El escándalo de la desigualdad

Eduardo Rinesi comenta el libro "Pasaron cosas. Política y políticas públicas en el gobierno de Cambiemos”

 

En la presentación de Pasaron cosas, importante contribución colectiva de profesores e investigadores de la todavía muy joven Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba al debate político argentino de esta hora, los editores Marcelo Nazareno, María Soledad Segura y Guillermo Vázquez utilizan una expresión sugerente para calificar el espíritu y el designio de la obra. “Es un libro de intervención”, dicen, y la palabra ayuda a precisar un tipo de objetivo que sitúa a este trabajo tan lejos de los textos orientados apenas al consumo interno de los miembros de las instituciones académicas como de los escritos que buscan alcanzar a un “gran público” con propósitos de “divulgación”. No: lo que buscan los autores de este libro no es divulgar, sino entremeterse. Entremeterse en unas discusiones públicas que les y nos gustaría imaginar que pudieran producirse en una suerte de espacio triangular cuyos vértices deberían ser (como escribió en un texto clásico Jürgen Habermas) el de los actores de la vida política institucional, el de una opinión pública activa, deliberativa y crítica y el de este tipo de saberes universitarios en condiciones de conversar con los unos y con la otra. Pero de conversar de un modo propiamente universitario, es decir, re-flexivo: revisando todo el tiempo sus propias categorías, sus propias teorías, sus propias certezas. Es lo que hacen los textos incluidos en este libro, que en efecto constituyen muy sugerentes ejercicios de discusión sobre los modos en los que las ciencias sociales vienen pensando las cosas en nuestro mundo universitario actual, al mismo tiempo que de revisión crítica de un conjunto de políticas públicas desplegadas durante los últimos cuatro años en una cantidad de campos. La idea muy general que anima el conjunto de las intervenciones es la de oponer a un tipo de mirada conformista, ideológica, deshistorizante e incluso socialmente fascista, dispuesta a aceptar sin cuestionar las coordenadas que organizan el funcionamiento del mundo social en torno a los principios desigualitarios del mercado, una otra forma de pensar las cosas (una otra forma de pensar cómo pensar las cosas) asociada a la recuperación de la historia, a la des-naturalización de lo dado y a la postulación del principio de la igualdad como organizador de la vida colectiva. Si la primera de esas perspectivas conduce a la aceptación acrítica de la injusta distribución de las posibilidades vitales entre las personas y entre los grupos, la segunda, en contraste, pone en el centro de la discusión la idea de derecho. Es decir: menos la constatación de que la igualdad sea el principio que organiza esa distribución que el señalamiento del escándalo que supone que ese no sea el caso. La desaparición de ese sentido del escándalo es quizás la gran novedad que trajo consigo el neoliberalismo (la palabra aparece muchas veces en el libro) de estos años más recientes, y aquello que la perspectiva de una vuelta de hoja de esta experiencia obliga ahora a revisar.

 

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