El silencio de Trump y la salida de Macri

Lo que está en juego no es dar vuelta el resultado de las PASO, sino asegurar una salida de emergencia

 

Macri inauguró ayer en Barrancas de Belgrano una campaña electoral al ritmo de “una marcha, una propuesta”. Los troles y los globos de felicidad amarilla serán aggiornados con zambullidas en el sudor y las lagrimas del pueblo que vota. Sin embargo, la negativa del FMI a desembolsar el esperado tramo del préstamo stand-by y el silencio de Donald Trump ponen en evidencia que lo que esta en juego por estos días no es dar vuelta el resultado de las PASO, sino asegurar una salida de emergencia.

Los meses que faltan para llegar a la transmisión de mando en diciembre serán azotados por vendavales que intentarán imponer al nuevo gobierno intereses y agendas específicas. Entre estos se destaca la transferencia de políticas oficiales que tejen condicionamientos y anudan conflictos sociales difíciles de revertir. Otra fuente de presión proviene del propio FMI. Su Director Interino ha dejado en claro que va a trabajar “para una eventual reanudación de una relación que tal vez tenga que esperar un tiempo” (cronista.com 25 9 2019). Esto confirma su decisión de postergar el desembolso de los U$S 5.400 millones del crédito stand-by. Al mismo tiempo, el funcionario plantea transformar dicho crédito en otro de facilidades extendidas. Esto permitiría postergar los plazos de pago de la deuda, pero impondría reformas estructurales (laboral, previsional y reestructuración de prioridades del gasto publico) difícilmente aceptables por el próximo gobierno (ámbito.com 26 9 2019).

Existen además otras fuentes de presión, especialmente provenientes de poderosos sectores sociales que ya se desmadran con el fin de imponer una estructura de precios relativos favorable a sus intereses, antes de que se concrete el Pacto Social prometido por la oposición en caso de ganar las elecciones.

 

Dinámica de la crisis

En la última semana reinó una mayor tranquilidad en el mercado de cambios y una tendencia a la disminución de la brecha cambiaria entre el tipo de cambio oficial y los que rigen en el paralelo. Sin embargo, esta calma parece anteceder al estallido de la tormenta. Así lo indica el continuo goteo diario de los depósitos en dólares y en pesos. Este goteo no es fortuito, prepara el caldo de cultivo de una crisis.

Los depósitos en dólares caen a un ritmo mensual del 23%. Esta fuga pasó de representar entre 300 a 400 millones de dólares diarios en la segunda mitad de agosto a representar 150/170 millones diarios en los últimos días de septiembre. Esta salida de depósitos, aunque ha disminuido, amenaza con erosionar seriamente a las reservas del BCRA. Estas se redujeron desde las PASO en 16.707 millones de dólares, de los cuales 8.000 millones se deben a la caída de los encajes por salida de depósitos en dólares y 2.913 millones por ventas de dólares del BCRA. El resto fueron operaciones del sector público: pagos de vencimientos, repo a bancos extranjeros, etc. O sea que el cepo impuesto no impide la salida de dólares ni la caída de las reservas (ámbito 26 9 2019).

Hoy se pierden reservas a un ritmo promedio cercano a los 100 millones de dólares por día. A ese ritmo, y con reservas de libre disponibilidad en torno a los 10.000 millones de dólares, el gobierno se verá obligado a aumentar las restricciones del control de cambios. Aun así, sin el aporte del préstamo del FMI que el gobierno esperaba en septiembre, el margen de las reservas para enfrentar los vencimientos de aquí a diciembre y para controlar al tipo de cambio es estrechísimo, en el mejor de los casos.

El Tesoro deberá financiar $200.000 millones de déficit primario. Si bien lo puede monetizar, corre en ese caso el peligro de que esos pesos se vayan al dólar. En lo que resta de 2019 hay vencimientos de capital e intereses de bonos en dólares bajo ley local por 4.700 millones de dólares de deuda soberana, U$S 360 millones de deuda provincial y más de U$S 300 millones de deuda corporativa (ámbito.com 26 9 2019). Esto configura una situación de extrema fragilidad financiera antes de diciembre, y potencia la posibilidad de una corrida cambiaria.

La caída de las reservas y la posibilidad de corrida cambiaria se suman a un fenómeno del que se habla poco: la bomba de las LELIQs. Estos tres fenómenos contribuyen en conjunto a crear condiciones para que la actual inflación se transforme eventualmente en hiperinflación. Junto con los inminentes vencimientos de deuda, este es tal vez el principal problema que amenaza al próximo gobierno.

Las LELIQs o letras de liquidez del BCRA son una herramienta central de la actual política monetaria y constituyen al mismo tiempo un riesgo enorme para el sistema financiero. Hoy equivalen al 79% de la base monetaria y a un 5% del PBI. El BCRA no tiene ingresos genuinos para hacer frente a los intereses de las LELIQs que se renuevan semanalmente a tasas que hoy llegan al 80% . Los intereses se financian emitiendo más LELIQs, transformando a estas en una verdadera bola de nieve. Los bancos tienen a las LELIQs calzadas con depósitos a plazos fijos.

Así, las LELIQs constituyen fuente de presión inflacionaria Una devaluación drástica podría licuarlas como ocurrió con las LEBACs, sus antecesoras. Sin embargo, con la actual estructura de precios relativos dominada por formadores de precios en mercados monopólicos, la devaluación será trasladada a precios, redundará en desabastecimiento, ruptura de cadena de pagos, y eventualmente pérdida del valor de la moneda. Nuestro país ha tenido experiencias semejantes en el pasado. Tal vez la más parecida haya sido la hiperinflación de 1989 que desembocó en la convertibilidad de Cavallo. Esta puso fin a la hiperinflación.

Dolarizar la economía argentina ha sido el objetivo tanto de Macri como del FMI. Este es el chaleco de fuerza que ambos intentaron imponer para controlar al conflicto social. A este fin contribuyó una política de restricción monetaria asociada a las tasas de interés más altas del mundo y a una permanente amenaza de corrida cambiaria que sumió a la economía en una profunda recesión. Estas políticas también han metido al país en una trampa monetaria que conduce a la dolarización. A medida que disminuyan las reservas y la demanda de dólares aumente, los plazos fijos dejarán de ser atraídos por las LELIQs, buscarán al dólar y el BCRA tendrá que empapelar a los bancos, con el consiguiente impacto sobre la solidez financiera de estos últimos y sobre la inflación. Los bancos, a su vez, empapelarán a los depositantes.

El plan monetario original del FMI preveía la compra de la deuda en pesos del BCRA utilizando parte de los dólares existentes. Esto permitiría, según el plan, rescatar gradualmente las LEBACs. Aplicando este razonamiento a las LELIQs, su rescate utilizando los dólares en el sistema lograría acelerar la dolarización de la economía. Si actualmente se cambian todos los pesos de la economía por los dólares en el BCRA, el tipo de cambio implícito sería superior a los $100. Esto sería un golpe mortal para los salarios.

El país no esta condenado a este desenlace. Sin embargo, este caldo de cultivo es parte de la realidad que heredará el próximo gobierno. De ahí la necesidad de desactivar la dolarización ya ocurrida en la economía.

 

Hacia un cambio de la estructura de precios

En nuestro país, el proceso inflacionario se asocia con reglas del juego económico impuestas por fracciones empresarias que dominan monopólicamente sectores estratégicos de la economía. El control de sus mercados y de sus cadenas de valor y la posición estratégica de estas empresas en puntos neurálgicos de la economía le ha dado un enorme poder para determinar una estructura de precios relativos que las beneficia. Esta estructura les asegura una mayor tajada del excedente, del total de los ingresos y de la riqueza acumulada en el país. Actualmente la inflación expresa en gran parte la transferencia a los precios de la devaluación pasada y de las expectativas de devaluación futura por parte de estos sectores, con el objetivo ultimo de mantener una estructura de precios que los favorece.

El poder económico de estos sectores sociales es consecuencia de un proceso de acumulación del capital en condiciones de dependencia tecnológica. Esto último implica la inserción del proceso productivo local en cadenas de valor global, dominadas por empresas multinacionales con control monopólico de tecnología de punta. Este proceso, empezado hace décadas, se suma a la tendencia al desequilibrio de los términos del intercambio entre bienes primarios e industriales, y ha dado lugar a lo largo del tiempo al fenómeno de la restricción externa. Esto es, la incapacidad de generar con nuestras exportaciones agropecuarias los dólares que se necesitan para impulsar la acumulación del capital en la industria importando tecnología incorporada en bienes intermedios y de capital. En las últimas décadas la dependencia tecnológica se ha acentuado por la inserción de la producción del campo en el modelo de agro-negocios dominado por un puñado de empresas multinacionales que controlan mundialmente la producción de tecnología, insumos y productos primarios de origen agropecuario.

El gobierno de Macri enfrentó este nudo gordiano dolarizando las tarifas y los combustibles e impulsando el control de un puñado de grandes empresas sobre el sector primario/extractivo y sobre el sector energético y de recursos no renovables. Dentro de este grupo de empresas, las del Presidente y sus amigos ocupa un lugar privilegiado. Por otra parte, a través de la especulación financiera y las altísimas tasas de interés, este gobierno dio centralidad a la apropiación de ingresos, excedente y riqueza acumulada por parte de grandes bancos, entidades financieras y fondos de inversión extranjeros.

En estas condiciones, el nuevo gobierno encontrará a una estructura de poder cuyos portavoces ya se organizan para exigir más de lo mismo. A la vanguardia de la embestida explicita está el grupo empresario que controla la producción y distribución de energía, conjuntamente con las empresas insertadas en el complejo de Vaca Muerta. Estos sectores exigen la persistencia de la dolarización de los precios de tarifas y combustibles, el mantenimiento de los subsidios, el control de la infraestructura, la formación de un fideicomiso en USA para inversiones en Vaca Muerta y una producción de gas y petróleo no convencional orientada exclusivamente a las exportaciones.

Sin embargo, no son los únicos que pujan por consolidar sus intereses. A medida que nos acerquemos a la fecha de las elecciones, la presión empresarial se expresará mas claramente. Por otra parte, y sin considerar a las pymes sumergidas en una situación catastrófica, existen manejos de grandes empresarios de la industria y del comercio en torno al otorgamiento de un bono de $5.000 para los asalariados, que no alcanza a cubrir el deterioro del ultimo golpe inflacionario. Este bono —que ha sido sobreextendido en el tiempo y en el espacio a cuenta de futuros aumentos en paritarias— muestra que para que los sectores populares puedan participar de un Pacto Social que les permita mejorar su posición relativa en la distribución del ingreso, necesitaran mejor representación y mayor organización y movilización.

En las circunstancias actuales, prender los motores de la economía para salir de la crisis actual implica mucho más que promover las exportaciones a tasas chinas. Implica la transformación de las reglas del juego que condenan a nuestro país a la dependencia tecnológica y a la primarización de la economía. Ello requiere de una fuerte intervención estatal en la economía, algo solo posible con acumulación de fuerzas y un proyecto claro.

 

Coyuntura internacional: crisis de liquidez en dólares

Una falla en las operaciones de pases en el mercado financiero norteamericano mostró la semana pasada la precariedad que domina a las finanzas internacionales.

En la última reunión del comité que determina la política monetaria de la Reserva Federal (FOMC: Federal Open Market Committee ) se resolvió bajar la tasa de interés (fed fund) entre 1,75% y 2%. Las operaciones bancarias en el mercado de pases o repos designan a las operaciones entre los bancos destinadas a obtener liquidez para cubrir operaciones financieras pendientes. Se toman préstamos por 24 horas (overnight) de agentes (unos pocos grandes bancos) habilitados para garantizar estas transacciones con determinados activos. Estas operaciones se realizan a tasas de interés que fluctúan dentro de los límites establecidos por la Reserva Federal a través del fed fund.

La semana pasada, durante cuatro días consecutivos, las operaciones de repo se hicieron a tasas de interés muy superiores a la establecida por la Fed, llegando a tocar el 10%. Esto ocurrió súbitamente, y tomó a la Reserva Federal de sorpresa. Para solucionar este problema, esta empezó a inyectar liquidez a las operaciones de repo. Sin embargo esto no solucionó el problema y las tasas de interés continuaron elevándose muy por encima de lo estipulado por el fed fund. Así, dos cosas salieron a la luz: por un lado, la existencia de una crisis de liquidez en el sistema de operaciones de pases interbancarios, cuyas causas todavía se desconocen. En segundo lugar se hizo evidente que la Reserva Federal perdió el control de las tasas de interés en este ámbito. Para solucionar este problema, que puede detonar un pánico generalizado, la Fed resolvió seguir inyectando diariamente liquidez al mercado de pases interbancarios por un tiempo determinado. Sin embargo el problema no ha sido aun solucionado y la crisis de liquidez en las operaciones de pase continuó a lo largo de esta semana. Se piensa que esto inducirá a la Reserva Federal a comenzar un nuevo capítulo de la política de facilitación monetaria (QE) con tasas de interés cercanas a cero destinada a dar liquidez al conjunto del sistema financiero, tal como se hiciera en el pasado para salir de la crisis financiera de 2008 (zero hedge 20 9/ 25 9 2019).

Esta crisis de liquidez ocurrió en circunstancias en que el deterioro de la economía norteamericana parece acelerarse. Recientemente James Bullard, presidente de la Reserva Federal de Saint Louis, reconoció que la industria manufacturera norteamericana está en recesión, lo cual, sumado a la inversión de la curva de rendimiento de los bonos y al estancamiento de la economía global, anticipan según él un futuro inmediato problemático (nypost.com 20 9 2019).

El problema de la falta de liquidez en dólares del sistema financiero internacional obliga a reflexionar sobre las consecuencias que esto tendrá sobre nuestro masivo endeudamiento en dólares y sobre una restricción externa que domina nuestra estructura productiva, tecnológicamente dependiente.

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