El mundo al revés

El sonido y la furia de las Fuerzas del Cielo

 

Tiempos caóticos sacuden al mundo. Son tiempos de miseria y perversión, tiempos que destrozan el tejido de las sociedades y las empujan hacia el canibalismo social. Esto no es algo nuevo: la vida humana ha llegado hasta nuestros días recorriendo un largo camino signado por la desaparición de diversas civilizaciones. Hoy, sin embargo, el peligro es mayor pues el conflicto entre potencias nucleares amenaza con destruir todo vestigio de vida en el planeta. Este peligro, sin embargo, engendra una paradoja: al tiempo que ventila el abismo, expone las causas de la debacle y esboza la salida del laberinto.

Desde tiempos inmemoriales la humanidad ha organizado su vida social en torno a relaciones de dominación y de cooperación en la producción, distribución y apropiación de afectos, símbolos, bienes, dinero y poder. Esta estructura de relaciones ha sido siempre contradictoria y marcada por la dinámica salvaje de la usura: esa adicción humana al deseo insaciable y a la acumulación sin límites de poder y riqueza. Este deseo sin fin engendra relaciones asimétricas de endeudamiento que, desde el vamos, se han entrelazado con el desarrollo de la vida social. Sin embargo, durante largos periodos históricos y a lo largo de distintas culturas la existencia de una autoridad superior (central, monárquica/divina, valorativa, etc.) logró que la cooperación pusiese un límite a la dominación, evitando así el aniquilamiento social. En este proceso, varias civilizaciones quedaron en el camino y, deglutidas por Épocas Oscuras, sólo nos han dejado algunos vestigios de su existencia.

Estudios recientes [1] muestran que hacia 2.500 A.C. aparecen en el sur de la Mesopotamia los primeros vestigios de contabilidad relacionados con la existencia de deudas, cobro de intereses, interés compuesto y cancelaciones periódicas de cierto tipo de deudas asociadas al restablecimiento del orden económico y social. Hacia 1200 A.C. los rastros de estas prácticas se pierden en una Era Oscura marcada por la brutal destrucción de recursos naturales y extinción de la población. Posteriormente, y a partir del desarrollo del comercio entre el Mediterráneo y el Sur de la Mesopotamia, rastros del endeudamiento reaparecen en la antigua Grecia. Por ese entonces, ésta carecía de una autoridad central capaz de regular apelando a un orden superior, como ocurriera en la Mesopotamia, y el poder político se astillaba en bandas lideradas por jefes locales. Estas circunstancias habrían facilitado la coexistencia del endeudamiento con el despojo de bienes y tierras de los deudores por los acreedores, dando así lugar a la acumulación de riqueza en manos de una oligarquía y a las consiguientes revueltas populares en su contra lideradas por jefes “populistas”: los tiranos. Muchas veces, estas revoluciones “populistas” cancelaron deudas y redistribuyeron las tierras, llegando en algunos casos, como en Esparta, a prohibir el uso del dinero. Estos fenómenos impulsaron la reflexión filosófica sobre los sistemas políticos, llevando a Sócrates a discurrir sobre la necesidad de un sistema político democrático, capaz de impedir el desarrollo de una oligarquía basada en el endeudamiento y la acumulación de riqueza. Así, y a pura reflexión, Sócrates descarnó el problema central que iría a regir la vida social en todos los tiempos y culturas.

Esbozado en la Antigüedad, el problema de la deuda y de su relación con el sistema político mantiene hoy más que nunca su importancia crucial para el futuro de la humanidad. Sin embargo, no nos damos cuenta de ello. La razón es simple: el endeudamiento ha sido vaciado de todo contenido de poder y, convertido en un fenómeno natural, existe ahora desde siempre y para siempre. Así, mientras hoy la posibilidad de cancelar las deudas para restituir el equilibrio económico y social de una colectividad o de un individuo es anatema, el endeudamiento ilimitado reproduce a la estructura de poder global y constituye el elemento central de las políticas del FMI y otros organismos internacionales. Más aún, el endeudamiento ilimitado es hoy el eje de la crisis sistémica que corroe al centro del capitalismo global monopólico, los Estados Unidos, y es también un arma de guerra con la que este país busca imponer su hegemonía en el mundo. Este tipo de endeudamiento se basa en la constante contracción de deuda nueva para enfrentar una deuda vieja que crece al ritmo del interés compuesto, un ritmo dictado por las leyes de las matemáticas e imposible de contrarrestar con el crecimiento de una economía real que depende de variables socioeconómicas y de fenómenos naturales que escapan a todo control humano. Este endeudamiento exponencial e ilimitado opera como una sanguijuela que chupa la sangre del deudor: rentas, ingresos, riqueza acumulada, recursos naturales, todo es succionado hacia el centro del capitalismo mundial dejando atrás un cuerpo social exánime que se deshace en mil pedazos. Al tiempo que succiona la riqueza y disciplina a la sociedad, el endeudamiento ilimitado borra las asimetrías de poder que le dan origen: presentándose como un fenómeno natural, vacía de contenido a los conceptos generando un mundo al revés, donde lo ficticio sustituye a la realidad. De ahí en más, para los “expertos” de la economía, la deuda se asocia con la libertad de mercado y esta última se identifica, por arte de magia, con los monopolios. Para las elites políticas, el endeudamiento se asocia a la vigencia de un orden democrático, con “reglas claras” cada vez más intrínsecamente ligadas al clientelismo y al autoritarismo creciente.

En este mundo al revés, la violencia y la impunidad escalan sin límites y un totalitarismo de nuevo signo se expande impunemente. Este huevo de la serpiente no alcanza a ocultar el sonido y la furia salvaje de la usura, encarnada en un pequeño puñado de enormes corporaciones que, apoyadas en una vasta red clientelista, pugnan constantemente por absorber mayor riqueza y poder mundial. El vendaval de esta pelea llega hasta los confines más apartados del mundo y escala los conflictos domésticos y geopolíticos. A pesar de las distancias geográficas y de las diferencias sociales, económicas e institucionales de países y regiones, este vendaval impone por todas partes un común denominador: un ritmo intenso, crecientemente enardecido, de confrontación abierta e impune; una polarización que avanza rauda hacia una explosión que pretende ser controlada, pero cuyas consecuencias son imposibles de imaginar. Este aquelarre revela sin embargo algo de crucial importancia para la vida social, cualquiera sea el tamaño del ámbito comunitario en la que se desarrolle: sólo construyendo un sistema político de relaciones jerárquicas verdaderamente representativas y basadas en la solidaridad y la cooperación podremos desarticular a la usura y restablecer el orden económico y la paz social en las comunidades y entre las mismas, cualquiera sea su envergadura.

 

Estados Unidos: maximización de ganancias del complejo industrial-militar [2]

Un informe reciente del Departamento de Defensa norteamericano expone las enormes fallas impuestas a la base industrial norteamericana por la lógica de maximización de ganancias que rige el accionar de las corporaciones que producen para la guerra. Según el informe, estas fallas no sólo erosionan la eficiencia del sistema industrial norteamericano, sino que ponen en riesgo a la propia defensa nacional [3]. La mayoría de los problemas detectados remiten explícitamente al rechazo de las corporaciones que producen armamentos a aceptar requerimientos de seguridad que implican algún tipo de límite a la maximización de sus ganancias, siendo éste el objetivo último del complejo industrial-militar norteamericano. Reconstruir la base industrial será, sin embargo, una tarea ciclópea y, según el CEO de Raytheon, una de las principales corporaciones que producen armamentos, “llevaría muchos años”.

Este complejo-militar es el más grande del mundo y el que mayores ganancias genera, pero su lógica engendra un aumento del gasto público totalmente irracional, que no es ni ha sido auditado por el Pentágono a lo largo de los gobiernos que se han sucedido en el tiempo [4] [5]. Hay, sin embargo, algo más: la maximización de ganancias va de la mano de un aumento del poder político de las corporaciones de armamentos sobre el Congreso, sobre la selección de los candidatos de los dos partidos políticos y sobre el complejo de think tanks que elabora la política exterior norteamericana.

 

Especulación, formación monopólica de precios y crisis financiera

Otros grandes grupos económicos pujan por maximizar ganancias impactando de un modo crucial sobre la estabilidad económica y financiera norteamericana y del mundo. Entre estos, tres fondos financieros (BlackRock, Vanguard y State Street) constituyen los principales accionistas del 88% de las grandes corporaciones nucleadas en el S&P 500. Este pequeño grupo de enormes conglomerados financieros junto con un puñado de megabancos norteamericanos maximizan ganancias reproduciendo el endeudamiento con derivados [6]. Hoy cinco de estos bancos responde por el 83% del total de esta deuda en manos de los 4.600 bancos norteamericanos [7]. Peor aún, estos megabancos concentran proporciones enormes de la deuda con derivados de la banca en las sombras, es decir deuda que está fuera de toda regulación. Un estudio reciente muestra que el 70% de esta deuda tiene como contraparte a las corporaciones norteamericanas. Así, el endeudamiento ilimitado con derivados conecta a corporaciones, megabancos y grandes fondos de inversión, multiplicando el impacto de sus pujas por ganancias especulativas y la posibilidad de contagio en caso de crisis de liquidez. A todos estos sectores en pugna se suma un puñado de mega-corporaciones tecnológicas, las “7 magníficas”: Apple, Meta Platforms, Alphabet, Microsoft, Tesla Nvidia y Amazon. Recomprando sus acciones, éstas empujan hacia arriba los precios de las mismas, incrementando especulativamente sus ganancias y su poder financiero que, sumado a su enorme poder tecnológico, les permite aumentar su control sobre la información y sobre el poder político. En paralelo, la economía real es azotada por la puja por maximización de ganancias a través de la formación monopólica de precios.

 

Guerra y elecciones

El reciente discurso del Presidente Biden sobre el estado de la Unión sintetizó la creciente temperatura política de un país cuya elite política está cada vez más polarizada. Según Biden, estas elecciones decidirán el futuro de la libertad y de la democracia en el país y en el mundo, e identificó a Trump y a Putin como los principales responsables de este peligro. En su discurso, Biden polarizó constantemente con un Trump que reafirma a diario su vigencia política, su control sobre el Partido Republicano en el Congreso y su creciente popularidad, especialmente en los grandes Estados que decidirán el resultado de las elecciones en noviembre. Mientras tanto, las circunstancias económicas y el genocidio en Gaza afectan las intenciones de voto de la juventud demócrata, de las bases de este partido y hasta de los independientes que votaron a Biden en las últimas elecciones [8], conformando así un panorama electoral muy complicado para el oficialismo.

Por otra parte, el bloqueo republicano a los fondos en el Congreso para la guerra en Ucrania junto con la evidencia de una inminente derrota encierran a la política oficial en un una escalada creciente: al rechazo a negociar la paz en Ucrania se suma el apoyo explícito a operaciones militares de las fuerzas de ese país en el propio territorio ruso, y el aliento al posible desembarco de tropas de la OTAN en Ucrania. Frente a esto, el gobierno ruso ha dejado en claro que responderá con todo el arsenal que tiene para ello, incluido el nuclear [9]. La renuncia reciente de Victoria Nuland, artífice desde 2014 de la política norteamericana en Ucrania, expresa el desorden en el gobierno en relación a esta guerra y su preocupación creciente ante el impacto de una derrota militar sobre las próximas elecciones.

En paralelo, la resistencia de Netanyahu a aceptar demandas del gobierno norteamericano para poner límites al genocidio en Gaza, activar la negociación con Hamas y revivir los acuerdos de Oslo luego de poner fin a la ocupación, han llevado al gobierno norteamericano a intentar un “cambio de régimen” en Israel, promoviendo abiertamente la sustitución de Netanyahu como Primer Ministro [10]. Esto expone nuevamente la fragilidad del gobierno de Biden frente a su aliado incondicional: un Israel que juega un rol crucial en el control norteamericano sobre la región, las reservas de petróleo y gas y el rol del petrodólar como moneda internacional de reserva [11]; un Israel que desde hace décadas juega un rol decisivo en la política y en las elecciones norteamericanas a través del accionar de AIPAC [12], el lobby político más importante de los Estados Unidos.

 

La Argentina: hacia la dolarización

En los últimos tiempos el gobierno de Milei ha dado varios pasos en falso [13]. Esto ha enardecido su discurso y sus ataques virulentos en las redes contra todos aquellos que osan contradecirlo. La violencia creciente de estos ataques es parte de una estrategia que busca detonar el caos lo más rápido posible.

Detrás de la misma hay poderosos intereses y un objetivo central: dolarizar lo más rápidamente posible, imponiendo así un chaleco de fuerza a la protesta social en el país. A este fin el gobierno devaluó el 118% en diciembre y, junto con el brutal ajuste subsiguiente, licuó drásticamente los activos y pasivos, disminuyó la base monetaria, obligó a vender dólares que se incorporaron a las reservas. Esta semana dio un nuevo paso en la licuación de los depósitos de los ahorristas bajando fuertemente la tasa de interés en pesos. Al mismo tiempo, le dio un regalito a las entidades financieras eliminando el piso de rentabilidad que debían ofrecer en los plazos fijos. Eufórico, Milei anunció que “estamos más cerca de abrir el cepo. Si no hay brecha se puede, pero en el medio estamos haciendo varias cosas. Liberamos muchas importaciones y estamos bajando la tasa. Es un proceso de tanteos”. Insistió en avanzar en “una competencia de monedas” como paso previo a la dolarización, al tiempo que advirtió: “La confianza es tan grande que ya mismo estamos recibiendo depósitos en dólares en el sistema financiero a tasas cero”. Ante la posibilidad de que una apertura del cepo sea seguida por una corrida cambiaria, acude ahora al FMI para que adelante 15.000 millones de dólares que serán destinados a la unificación cambiaria, objetivo que este organismo comparte y ha planteado desde un inicio como una exigencia que debe concretarse antes de fin de año.

El plan de Milei también recibió el apoyo explícito de la asociación empresaria que nuclea a las principales empresas norteamericanas en el país. En su simposio anual, su CEO respaldó abiertamente las políticas seguidas por el gobierno, tanto por sus objetivos como por su implementación, única manera, según él, de desregular a la economía y hacer de la Argentina “un país viable” [14], e instó a la oposición a respaldar al gobierno. Esto ocurre en el contexto de una frenética remarcación de precios por parte de los grupos económicos locales, fenómeno que obligó al gobierno a cambiar su relato [15] y a abrir las importaciones como único medio de poner un límite a la remarcación de los monopolios. Estos percances dejan escapar el tufillo de una pugna desmadrada por apropiarse de los ingresos de la población, al tiempo que exponen los peligros inminentes del plan Caputo, los mismos que han acosado a todos los gobiernos desde el fin del terrorismo de Estado: el desmadre de la formación monopólica de los precios, la retención de la liquidación de la cosecha por parte de los exportadores y la consiguiente corrida cambiaria, desembocando en una implosión social a corto plazo. Esto ocurre al tiempo que el panquequeo creciente en el ámbito legislativo opera como una cortina de humo que oculta el silencio y la falta de liderazgo de una oposición que se muestra incapaz de movilizar al país tras un proyecto alternativo.

 

 

 

 

[1] Michael Hudson, “…and Forgive Them Their Debts: Lending, Foreclosure and Redemption From Bronze Age Finance to the Jubilee Year”, ISLET-Verlag, 2018; “The collapse of Antiquity”, ISLET, 2023.
[2] En otras notas hemos visto que tanto Trump como Biden postulan la reconstrucción de la economía norteamericana con una fuerte intervención estatal en áreas de importancia estratégica. Esto se plantea como un medio para recuperar la pérdida de hegemonía mundial. Aparece así la reivindicación oficial del mercantilismo en el contexto de una creciente escalada militar cuya lógica en última instancia depende de la dinámica de maximización de ganancias de un complejo industrial-militar, cuya existencia fue denunciada en los ‘60s del siglo pasado por el ex Presidente Eisenhower. Luego de varias guerras sin fin, ocupaciones militares y países inviables, este complejo industrial-militar exhibe a la luz del día sus grietas tectónicas.
[3] Son múltiples y variadas, e incluyen desde la incapacidad para responder inmediatamente a un aumento de la demanda de pertrechos, municiones, etc., en un conflicto militar de cierta duración como el de Ucrania, la desintegración de la fuerza de trabajo necesaria para producir los armamentos (una fuerza de trabajo cada vez más diezmada, menos entrenada e inadecuada para los requerimientos tecnológicos del momento), hasta la existencia de cadenas de abastecimientos en países considerados enemigos estratégicos y la insuficiencia de estímulos a las empresas privadas para que produzcan en tiempo y forma de acuerdo a las necesidades inmediatas.
[4] La secuela de incidentes recientes con aviones producidos por Boeing, a los que se agrega la supuesta muerte por suicidio de un funcionario de esta corporación de importancia central en la investigación de los mismos, apunta a la compleja situación derivada de la falta de investigación sobre la corrupción en el complejo industrial-militar. Zerohedge.com 15 3 2024.
[5] Se expresa en fenómenos inauditos: así, por ejemplo, el Pentágono gasta más por un avión de combate (F-35) que el total del presupuesto destinado por el gobierno al Centro por el Control y Prevención de Enfermedades; la construcción de un portaviones cuesta más que el presupuesto anual de la Agencia para la Protección del Medio Ambiente, y el total de contratos anualmente recibidos por una sola corporación de armamentos equivale al presupuesto anual para el conjunto de la diplomacia norteamericana. Nakedcapitalism.com 26 2 2024.
[6] Activos financieros complejos, cuyo valor depende del valor de otros activos que los integran.
[7] Wallstreetonparade.com 29 2 2024.
[8] Zerohedge.com 7, 8, 13/ 3 2024.
[9] Zerohedge.com 13 3 2024.
[10] Zerohedge.com 14 3 2024.
[11] Analizado en otras notas.
[12] American Israel Public Affairs Committee, aipac.org
[13] Desde la suba de sus honorarios mientras supuestamente batallaba contra la “casta política” y ajustaba brutalmente los ingresos de la población, a los intentos fallidos de reponer la ley ómnibus, culminando con el rechazo del DNU 70/23 en el Senado.
[14] Página/12, 12 3 2024.
[15] De jactarse por haber bajado la inflación en febrero, pasó a pedirles que “incorporen las promociones” al precio del rubro, para luego reconocer que “algunos” calcularon el dólar a 2000 y hacen ganancias que no debieran.

 

 

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