EL GOBIERNO DE LOS NECIOS

Jujuy es uno de los tres distritos con más casos confirmados acumulados

 

La situación sanitaria de la provincia de Jujuy es muy grave. La pandemia comenzó en forma de brotes durante los primeros días de abril, sin dejar de aumentar desde entonces. Al comparar los datos de las siete jurisdicciones más afectadas del país, el crecimiento de casos ubica a Jujuy entre los tres distritos con más casos confirmados acumulados.

 

La gravedad del escenario se expresa en el riesgo de morir por Covid: al 1° de septiembre hay 30 muertes cada 100.000 personas, casi la misma tasa de mortalidad que en el Conurbano bonaerense, jurisdicción que tiene la mayor densidad de trabajadores de la salud del país y mayores recursos tecnológicos que Jujuy.

 

En Jujuy se observa un aumento abrupto de los casos en la primera quincena de junio (debido a la subnotificación de casos que la provincia realizaba), que luego desciende hasta que se define su patrón de propagación.

La tasa de letalidad es la relación entre las personas que mueren por Covid y los casos notificados (muertos/enfermos). En Jujuy, este indicador es de 2,6 personas muertas por cada 100 diagnosticadas, mayor que el promedio nacional, que la Ciudad de Buenos Aires y la provincia de Buenos Aires.

 

 

 

 

Solo las provincias de Rio Negro y Chaco tienen tasas de letalidad mayores que Jujuy. Estas tres provincias tienen en común una muy fuerte presencia del subsector privado de salud, que subordina a un débil subsector público, al cual se destinan las acciones no rentables, y la pandemia es un ejemplo de ello. Esa dinámica lleva décadas, y no es difícil adivinar de qué subsector provienen —en general— esos ministros de salud y qué intereses representan.

Hay dos usos de la palabra contar, una refiere a los números, la otra al relato de historias, ya vimos la primera, veamos ahora la segunda.

La situación crítica de los intensivistas en el país fue señalada el 4 de abril de este año por la doctora Laura De Rosa de Vidal, jefa de la unidad de terapia intensiva del hospital Pablo Soria de Jujuy, quien advirtió que la solución no estaba en comprar respiradores, sino que había que pensar además en el personal para manejarlos. En esos momentos, Jujuy tenía solo algunos brotes. El contenido de su carta fue profético.

El 1° de septiembre, el ministro de Salud de Jujuy reconoció la falta de camas tanto en el sector público como en el privado, con un 95% de ocupación en las unidades de terapia intensiva. Ante este colapso del sistema de salud, es entendible que en las últimas semanas se hayan ido acumulando denuncias de muertes en hogares que no reciben la atención médica necesaria. El doctor Miguel Salva, responsable de la filial Jujuy de la regional noroeste de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI), reconoce que los 54 intensivistas que hay en la provincia no alcanzan a cubrir las demandas que genera la pandemia.

Salva aclaró que a la situación anterior se suman los magros salarios que reciben no solo las médicas y los médicos, sino también las y los profesionales en enfermería y kinesiología que trabajan en las unidades de terapia intensiva, y que esas situaciones los impulsaron a manifestar lo que están viviendo en las redes sociales. Destacó además que, como consecuencia del colapso de las terapias intensivas por falta de intensivistas y de camas, “hoy deben elegir a quién ponerle y a quién no un respirador”. Frente a esta trágica realidad, el gobierno jujeño recurre a una retórica que subestima la inteligencia de su pueblo, hablándole de las virtudes de la atención domiciliaria y la telemedicina atendida por médicos desde Córdoba y Rosario. Dichas explicaciones se pueden escuchar en dos audios que fueron originados desde el Comité Operativo de Emergencia (COE) del gobierno de Jujuy, aunque parezcan estar hechos por la dupla Pedro Saborido y Peter Capusotto.

 

La cantidad de personal de salud es crítica en la provincia. Si bien después de muchos reclamos se consiguió que el Ministerio de Salud incorpore más agentes sanitarios y licenciados en psicología para el trabajo en el terreno, se sigue desconociendo la potencialidad de los centenares de egresados de la carrera de Educación para la Salud de la propia Universidad Nacional de Jujuy para el trabajo en territorio. ¿Cuántos de ellos trabajan en el Ministerio de Salud provincial? ¿No sería una buena práctica incorporar a este personal de salud propio de la provincia e infrecuente en el país, conocedores de la región y de la cultura para trabajar con las comunidades las cuestiones de prevención y promoción de la salud? Lo que no se supo invertir con trabajadores jujeños, ahora se trata de corregir buscando intensivistas en todo el país, ofreciendo sueldos de 350.000 pesos.

Hablamos de un gobierno provincial que no solo no paga los sueldos del personal de enfermería contratado sino que, producto de mentes brillantes, el 2 de septiembre sacó un decreto para arrogarse el poder de multar, inhabilitar y hasta arrestar a trabajadores de la salud del sector público y privado que sean convocados y no sigan las disposiciones, imponiéndoles multas de hasta un millón de pesos. Como era obvio, no tardaron en aparecer los recursos de inconstitucionalidad y el repudio del Consejo Médico de Jujuy. El 3 de septiembre, 24 horas después, el Ministerio de Salud provincial informó que se había derogado el decreto. El descontrol del gobierno provincial parece no tener límites.

El agotamiento de los trabajadores de la salud se extiende por todo el país y es totalmente entendible, sobre todo en las áreas que enfrentan a la pandemia. Los relatos que se encuentran en las redes sobre la situación en Jujuy no solo hablan de la dureza del trabajo, sino también del abandono de las autoridades. Transcribimos dos de los miles que se encuentran.

"En particular no me siento cansado. Pero sí estoy decepcionado con este gobierno que miente y engaña. El equipo de salud no es sólo médicos que en realidad están cinco minutos con un paciente. Está bien que ellos luchen por sus derechos, pero hoy Enfermería Jujeña está por debajo de la línea de pobreza y otros colegas sin cobrar por meses. La otra parte importante son servicios generales, técnicos y camilleros. Nunca dijimos ser cobardes. Nunca nos robamos nada como nos acusaron de ladrones y desertores. Yo no les tengo miedo a nadie. Y menos a este gobierno. Me contagié de Coviddd-19 en cumplimiento de mi deber, me tomé 12 días y volví a trabajar, puse en riesgo a mi familia. La angustia de mis papás por no poder verlos.  No quiero dar lástima de nada. Seguiré donde estoy, aunque tenga que dar mi vida porque elegí ser enfermero, tengo 27 años de terapia intensiva. El pueblo de Jujuy debe saber que no hay una política sanitaria buena. Mienten… mienten, hoy todos tenemos un conocido que se murió o que la está pasando muy mal. ¿Hasta cuándo vamos a permitir semejante atropello a nuestros derechos de una salud publica libre y gratuita? Nunca más estos privatizadores".

"Necesito que por favor no dejen morir al padre de mi hija, necesita oxígeno. Está agonizando hace días y hoy el SAME nos dijo que no hay cama, que se debe quedar en casa a morir. Hemos llamado al COE y al SAME ya no sé cuántas veces. Lo vamos a levantar con las últimas fuerzas vamos a implorar una mascarilla de oxígeno en el San Roque. Pido desde lo profundo de mi ser que alguien lo ayude. Acudo a ustedes... a los medios porque ya no aguantamos más. Sofi y yo estamos aisladas".

Los trabajadores de salud no pocas veces se enferman o encuentran la muerte en la pandemia, como es el caso del médico del Hospital Zegada de Fraile Pintado de Jujuy, el “Coco” Juárez, a quién el gobierno provincial le habría negado la licencia a pesar de tener factores de riesgo importantes. En la ciudad de Perico, a 35 kilómetros de San Salvador, Leticia Rivero, enfermera, murió por falta de atención médica.

Hay otros trabajadores en Jujuy que se ven muy afectados y son los del sector de la minería, los primeros casos se conocieron a principios de julio. En las últimas semanas, la situación epidemiológica en el sector minero se agravó con los casos positivos en el departamento de Susques, donde opera la minera Exar, en la extracción de carbonato de litio, con 200 casos confirmados de coronavirus y más de un centenar de trabajadores de empresas tercerizadas aguardando los resultados de los testeos. Además, se confirmaron 60 casos entre trabajadores de los yacimientos de plomo y zinc de Mina Pirquitas, Chinchillas y El Aguilar, empleados de manera directa o de firmas tercerizadas de las empresas SSR Puna y Compañía Minera Aguilar.

Los testimonios de los pacientes que se encuentran en las redes sociales no hacen más que sumar dramatismo a lo que se está viviendo. Pensar que a principios de agosto el gobernador Gerardo Morales, en una transmisión en vivo desde el Comité de Emergencia Operativa, invitaba a la automedicación, recomendando el uso de azitromicina para eliminar el Covid-19. El problema es que la azitromicina es un antibiótico de alto espectro, usado para infecciones bacterianas, y el Covid-19 es un virus, pero no importa, todo vale, y las farmacias jujeñas ese día agotaron el stock.

En este sentido, el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, el 28 de agosto declaró: “Si le tuviera que dar un consejo [al gobernador Gerardo Morales], le diría que tome el tema con la seriedad del caso, que no tenga miedo ni vergüenza en pedir ayuda al gobierno nacional”, confirmando que el gobernador jujeño había rechazado la colaboración del gobierno nacional, aduciendo que no la necesitaba. Hay que recordar que Morales accede a la gobernación con un acuerdo con el Partido Renovador que dirige Sergio Massa, quien coloca al vicegobernador.

En todo este caos, el gobernador mantiene buenas relaciones con el gobierno nacional. El 31 de agosto se reunió virtualmente con el Presidente Alberto Fernández, y con posterioridad a la reunión se dijo que Alberto Fernández visitaría Jujuy el 7 de septiembre. Difícil tarea le espera.

 

 

Instituto de Salud Colectiva, Universidad Nacional de Lanús
Nuestro agradecimiento a todas las personas que siguen siendo fieles al legado del Dr. Carlos Alvarado, por la colaboración para este texto.

 

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