aún el bono de 5.000 pesos que había decretado el Gobierno para compensar los esfuerzos del sector al afrontar la pandemia. “Se prometió un bono, para todo el equipo de salud y no solo para los médicos de 20.000 pesos, en cuatro meses”, expresó su presidente Jorge Gilardi en diálogo radial con la periodista Nancy Pazos.

Dirigentes de ATSA (sanidad) consultados sobre la situación en el sector privado, coincidieron en señalar la morosidad con que se toman las medidas. Tras el aplauso de la hinchada, no se concretan las medidas que se votaron en la ley “Silvio” (nombre debido al primer enfermero fallecido por el Covid-19 en la Argentina). La “prioritaria” provisión de elementos de protección es una utopía sujeta a eternas súplicas y discusiones subidas de tono con empresas pijoteras que ahorran en camisolines de tela de segunda selección y escamotean barbijos N95 (para conseguirlos hay que hacer un papeleo infinito que recarga tareas e induce a errores). Todas las burocracias se juntan en un maltrato digno de mejor causa. Los $5.000 no llegan porque las empresas no presentaron sus nóminas, el ministerio de Transporte demora la promesa de eximir del pago del boleto a los esenciales del área. La salud y la vida de los Claudio, los Silvio y tantos otros que enfermarán en la batalla pende del hilo del afán de lucro y la mercantilización.

 

 

Bronca porque ríen satisfechos

El día de la victoria electoral, Cristina le dijo a Alberto que debía apoyarse en el pueblo. Sin embargo la realidad parece cederle a la bolsa de gatos con protección mediática que armaron la AEA, UIA, el FMI, los gobernadores peronistas, la CGT, la “oposición responsable” liderada por Rodríguez Larreta, quien da manotazos de ahogado en el manejo sanitario de la Ciudad.

Los decretos del gobierno prohibieron cesantías y aumentos de tarifas. Pero no se multó la continuidad de los despidos de muchas empresas ni los dibujos a ojímetro en los servicios. El aval ministerial el acuerdo UIA-CGT de reducción de ingresos para los suspendidos fue una puñalada artera. El Estado paga la mitad del salario en la cuenta bancaria de cada laburante. Los subsidios y planes que se agregan a los ya otorgados deambulan en farragosos trámites para obtenerlos y cobrarlos.

Federico Tonarelli, trabajador del Hotel Bauen y presidente de FACTA (cooperativas de trabajo), tiene un hablar tranquilo pero urgente. “¿Con qué argumento Techint, Clarín, La Nación y otros gigantes de la economía reciben subsidios? Explicame qué pasa que aquellos “miserables” del mes pasado, hoy reciben ayuda para ser más miserables. Lo que nos parece increíble a esta altura es que no se incluya en la ayuda a lxs trabajadorxs de nuestras cooperativas. A lxs asociados de las empresas recuperadas”. El reclamo es contundente y no admite bemoles.

Tonarelli señala que “es entendible que al abrir el registro para la asistencia de emergencia al trabajo y la producción se terminen colando aquellos que no lo necesitan”. El reclamo de los cooperativistas está respaldado por miles de trabajadores onda Dady Brieva que destilan calentura por la implementación de las medidas económicas al estilo “fuego amigo”. En un puñado de manzanas en la City, hay lobistas que manejan el país sin que los vote nadie y sin interrumpir su proceso de acumulación ni siquiera en plena pandemia. El ministro Matías Kulfas ofrece créditos blandos que gastronómicos como “Los Chanchitos” o productores como “Séptimo Varón” no pueden solventar. “Mirá si hay fuentes de trabajo acá”, dice Fede: “Cooperar 7 de Mayo en Villa Constitución tiene 250 trabajadorxs. Renacer en Ushuaia tiene 250 también. El espacio cooperativo BAUEN (Hotel BAUEN, La Poderosa, LaDignidad, El Descubridor y Revista Cítrica) reúne 200 trabajadorxs. Gráfica Campichuelo 70. Battaglia, Mangiatta 40 cada uno. Gráfica Patricios 50  y tantos otros.”

“Es un misterio escondido atrás de algo ideológico el porqué las cooperativas de trabajo no pueden ingresar a dicha asistencia. ¡No puede haber trabajadorxs de segunda!”, remata Tonarelli.

El periodista Lucas Molinari de Radio Gráfica se refirió a la situación de Publiexpress, (Revista Pronto) y la gráfica Ipesa, del Grupo propiedad de Eduardo Lerner. Allí despidieron a cien trabajadores en el mes de marzo entre periodistas y gráficos, hecho denunciado por la Federación Gráfica Bonaerense y el Sipreba (periodistas), quienes señalan la inacción del ministro Claudio Moroni sobre la prohibición de despidos, al mismo tiempo que el Ministerio de Educación otorgó una licitación varias veces millonaria al Grupo para imprimir los cuadernillos “Seguimos Educando”.

Abel Nahon, representante de la empresa, declaró suelto de cuerpo a Tiempo Argentino que “no acataremos la conciliación. A lo sumo, ¿que nos puede pasar? Nos pondrán una multa y eso implicará que dispondremos de menos dinero para pagar deudas de todo tipo incluidos los sueldos e indemnizaciones”. Una muestra de la completa impunidad que es necesario poner en caja antes que sea tarde. Tras dos meses de no cobrar las quincenas, con un centenar de despidos, la firma sigue produciendo con planteles reducidos y mucho trabajo tercerizado. Pese al argumento ministerial de “que no se puede hacer nada” la FGB señala que no se aplicó la conciliación obligatoria con todo el rigor de ley.

Calcada la intencionalidad aviesa de que la crisis la remonten los laburantes, Diario Popular no paga. Solo cobran gracias al ATP un 50% y otros apenas un 25%. Se tragan los aportes desde setiembre, deben dinero desde 2018 y lo que antes eran cuotas ahora es no cobro liso y llano. La Comisión Gremial Interna y el Sipreba denunciaron que las audiencias del ministerio van a una vía muerta y reclaman por el control de la pauta publicitaria para asegurar el cobro de los salarios ante el vaciamiento de la empresa como si fuera un nuevo Spolzky. La abstención por 48 horas de realizar tareas, desde el 29 de mayo, pone sobre el tapete el agotamiento en la defensa de los derechos de los laburantes del “Popu”.

 

 

Los aeronáuticos en pie de lucha obligaron al pago de salarios bajo ley argentina.

 

 

Así explica Edgardo Llano, principal referente de los sindicatos aeronáutico el conflicto con LATAM: “Después de haber fracasado las audiencias en el Ministerio de Trabajo porque la empresa no se movió un ápice de su propuesta inicial y nosotros denunciamos la pasividad del Ministerio, finalmente el fin de semana envió una intimación ordenándole a Latam pagar el resto de los salarios que debía bajo apercibimiento de un sumario federal que implicaría grandes sanciones económicas para la empresa. Pese a que los descuentos se aplicaron, para nosotros es un triunfo que el ministerio haya aplicado la ley argentina porque cumplido el plazo este viernes nos habilita al reclamo judicial. Valoramos esta resolución del ministerio porque justo cuando Latam se presentó en convocatoria de acreedores en Estados Unidos y otras empresas del holding lo hicieron en otros países, en la Argentina no lo pudieron hacer porque aquí rige la ley argentina. Pensamos que es una táctica de la empresa para bajar los convenios en esos países y reestructurar su deuda. Los trabajadores aeronáuticos en unidad logramos doblarle el brazo a la patronal ya que la inmensa mayoría se mantuvieron incólumes detrás de cada organización. Desmentimos así los dichos de la gerenta general de que había logrado mil firmas aceptando la oferta, porque las firmas no están y todos unidos y organizados con nuestros sindicatos lo impedimos”.

Al decir del notable pensador Noam Chomsky, “la Casa Blanca está en manos de un sociópata megalómano que solo está interesado en sus perspectivas electorales, al cual no le importa lo que pasa en el país, ni en el mundo".

La demora en la Argentina en el tratamiento del impuesto a las grandes fortunas y la reforma impositiva se está tornando inexplicable. ¿Cómo es que no hay cuadros técnicos y políticos que vayan controlando a quién se le dan los refuerzos del Estado y a quién no?

Allá y acá ambos extremos pueden cortar el hilo por lo más delgado. El tipo de empresas de las que hablamos tienen dinero de sobra para que los trabajadores cobren sus salarios. Las que no tienen liquidez subsisten como pueden o penan por la ayuda que nunca parece llegar. Hay bronca, una bronca paciente que vamos rumiando día a día. Alberto gestiona una pandemia de la mano de Ginés y Kicillof, negocia una deuda al taco con Guzmán. Pero hay bronca porque ríen satisfechos, porque muchos de nosotros no alcanzamos a comprender lo que pasa que siempre se la llevan ellos, y desestabilizan la tercera pata necesaria para equilibrar al país.

El mapa del campo de batalla está desplegado. No depende de nuestra vocación pacifista que exista un armisticio. Del otro lado se intensifica la ofensiva. Quienes se hicieron fuertes con el negocio de la muerte difícilmente vean conveniente cambiar su política. No hay lugar para las medias tintas. La solidaridad con la tarea del gobierno de Alberto Fernández no admite discusión. Quienes lo acompañan institucionalmente son los que más obligados están a marcar el camino.

 

 

 

 

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