El debate en el Frente de Todos

Cómo pensar las estrategias que tensionan el presente y futuro

 

En el actual debate (no pelea, como lo definió CFK) del FDT se escuchan diversos argumentos y análisis. Desde el gobierno se escucha que hay un sendero económico de recuperación que es el correcto (crecimiento de PBI, de la inversión y de los puestos de trabajo formales) pero que este sendero para  alcanzar un nivel de bienestar social general necesita el tiempo del mediano plazo, no del corto plazo. 

Desde el kirchnerismo, le responden que el crecimiento con inclusión no puede ser con la idea de derrame, gradualidad y consenso con los grupos de poder económico concentrado, sino con un shock distributivo (vía mayor recaudación impositiva y emisión monetaria)

Los macroeconomistas albertistas, les contestan que un shock distributivo genera, por el crecimiento en los consumos de la población, una demanda de dólares que el país no tiene (En realidad el país los tiene, pero el Estado argentino no y otra parte está en guaridas fiscales fuera del país)  

Desde el kirchnerismo les retrucan que si lleva mucho tiempo la mejora de la calidad de vida de los argentinos, con este presente van a perder la elección y su futuro planificado de mediano plazo se caerá como un castillo de naipes.

 

Y es aquí donde me quiero detener. Daniel Santoro y Pedro Saborido han argumentado que el peronismo (el del 45 al 55) se consolidó, a diferencia de los relatos de la izquierda como una vía de “acceso a la felicidad inmediata”, y esto tiene que ver con relatos, pero también con acciones y concreciones que hagan más creíble el relato y no se lo pueda clasificar en las ya agotadas “promesas incumplidas”, o por incumplir de los sucesivos gobiernos y de las sucesivas campañas electorales.  

 

La futuridad

La planificación económica tradicional se crea sobre una cantidad de supuestos que luego no se cumplen, y muchos porque simplemente el futuro es incierto o distinto del esperado. 

 

El futuro nunca es hoy. Lo que puede llegar es la realización o no de un pronóstico o un suceso inesperado.  La futuridad, como se explica muy bien en una reciente nota, es esa diferencia entre lo actual y lo virtual. No es del orden de lo actual (ni actualidad presente, ni actualidad futura), tampoco es del orden de lo virtual: es el nombre de la relación temporal que los vuelve existencias. En la historia reciente se han producido cambios profundos en los sentidos de la palabra futuro, en los modos de vinculación con el porvenir, en los agentes capaces de incidir en las tendencias y en las estrategias de anticipación para alcanzar los objetivos deseados.  

Walter Sosa Escudero, experto argentino en econometría y estadísticas dice que la predicción es uno de los objetivos cuando se desarrolla un modelo. Y que es muy común caer en la tentación de plantear un modelo complejo, que se ajusta muy bien a los datos que se tienen pero que presenta un mal desempeño fuera de ellos. En estos casos estamos en presencia de un sobreajuste de los datos. Por tal motivo es preciso elegir la complejidad del modelo y la técnica que se usa; por esto se la llama regularización, en relación con métodos que intentan negociar entre el objetivo de ajustar bien respecto de los datos disponibles, pero penalizando  o  regularizando  el  uso  de  modelos  demasiado  complicados.  La  manera de elegir entre los distintos modelos es evaluando su capacidad predictiva, e ir corroborándola a posteriori. La forma alternativa es pensar el problema es que la complejidad del modelo predictivo creció tanto o más rápido que los datos y la cantidad de datos necesarios para estimar futuros posibles.   

A nivel personal, creo que el albertismo comparte y decide compartir la futuridad con los grandes empresarios y no con las organizaciones sociales. El empresariado oligopólico nacional no va a construir ni diseñar los futuros deseados de la  mayoría. Hay un error estratégico si tenemos como horizonte el mismo que comparte este sector y no el deseado y propuesto por las organizaciones sociales que comparten ideas de vanguardia y agenda del nuevo milenio como es la Renta Básica Universal, tema ilustrado en el cohete por sucesivas notas de Miguel Fernández Pastor. La crisis de la utopía expresa el hecho de que estamos perdiendo nuestra capacidad de soñar. Nos debatimos en un agotador insomnio que nos impide la lucidez imprescindible para enfrentar con vigor e imaginación nuestros problemas. Nos hemos convertido, en cambio, en una especie de somnolientos administradores de una crisis a la que intuimos imposible de resolver por nuestros propios medios. Esta somnolencia en que nos hace desembocar la crisis de la utopía se manifiesta con muchos rostros: el derrotismo, la desmovilización, la abulia, el individualismo exacerbado, el miedo, la angustia y el cinismo.

Planteos heterodoxos para comercio interior

Frente al debate por la presión del dólar que generaría un shock distributivo, es decir el aumento de poder adquisitivo de vastos sectores de la población, surge el debate sobre el bimonetarismo. Es inaudito que en un país como Argentina cuya estructura económica es superavitaria en lo que va del siglo XXI, se pone como excusa para no impulsar el consumo de la población que por cada punto que crece el PBI las importaciones aumentan el triple. La Argentina no tiene un problema de restricción externa comercial, la restricción es financiera por la fuga de capitales y la deuda generada. Para ello me permito mencionar que el actual secretario de comercio interior poco antes de asumir como tal, en sucesivas intervenciones en medios propuso las siguientes ideas, el 19 de septiembre y el 3 de octubre del año pasado. Ver el primer video a partir del minuto 7.26. 

 

-  Yo voy a proponer abandonar el monetarismo, esto de que el país solo puede ser el volumen de reservas que hay en el banco central. O una de dos. O aumentamos el volumen de reservas del banco central con superávit comercial (...) o empezamos a pensar que la argentina es una economía diversa, que es una economía con mucha base de recursos humanos y que debería pensar un poco más allá, por lo menos de satisfacer vivienda, indumentaria, alimentos que son cosas que se producen en este país”   

-  Hay bienes que se producen en la argentina; energía, alimentos, indumentaria (…), ladrillos. Hay un conjunto de bienes esenciales para la población que se podrían abastecer dentro de un circuito no transnacionalizado. Dentro de un circuito de producción y consumo en pesos. Sino, no puede ser que la economía argentina quede encorsetada a ver cuantos dólares tenemos en el banco central. Es una economía de tamaño medio, es un país de 2.800.000 kilómetros cuadrados con 45.000.000 de habitantes, no puede quedar encorsetada en cuántos dólares tengo en el banco central y en función de eso  pienso el crecimiento.  Ver a partir de 1.11.15.

La reciente migración de la secretaría de comercio interior del ministerio de la producción, al ministerio de economía, quizás tenga algo que ver con esto, quizás es un deseo de quien escribe esta nota, el tiempo lo dirá. 

Creo que el debate al interior del FDT, y lo que se ve desde afuera, que interpela al ejecutivo nacional expresa una inmadurez política. No hay canales de comunicación bien construidos y hay muchos egos desde quienes conducen que les impide incorporar los aportes de las visiones, argumentos y relatos disidentes. Hay futuros lejanos y otros más cercanos, como las elecciones presidenciales de 2023 ¿cuál es la futuridad para esa fecha?, sabiendo que en política electoral, el factor sorpresa puede ser una estrategia. También hay otras estrategias, que no precisan nombres y apellidos, sino concreción, acción, resolución y la cumplimentación de expectativas y necesidades inmediatas, construyen futuridad de corto plazo que es la posibilitante de futuridades de largo plazo los escenarios futuros deseados.  

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