El hábito de descomer

Despidos masivos en Clarín para intentar disciplinar al gremio de prensa

 

A última hora del sábado, vallado total frente a la redacción y jaula de hierro con puerta doble, custodiada por una veintena de cámaras de seguridad. En la madrugada del domingo, escueta comunicación vía mail a 48 trabajadorxs: “la Empresa –con mayúsculas– ha tenido que adoptar la difícil decisión de extinguir su contrato de trabajo”. Varios no llegaron a leerlo porque antes les desactivaron la casilla. Al resto, una perorata de Héctor Aranda, CEO de AGEA S.A, sobre “la reconversión para adecuarse a las exigencias del periodismo digital”, y un cínico “contamos con vos” para intentar disuadir cualquier esbozo de solidaridad.

 

Invitación al diálogo.

 

El momento elegido para descomer trabajadores –según la definición de Miguel Ángel Ponte, ex secretario de Empleo del gobierno de Mauricio Macri, cuando el gremio de prensa perdió más de 4.500 puestos de trabajo– no fue azaroso: el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA) obtuvo en enero la personería gremial y el Ministerio de Trabajo lo había convocado por primera vez para negociar paritarias. Al día siguiente, además, se cumplía otro aniversario de los 65 despidos de 2019.

 

Héctor Aranda: CEO especializado en despidos y mails de madrugada.

 

En la mañana de ese domingo gris, mientras laburantes con más de un cuarto de siglo en Clarín amanecían con la mala nueva, lxs delegadxs de AGEA/Clarín y demás redacciones nucleadas en el SiPreBA se congregaban en Tacuarí al 1800 para organizar la respuesta colectiva. A las tres de la tarde, bajo la lluvia, unos 200 trabajadores convocados a una asamblea de urgencia votaban a mano alzada un paro general para exigir las reincorporaciones y la apertura de una negociación. La medida no llegó a concretarse por la rápida respuesta del Ministerio de Trabajo, que dictó la conciliación obligatoria durante 15 días y ordenó dar marcha atrás con los despidos.

 

La respuesta del gremio.

 

El secretario general del SiPreBA, Agustín Lecchi, advirtió de inmediato que “acá hay un mensaje político” que va mucho más allá del intento de “disciplinamiento interno”. “Nos quieren cambiar el eje, quieren que no discutamos salarios ni condiciones laborales cuando por primera vez íbamos a estar en la paritaria”, explicó por la TVP, uno de los pocos resquicios donde pudo colarse la noticia.

 

 

El multimedio eligió entonces situarse al margen de la ley: no acató la conciliación, no acudió a la audiencia convocada el lunes por la cartera laboral e impidió el ingreso de los despedidos a la redacción. La estrategia empresarial se complementó con un intento de forzar la intervención de la Secretaría de Trabajo del gobierno porteño, que accedió a la jugarreta dictando otra conciliación pero sin los trabajadores adentro.

El martes a primera hora, en paralelo con una jornada de lucha convocada por la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (Fatpren), el SiPreBA brindó una conferencia de prensa frente al vallado y junto a los despedidos. “La empresa sigue mintiendo, cree que puede dibujar la ley a su antojo. Exigimos que Clarín acate la conciliación”, afirmó el delegado Sebastián Díaz. Su compañero Matías Cervilla explicó que los despidos “son para amedrentar” y apuntó que la masa salarial de los 48 descomidos representa un insignificante 6% de las ganancias netas mensuales de Magnetto, Aranda, Pagliaro & Cía.

 

Delegados, dirigentes y trabajadores despedidos, en conferencia de prensa.

 

Los cesanteados hicieron trizas con datos el relato del CEO Héctor Aranda, hermano del accionista José Antonio Aranda y gerente general en 2000, cuando echó a 117 trabajadores. “La reconversión tecnológica la hicimos solos y empezó hace 20 años”, recordó Leonardo Torresi, un ex redactor con 29 años de antigüedad en Clarín que aprendió a escribir guiones y editar videos para adecuarse a la nueva etapa. Citó también como ejemplo a Rodolfo Del Percio, otro de los echados, a quien el secretario de redacción Ricardo Kirschbaum convocó en 2011 para armar Clarín TV. “El sentimiento de estar acá por segunda vez es doloroso pero estamos acostumbrados a este maltrato por parte de la empresa, para la que somos sólo un número”, dijo Cecilia Vecchiarelli, despedida en 2019 y reincorporada por la lucha gremial.

 

Leonardo Torresi: “La reconversión tecnológica la hicimos solos y empezó hace 20 años”. Foto: Pepe Mateos.

 

“La situación de los trabajadores de prensa es que no llegamos a la canasta básica. Pero no van a lograr corrernos del eje con despidos. Vamos a dar la pelea y vamos a defender nuestra dignidad”, afirmó Carla Gaudensi, secretaria general de Fatpren. Los despidos son parte “de un mensaje político mafioso para marcarnos la cancha, no solamente al gremio de prensa sino a toda la sociedad”, explicó Lecchi, quien recordó que la Comisión Interna de AGEA/Clarín, formada en 2012, “fue un pilar fundamental para armar el SiPreBA” tres años después. Insistió sobre la intención de desviar el foco de la discusión salarial y anunció medidas en todas las redacciones de las empresas que conforman AEDBA (cámara que también integran La Nación, Perfil, Infobae, Página/12 y Ámbito Financiero) para “demostrar que los despidos no nos van a detener y vamos a continuar la lucha por el salario”.

Tras la segunda actividad pública en sus narices en 48 horas, Clarín accedió a participar de la audiencia convocada por el Ministerio de Trabajo y acató la conciliación, aunque apeló al teletrabajo para evitar el ingreso de los despedidos: les hizo llegar computadoras a sus casas a los mismos editores de video a quienes hasta la semana anterior les impedía trabajar fuera de la redacción.

 

Comenzó entonces el trabajo de hormiga de la oficina de Recursos Humanos, llamando uno por uno a los despedidos para ofrecerles mejorar sus indemnizaciones y pagarles la prepaga durante un semestre, consciente de que en última instancia las decisiones sobre resistir o irse son individuales y que la acumulación de maltratos sumada a los bajos salarios conforman una óptima invitación a pensar en rumbos menos ingratos que la redacción que naturalizó el “periodismo de guerra”, como la definió el fallecido editor Julio Blank.

El viernes el gremio volvió a congregarse en el barrio de Barracas, tal como se había resuelto en la asamblea del SiPreBA la tarde anterior a los despidos, para retomar el reclamo por salarios dignos y participación en la paritaria frente a la empresa que conduce AEDBA. Ya sin la excusa de la falta de personería gremial del sindicato fundado en 2015, la cámara había logrado de todas formas frustrar la negociación con la complicidad de la Utpba, que accedió a presentar un acta de la primera audiencia de la paritaria (facilitada obviamente por las empresas) ante la Cámara del Trabajo, para que suspenda la actuación del SiPreBA hasta tanto haya un pronunciamiento de fondo sobre la presentación del viejo sindicato, que objetó su pérdida de personería pese a que no pudo demostrar un solo afiliado cotizante.

 

Los trabajadores de prensa no están solos. Foto: Emiliana Migueles.

 

La movilización que acompañó el acto incluyó no sólo a trabajadores de medios privados, públicos y autogestivos sino también a un amplio espectro de dirigentes y organizaciones sindicales, políticas y sociales, que colmaron Tacuarí hasta el cruce con avenida Caseros, donde un ejército de uniformados distribuidos en media docena de vehículos de la Policía de la Ciudad esperaba la orden de intervenir.

 

 

“La unidad de les trabajadores es un valor fundamental que defendemos desde el sindicato porque es nuestra herramienta de lucha. Buscan corrernos el eje con despidos para no discutir salarios”, abrió el acto el delegado Matías Cervilla. Su compañera Clara Uranga leyó un texto que intentó resumir la mezcla de sentimientos de desazón, bronca, miedo e impotencia de los últimos días. “Clarín no escucha pero vamos a gritar cada vez más fuerte. Estamos hartos de salarios de pobreza, hay que cambiar el miedo por lucha, por nuestros 48 despedidos y por todos les trabajadores de prensa”, arengó Sebastián Díaz, delegado en Olé. En el camión que ofició de escenario los acompañaba el diputado nacional Hugo Yasky, titular de la CTA de los Trabajadores.

 

Seba Díaz, Clara Uranga y Matías Cervilla, junto a Agustín Lechi. Foto: Emiliana Migueles.

 

Este cronista, delegado en Página/12, destacó la necesidad de romper con la indiferencia a la organización gremial por parte de las cadenas de mando que responden a los patrones de AEDBA, quienes más allá de sus discursos para la tribuna están hermanados en la censura sistemática de toda información que afecte sus intereses económicos y políticos. “Los empresarios no tienen grieta: cuando nos tienen que ajustar, nos justan a todos por igual. En el movimiento obrero tampoco tiene que haber grietas”, afirmó Florencia Defelipe, delegada en Perfil.

 

Foto: Rolando Andrade.

 

Gaudensi, de Fatpren, destacó que “no estamos dando una lucha económica sino una lucha política”, que el objetivo de las empresas es “atacar nuestros salarios y puestos de trabajo” y que “si nos meten miedo acá, perdemos todos y todas, en todo el país”. “Es un crimen dejar trabajadores en la calle cuando hay más de 100% de inflación”, cerró el acto Lecchi. “Vamos a dar la pelea en todos los ámbitos. Si hace falta ir a la Justicia, vamos a ir y acampar porque cuanto más se demora una definición, más crece el hambre entre nuestros compañeros”, afirmó el titular del SiPreBA. “Vamos a hacer una huelga de hambre si es necesario, vamos a hacer un paro general en todas las empresas del gremio de prensa si no se sientan a discutir el salario con nosotros y nosotras”, anunció.

 

Agustín Lecchi, secretario general del SiPreBA. A su lado, Hugo Yasky y el delegado Matías Cervilla. Foto: Patito Pérez Ferraro.

 

 

 

--------------------------------

Para suscribirte con $ 1000/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 2500/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 5000/mes al Cohete hace click aquí