El ocaso del estado de derecho

Entrevista al ex fiscal antimafia italiano Antonio Ingroia

 

Antonio Ingroia es ex fiscal antimafia de Sicilia. Estuvo en Guatemala convocado por Naciones Unidas para intervenir en la agenda contra el narcotráfico. Y en Ecuador, como parte de una comisión internacional de veedores para una audiencia preliminar del caso Balda, contra el ex presidente Rafael Correa. En esta entrevista analiza arquetipos de esa nueva guerra judicial contra opositores de la región. Y advierte contra las des-institucionalizaciones de largos años de construcción democrática:

—Hay un esquema, un modelo, que se usa de la misma manera en los distintos países y que conlleva como efecto un cambio político en toda la América Latina: lo que se hacía hace un tiempo con los golpes militares se hace ahora con la Justicia, con los golpes judiciales.

Por estas horas sirve mirar de cerca el caso Balda desde la región. Allí hay un ex opositor al gobierno de Rafael Correa, Fernando Balda, prófugo de la justicia de su país, supuestamente secuestrado en Colombia, por personas que años después denunció como integrantes de los grupos de inteligencia de Correa. La causa cuenta con el testimonio de un arrepentido, también detenido y en prisión, el ex agente de inteligencia, Raúl Chicaiza. Los veedores llegaron a Ecuador de sorpresa. Cuando fiscales y jueces los vieron, suspendieron la audiencia. Ingroia es abogado y también profuso escritor: usó las redes sociales durante estos días como una herramienta para horadar la opinión pública internacional y desnudar lo que describe. Tiene hasta escenas surrealistas.

Aquí y ahora esa trama importa. Primero por los arquetipos. Análisis de una práctica que se repite, figuras jurídicas y lógicas. Pero además porque el debate sobre esto que pasa en la región también se abrió en los organismos internacionales de protección de derechos humanos. En septiembre de 2017, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos pidió a la CorteIDH una opinión consultiva sobre una serie de casos que habían comenzado a llegar. Para entender si podían pensarse en conjunto como parte de nuevo tipo de violaciones a derechos y democracias, bajo el título de Democracia y Derechos Humanos en el contexto de juicios políticos. La CorteIDH dijo que no, con voto en contra de un sólo integrante, pero el tema volvió a jurisdicción de la CIDH y sigue pendiente. En ese contexto, Alejandro Rúa y Graciana Peñafort —abogados de Héctor Timernan y ex abogados de Cristina Kirchner— acaban de pedir a la CIDH que ya que el tema volvió a sus fueros, convoquen a una mesa de trabajo específica sobre la guerra judicial.

—¿Cómo ve a la región en este contexto?

—He visto en estos días el caso Balda o Correa, y también otros casos aquí. Y me parece muy evidente que existen muchos problemas de compatibilidad con el Estado de derecho, con los principios básicos del Estado de derecho. Hay muchos casos judiciales en los que falta jurisdicción, donde hay falta de competencia de los organismos judiciales; donde hay falta de pruebas. Todo un conjunto que muestra una situación de politización de la Justicia, lo que creo que es además una absoluta consecuencia de la judicialización de la política.

—¿Que es la guerra jurídica?

—Se puede definir como un escenario que se abre en la justicia cuando la política no logra solucionar los problemas, cuando no logra solucionar los conflictos y usa a la Justicia. Y esto es un fenómeno muy peligroso para la democracia, para el Estado de derecho. Y lo que está pasando aquí tiene muchos puntos de contacto con lo que pasa en otros países de la América Latina.

—Hay figuras que parecen repetirse de país en país. Cambios en las arquitecturas jurídicas. ¿Qué puede decir de eso?

—Veo exactamente ese proceso en curso, de rediseño de la arquitectura jurídica, pero se diseña de una manera nueva, más autoritaria, menos democrática. De alguna forma que garantiza menos los derechos del ciudadano. Por dar un ejemplo, ahora estoy en Ecuador. Acá hay un proceso que se puede decir de des-institucionalización del país. Una Corte constitucional que no hay. Un fiscal del caso Correa que es un fiscal ad-hoc, designado fuera del orden natural. Hay numerosas anomalías en curso que son fruto de un diseño de concentración de poder, del poder Ejecutivo y de la falta de control democrático sobre ese ejercicio.

—La figura del arrepentido. De pronto aparecen, están presos, salen, hablan, y son fundamentales. Usted fue fiscal anti-mafia, ¿cómo usaba esa figura?

—Existe un proceso de involución grande del instrumento. Yo conozco muy bien el fenómeno de los arrepentidos, muy importantes en la lucha contra la criminalidad organizada de las mafias. Pero toda la jurisprudencia, tanto en Europa como en el mundo, exige que las declaraciones de los arrepentidos sean muy cuidadas. Utilizadas con seriedad y confirmación de otros orígenes. Me parece que en este momento no es así. Hay una falta de rigor. Donde no existe el rigor necesario, las fiscalías usan a los arrepentidos. Por ejemplo, como fiscal antimafia tuvimos arrepentidos muy famosos, como Tommasso Buscetta, y otros personajes de la mafia siciliana. Pero las declaraciones fueron utilizadas con atención y cuidado. Ahora, por volver al caso de Ecuador, hay una declaración presentada como de cooperación eficaz de este hombre de la Policía Nacional, Raúl Chicaiza, que la fiscalía usa sin confirmación de ningún tipo. Sólo confió en sus declaraciones y luego hubo un acuerdo entre él y la fiscalía. Eso no es correcto, no respeta derechos ni garantías de los acusados.

—Respecto de la figura de la prisión preventiva, ¿advierte cambios? ¿Recurrencias?

—También. Se ve un uso y abuso de la prisión preventiva. Se quieren crear o mostrar presupuestos de acuerdos con los acusados. Pedidos de colaboración eficaz para convencer, acusar a otros, como ocurrió con Chicaiza. Hasta ahora la prisión preventiva era una garantía mas controlada. El poder del fiscal no era grande porque estaba controlado por los jueces y los jueces estaban controlados a su vez. Controles que protegían las garantías de los acusados.

—El mecanismo tiene lógicas extorsivas. Una persona debe señalar a otra para salir de la cárcel.

—Es así. Es lo que pasa. Lo mas grave en este momento es la existencia en curso de una patología en las democracias. La cosa es muy grave. Muchos medios de comunicación no comunican. Y creo que el papel de los veedores internacionales es exactamente el de hacer conocer esta situación muy grave a los pueblos del mundo, a los mas cercanos de América Latina y a Europa donde yo regresaré en los próximos días.

—En materia de medios está claro el tema de la hegemonía y concentración, pero ¿qué hay del modo de funcionar, de la lógica de la repetición?

—Los medios también son clave, la homologación, la propiedad concentrada. En el caso de Rafael Correa, fue condenado por los medios cuando se trata de una acusación política. Y es un fenómeno también vinculado a la guerra jurídica, la idea de que para ser mas eficaces necesitan una representación mediática, una narrativa que en realidad tiene un rol fundamentalmente estratégico.

—¿Recomendaciones? ¿Cómo construir democracias sólidas con mayorías electorales expulsadas porque sus dirigentes son proscritos? Ocurre en Ecuador, en Brasil y tal vez en la Argentina.

—No es fácil pensar recomendaciones eficaces. Es un sistema muy poderoso, muy organizado, pero se pueden encontrar instrumentos. La resistencia constitucional, la resistencia democrática, no se puede realizar solamente adentro de los confines nacionales. Necesita una solidaridad internacional: pedir intervención de los organismos internacionales con injerencia en estos temas. Naciones Unidas, los organismos de protección de derechos humanos y de la democracia. Y me gustaría agregar algo más sobre este punto. Yo creo en la emergencia sensible y democrática del pueblo, creo que los pueblos tienen que saber que se puede cambiar las cosa a través de esa ruta para llegar a la opinión pública internacional. Para llegar a los organismos internacionales. Y para hacerlo, hay una posibilidad hoy muy importante como las redes sociales. Está el caso de la Primavera Árabe con las revueltas y el uso de las redes. Esas herramientas pueden ser una manera de hacer conocer todo eso. Por ejemplo, estos días en Ecuador yo he escrito en mi página de Facebook, un día tras otro. He contado todo lo que pasa aquí. Eso fue una manera para dar a conocer esto al mundo. Ahora hay periódicos italianos que hablan de esta situación, antes no se hacía nada. Y esto es una manera para hacerlo. Por eso digo, es muy importante salir fuera del propio país para crear formas de solidaridad internacional, que tiene que ser la forma para cambiar las cosas, esta es la recomendación que yo puedo hacer para la comunidad y la ciudadanía.

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