El FMI no revisa sus exigencias

En septiembre el FMI volverá a evaluar la economía de Macri, pero en octubre el pueblo evaluará al FMI

 

La semana pasada, el Fondo Monetario Internacional transfirió a la cuenta del gobierno nacional 5.400 millones de dólares y publicó el informe técnico que justifica la decisión de su Directorio Ejecutivo de autorizar este nuevo desembolso del préstamo stand-by, sin cuyos dólares el intento de reelección de Mauricio Macri sería una quimera. El Fondo lleva apostados al triunfo del oficialismo 44.100 millones de dólares en doce meses, a los que sumará otros 5.400 millones un mes antes de la primera vuelta. La letra de su último informe describe lo que espera cobrarnos a cambio, además de millones de dólares en capital e intereses, si llega a acertar ese pleno. El staff del organismo reconoce errores de cálculo, lamenta resultados adversos y enfatiza peligros que hasta ayer descontaba, pero ensalza las políticas que los engendraron y le exige al próximo gobierno que las adopte, mientras le concede al gobierno actual unos cuantos permisos antes de las elecciones.

El informe capitula ante las evidencias y confiesa los yerros de sus pronósticos anteriores de inflación y crecimiento. Ahora el Fondo estima que este año la inflación será el doble (40% en lugar de 20%) y el año que viene el país crecerá la mitad (1,1% en lugar de 2,2%) de lo que nos prometía en enero. El ministro de Hacienda Nicolás Dujovne declaró que “no sabemos” por qué el Fondo pronostica un crecimiento tan bajo, pero su “hipótesis” es que “puede que evalúe que en caso de que otra fuerza política gobierne la Argentina la macroeconomía podría ser mucho peor”. En realidad, sí lo sabemos porque el Fondo explicó la causa en la página 11 de su informe, y no tiene que ver con la incertidumbre electoral sino con la estrategia económica llevada adelante por el propio Dujovne y su colega del Banco Central, Guido Sandleris. Allí se lee que la corrección a la baja de la meta de crecimiento se debe a que “con la inflación probando ser más tenaz de lo esperado, las tasas de interés reales seguirán altas por más tiempo, afectando de nuevo la demanda doméstica”.

El remolino vicioso de inflación, deterioro salarial, caída del consumo y recesión en el que naufraga la economía argentina también marea a los auditores del Fondo. El punto 3 de su informe atribuye parte de la culpa del pico de inflación del 4,7% en marzo al “impulso al consumo por la recuperación de los ingresos nominales”; un párrafo después, el punto 4 argumenta que la contracción de la actividad económica en el primer trimestre obedeció a “los más bajos ingresos reales de las familias… que han deteriorado el consumo”. O sea, para el Fondo la inflación subió porque los argentinos pudimos comprar más cosas gracias a que nuestros ingresos crecieron, al mismo tiempo que la economía se achicó porque los ingresos de nuestras familias cayeron obligándonos a comprar menos cosas.

En el capítulo dedicado a los “Eventos Recientes”, el informe recita con frialdad técnica una letanía de calamidades. La expansión de la pobreza, que ahora padecen más de la mitad de los niños y adolescentes del país. El derrumbe del crédito al sector privado, que cayó más del 30% en un año. El estancamiento de las exportaciones a pesar de la devaluación extraordinaria y la cosecha récord. El aumento constante de la mora de los créditos personales, que cada vez más argentinos contraen porque no llegan a fin de mes. Para paliar esas desgracias, el Fondo solo ofrece la lista ya conocida de permisos transitorios durante la campaña electoral: congelar hasta octubre los precios de sesenta productos imposibles de encontrar, diferir hasta diciembre los nuevos aumentos de la tarifa de gas, relanzar por unos meses el antes denostado plan Ahora 12 para la compra de electrodomésticos, y promover que jubilados y beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo se endeuden a tasas más bajas que las que ofrece el mercado pero más altas que los incrementos esperables de sus ingresos.

El Fondo también oficializa su autorización para la nueva política monetaria que el Banco Central implementó de urgencia en abril, permitiéndole vender dólares de sus reservas, sin límite aparente, para “contrarrestar episodios de excesiva volatilidad” del tipo de cambio. Pero por primera vez alerta que otra corrida cambiaria desataría una secuencia que podría profundizar las dudas sobre la solvencia de la Argentina y su capacidad de repago de la deuda: un aumento de la dolarización doméstica generaría presión devaluatoria, que se transmitiría a los precios y empeoraría la relación entre la deuda denominada en moneda extranjera y el producto bruto interno, provocando una pérdida de reservas mayor que la proyectada y aún más dificultades que en la actualidad para refinanciar la deuda pública. El Fondo especula que “una mayor inquietud sobre el panorama político futuro” es el principal factor que podría detonar la huida de los activos en pesos, subestimando otra vez la dimensión estructural de la dolarización que revelan los datos publicados por el Banco Central. En once de los últimos doce meses, los extranjeros han comprado más dólares con los pesos obtenidos por la liquidación de sus inversiones financieras que los dólares que han traído para posicionarse en activos denominados en moneda local.

Las revisiones trimestrales pasan pero las recomendaciones del Fondo no varían. En el capítulo del informe titulado “Impulsando el Crecimiento” volvemos a leer que para lograrlo necesitamos reducir los aranceles aduaneros y las demás barreras a las importaciones, ampliar el número de trabajadores que pagan el impuesto a las ganancias, eliminar las exenciones y alícuotas reducidas del IVA que benefician a productos de la canasta básica, ampliar el plazo promedio de la deuda pública aunque requiera emitir títulos que paguen un interés más alto, y, por supuesto, volver a incrementar las tarifas del gas y la electricidad lo que sea necesario hasta que reflejen fielmente sus precios internacionales.

El calendario de auditorías acordado con el Fondo establece que sus técnicos volverán a revisar el funcionamiento del programa económico en septiembre. Afortunadamente, un mes más tarde el calendario electoral también nos brindará a los argentinos la oportunidad de evaluarlo y expresar nuestra opinión sobre sus autores e intérpretes.

 

 

 

 

--------------------------------

Para suscribirte con $ 1000/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 2500/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 5000/mes al Cohete hace click aquí