El retorno de la alegría

Con el flamante gobierno en funciones, urge darle nuevas soluciones a los viejos problemas

 

Utopía, incorregible/
que no tiene bastante /con lo posible.

(Joan Manuel Serrat, 1992)

 

Centenares de miles siguieron a Alberto y a Cristina desde el Congreso Nacional hasta la Casa de Gobierno. Eran hombres, mujeres y chicos que no parecían sentir el bochorno de un día de calor que derretía voluntades. Eran caras de alegría, de esperanza, de felicidad por el retorno. Fue la Plaza de la Esperanza, desbordada hasta bien tarde, contrastando sobre el mismo escenario en el que el sábado 7 se había despedido a Mauricio Macri. Fueron 10 veces más los que cubrieron de cariño aquel odio rabioso de una minoría intensa y discriminadora.

 

 

El sábado primó el desprecio, el martes la utopía solidaria.

Al nuevo Presidente le va a costar poco trabajo hacer un mejor gobierno que el de Mauricio Macri. La vara quedó tan baja que con garantizar que la gente pueda comer, los viejos puedan curarse y los chicos vuelvan a la escuela y a la mesa familiar para alimentarse —¡que sus padres puedan trabajar!—, solamente con eso habrá triunfado en la comparación. La devastación fue operada por funcionarios que mezclaron sus decisiones con negocios y se aseguraron un porvenir venturoso a costa de la desgracia de una inmensa mayoría empobrecida hasta el extremo. El gran desafío será exhibir lo que no explicitó en sus discursos iniciales. Resta saber si el peronismo está para hacer algo más que sacar al país de crisis terminales como en el 1989, en el 2001, o ahora mismo, o se postula solo para arreglar lo que desparrama la derecha cada vez que llega al gobierno para robar lo que hay y dejar el pagadiós del endeudamiento.

 

 

Viejos problemas, nuevas soluciones

El Consejo Económico y Social planteado como órgano supraministerial que trascienda cada mandato presidencial con carácter federal: ¿será el instrumento para desarrollar industrialmente al país con autonomía de las políticas de las potencias que nos mandan a sembrar y a entregar los recursos naturales a sus empresas globales? Un proyecto de ese tipo merece un amplio debate para que no lo transformen en un jarrón chino. No tiene la urgencia del hambre, puede esperar unos meses y debe tener más capacidad de fuego que el Ministerio de Defensa, porque de avivados y mañeros venimos acalambrados desde el fondo de los tiempos. Es tan necesario como instrumento que no puede quedar en manos de tecnócratas y debe convocar a los viejos expertos sectorialistas, devorados  por la avaricia de los negocios de la patria financiera.

Cuando en el 2003 empezó a crecer fuertemente el empleo industrial y no había gente de oficio con experiencia, muchas empresas contrataban torneros, mecánicos y fresadores jubilados para que formen a los jóvenes aprendices. Fue una experiencia maravillosa para los viejos a quienes se convocaba y para los emprendedores que volvían a creer en la política industrial. Si esa mística histórica de clases y corporaciones sobrevuela esa larga mesa en la que tienen que sentarse todos, esta vez puede ser diferente. Ese punto de encuentro puede quebrar la racha cíclica de volver a las políticas de saqueos con expertos impunes, esos que cuando se van escriben libros y dan cátedras en las universidades donde se forman los cuadros coloniales.

 

 

La resistencia al macrismo tuvo expresiones que serán recordadas como hitos históricos. El 21 F, el 18 D, fueron días de lucha donde el componente obrero y popular le dio encarnadura al enfrentamiento. La propuesta de unidad echada a rodar por el congreso de la CTA de los Trabajadores delante de Alberto Fernández, en un congreso nacional debidamente legalizado, no cuajó en los vericuetos de poder interno de la CGT. Los sectores políticamente más cerriles —aquellos que permiten por omisión sistemática en la defensa de los trabajadores que desde el Estado se apliquen las políticas de ajuste permanente—, no toleran una reconfiguración de la representación interna que cuestione sus lugares. El ala barrionuevista sigue con su propuesta penitente de mandar a los peticionantes de rodillas a Luján para purgar su propia existencia. El sector más combativo, con Camioneros de estandarte, aquel que se movilizó en aquel febrero caluroso y se expresó en el apoyo más explícito a Alberto Fernández junto a la Corriente Federal de Trabajadores, sigue diciendo que la unidad es el camino. Los custodios de la fe serán derrotados pero en lo inmediato imponen su veto.

 

Nuevos tiempos, viejos sujetos

La reforma de las pensiones del gobierno francés fue recibida con un rechazo total de los sindicatos, incluidos los moderados socialcristianos de la CFDT, que decidió sumarse a las movilizaciones en el octavo día de huelga general. Por su parte, la CGT avisó de que no habrá tregua por Navidad para protestar contra el fin de los regímenes especiales de pensiones o la subida a 64 años de la edad de jubilación. Son nueve y más los días de huelga general en Francia y todo hace indicar que todavía estamos en la antesala de una Navidad "caliente" de movilizaciones sociales. La mirada de la Argentina sobre Europa trae vientos de fronda, aires de sublevación: se inicia un periodo de levantamientos defensivos donde las conquistas obreras serán el estandarte de lucha contra el neoliberalismo en el mundo.

 

 

Los nuevos tiempos no serán fáciles para los trabajadores, El salario recuperará su antiguo poder de compra más lenta que súbitamente. El empleo crecerá en la medida que se recupere la política de reindustrialización abortada por el último gobierno, por la expansión de la obra pública y por la capacidad de generar ocupación que no conlleve insumos importados. Hay historia, hay experiencias. El reto es, al decir del académico Eduardo Basualdo, darle un espacio en la consulta a los conocimientos y el capital humano existente en las universidades y el CONICET que tanto han luchado por plasmar un proyecto nacional. Y escuchar los reclamos de jóvenes, migrantes y mujeres que emergen con fuerza del bajo fondo de la población para clamar por sus derechos. Faltan ajustar los acordes del sonido argentino a la sinfonía latinoamericana que suena de fondo.

El sindicalismo tiene mucho que aportar: sólo se trata de posibilitar que los dirigentes que han mostrado compromiso real con sus representados puedan desplazar a los burócratas funcionales a toda y cualquier política. Esta apuesta no debe ser una obsesión de nadie. Alcanza con que se impida de raíz esa “limpieza” y amañado que algunos viejos burócratas ya empiezan a realizar sobre sus opositores. El conflicto en la UTA cordobesa por el despido de dirigentes de un nuevo sindicato es uno de los varios casos que llaman la atención, junto con la veloz anulación por parte de un gobierno que ya se fue de las elecciones que consagraron a la joven Carla Gaudensi de Télam (SIPREBA) al frente de la Federación de Trabajadores de Prensa (FATPREN), todo a pedido de la anquilosada conducción cesante.

 

Carla Gaudensi.

 

Transformar en esperanza el sufrimiento acumulado durante 4 años invita a abrir las puertas de las organizaciones obreras y populares, empezando por los sindicatos y las centrales para que el ruido de las consignas se escuche en los escritorios donde nuevos funcionarios se apoltronan tras sus saberes. La más repetida en el movimiento obrero, desde antes del macrismo, es: “Unidad de los trabajadores/ y al que no le gusta / se jode, se jode”.

 

 

 

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