El santo doctor queer

Un milagro de la Iglesia Católica.

El cardenal Newman

 

El papa León XIV anunció que se conferirá el título de Doctor de la Iglesia al cardenal John Henry Newman, quien vivió 89 años en el Reino Unido, entre 1801 y 1890. Esa dignidad sólo se reserva a los santos cuyos escritos teológicos han tenido un impacto significativo y duradero en la Iglesia Católica. Es uno más de los hechos extraordinarios en la vida de Newman, a quien León XIII creó cardenal en 1879, cuando apenas era un sacerdote. Doce décadas después de su muerte fue beatificado por el Papa Benito XVI, atribuyéndole la curación milagrosa de un hombre que volvió a caminar luego de rezarle, pese a una lesión en la columna vertebral. En 2019 el Papa Francisco lo elevó a los altares. En la libreta de milagros de Newman, Bergoglio inscribió la curación de una mujer embarazada a la que los médicos habían desahuciado. Su propia elevación a cardenal,  en 1879 por el Papa León XIII es un milagro, porque Newman era homosexual y no lo ocultaba.

Era un sacerdote anglicano que se convirtió a la religión romana, por lo cual tuvo una enorme influencia en los círculos católicos, que lo consideraron un ídolo. Por su influencia se convirtieron más adelante algunos personajes importantes del arte y de las letras inglesas, como G. K. Chesterton. Los católicos celebran a Newman en la fecha de su conversión, el 9 de octubre, a sus 44 años, pero los anglicanos que lo siguen venerando, lo conmemoran el día de su muerte, el 11 de agosto.

Su nombre se hizo famoso en la Argentina por el colegio de San Isidro que lleva su nombre, pero pocos conocen su historia. Newman era gay y vivía en concubinato con Ambrose St. John, otro sacerdote 15 años más joven, con quien mantenía una amistad romántica y una vida comunitaria. Newman, quien es considerado el mayor pensador católico del mundo angloparlante, se refirió a su inseparable St. John como “mi luz terrestre”. Newman era líder del movimiento de Oxford que proponía el regreso de la Iglesia de Inglaterra a las tradiciones católicas y en 1845 se convirtió al catolicismo.

St. John conoció a Newman a sus 25 años. Vivieron 32 años juntos. Newman comparó el encuentro de ambos con el de Ruth y Noemí en la Biblia. Según Newman, St. John “vino a mi como Ruth a Noemí”, durante los difíciles años previos a la conversión. Estudiaron en Roma y fueron ordenados juntos como sacerdotes. St. John pidió a la Iglesia Católica que le permitiera jurar obediencia a Newman, cosa que fue rechazada. Newman anotó: “Desde el principio me amó con una intensidad de amor que no se puede describir. Desde Roma, hace 28 años ha estado trabajando para mí, aliviándome de todas las preocupaciones. Como era un joven de aspecto sajón, los romanos lo llamaban mi ángel guardián”.

 

Ambrose y Newman. Hasta que la muerte los separe, si puede.

 

Hay un retrato de ambos sentados con sus libros, en un colegio de Roma, con una efigie de la virgen de la medalla milagrosa que los bendice. St. John era lingüista y ayudó a Newman en su trabajo y su vida cotidiana. En la Inglaterra victoriana que persiguió a Oscar Wilde por su homosexualidad, todos sabían que los dos sacerdotes eran una pareja sentimental. Un estudioso de la vida de ambos, John Cornwell (autor también de la tremenda biografía de Pío XII, El papa de Hitler), dijo que el apoyo de St. John incluía todo, desde hacer las valijas antes de un viaje, recordarle que tomara la medicina o fuera al dentista. “Era casi como la esposa, pero sin el lecho marital”, cosa que está más que en duda.

St. John murió en 1865 a los 60 años, de un infarto por exceso de trabajo, haciendo traducciones para Newman, según la hagiografía tradicional. Por supuesto hoy sabemos que nadie muere por hacer traducciones. Newman escribió la oración fúnebre. Describe los dramáticos momentos finales. St. John se asió de él. Newman no se dio cuenta de que se estaba muriendo y pidió ayuda para liberarse de su mano. Newman escribió que siempre había pensado que no hay dolor igual que el de un esposo por la muerte de su esposa. “Pero pienso que es muy difícil que alguna pena pueda ser mayor que la mía por la muerte de Ambrose St. John”. En su testamento dejó escrita su “última e imperativa voluntad” de ser enterrado junto con Ambrose.

Sobre la tumba se colocó el escudo del cardenal Newman con su lema, Cor ad cor loquitur, un corazón le habla a otro. Newman escribió otra consigna que también se grabó en la tumba. Ex umbris, et imaginibus in veritatem, de las sombras y los reflejos a la verdad, una referencia al amor que compartían. Durante el proceso de beatificación, el Vaticano, con su proverbial respeto por las decisiones individuales y las diversidades, ordenó separar los cadáveres. Decidieron abrir la tumba, para llevar al santo Newman a otro lugar donde pudiera ser honrado sin evocaciones inquietantes. Los activistas LGTB vieron la decisión como un atentado para enmascarar el aspecto queer de la vida del Cardenal Newman. Pero el Vaticano impuso su voluntad y en 2008 se abrió el sepulcro. La sorpresa fue que los huesos estaban mezclados y no se podía saber quién era quién.

 

 

 

Una versión preliminar de esta nota fue publicada aquí el 13 de octubre de 2019.

 

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