EL PEZ POR LA BOCA MUERE

Las contradicciones entre lo que se dice y lo que se hace impregnan la vida cotidiana

 

Pasan los días y se intensifica el revoltijo provocado por la arremetida de la coronavirus (Covid-19). El tufo del miedo y la desesperanza se esparce por doquier mientras se multiplican las incógnitas sobre la evolución de este drama y su destino final. Algunas certezas, sin embargo, ya golpean con fuerza. Sabemos que millones de persones han perdido su empleo y cerca de la mitad de la población mundial lo perderá en breve. También sabemos que el desempleo no atenúa el brutal peso de un endeudamiento sin límites que con el correr del tiempo se transforma en algo natural.

El galope del virus, sin embargo, borra el mito del bienestar en los países centrales y expone la desigualdad social que se desparrama por todas partes. Deja así al desnudo las huellas humanas escondidas en una catástrofe que se piensa caída del cielo: una modernidad que somete todo lo que encuentra a la música de ganar a cualquier precio y en el menor lapso. Así la codicia de egos que no admiten límite alguno a sus ambiciones y la irracionalidad de una organización social que maximiza ganancias de toda índole y en todo momento, quedan expuestas a la luz del día. Sin embargo, no es fácil verlas. Hay que desentrañarlas.

La irracionalidad y la falta de ética de este mundo nuestro se trastocan constantemente en su antítesis, embriagando los sentidos y confundiendo a la inteligencia. Esto es consecuencia de la manipulación constante de la información, los deseos y las acciones individuales por medio de un complejo dispositivo constituido por sofisticadas tecnologías y poderosos medios de comunicación. Sin embargo, el pez por la boca muere y las contradicciones entre lo que se dice y lo que se hace impregnan la vida cotidiana. Por ese resquicio la mirada critica podrá encontrar los subterfugios de un sentido común que destruye a los valores de la civilización occidental.

Así, la pandemia arranca los jirones que ocultan una crisis sistémica y global, única por su índole y magnitud. La fragilidad de la vida humana y los pies de barro de la organización social que la alberga están hoy a la intemperie. La economía ha generado contradicciones que no puede resolver, degradando en el proceso a las instituciones y destruyendo recursos energéticos no renovables indispensables para su propio funcionamiento. Al mismo tiempo, la explotación intensiva y extensiva de estos recursos ha tenido un impacto brutal sobre la temperatura, el clima y el medio ambiente amenazando la vida en el planeta. Hay sin embargo algo más: la pandemia levanta ahora el telón que oculta el maridaje entre la expansión económica, el avance tecnológico y la militarización de los conflictos a nivel mundial.

 

 

Petróleo: el oro negro del dólar

En las últimas décadas, la brecha siempre más amplia entre el crecimiento de la deuda y el de la producción global ha dado lugar a un endeudamiento ilimitado e insostenible. Para impedir el default generalizado, la Reserva Federal ha recurrido a una política de flexibilidad monetaria con tasas de interés cercanas a cero incitando así a mayor endeudamiento y especulación financiera. En este contexto el dólar ha jugado un rol central. Paradójicamente, la integración creciente de la producción y las finanzas globales ha aumentado la vulnerabilidad del capitalismo global monopólico a los vaivenes de la demanda global de dólares. En este baile, el dólar no ha estado solo. Su sombra, el petróleo, ha sido una pieza crucial de todo el engranaje.

En 1944, la comunidad internacional acordó la sustitución del oro como patrón de las transacciones mundiales por el dólar respaldado por las tenencias de oro de la Reserva Federal, por ese entonces las mayores del mundo. A principios de los años '70 la crisis de Medio Oriente, la disparada de los precios del petróleo y el agotamiento de las reservas norteamericanas  de oro llevaron al gobierno de ese país a un acuerdo secreto con el rey Faisal, por el cual Arabia Saudita se comprometió a garantizar toda la producción de petróleo que Estados Unidos necesitase y a realizar todas las transacciones de petróleo y derivados en dólares a cambio de protección militar norteamericana ante cualquier intento de golpe interno y/o invasión. Este acuerdo se amplió poco después a los países de la OPEP y derivó en una creciente acumulación de dólares tanto por los países importadores como por los exportadores de petróleo. Los primeros ahorraron sus excedentes en dólares a fin de poder abastecerse de petróleo. Los segundos invirtieron el excedente de sus exportaciones en Letras del Tesoro norteamericano. Los Estados Unidos se aseguraron así una creciente demanda internacional de dólares y de deuda pública norteamericana mientras obtenían petróleo barato denominado en su propia moneda. El continuo uso del dólar como medio de pago y la capacidad del Tesoro para imprimirlo han legitimado el rol del dólar en el mundo como moneda internacional de reserva.

La utilización extensiva e intensiva de petróleo barato ha sido un rasgo inherente a la expansión del capitalismo monopólico global. Esto, conjuntamente con el rol del petróleo en las finanzas norteamericanas, explica la estrategia de dominio norteamericano sobre las reservas mundiales de este recurso natural no renovable y sobre sus mercados y precio. Esto ha llevado a una situación de guerras localizadas en las regiones del mundo con mayores reservas petroleras resultando en un contexto de conflicto permanente y proliferación de estados inviables. Esta situación ha sido funcional a las venta masivas de armamento a las élites gobernantes de la región y al consiguiente desarrollo de la industria de guerra norteamericana.

 

 

Productividad declinante y guerra de precios

La declinación de la productividad de los pozos de petróleo convencional, medida por la cantidad de energía que se necesita para producir nueva energía (EROI, energy return on invesment) ha sido constante a lo largo del siglo pasado, llegando actualmente a límites preocupantes (sciencedaily.com 11 7 2019). La constatación reciente de una gran declinación de la productividad del pozo petrolero mas grande del mundo (Ghwar) que hasta hace poco respondía por el 50% de la producción de crudo de Arabia Saudita, constituye una nueva alerta sobre la progresiva depredación de un recurso no renovable de importancia estratégica (srsroccoreport.com 16 5 2019).

Esta situación, conjuntamente con las alternativas de la demanda mundial de petróleo y las acciones colectivas de los países nucleados en la OPEP restringiendo producción para garantizar buenos precios a sus exportaciones, han dado lugar a crecientes presiones del gobierno norteamericano para controlar los precios y el mercado del petróleo. El descubrimiento de petróleo y gas no convencional en su territorio y la abundancia de crédito barato dieron enorme impulso en poco tiempo a la producción de petróleo norteamericano. De acuerdo a proyecciones recientes, este país iría a convertirse en el principal exportador de petróleo en el transcurso de este año (reuters.com 10 12 2020). Esto se logro al precio de una gran contaminación ambiental y de un acelerado agotamiento de la productividad de los pozos explotados. Esta caída de la productividad y el altísimo endeudamiento contribuyen a explicar la falta de rentabilidad de las empresas del sector que hoy constituyen el eslabón mas débil de la deuda corporativa norteamericana.

 

 

Pandemia y crisis del petróleo

La reciente guerra comercial entre China y Estados Unidos afectó negativamente la economía global, la demanda mundial de petróleo y sus precios. La negativa de Rusia a participar de un corte generalizado de la producción para estabilizar los precios del petróleo propuesto por Arabia Saudita, llevó a esta última a anunciar un aumento de su producción sin límite alguno a partir de mayo. Reeditaba así una táctica utilizada entre 2014 y 2016: la sobreproducción de petróleo para bloquear a la competencia, especialmente de la industria petrolera norteamericana, que por sus costos necesita precios altos para sobrevivir. Este anuncio provocó una inmediata caída de los precios del petróleo que se propagó como fuego en el mercado financiero donde hay un sin número de activos complejos que se relacionan con la energía. Varios de estos fondos de inversión (entre ellos BlackRock, el mas grande del mundo) fueron seriamente golpeados y cuatro grandes bancos norteamericanos, con 15% de su capital tangible invertido en el mundo energético, se vieron amenazados. A esto se sumó la inminente debacle de la deuda corporativa del sector energético y de bancos de menor envergadura vinculados a estas empresas. La necesidad de impedir que la crisis financiera se profundizara llevó a la Reserva Federal a intervenir fuertemente con programas especiales destinados a salvar a los sectores más comprometidos. El titular de BlackRock paso a ser el brazo ejecutor de estos programas.

A pesar de esta intervención de la Reserva Federal, la situación de los activos financieros vinculados al petróleo se complicó seriamente el 20 de abril, cuando los futuros del precio del petróleo cayeron brutalmente hasta llegar a valores negativos por primera vez en la historia (WTI-37.63 y Brent -20 dólares por barril). El continuo crecimiento de la producción petrolera en circunstancias en que la demanda de petróleo había caído en un 30% como consecuencia de la pandemia produjo un excedente que amenazó con saturar la capacidad de almacenamiento existente en los Estados Unidos. En este contexto, el avance de una flotilla de barcos petroleros cargados con un mar de petróleo proveniente de Arabia Saudita y equivalente a 7 veces el flujo normal de abastecimiento mensual, puso más presión sobre el mercado de futuros del petróleo (zerohedge.com 23 4 2020).

Este contexto desquiciado muestra la brutal erosión de los acuerdos históricos que convirtieron al petróleo en la sombra del dólar a principios del los '70. Desde marzo Rusia y Arabia Saudita han intentado acordar la reducción de la producción, bajo la premisa de que esta vez el acuerdo iría a incluir a los productores norteamericanos. Trump rechazó esta posibilidad, anunció compras masivas para abastecer el fondo de reserva del país y defender a la “maravillosa industria petrolera norteamericana”. Al mismo tiempo anunció la posible imposición de tarifas a la importación de petróleo saudí y en privado amenazó con el retiro inmediato de todo el armamento y tropa norteamericano existente en Arabia Saudita (reuters.com 30 4 2020). Ahora se discute la posibilidad de una inmediata adopción de legislación especial (No oil producing and exporting cartels Act, NOPEC) que hasta ahora ha dormido en el Congreso. La misma permitiría levantar la inmunidad diplomática de Arabia Saudita y de los países de la OPEP, embargar todos sus bienes en territorio norteamericano y paralizar las transacciones financieras en dólares de Arabia Saudita en cualquier parte del mundo (zerohedge.com 28 4 2020).

Así esta pandemia expone la irracionalidad de un sistema social que depreda un recurso no renovable de importancia estratégica para la reproducción de su economía, engendra conflictos militares con países aliados, mina las bases de sustentación del dólar como moneda de reserva internacional, contamina y destruye el medio ambiente y coloca a la humanidad ante la posibilidad de una guerra de consecuencias imprevisibles.

Poco tiempo atrás el titular de BlackRock admitía la posibilidad de que el status del dólar como moneda de reserva no estuviese asegurado por mucho tiempo y reconocía que “el 40% del déficit norteamericano se financia con factores externos. Ningún otro país tiene esto” y recomendaba no pelear con los acreedores externos pues esto precipitaría acontecimientos no deseados (zerohedge.com 7 11 2018). Hoy gestiona los programas especiales de la Reserva Federal destinados a salvar al dólar. De paso, aprovecha para multiplicar sus negocios y los de sus amigos. En las últimas semanas, mientras treinta millones de personas han quedado desempleadas, un reducidísimo grupo de billonarios norteamericanos acrecentó su riqueza en 282.000 millones de dólares (inequality.org 23 4 2020).

 

 

 

La pandemia en la Argentina

En este mundo desquiciado que se precipita hacia una gran depresión con crisis financiera y multiplicación de defaults, la pandemia arroja un haz de luz sobre el caos sembrado en la Argentina por Macri y el FMI tras años de ajuste estructural, endeudamiento ilimitado y dolarización creciente de la economía. Al mismo tiempo, descarna a los grandes intereses que lucran con esta situación y permite buscar un camino de salida a la actual crisis que vive el país.

El total de medidas adoptadas para enfrentar a la emergencia sanitaria y alimentaria y para asistir a los sectores mas vulnerables de la población perjudicados por la cuarentena representara el 5,6% del PBI en junio. Esto implica un enorme aumento de la liquidez, y la posibilidad de desviar buena parte de la misma hacia la especulación cambiaria y la fuga de capitales. Esto ya está ocurriendo: en el mes de abril los tipos de cambio que habilitan estas operaciones (ccl y mep) han crecido un 30%. Recientemente el BCRA adoptó una serie de medidas para controlar estos movimientos, entre otras: prohibición a los bancos de operar con cauciones, límites a la tenencia de moneda extranjera de los Fondos Comunes de Inversión, prohibición de compra de dólares a las empresas que reciben crédito subsidiado, aumento de las tasas de interés de los pases de los bancos. Sin embargo, el actual contexto internacional de crisis financiera y falta de liquidez en dólares, y la creciente retención de la liquidación de las divisas de exportación del país, reclaman medidas drásticas para bloquear esta especulación cambiaria inmediatamente.

El Presidente ha reconocido que le preocupa este problema cambiario. Sin embargo, cree que son movimientos especulativos no demasiado significativos que obedecen a las alternativas de la reestructuración de la deuda (infobae.com 27 4 2020). Desde nuestra perspectiva, más allá de su magnitud relativa, estos movimientos impiden la desdolarización de la economía y ponen en jaque a la política económica del gobierno. Crean un clima de inestabilidad creciente deteriorando la credibilidad oficial ante los acreedores extranjeros, alimentan la remarcación de precios, erosionan la protección otorgada a los sectores más vulnerables y bloquean los intentos de reactivar la economía. Así, a pesar de la existencia de precios máximos y tarifas y combustible controlados, el costo de la canasta básica alimentaria ha crecido en marzo un 3,4%. Las remarcaciones de precios ocurren en distintas instancias de las cadenas de valor de los alimentos, y las demandas de aumentos inmediatos de precios para “compensar los aumentos de costos del mes de abril” proliferan entre las organizaciones empresarias del sector. A esto se suman los reclamos de diversas entidades agropecuarias por la brecha cambiaria entre los precios de lo que producen y sus insumos importados (infobae.com 21 4 2020). Hoy el Ministerio de Desarrollo social enfrenta enormes dificultades para comprar alimentos con precios máximos (ámbito.com 1 5 2020). Esta situación pone en riesgo a su capacidad de alimentar a los más vulnerables y puede detonar una crisis social más profunda.

La poca colaboración de los bancos privados y la resistencia abierta de todos los sectores económicos más poderosos a la posibilidad de contribuir a la emergencia económica con un impuesto único a la riqueza, han dado mayor centralidad a este debate que el país necesita desde hace tanto tiempo. El miedo a destapar las causas de la enorme disparidad de ingresos, la evasión de impuestos y la fuga de capitales ha desatado una campaña destinada a bloquear las medidas que el gobierno toma, cualquiera sea el ámbito de las mismas. Esta campaña articulada en torno a la sistemática dispersión de fake news ha llegado a su máxima expresión en los dichos de una senadora provincial macrista acusando a la coronavirus de ser una “excusa para cerrar la economía… hacer que se fundan las empresas y estatizarlas”. En estos delirios, los presos son militantes K, que una vez liberados “son futuras patrullas que amenazan a jueces y que los largan para tomar tu capital. Te van amenazando, no es joda!” (ámbito.com 28 4 2020).

Lo que no es joda son precisamente estos delirios. Ponen en evidencia la pobreza intelectual y moral de la dirigente en cuestión y expresan la esencia de la campaña del miedo y del odio desatada desde tiempo atrás por Macri y su núcleo mas íntimo, esa “campaña vietnamita… la pelea cuerpo a cuerpo” donde “cambiar el chip, cambiar la cabeza es la clave” (Marcos Peña, lpo.com 12 04 2020) El mensaje de la senadora resume los principios que guiaron a la propaganda nazi en Alemania: machacar al infinito un relato mentiroso que rasguña miedos ancestrales.

La pobreza intelectual y moral no se superan, pero los relatos mentirosos se desenmascaran transparentando la vigencia de los destrozos que el macrismo ha provocado en todos los ámbitos, incluidas las cárceles. Esto no significa contribuir a la grieta. Implica aclarar quién es quién y hacia dónde nos dirigimos con las políticas que se adoptan.

 

 

 

 

 

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