El mundo en una sopa de murciélagos

Entrevista imperdible a Mónica Müller, autora de Pandemia: virus y miedo

 

Mónica Müller es la autora de Pandemia: virus y miedo, un libro con espíritu detectivesco que cuenta una historia de las pandemias con archivos de prensa, textos médicos y testimonios. El libro publicado originalmente en 2010 acaba de ser reeditado y actualizado con un prólogo que traza un linaje entre la Gripe Española, la Gripe A y el Covid-19. Müller es médica con una trayectoria de treinta años como creativa publicitaria, es escritora y artista plástica. Esa mirada le permite reírse a carcajadas cuando escucha de la sopa de murciélagos y la piensa como un eslogan norteamericano que emula cuentos de brujas y de sapos. Escrito estructuralmente hace diez años el texto es capaz de hablar, como nadie, del tiempo presente. Es una crónica y un libro de investigación y una novela con palabras que volvieron a hacerse cotidianas en el encierro: enemigo invisible, picos, aplanamiento, barbijos, desabastecimiento, alcohol en gel. Las teorías sobre el virus y su origen. El rol de la Organización Mundial de la Salud. Y aparecen muchos de nuestros mismos personajes: Gines González García, dilemas sobre cierre de escuelas, la discusión sobre políticas públicas y la canallesca reacción de los medios con Cristina, que puede leerse en diálogo con Alberto.

Hoy Müller está mirando el presente desde esa historia. Alberto no es Alberto. Es uno de los Presidentes a los que piensa en sintonía con siete líderes mundiales, todas mujeres, Presidentas o primeras ministras, de los países con menos muertes por la pandemia del presente. En los que todo se manejó con el menor sufrimiento posible.

–Es Alemania, Bélgica, Filandia, Nueva Zelanda, Dinamarca, Taiwan y Noruega —dice—. Ninguna de esas mujeres es epidemióloga. Todas son políticas. Y lo que tienen en común es que sus discursos hablan a la gente. Y dicen dos cosas: cuídense muchísimo y lo segundo es que no hay que tener miedo. Hay que cuidarse. Y lo dicen muy bien y muy claro. Y han tenido un resultado fantástico. La gente obedeció. No se rayó. No hicieron cosas de rebeldía a la italiana. Hubo un modo fantástico de conducción.

–Es el modelo de Alberto en su primer discurso. Las políticas del cuidado y de los afectos con eco del mundo feminista. Era Alberto pero también...

–¡Alberta! – dice Müller—. Un tipo que aparece con esa figura que representamos las mujeres pero también un tipo que puede cuidar. Además es un profesor, un padre fantástico, con un hijo que habla mejor de él que todas las decisiones que toma. Afectuoso. Diferente a Bolsonaro y Trump. O Italia donde te dicen: vamos a salir y se juntan de veinte a pintar una bandera. Alberto no dice somos fuertes. No lo dice. Y no trasmite miedo. Que es fundamental porque si la gente entra en pánico hace cualquier cosa, como en un naufragio, se agarran unos con otros. El pánico produce fantasías de terror infantil. Así que está bien lo que hace Alberta. Enseñar, cuidar, informar. Con su tono de profesor, es la figura de la maestra de los años '50. Cuando yo era chica, la maestra era un ser adorado porque enseñaba a la familia. Eran los colegios del peronismo, la maestra te daba el pancito con leche y te enseñaba a lavarte las manos. Eran las que sabían. Sabían un montón, como un nexo entre la salud pública y los hogares. Y Alberto me parece que toma el rol.

 

 

Caso Cero

–Seguís los pasos de investigadores a los que les adjudicas pasión detectivesca, que es el modo que vos misma pareces tener en esta investigación. Parece una crónica que permite mirar estos días desde el futuro. ¿Qué es lo que vos estás viendo ahora mismo?

–Sobre la pasión detectivesca quiero decir una cosa. Yo mande el libro a Alberto Agrest, que era un clínico maravilloso (NdR: maestro de la medicina, miembro de la Academia Nacional de Medicina). Nunca nos conocimos y nos comunicábamos por mail en sus últimos meses de vida. Leíamos los mimos libros, hubo un intercambio, que yo le mandaba y él me mandaba. Una relación muy hermosa. Y me dijo que le había fascinado del libro, justamente, esa cuestión de detective sobre la investigación de la Gripe Española. Sobre una tesis que figura ahí, de José W. Tobías, un hombre prácticamente desconocido que hizo su tesis de doctorado, el único que sospechaba que había sido causada por un virus. Mientras que los grandes médicos de Europa decían que era una bacteria, él decía: no, es un virus. Y eso lo investigué en la Biblioteca Nacional, encontré esa tesis y a Agrest le fascinaba. Era un gran lector, un tipo muy instruido, muy leído, y dijo que lo que le fascinaba era que el libro se podía leer como una novela de detectives. Me encantó.

–Esa pasión aparece también cuando reconstruís el vínculo entre la gripe Española y la Gripe A, como primas hermanas.

–Lo que hay sobre la Gripe A es un hombre llamado Taubenberger, nacido en Alemania y residente en Washington, que hizo otra investigación increíble. Desenterró cuerpos de personas que habían muerto por la gripe de 1918 y estaban enterrados en permafrost que son terrenos que no se descongelan nunca, entonces mantenían intactos los cuerpos, hay muchos en Alaska. Desenterró los cuerpos, hizo autopsias y en los pulmones encontró y pudo aislar el virus. De esa manera se supo que el virus de 1918 era prácticamente idéntico, de la misma familia, como hermano, del H1N1 de 2009. Eso me resultó muy llamativo porque, hasta ahora, se supone que el virus de 2009 fue formado por una combinación de un virus aviar con un virus porcino y aquel de 1918, según Taubenberger que lo aisló y trazó toda la historia de virus, es prácticamente idéntico. Me pareció nuevo y sorprendente encontrar en 2009 que eso ya había ocurrido en 1918.

–Entre los hitos del libro hay crónicas de la vida cotidiana de 1918 y 2009. Lecturas de diarios. Y publicidades. Análisis de políticas públicas. La OMS. La industria de los laboratorios. Pero también un análisis estructural entre virus y medio ambiente como la reconstrucción del caso cero de N1H1 en un pueblito de la frontera entre México y Estados Unidos.

–Porque el A (H1N1) empezó así: en un criadero de cerdos en México, pero en la frontera con Estados Unidos, en una granja llamada Carroll, que es subsidiaria de las granjas Smithfield Foods, una gigantesca empresa norteamericana que tiene granjas por todo el mundo de criaderos de cerdos donde contratan trabajadores migrantes. En México, mexicanos. En Estados Unidos, afroamericanos, migrantes, indocumentados, que trabajan en negro, hacinados. Muchísimos duermen ahí porque no tienen dónde vivir o no llegan a su vivienda porque trabajan mil horas por día, sin ninguna medida de seguridad. De hecho, ahora, en Estados Unidos, el brote más grande del nuevo Covid-19 se produjo en otra granja de Smithfield Foods. Es el brote mas violento que hubo hasta ahora. Y en el H1N1 se produjo en la granja Carroll también de Smithfield Foods. Entonces, ¿sopa de murciélago? Puede ser que haya aparecido en China, por supuesto. Puede ser que los chinos estén criando animales y tratando animales de esa forma espantosa, pero esto puede ocurrir permanentemente en cualquier lugar. No por los chinos. Sino por lo que el mundo hace con los animales. Pensá esto: desde que nacen se les da antibióticos; el agua que toman los pollos y los cerdos en los criaderos contiene antibióticos porque sino mueren, se golpean, se lastiman, están hacinados, estresados. Si no le dieran antibióticos, morirían todos de alguna infección bacteriana, entonces toman antibióticos todo el tiempo. El 80 por ciento de la producción de antibióticos del mundo está destinada a los criaderos de animales. O sea, toda la carne que comemos contiene antibióticos.

–¿Crees que detrás de los casos ceros hay historias parecidas?

–Sólo analicé el A H1N1 y ahora estoy siguiendo el brote del Covid-19 en ese pueblo. Y es evidente que surgió de la promiscuidad animal con lo humano. En el pueblito del caso cero casi todos sus habitantes trabajaban en esa granja de cerdos o criaderos de cerdos. Si eso favoreció o lo produjo, no lo sé. Lo que sé es la proximidad del humano con otro mamífero. Y ademas, en el caso del H1N1 está el agregado de las aves. En el Covid-19 parece que fue un virus de murciélago. Los murciélagos tienen muchísimos virus, pero no son virus que ataquen humanos, hasta que mutan y se hacen infecciosos, como pasó en este último caso.

–Aún se busca el segundo animal de la cadena. Se habla del pangolín.

–Sí, porque en general tiene que haber un intermediario: un animal, otro mamífero que admita en su traquea tanto el virus de mamífero como, por ejemplo, de ave. El cerdo en su traquea tiene la posibilidad de alojar virus aviar y virus de mamífero. Entonces, tenés la proximidad de dos tipos de virus, como si lo mezclaran en un laboratorio, lo recombinarán y ahí aparece un nuevo virus. Y ese nuevo virus es infeccioso para los humanos porque tiene fracciones en su ADN que da la posibilidad de hacerse infeccioso para los mamíferos. Ahora mismo estoy viendo una paloma asquerosa en mi balcón. Es un caso extremo de proximidad de animal silvestre con los humanos, supongo que ya estamos inmunizados contra todos sus virus, pero cuando la proximidad empieza a ser con los monos, con los cerdos, con los pangolines, con todos los animales que se están acercando de manera promiscua porque no tienen dónde vivir, aparecen estas cosas. Les quitan el agua, porque el agua la usan para la industria; les quitan los árboles porque talan los árboles; están descalabrando el planeta. Los humanos estamos descalabrando el planeta y esto va a seguir ocurriendo. Ocurrirá eternamente hasta que no vuelva atrás.

 

 

La OMS es como el Vaticano

–Último sobre esto: también marcás la relación entre los últimos virus mortíferos y los animales.

–Todos los últimos virus, las ultimas epidemias, fueron provocadas por virus animales que mutaron. Los virus todo el tiempo mutan y se recombinan para cumplir con su estrategia que es infectar, llegar a mas seres vivos. El virus del HIV, todos los que aparecieron y provocaron brotes y epidemias, son virus animales que mutaron, saltaron la barrera de su especie y se hicieron infecciosos para los humanos: el HIV origen en el mono; el H1N1 que es un virus aviar combinado con el porcino; la gripe Aviar, el SARS, el MERS. Todos los últimos virus: este último, el Ébola, el Zika. Eso no ocurría antes. Y es muy impresionante lo que nos está diciendo sobre lo que estamos haciendo con las especies. La deforestación hace que los animales silvestres se acerquen a la ciudad. Por ejemplo, la fiebre amarilla. Hoy se encuentran monos muertos permanentemente por fiebre amarilla en Misiones, muy cerca de la ciudad, antes no ocurría, lo encontrabas en medio de la selva. Entonces, una vez que se produce la proximidad del animal con el humano, el animal silvestre con el humano, todo puede suceder. Con este virus ocurrió lo mismo. Esa simplificación xenófoba sobre la sopa del murciélago me indigna porque es típica del tipo de eslogan norteamericano muy efectivo. ¡Imaginate algo mas horrendo que una sopa de murciélago! Parece un cuento de brujas. La bruja que tira el murciélago y el sapo en la olla. ¿Y qué es eso? Es para que odiemos a los chinos. Personas muy lógicas me han dicho: “los chinos son muy raros” o “qué comen los chinos”. Nosotros somos raros y asquerosos para los chinos. Comemos porquerías: chinchulines, tripa gorda, ¿qué les parecen a los chinos las porquerías occidentales? Pero ahora es muy efectivo porque todo el mundo culpa a los chinos que comen sopa de murciélago y no es así: estamos inmersos en una sopa de murciélago hace años con estos criaderos de animales, criaderos de cerdos hacinados, de aves hacinadas. La humanidad es una sopa de murciélagos.

–Sos crítica de la OMS. Rastreas a sus expertos en sus pasos hacia los grandes laboratorios. Pese a eso, la rescatas. En 2009 fue muy criticada por las predicciones sobre muertes, con gobiernos que invirtieron millones en vacunas que no se usaron. Hoy Estados Unidos le reprocha su cercanía con China. ¿Que estas viendo ahí?

–La OMS siempre fue un Estado: es como el Vaticano, en vez de curas, hay médicos. Tienen sus intereses políticos clarísimos, sus adherencias políticas y sus enemigos. Yo no tomo lo que dice la OMS como algo no contaminado. Porque hay quien piensa la ciencia como algo puro, pero no hay nada mas político que la ciencia y si uno piensa que la industria farmacéutica es, por lo menos hasta hace un tiempo, el poder económico mas fuerte, mas que las armas y mas que las drogas ilegales y que es la industria mas poderosa, ¿cómo vas a pensar que la OMS está afuera de eso? Claramente, no. Ahora está alineado con China porque en cuanto a producción de medicamentos y cultura farmacéutica, China es poderosísima. En otros momentos estuvo alineada con Estados Unidos. Van cambiando las autoridades y las tendencias. Igual le presto muchísima atención porque tiene un papel de recopilador de estadísticas que me interesa. Hay universidades que también lo hacen y también tienen sus intereses políticos y económicos, pero la OMS recopila a lo largo del tiempo, y eso sirve. Un caso, por ejemplo, son los números de la Gripe A H1N1. Cuando terminé la primera edición del libro en diciembre de 2009, el dato oficial era de 13 mil muertos. En agosto de 2010, la OMS modificó la cifra de casos fatales a 18.631. Hoy se calcula que los fallecimientos fueron no menos de 203.000 y probablemente hasta 575.000. ¡Mira la diferencia! Y todos los años la cantidad de muertes por gripes es espantosa: hay entre 290 mil y 650 mil muertes anuales por gripe común. Y de 3 a 5 millones de personas que enferman muy gravemente, que están internadas y con respiradores. Esas son cifras de la OMS. Y son importantes porque si ves sólo los números de EEUU no alcanza: siempre lo pintan distinto, como que hay menos, hay poco. Entonces creo que la OMS en ese sentido es más objetiva con la compilación de estadísticas de todo el mundo. Todo lo que está pasando ahora con el virus, en términos de números más claros, se va a saber después. Hasta que no se hagan todas las autopsias y todas las estadísticas y se reúnan todas las cifras de todos los hospitales del mundo, no se puede saber realmente.

–¿Que estás mirando en la evolución de este nuevo virus?

–En medicina siempre se dice que las verdades duran un año porque eso está hablando de cómo evoluciona la investigación. Pero en las epidemias la verdad dura una semana porque ante virus nuevos no se sabe nada. Por ejemplo, con las autopsias de este nuevo virus se está sabiendo que no es un virus respiratorio como se pensaba. Yo escribí la introducción a la reedición del libro el 13 de marzo. Y eso no estaba. Yo hablo en la introducción de virus respiratorio. Pero no es así. Es impresionante entender a qué velocidad cambia todo. Este nuevo virus es igual, entra por la nariz, va por la faringe, por los ojos. Creo que está cerca del hantavirus, por ejemplo, que también entra por la mucosa, por los ojos, la nariz, por la boca y produce esta enfermedad. Ahora se sabe que este virus produce coagulación intravascular diseminada, que son coagulitos en todos los órganos, nada que ver con una gripe, pero todo esto se sabe mes a mes, semana a semana. En el libro cuento el caso de una compañera que murió de hantavirus. Fue a atender a otra. Y se murió. Vinieron expertos de Estados Unidos a estudiar el caso porque hasta ese momento no se sabia que el hantavirus era contagioso entre personas, por eso ella fue a cuidar a su compañera, se creía contagioso solo cuando estabas en contacto con alguno de los agentes contaminantes. Mirá ese dato. Después de años de estudiar el tema eso no se sabía, o el virus no había mutado y se hizo contagioso entre humanos. Por eso todo eso tiene cambios vertiginosos.

 

 

 

Anoche me desperté con insomnio

–En la escala local, criticás el escenario de 2009. Con órdenes y contraórdenes, desorganización. El rol de Graciela Ocaña. Y sos ácida con el único experto que aparecía, Stamboulian. Ahora todo parece distinto como si esa otra crisis sanitaria actuara en contraplano. La relación de Alberto con los medios dialoga con la de Cristina.

–Sobre Alberto y los medios, no lo veo luchando con los medios, peleándose. Sí con los medios de siempre, que quieren destruir todo para llevar, no diría agua a su molino, sino guita a su molino. Con Cristina era muchísimo mas violento, canallesco. Me parece que con Alberto se cuidan más, tal vez por una lógica machirula. Es una sensación. Lo que sí veo es un equilibrio dificilísimo con los gobernadores, por ejemplo. Anoche me desperté con insomnio a las tres de la mañana y tuve una imagen increíble que quiero dibujar: Alberto parado en el borde de un precipicio y un león que avanza hacia él y lo corre. Ahí está la elección que tiene que hacer entre que lo coma un león o caer al precipicio. Y lo tomo como metáfora: entre el cuidado de la pandemia, la cuarentena, las restricciones y el problema tremendo con los trabajos y la producción. Y lo que hay por un lado es el temor a que la gente se enferme y se muera como en España o Italia y por otro lado que todo quiebre y se funda todo el mundo. Lo veo atrapado entre esas dos opciones tan terribles. Me desperté pensando: pobre tipo, que difícil agarrar este país hecho pedazos, como lo recibió, y le viene la pandemia. Viene esta lucha que ocurre en todo el mundo, donde hay un impulso como en Estados Unidos con una insistencia muy fuerte a instalar la lógica de que se va a morir mas gente por la crisis económica que por el Covid.

– ¿Y vos, qué pensás? Cuando hablas de los gobernadores, ¿pensás en las diferencias que hubo por la idea de autorizar una hora de caminata?

–Me parece que Alberto tomó esa decisión muy bien asesorado por un equipo de expertos en salud que es excelente. Se ve que pregunta mucho, escucha mucho y me parece bien que los gobernadores viendo la situación de sus ciudades digan no, esto acá puede ser un desastre. Me parece lindo ese tironeo, no me parece peligroso ni preocupante. Pero sí me da la impresión que los gobernadores tienen a los empresarios actuando sobre ellos para empezar a abrir algunas actividades, que sus asesores le dicen que es peligroso abrir. Me parece que de parte de los empresarios hay muchísima presión. También está la enorme cantidad de personas que trabaja de forma informal, que no puede ganar guita, desde el peluquero hasta el tipo que vende auriculares en el tren, es muy tremendo imaginar toda la gente que se quedó sin sustento. En ese sentido creo que es la crisis más tremenda. Se suspendió todo. Es infinito, es completo el parate. Por eso digo lo difícil que es elegir entre eso o que empiece a haber 4.000 muertos por día.

 

 

La cartera de Lagarde

–Digamos que así respondés a quienes dicen que es necesario apresurar el contagio porque a este ritmo el pico llegará en unos 400 días.

–Mucha gente planteó desde un principio que si no permitimos que la gente se junte, los contagios no van a avanzar. Es real, los virus tienen una estrategia que es contagiar a la mayor cantidad de personas en el menor tiempo posible sin matar a todos. Los virus tienen una estrategia clarísima: si matan a todos, desaparecen también. Es así. Una vez que contagian a la mayor cantidad de personas en el menor tiempo posible —dado que eso les permite reproducirse en forma enloquecida, producen más virus, producen más contagios—, sobreviven y hay un momento en el que empieza a ser más lenta la diseminación porque encuentran menos seres sin inmunidad. Esto es la inmunidad de rebaño, cuando muchísimos ya están inmunizados, ya se enfermaron y produjeron anticuerpos. Merkel lo explicó muy bien: en la gripe común cada persona, más o menos, infecta a 0,5 personas o hasta 1, pero cuando ese número es mayor, se disemina. En las primeras etapas de todos los nuevos virus siempre hay un número que se llama de morbilidad que es mayor a 1. Para lograr que todo el mundo se enferme rápidamente --con lo cual todo el rebaño adquiriría inmunidad rápida--, hay que permitir que la gente se encuentre, sino eso no ocurre nunca. Ahora bien, igual la gente se enferma, se contagia. La cuarentena hace que ese proceso sea mucho más lento y el único objetivo es que no se abarrote el sistema de salud para que no pase lo que vimos en Italia con gente muriéndose en su casa o eligiendo a quién dejar morir. Ese es el objetivo.

Hoy me parecería una barbaridad hacer lo que propone la alcaldesa de Las Vegas: que salgan todos y se contagien todos. Cuando lo escucho, me viene la imagen de Christine Lagarde cuando dijo que el problema de la economía mundial es que la gente vive demasiado tiempo. Yo creo que tenía el virus en la cartera. Malthusianismo puro. Yo divido la humanidad entre los que no podemos ser felices si vemos que alguien no es feliz y los que son muy felices cuando alguien no puede ser feliz. Son los Bolsonaro, los Trump, los Christine Lagarde: los que dicen, que se mueran. Ven a las personas como cifras. Es la visión opuesta a los médicos, que se forman para que la gente no muera. Las pandemias ponen muy en blanco y negro esa división de especies dentro de los seres humanos.

–Asistimos hoy a cambios incluso en posiciones del FMI.

–Es que también ellos son como virus: si nos morimos todos y los países empobrecen, cagaron. Son virus, funcionan igual, hay que apretar y apretar, exprimir y exprimir, pero necesitan que no se mueran todos. Por eso me interesan los virus, el mundo funciona muy parecido.

 

 

 

 

 

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