EL CASO EN CUESTIÓN

El paternalismo médico-político como trasfondo del episodio con las vacunas

 

El desplazamiento del ex ministro de salud Ginés González García ha tenido un tremendo impacto social y político. Cometió una falta ética grave y el Presidente tuvo que repararla y dar ejemplo. Ha sido extensamente difundido, debatido y rechazado. La lista de espera de un bien valioso y escaso, como ocurre en los trasplantes de órganos, y como debe ocurrir con las vacunas, ha de ser rigurosamente respetada.

Sin embargo, como en muchas otras situaciones de graves transgresiones éticas, podemos quedarnos en el epifenómeno y no intentar indagar más allá de lo aparente en búsqueda de lo esencial. Es aquello que popularmente se expresa como el árbol que no nos deja ver el bosque. Y así, incluso, seguir mirando a corta distancia concentrados en hacer leña del árbol caído. Puede repetirse lo que en ética se ha llamado el abuso de la casuística, esto es, el evaluar mal lo que nos puede enseñar un caso de conducta incorrecta en cuanto a la explicación y comprensión ético-política.

Podemos creer de ese modo que la ética sólo trata de principios y que lo único que muestran los casos es el cumplimiento o no de esos principios sin considerar similitudes y diferencias, contextos y circunstancias únicas o análogas, coherencia y armonía entre reglas y principios, valores y virtudes. Un abordaje así es mala casuística en ética y sólo termina en moral de púlpito o en judicialización.

Guadalupe Curual, de 20 años, fue asesinada el martes en Villa La Angostura por el hombre al que en julio del año pasado la Justicia le había impuesto una restricción perimetral. En enero de este año Guadalupe denunció ante la Oficina de Violencia del Poder Judicial que nadie controlaba el cumplimiento de esa restricción y que el hoy femicida llegaba hasta su casa sin obstáculos. El pueblo de la Villa, como en cada caso, se manifestó masivamente pidiendo justicia. Pero el Consejo Deliberante no había aprobado tiempo antes el pedido de una comisaría de la mujer. El principio de no dañar a la mujer y su norma estaban claros pero hubo un fallo en no afirmar el estándar comunitario que le da fortaleza al respeto efectivo de la norma.

Por esas y otras falencias, algunas que hemos logrado identificar y otras que no, los casos de femicidio se siguen contando uno tras otro. Y aunque condenamos cada caso, hay algo que no terminamos de ver y cambiar en la violencia patriarcal. Un cambio que ha de ser socio-cultural para alcanzar la conciencia moral de las acciones individuales, sin dudas, aunque el tránsito hacia ese cambio ha de ser política y comunitariamente inducido a nivel institucional en su ética. No hay otro modo de progreso moral. Los principios de no dañar a la mujer y de ser justos en el respeto de la lista de espera están más que claros. Y son por todos conocidos. ¿Cómo explicar entonces que no se respeten?

 

 

Vacunación de trabajadores sanitarios en River.

 

 

 

Algo está fallando

Por eso cuando analizamos y rechazamos la conducta de esos casos cabe preguntarnos: ¿qué está fallando? Cuesta entender que una figura de la trayectoria y el peso político del anterior ministro pueda haber cometido una falta de semejantes consecuencias cuando no era movido a ello por alguno de los mezquinos intereses que muy frecuentemente se observan en la corrupción política, y poniendo en riesgo la confianza y credibilidad de la población en un plan de vacunación que aún con sus debilidades era muy consistente por su propia gestión. ¿Cómo se explica a ese nivel la transgresión de una regla ética tan conocida por todos como es el respeto de la lista de espera? ¿Cómo se entiende no sólo el no haber medido las consecuencias de su conducta para la sociedad sino también para sí mismo? ¿Qué está fallando en la ética médica y la ética política, conjugadas en este caso en la ética en salud pública?

Esas preguntas abren a indagar más allá de la conducta individual después de haber condenado la misma. Porque aunque la magnitud del caso es incomparable respecto de otros casos, tomo por cierto que en todo el país, sin distinción de provincias o partidos políticos, y sin limitarse a la administración pública, en algunos vacunatorios de diverso origen ya se verificaba una administración discrecional de vacunas, aunque fuera menor en su número, sin respeto al orden de prioridades en tiempo y forma.

 

 

Moral y ética

Tenemos que ir más allá de la moral. Está bien tener en claro la diferencia entre lo bueno y lo malo como base de nuestra vida y rechazar las faltas al respeto de lo correcto. Pero cuando nos encontramos con faltas de graves consecuencias es necesario pensar éticamente, es decir, intentar comprender la complejidad de la falta para encontrar respuestas que lleven a modificar conductas con decisiones éticamente justificadas.

Quien analice el caso del ex ministro sin salir de la conducta individual hará moral de bueno/malo pero no ética política. El ex ministro cometió su falta como médico y político. Cabe pensar entonces si es que hay algo que falla en la ética de médicos y políticos cuando hacen salud pública. Cualquiera sea su partido.

 

 

Pensador crítico.

 

Para pensar éticamente hay que darle un tiempo a esa reflexión. La vorágine del actuar siendo médicos o políticos en las sociedades actuales les aleja cada día más del tiempo propio de una capacitación para la evaluación ético-reflexiva de las variables técnicas. Los que hacemos bioética sabemos muy bien de esas profundas carencias en el modelo médico tradicional. Carencias que llevan a los médicos a cometer faltas éticas. Por eso la bioética surgió para reformular la tradicional moral paternalista de los médicos. Esa moral que actúa decidiendo lo bueno para los pacientes sin la adecuada información de los mismos para su respeto. Y mi supuesto, aquí, es que la moral paternalista también es característica del modelo tradicional del político.

 

 

¿Qué es actuar correctamente?

Las acciones correctas de la ética se basan en sistemas de valores, principios y virtudes. Un valor ético como la justicia se capta emotivamente, intuitivamente, como algo contrario a su disvalor que es la injusticia. Y aunque no hay educación que asegure la captación del valor, es en la familia, la comunidad y la sociedad donde se promueve  la sensibilidad para hacerlo. La sensibilidad, por ejemplo, para captar el valor de dar a cada uno lo que necesita y merece.

 

Justicia.

 

Los principios, en cambio, no se captan sino que se enuncian. Son las normas que indican el deber de respetar aquellos valores: por ejemplo respetar la fila ordenada según lo que merece cada uno por sus necesidades.

Y las virtudes, finalmente, son no sólo el actuar correctamente sino el hábito de obrar bien en modo reiterado y coherente. Si el principio es el no mentir, la virtud será el hábito de decir verdad. Por eso, a diferencia de la captación de valores y la enunciación de principios, las virtudes se muestran en los actos. De ahí que sea necesario ver ejemplos de maestros/as para imitar las virtudes. Un ejemplo como el que mostraron las Madres de Plaza de Mayo en sus rondas: un círculo silencioso y perpetuo de la virtud como hábito de perseguir la justicia.

La cuestión es que, aunque a veces las personas hayan captado la diferencia entre valor y disvalor, y entre respeto o incumplimiento del deber, a la hora de actuar pueden hacerlo incorrectamente. No obran bien. A veces porque ya han mostrado su repetido hábito vicioso. Otras veces, en cambio, porque rompen una tradición virtuosa. Cosa común, por cierto, ya que muy pocos ameritamos como santos. Sin embargo, en cada uno de nosotros está el corregir y perseverar en el intento de llegar a ser personas justas.

 

Alasdair McIntyre,  Tras la virtud, 1981.

 

 

 

Decisiones prudenciales y paternalismo

Los valores y las virtudes fueron la piedra fundamental de la ética antigua y medieval. Por eso el valor de la justicia y la virtud de la prudencia pasaron a ser dominantes en diversos campos de la acción social: fue la sabiduría práctica o prudencial del derecho y la medicina. Y fue, para Aristóteles, la virtud propia del gobernante. Esa que estamos tratando de ver.

La prudencia se ha entendido a veces como el saber hacer las cosas con los medios necesarios para conseguir los resultados deseados. Sin embargo, Kant consideró a este saber hacer como moral cuando la sagacidad en la elección se aplica a alcanzar la felicidad junto a los otros sin tratar a las personas como medios. Es la sagacidad de la buena voluntad. Pero consideraba no moral, y llamaba saber mundano, a la astucia y habilidad para influir y usar a las personas con fines propios. Un actuar pragmático que puede ser eficaz pero no es moral. Y que puede ser imprudente. Es la filosofía del neoliberalismo.

Aranguren precisó la idea diciendo que las características de la prudencia son el saber distinguir lo singular de cada situación, tener memoria o experiencia de situaciones comparables, prever los cursos futuros de acción posible, ser dócil a recibir el buen consejo, y ser cauteloso con las consecuencias pero rápido en el tomar decisiones. Esto pide la prudencia al político. Aunque implica un grado importante de subjetividad.

Ese es el punto débil de los campos prudenciales. Si esa subjetividad es excesiva termina en la discrecionalidad del paternalismo o el personalismo y conduce a faltas éticas. Esto es lo que hace, en sentido ético, que haya buenos y malos médicos y políticos. Es el fallo en sus juicios prudenciales por la visión compartida de una medicina o una política paternalista. Por eso es que el actuar incorrectamente es algo distinto y más complejo que el reduccionismo del ser simplemente bueno o malo. Algo que por otro lado es una falacia. Las personas no son buenas o malas. Sus actos lo son.

 

La acción correcta.

 

 

 

El juicio prudencial y un cambio necesario de sistema

El modelo contractualista de la modernidad fortaleció las relaciones sociales fundadas en derechos y obligaciones pero fue minimizando en modo progresivo la sensibilidad para la captación de los valores éticos y el hábito de hacer realidad en el mundo esos valores respetando los deberes que los protegen.

En medicina, nada más claro y conocido que la regla del consentimiento informado como protección del valor ético de la autodeterminación del paciente. Y sin embargo, la inmensa mayoría de las decisiones en salud no lo respetan y siguen siendo paternalistas.

En política, nada más claro y conocido que el deber de la información pública y la transparencia de los actos administrativos para la protección del valor de la autodeterminación participativa del ciudadano. Y sin embargo, en las políticas públicas –y aquí incluyo a las políticas de vacunación– se sigue retaceando la información, o no se brinda toda la información relevante a la población, o se la maneja discrecionalmente en modo paternalista.

El patriarcado, que antes he mencionado aunque no es el tema de esta nota, es también una forma de paternalismo. Pero con una gran diferencia. Mientras los paternalismos médico y político se restringen en sentido estricto a sus campos de acción particulares, el paternalismo del patriarcado alcanza a todas las esferas de la acción social. Quizá eso explique un grado de violencia ajeno a la medicina y que en la política sólo se observa cuando el paternalismo y su discrecionalidad se vuelven autoritarismo violento. Un giro, este último, que el patriarcado no puede institucionalizar en toda su violencia en las democracias liberales. Y que acaso por eso estalla en la violencia represiva y femicida de un archipiélago de casos individuales.

 

Guadalupe Curual

 

¿Qué es lo que está fallando entonces? Falla la discrecionalidad injustificable del paternalismo médico-político que ha desvirtuado las decisiones prudenciales en salud pública dando lugar a graves faltas éticas. Y falla la creencia en la legitimación de la acción política por el contractualismo representativo por ser tan inconsistente como la creencia en la legitimación del acto médico por la eficacia tecno-científica.

Quizá ya es hora de que la ética deje de ser una palabra vacía en la retórica de una salud y una justicia aparentes y sea estudiada en medicina y política con igual seriedad que un tratado de medicina interna o uno de derecho administrativo.

 

 

 

--------------------------------

Para suscribirte con $ 1000/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 2500/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 5000/mes al Cohete hace click aquí