EL POCO COMÚN OFICIO DE ESCRIBIR

Un colectivo rosarino recrea el cuento desaparecido de Rodolfo Walsh

 

A fines de febrero de 1977 una patota armada entró en “La Vigil”, la entonces concurrida biblioteca popular de las barriadas Villa Manuelita y Tablada del Sur de la ciudad de Rosario. Empezando por los libros y siguiendo por los muebles y cuantiosos bienes acumulados durante medio siglo por sus cerca de veinte mil socios, setecientos empleados y tres mil alumnos, fueron presa de las llamas y el saqueo. Ocho de los miembros de la Comisión Directiva fueron secuestrados de sus domicilios, desaparecidos durante noventa días para, al ser finalmente liberados, recibir del jefe de la unidad militar, Leopoldo Fortunato Galtieri, la advertencia: “Es la última oportunidad para reintegrarse a la vida en sociedad… La próxima, ni la vida tendrán”.

 

La casa de Lilia y Rodolfo, hoy.

 

Un mes después, en la madrugada del 25 de marzo de 1977, a trescientos cincuenta kilómetros de distancia, en la localidad Bonaerense de San Vicente, una columna de automóviles y camiones pertenecientes a la Armada ingresaba a sangre y fuego en la modesta casa de Rodolfo Walsh y Lilia Ferreyra. El escritor había sido asesinado por la patota de la ESMA pocas horas antes y su compañera pernoctado en la Capital Federal. La historia es conocida. Aquella casita sin agua corriente ni luz eléctrica quedó destruida. Parte del techo había volado, marcas de balazos tapizaban las paredes. Muebles despedazados y restos de los sanitarios se esparcían por el parque. Como botín de guerra los marinos se llevaron todo lo que quisieron. No solo el Fiat 600 sin funcionar de Lilia, los enseres domésticos, la ropa, la máquina de escribir de Rodolfo. También las carpetas que guardaban los originales de documentos políticos, memorias y relatos de ficción. Entre ellos, la flamante Carta de un escritor a la Junta Militar y un cuento recién concluido, con título en meditado pasado imperfecto: Juan se iba por el río. Este y otros papeles fueron hallados por detenidos desaparecidos en el Pañol de la ESMA. Los leyeron y, en 1982, se lo informaron a Lilia en Madrid. Comenzaba así: “Juan Antonio lo llamó su madre. Duda era su apellido. Su mejor amigo, Ansina, y su mujer Teresa”. Teresa era un acto de amor: el nom de guerre de Lilia.

 

Lilia y Rodolfo.

 

 

No por azar, cuatro décadas más tarde ambas historias se conjugan. En la Biblioteca Popular y sitio de memoria Constancio C. Vigil, el Colectivo La Muchedumbre lanza a la comunidad una propuesta a la vez cultural y política: un taller destinado a escribir en forma colectiva el cuento secuestrado. La experiencia toma forma de libro. El común oficio de escribir, Rodolfo Walsh y las derivas de un cuento aparecido, presenta el relato construido por los talleristas junto con la crónica de la experiencia, las actividades y herramientas aplicadas durante la socialización. Derrotero tan ejemplar como apasionante, es parte de un proyecto más amplio de propuestas audiovisuales e intervenciones callejeras en curso. Con el anonimato propio de las gestas populares, quienes coordinaron pasaron a  denominarse “Bibliotecaria”, “Zurdito”, “Remadora”, “Naranjita”, y los asistentes “Gomera”, “Antiparra”, “Ficción”, “Brócoli” y “Picante” (los nombres verdaderos figuran en el libro).

Como al planeta, la pandemia irrumpió a poco de iniciarse las reuniones. Hubo tiempo para concretar un ritual descontracturante destinado a disolver la distancia entre realidad y ficción. Cada quién tuvo oportunidad de decir tres frases sobre sí mismo, dos verdaderas, una de mentira. “La escritura colectiva a partir de un cuento desaparecido no es solo un acto de creación, es un acto de vida, dar vida de manera colectiva”. Iniciativa “que nace para multiplicarse”, fundada en la discusión argumentada, resulta para el conjunto un aprendizaje activo con base en la vida, obra y época de Rodolfo Walsh, a fin de adentrarse en las mancias de la corrección de textos, la literatura en general, la militancia y la labor de conjunto. “No intentamos emular a Walsh en su escritura, sino que hicimos de lo colectivo sustento para organizarnos y crear un mundo nuevo. Si como pensábamos, las memorias eran históricas, dinámicas y colectivas, un proyecto como el que deseábamos no podía correr por un carril distinto”.

 

Los co-autores.

 

 

Luego de trasegar el debate acerca de la confección de un voz común entre tantos participantes, optaron por la pluralidad: “La riqueza del cuento estaba justamente en la multiplicidad de voces que lo conforman, que las historias se hacían más interesante cuanto más desvariada y extraña se volvía”. La diversidad de los participantes impulsó el acuerdo en torno a las reglas del juego: escribir como cada quién, pedir ayuda, “teñirse” del estilo del compañero, etc.; solidaridad y sentido común. Juegos grupales, interpretaciones con el cuerpo, experimentación sobre el lenguaje, relato oral, ejercicios de criptografía, debates sobre conflictos sociales ficticios (que nunca lo son tanto), fueron los dispositivos que a la vez rodearon y aproximaron a la tarea de la escritura —y reescritura de rigor— propiamente dicha.

El cuento resultante, Juan se iba por el río, y se sigue yendo, quedó como se esperaba: extraño y desvariado; heteróclito y convincente, dotado al mismo tiempo de una voz coral y homogénea, dentro de una historia plausible y certera. Por momentos desliza un fragmento de frase walshiana (“la distancia justa para ver su casa pero no escuchar lo que sucede dentro”), o casi (“ellos, aunque apurados, caminan a paso lento”), jugueteando (“solo el río recibiendo inquieto la luz nocturna”). Por encima de la peripecia estrictamente literaria, El común oficio de escribir… funda otra; la de imponer, prepotencia de trabajo mediante, la creación colectiva por sobre el saqueo, la socialización sobre la muerte, contribuir a la resurrección plebeya.

 

 

 

FICHA TÉCNICA

El común oficio de escribir, Rodolfo Walsh y las derivas de un cuento aparecido

Colectivo La Muchedumbre:

Amalia Prado

Daría Alejandro Crosa

María Antonela Pierotti

Tania Scaglione

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Biblioteca Popular Constancio C. Vigil, cultural, social y mutual

Rosario, Santa Fe, 2021

62 páginas

 

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