EL SIGLO DE COBIÁN (II)

La música que escuché mientras escribía

 

No es un error. Lo que pasa es que esta semana seguí escuchando los tangos de Cobián, que me fascinan. Vicente Muleiro, que tiene su programa en la radio de las Madres después del nuestro, me contó que su verdadero apellido era Bianco, pero que usó el vesre para fastidiar a su padre.

En la década de 1970 Enrique Cadícamo escribió una biografía novelada de su amigo, El desconocido Juan Carlos Cobián, de una admiración sin límites. Por él sabemos que en cuanto terminó la colimba, en 1922, Osvaldo Fresedo invitó a Cobián a sentarse al piano de su cuarteto de los maestros, en reemplazo de Enrique Delfino, y luego en su sexteto, con el que tocaron en el Ocean Club de la Mar del Plata pre-peronista, antes de que los cabecitas negras invadieran esa sede veraniega de la oligarquía. Allí Cobián estrenó su tango Mi refugio. Aquí podés escucharlo en una rara versión, que Troilo grabó solo con su fueye en la arena de la playa de la misma ciudad, que ya era otra.

 

 

 

En Buenos Aires, el sexteto tocaba en un lujoso club de nombre exótico, el Abdullah, en los sótanos de la galería Güemes. Fresedo tomó otros compromisos para el año siguiente, y el Abdullah le ofreció reemplazarlo a Cobián, quien invitó a Julio de Caro, Pedro Maffia, Agesilao Ferrazzano, Humberto Constanzo y Luis Petrucelli. Ese sexteto fue un punto fundamental de referencia para la evolución del tango, en 1923. Pese a su enorme éxito, Cobián no renovó el acuerdo porque viajó a Estados Unidos, donde pasó varios años. De regreso, en 1928, grabó, con el cantor Francisco Fiorentino en los estribillos, en una época en que la letra era un aporte marginal. Fiorentino todavía no era Fiore, porque le faltaba más de una década para cruzarse con Pichuco, el gran maestro de cantores, que hizo de él uno de los más grandes. Para muchos el mejor [siempre excluyendo a Gardel, se entiende, que es una categoría en sí mismo].

 

 

En esta rara grabación podés escuchar uno de los temas de Cobián, interpretado a dúo de bandoneones por los dos grandes, Troilo y Pantaleón.

 

 

Y aquí, otro de los grandes tangos de Cobián, por Troilo con Fiore, que ya era otro.

 

 

Cuenta Cadícamo, sobre las temporadas en Mar del Plata, que Cobián, "hombre de la noche, jamás gustó de la vida de playa. Se regulaba por ciertos reflejos astronómicos que lo hacían acostar con el sol y levantarse con las estrellas". Esto iba acompañado por un trago en una mano y un pucho en la otra, que se la cobraron. Cobián murió en 1953, a los 57 años. Su aporte como intérprete fue muy valorado por sus contemporáneos, pero sobre todo, es el autor de algunos de los tangos más bellos y más famosos que se hayan compuesto (lo cual no siempre va junto), como La casita de mis viejos, Nostalgias, Niebla del Riachuelo,  Los mareados, El motivo y Mi refugio. Varios de ellos tienen letra de Cadícamo, su biógrafo, y como vas a ver, trascendieron las fronteras.

Esta versión de Nostalgias fue atribuida a Gardel, pero en realidad quien canta es Charlo, el nombre artístico del abogado pampeano Carlos José Pérez de la Riestra, de quien hablaremos en otra edición, porque se lo merece.

 

 

Una versión impresionante es la de Hugo del Carril, un gran barítono entre tantos tenores del tango, que extrae hasta la última gota de sentido de la letra de Cadícamo. Lo escuchás y sentís que le está pasando lo que dice, en ese mismo momento, una virtud que sólo tienen los elegidos, como Tony Bennett o Billie Holiday.

 

 

También fue grabado por una pintoresca costarricense, Phoebe Violet, que enmienda letra y música a piacere y canta la letra en masculino.

 

 

Más digna es esta grabación de la orquesta sinfónica y el coro de la Radio Televisión de España.

 

 

Otro tango inolvidable de Cobián es La casita de mis viejos, que acá podés escuchar en la versión de Edmundo Rivero con la orquesta de Horacio Salgán. Si no recuerdo mal es de un long play chico, grabado en Montevideo en 1953. Si aguzás el oído vas a escuchar un clarinete bajo o clarón, que era una audacia para el tango.

 

 

Me cuesta elegir, pero hoy creo que mi preferido es Niebla del Riachuelo, que aquí canta Roberto Goyeneche, cuando aun tenía más voz que mañas.

 

 

Y para terminar, la interpretación del pianista cubano Bebo Valdez y el cantaor flamenco El Cigala, que es una joya.

 

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