El sueño de las armas

La amenaza nuclear como motor de guerra

 

En los cuentos “El Sur” (1944), “El Encuentro” (1970) y en “El Puñal” (1930) y “Juan Muraña” (1970), Jorge Luis Borges propone un recurso que mueve a sus personajes hacia la tragedia; un cuchillo que ha dormido en algún cajón y que revive en las manos de una persona para cumplir su destino fatal.

En El Cohete del 29 de junio señalamos que la guerra entre Israel e Irán había sido momentáneamente conjurada, pero que la tensión subterránea sigue, alimentada por una convicción que iguala a los contendientes: la de pensar que su destino de nación depende de la destrucción del otro.

Tanto en Israel como en Irán las armas duermen por ahora; bastaría poco para que se despierten, como los cuchillos borgianos.

Macron y Putin han sostenido en estos días un coloquio telefónico de dos horas de duración, como es habitual. En el tema Ucrania no han encontrado puntos comunes, pero en cambio en la cuestión Israel/Irán han encontrado coincidencias. Putin no hablaba con Macron desde 2022; la llamada lo vuelve a colocar como interlocutor con el único país de la UE con arsenal nuclear; el Presidente francés probablemente quiera presentarse como alternativo a Trump. Además, la creciente imagen de Merz entre sus pares europeos lo tendrá preocupado; para el galo, la UE es un gallinero que no admite más de un gallo.

A Irán una intervención amistosa de la diplomacia europea no le vendría mal; en cambio, Tel Aviv, en su momentáneo repliegue táctico, ha callado sus armas, pero no todas.

 

 

Las armas invisibles

Mientras misiles y bombas atravesaban los cielos, Nobitex, una de las mayores plataformas de cambio de criptomonedas de Irán, declaró que había sufrido un ataque y sus fondos habían sido cancelados del hot wallet, el portafolio digital que conservaba la criptomoneda de la clientela.

Los atacantes robaron más de 90 millones de dólares de los activos digitales en el curso de diferentes transacciones.

La sociedad de análisis blockchain Elliptic declaró que los fondos robados fueron enviados a wallets inaccesibles. De hecho, quitaron las criptomonedas de la circulación.

Por lo tanto, el móvil del ataque cibernético era político y no económico. La acción fue reivindicada por el grupo hacking filo israelí Predatory Sparrow; en un mensaje en X, el grupo declaró que había atacado Nobitex por su presunto rol en la acción de eludir las sanciones internacionales y el financiamiento del terrorismo.

Los fondos violados se encuentran custodiados en vanity addresses, direcciones a veces particularizadas que contienen variantes del término "F*ckIRGCterrorist". IRGC se refiere al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica; el resto se entiende claramente.

Tanto Elliptic como Chainalysis, dos agencias del sector, sostienen que el trazado de las transacciones y de los wallets habría conectado a Nobitex a una serie de actores ilícitos ligados a IRGC y entidades ligadas a las redes Houthi y Hamas.

Esta versión no es unánime. Nicholas Smart, de la sociedad de análisis Blockchain Crystal Intelligence, sostiene que el ataque ha sido "desconsiderado" porque la criptomoneda es muy difundida en Irán y "no hay manera de saber si los fondos pertenecen a IRGC".

Ya Predatory Sparrow había reivindicado un ataque a la Bank Sepah iraní; las consecuencias habrían provocado el bloqueo de cajeros automáticos y de los servicios online en todo el país.

Se sospecha que Predatory Sparrow sea estrechamente ligado a los servicios de inteligencia israelíes o a las fuerzas armadas; el grupo apareció en torno al 2021, ganándose enseguida una fama de sofisticación y agresividad muy alta, con capacidad de sabotear infraestructuras críticas.

Tiempo atrás atacó los ferrocarriles iraníes destruyendo datos y desactivó dos veces los sistemas de pago digital en las estaciones.

En 2022 realizó su operación más espectacular cuando atacó la acería Khouzestan Steel Company (KSC) para provocar la fuga de acero fundido.

Obviamente, en ambientes oficiales de los dos campos, la guerra con armas invisibles sigue. En la última semana de guerra, en Israel, un ex funcionario de seguridad informática intervino en la radio pública para lanzar una advertencia a la población: apagar las videocámaras de vigilancia doméstica o cambiar la password. La alarma fue lanzada porque los operadores iraníes intentaron conectarse a las telecámaras como punto de observación y control para saber dónde habían caído los misiles y mejorar la precisión.

Israel sostiene que la seguridad iraní ha sido abundantemente filtrada; la penetración de agentes del Mossad ha sido seguramente más nutrida que lo que Irán podría admitir. Los blancos selectivos, por ejemplo, necesitan de guías locales para que el golpe funcione; y no se trata solo de pasar la información necesaria para que un misil o un dron llegue a la casa de un militar o un científico, es solo una parte de la actividad; también actúan saboteadores. Durante la  segunda semana de guerra, fueron capturados dos presuntos agentes de Israel en la provincia de Alborz, según informó la agencia Irna; durante la operación fueron secuestrados 200 kg de explosivos, equipamiento para 23 drones, lanzaderas y un pequeño furgón. El conjunto confirma la técnica utilizada por Israel en Irán y por Ucrania en Rusia: lanzar drones desde vehículos civiles modificados y ocultados hasta el momento oportuno.

Esta técnica ha atraído la atención de la nueva programación bélica; Gran Bretaña, por ejemplo, está trabajando en ese sentido con el Project Volley. 

 

 

Mano a mano

Pino Arlacchi, ex consultor de las Naciones Unidas, es uno de los analistas que piensa que Israel no podría derrotar a Irán en un conflicto mano a mano; las razones son varias.

Dando un vistazo al mapa medio oriental, vemos las dimensiones físicas: Irán es 80 veces más grande que Israel, con una superficie de 1.648.000 km² y 90 millones de habitantes; la superficie de Israel es de 20.700 km² y cuenta con una población de 9.800.000 habitantes.

Como sabemos, Estados Unidos intervino con la misión Martillo de Medianoche para sacar del pantano a su aliado carnal, que había abierto otro frente de guerra del cual no sabía como salir. Irán no es El Líbano ni es Cisjordania, acostumbrado a la guerra relámpago con uso de alta tecnología donde es importante el golpe inicial. Israel se encontró con un rival que resistía y sobre todo respondía golpe por golpe a los ataques de la aviación.

Al final, a ambos contendientes, después de la intervención americana, les convenía suspender las acciones y, en una veloz reacción de face saving, proclamar la victoria.

Si el conflicto asume los caracteres de una guerra al estilo Ucrania/Rusia, se pasaría a una guerra de posiciones, donde es importante, además de vencer batallas, aguantar, tener un resto.

Obviamente, en este tipo de guerra cuentan las armas, los soldados, los recursos económicos, pero sobre todo cuentan lo que los estrategas militares llaman capabilities, que son las reservas que están más allá de los campos de batalla: territorio, población, estructura industrial, recursos naturales, fuentes de energía, capacidad de resistencia de la población.

En una guerra prolongada, Irán puede permitirse perder muchas más personas y recursos que Israel; puede trasladar instalaciones militares y esconderlas en un territorio gigantesco para complicar los ataques aéreos, por ejemplo.

La leva militar en Irán puede procurar a las fuerzas armadas un número estimado de 1.400.000 ciudadanos anuales contra los 131.000 de Israel; este exiguo número se debe a que el 21% de la población es de religión ultraortodoxa, por lo tanto eximida del servicio militar. Los reclutas del ejército israelí son el 47% de los que deberían ser.

Si bien los hidrocarburos son una parte fundamental del esquema económico de Irán, el país no depende exclusivamente de ellos, por lo tanto es independiente de las oscilaciones del mercado; por otra parte, las sanciones que sufre desde hace años han creado una involuntaria barrera aduanera con resultados positivos: la agricultura nacional provee el 90% del consumo, la industria farmacéutica casi el 100%, la militar el 93% (no olvidemos que abastece a Rusia de drones desde febrero 2022).

En los últimos 30 años, el PIB iraní ha crecido a un ritmo medio del 3% anual, no obstante el mal gobierno y la corrupción de los Guardias de la Revolución.

Otro elemento a tener en cuenta es el orgullo patriótico de los iraníes; es un pueblo pacífico que nunca ha iniciado una guerra de agresión, pero ha sabido defenderse de los ataques imperialistas.

Los ocho años de guerra contra Irak, armado hasta los dientes por Estados Unidos, han demostrado su temple. Irán tuvo más de medio millón de víctimas civiles pero supo resistir hasta que llegó la paz.

Israel tiene una superficie similar a Tierra del Fuego; es una potencia tecnológica, pero no industrial, y no puede producir las armas que necesita para su política bélica. Esto ha creado una situación de perpetuo endeudamiento con su aliado/protector Estados Unidos, que es el proveedor principal de armas. En cambio, Irán puede permitirse la fabricación de armas a bajo costo sin límite de tiempo; un drone kamikaze, por ejemplo, lo puede producir a un costo de 20.000 a 50.000 dólares; los misiles de defensa israelíes para interceptarlos son mucho más costosos.

Los misiles iraníes cuestan entre 200.000 y 500.000 dólares; para interceptarlos, Israel utiliza misiles que cuestan mucho más: de uno a cuatro millones de dólares, como el Arrow 3.

La capacidad de Irán se refleja en la producción de 2.000 a 5.000 drones y 200 a 400 misiles balísticos por mes; algunas de estas fábricas son subterráneas; se calcula que el arsenal actual sería de 3000 misiles, 2000 de ellos, capaces de llegar a Israel.

El más reciente y quizá más eficiente es el misil balístico de medio alcance Mártir Qasem, conocido también como Soleimaini, en honor del general Qassem Soleimani, que dirigía las fuerzas QUDS, asesinado en enero de 2020 con un dron americano por orden de Donald Trump.

Estas cifras son significativas en la guerra de posiciones. En el cruce de la guerra de los 12 días, Irán lanzó más de 370 misiles entre el 9 y el 13 de junio; esto provocó una merma significativa en el arsenal de Israel, que tuvo que pedir nuevas remesas a Estados Unidos con carácter de urgencia.

Se calcula que el 70% de los costos bélicos de Israel es pagado por Estados Unidos, gracias al potente lobby que existe más allá de los cambios de administraciones.

Pero se ha incorporado un nuevo elemento, que es el genocidio en Gaza. El 53% de los americanos ahora tiene una imagen negativa de Israel; solo el 36% sostiene la ayuda militar. Entre los jóvenes por debajo de los 30 años, solo el 16% es favorable al apoyo militar.

Estados Unidos ha utilizado el veto en el Consejo de Seguridad 42 veces para proteger a Israel por sus crímenes. La situación se vuelve cada vez más difícil para Estados Unidos, que además tiene que pensar en Ucrania, China, la OTAN y la puesta al día del arsenal nuclear. Una primera señal de este nuevo enfoque es el anuncio de la administración que cesará el abastecimiento de misiles Patriot a Ucrania, que son precisamente los que necesita para defenderse de los ataques rusos.

 

 

El "doctor insólito" ataca de nuevo

Durante la semana en la que Trump decidió el ataque a Irán, en los ambientes cercanos al Presidente hubo febriles intercambios de opiniones e informaciones que giraban en torno a lo que se estaba cocinando en la Casa Blanca. La operación Martillo de Medianoche, por ejemplo, fue una decisión de Trump y no del Pentágono; el Presidente convocó técnicos, se hizo explicar la cuestión de las superbombas y analizó con su círculo íntimo las posibilidades. Después hizo aquellas declaraciones  que sorprendieron y despistaron: "Se tomaría dos semanas para decidir". Cuando los B2 despegaron desde Missouri, Trump estaba jugando al golf en Lowest Island. En tanto el hermetismo era total, ninguno de los que sabían algo filtró alguna información.

El analista Alastair Crooke sostiene que "por lo que parece ha sido una operación coordinada con antelación con Irán, a través de intermediarios, para ser una operación extraordinaria".

Este es un modelo habitual de Trump (coordinación anticipada): "Ha sido el método en Siria, Yemen y hasta con el asesinato de Qasem Soleimani, todo organizado para ofrecerle una victoria mediática".   

El magazin Axios ha intentado una reconstrucción de los pasos que llevaron al ataque del domingo 22 de junio; todo habría comenzado en la reunión del G7 en Canadá, cuando Trump recibió una llamada de Erdogan proponiendo un encuentro en Estambul entre altos funcionarios americanos e iraníes. Trump aceptó y comisionó a Vance y Steve Witkoff como sus representantes en el vértice, anunciando además su disponibilidad a unirse a la reunión y dialogar directamente con el Presidente de Irán, Masoud Pezeshkian.

El lunes 16 por la tarde la cuestión comienza a complicarse: faltaría el acuerdo de Khamenei, aislado en un búnker secreto; además, los ataques aéreos de Israel habrían transformado los cielos en ámbitos peligrosos.

¿Es posible que Khamenei estuviera incomunicado? Esta es la primera duda de las causas aducidas para explicar el frustrado encuentro; además, diplomáticos iraníes habían viajado a Suiza para encontrarse con colegas europeos, con lo cual la excusa de la peligrosidad aérea parece débil.

Y de pronto Trump abandona el G7, lanzando además un mensaje atípico dentro del mundo comunicativo del Presidente: "Todos deben evacuar Teherán inmediatamente".

Pero los iraníes se lo tomaron en serio; aparecieron en la red las fotos nocturnas de las caravanas de automóviles abandonando la capital, que, recordemos, cuenta con 9 millones de habitantes sin contar los quince millones del área suburbana.

La pregunta que se hicieron algunos analistas es si Trump había recibido la información de que Israel estaba por usar un arma nuclear, de allí el mensaje críptico de la evacuación.

Lo que parecía evidente es que el encuentro de Estambul habría sido un golpe de efecto difícil de digerir para Israel. Netanyahu viene repitiendo desde 1992 (¡33 años!) que Irán tiene la atómica y que Israel peligra. Además, la intención de arrastrar a Estados Unidos a la guerra parecía obvia a todo el mundo; que Trump apareciera dialogando con la dirigencia iraní y quizá llegando a un acuerdo hubiera dejado descolocado a Israel.

El encuentro saltó y fue sin duda una semana difícil donde podía suceder de todo, pero ya el día antes, el domingo 15 de junio, el profesor Alessandro Orsini, analista de política internacional y columnista de Il Fatto Quotidiano, persona absolutamente ajena al periodismo belicista pro OTAN, publicó un post en su página pidiendo la intervención de Estados Unidos en el conflicto: "Esperemos que Trump entre en guerra, es una opción antes del ataque nuclear". Evidentemente, consideraba muy peligrosa la evolución de los hechos; Israel, acorralado, podría utilizar un artefacto atómico.

El Vicepresidente Vance era contrario a bombardear; finalmente se alineó comentando que "el Presidente no es un estúpido".

Y evidentemente no lo era, y la tesis de Crooke pareció confirmarse cuando un importante miembro del Maga, apreciado por Trump, Matt Gaetz, sostuvo públicamente que se estaba negociando con Irán una salida (Gaetz había sido propuesto por Trump como procurador general en 2024; el Congreso decidió no apoyarlo). Lo confirmó con un post donde se citaba una importante fuente del gobierno iraní y el mecanismo pactado de un golpe y afuera, en estas páginas, lo llamamos comedia.

 

 

El bombardeo del domingo 22 parece confirmar la teoría del acuerdo previo.

Permaneciendo dentro de la teoría atómica, podríamos llegar a una interesante paradoja: el ataque se habría realizado formalmente para neutralizar una bomba iraní inexistente, cuando en realidad la intención habría sido bloquear el uso de una bomba real, la del Estado de Israel.

Claramente, no sabemos si la amenaza nuclear existió; si así fue, lo sabremos dentro de algún tiempo, cuando se escribirá un relato fehaciente de esta guerra.

 

 

 

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