El valor de la unidad

La senadora bonaerense Teresa García habla de las divergencias al interior de la coalición de gobierno

 

Militante peronista, ex ministra de Gobierno de la provincia de Buenos Aires, actual senadora y presidenta del bloque oficialista en la Legislatura bonaerense, Teresa García plantea que sólo con la unidad del Frente de Todos no alcanza. “Hay quienes baten el parche de la unidad diciendo que eso es lo que resuelve la situación. Pero lo que resuelve la situación es discutir a fondo los temas que le afectan a la gente”, señala en la entrevista con El Cohete a la Luna, en la que también se refiere a su labor legislativa.

—¿Cómo se recupera la ruptura? No me refiero a la ruptura entre Presidente y Vicepresidenta, que se busca instalar como si se tratara de problemas personales, sino de la ruptura con la base electoral –que se ha perdido en parte en las elecciones de 2021– que algunos en el Frente de Todos no advirtieron.

—Me parece que el resultado electoral, primero en las PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) y luego con recuperación en la general –por lo menos en la provincia de Buenos Aires–, es un resultado del que no se debe olvidar el contexto. Hicimos la elección en pandemia, las PASO, donde hubo bajo nivel de votantes, que luego se recuperó en las generales, porque ya estaba más liberado el protocolo. Me parece que lo que hubo es una consecuencia lógica electoral después de los dos años que pasamos. De todos modos, en el mundo hay una nueva mirada de las democracias en su relación con el electorado. Creo que la consecuencia de la pandemia es lo que está motivando que aparezcan o afloren personajes o propuestas que distan de lo político –no solamente en la Argentina–, que se alejan de lo político y que castigan a lo político o a toda presencia del Estado. La paradoja es que, justamente en pandemia, ese Estado es el que permitió en este país, que hubo muchos fallecidos por la enfermedad, que no hubiera nadie muerto a raíz de que el Estado no propició o no abasteció con atención médica. No hay nadie en este país –ni un solo médico– que diga que tuvo que elegir a quien ponerle un respirador, cuando en otros países del mundo esto sí sucedió.

—Pero hay críticas al equipo económico del gobierno. Cristina Fernández de Kirchner venía advirtiendo que si no se atendían, iban a existir problemas.

—Creo que Cristina lo viene advirtiendo desde el 9 de diciembre (de 2015) en su despedida en Plaza de Mayo, donde trazó un camino de qué cosas podían pasar, fundamentalmente a los trabajadores y a la sociedad. Luego del gobierno de (Mauricio) Macri, donde todo se complicó –porque el endeudamiento es de Macri, la fuga es de Macri– se agudizaron las consecuencias de ese modelo económico que adoptó. Por supuesto que Cristina advirtió lo que que nos estaba sucediendo, y lo viene advirtiendo desde el primer día de gobierno.

—Sin embargo, la respuesta a esas críticas hacia el Presidente y su equipo económico es que Máximo Kirchner y Cristina desean candidatearse, corriendo el eje de la discusión.

—Esas son pavadas, chicanas políticas, y me parecen de poca monta, de vuelo muy bajito, porque lo que estamos viendo todos los días es la situación que está pasando nuestra sociedad. Si bien hay algunos parámetros que indican crecimiento –uno ve los índices de crecimiento de la construcción, etc.–, eso no derrama en los bolsillos de los trabajadores, todo lo contrario. La inflación es un tema muy preocupante. Y está asociado a la cuestión del Fondo Monetario Internacional (FMI), a las consecuencias del acuerdo, como el aumento de tarifas. Hay situaciones complejas para adelante. Y debe analizarse cómo se resuelven esas situaciones, que son las que van a impactar en el bolsillo de la gente.

 —Si lo que se plantea no se escucha, ¿cómo se logra que la unidad tenga sentido?

—Bueno, eso es justamente lo difícil. Cuál es el valor de la unidad. La unidad, en este caso, fue una decisión para enfrentar en una elección un proceso muy difícil, como fue el macrismo. Se conformó la unidad con distintos sectores del peronismo, que hacía rato que no estaban juntos. Hay que revisar la historia del peronismo para ver cómo se presentó en las elecciones nacionales a lo largo de la historia de los últimos 40 años. La unidad ahí tuvo el valor de consagrar el triunfo del peronismo sobre un modelo económico que venía perjudicando a la gente. Ahora, si esa unidad después no se trasunta en una gestión que le resuelva el problema a la gente, el tema es: la unidad, ¿para qué? Porque batir el parche de un bombo y gritar: “Unidad, unidad”, no garantiza que eso que se está haciendo lleve a buen puerto a la sociedad. Lo que resuelve la situación es discutir a fondo los temas que le afectan a la gente.

—¿Cómo hacer para que cobre sentido la unidad del Frente de Todos? Ante un poder económico que avanza, un Poder Judicial decadente y un poder político opositor que actúa como unidad de negocios de los sectores concentrados, la única esperanza es más audacia, más decisiones políticas en el Frente de Todos. No obstante, las críticas hacia el Presidente y su equipo económico son señaladas como disputas personalistas.

 —Esa es la construcción de un discurso muy peligroso, porque en tanto los problemas sean personales, obviamente que nadie le va a poner ninguna energía. Aquí los problemas son políticos, de fondo. No es si me gusta más uno o me gusta más otro. Cristina es la dirigente del peronismo con más adhesión de la sociedad, sin embargo, esa no es su intención –yo no voy a ser su exégeta– ni la de nuestro espacio político, pero no hay una imposición ante la figura de nadie. También me parece desacertado hablar de candidaturas en este momento. El Frente de Todos tiene otros integrantes, tiene a Sergio Massa, presidente de la Cámara de Diputados, que está haciendo un enorme esfuerzo para tener una agenda legislativa. Tiene algunas organizaciones sociales muy preocupadas por ver cómo se transforman los planes en trabajo genuino. El Frente de Todos tiene otros partidos políticos: Nuevo Encuentro, Frente Grande, Partido de la Victoria, etc. Días pasados, en la provincia de Buenos Aires, se reunieron los partidos que lo integran, incluso el Frente Renovador, para comenzar a plantear soluciones y políticas más efectivas con vistas al año que viene. Creo que vamos a tener que ir reconstruyendo la alianza del Frente de Todos. El peronismo ha sido el único capaz de enfrentar situaciones de mucha complejidad.

—¿Y de qué manera se lograría dar un salto de calidad en el Frente de Todos?

—Para mí es comprender algo que dice siempre Máximo, con lo que acuerdo absolutamente: “Es con la gente adentro”. Cualquier acción de gobierno, cualquier medida, cualquier orientación del barco, siempre tiene que ser con la gente adentro. Del mercado ya sabemos que pretende que la gente quede afuera. Nosotros creemos que tiene que haber un Estado híper presente en los momentos de más crisis. Y después hay que dar la discusión, porque veía en estos días cómo el capital se concentra cada vez más y se va perdiendo el poder adquisitivo de los trabajadores. Eso asusta. Y nos obliga a todos a discutir para que esa acumulación de riqueza no sea a costa de las y los trabajadores y se busque una mayor distribución.

—Pero se intenta instalar, ingenuamente, que esto se soluciona con diálogo entre el Presidente y la Vicepresidenta.

—No es un tema de diálogo. La Vicepresidenta ha hablado –me imagino– con el Presidente en estos dos años, un montón de veces. El tema es el modelo económico, el tema es el modelo de país, el tema es a quién se afecta con algunas decisiones. Nosotros habremos tenido mil defectos en el ejercicio de gobierno, pero lo que nadie puede dudar es que jamás hubiéramos discutido leyes laborales que perjudiquen a los trabajadores. Y votamos 74 leyes laborales, por las cuales podemos levantar la cabeza y mirar de frente a los compañeros. Pero cuando uno ve que el Fondo Monetario Internacional empieza a rondar como un halcón, sabiendo dónde va a ir a carroñear, y hay que escuchar a analistas que dicen que es la única manera que el mundo nos respete: no. No es la única manera. Por acá, por este mundo, pasó una pandemia que es como una guerra. Ha dejado a países en situaciones pésimas. Miremos a Estados Unidos –que siempre se toma como ejemplo–, donde los índices de desocupación son cada día más altos. No se puede seguir como si esto fuera diciembre de 2019, sin reparar en esta cuestión que azotó al mundo.

—Y la injerencia del FMI en nuestra política no ayuda.

—La preocupación es la inflación, ver qué sucede cuando haya que aplicar el acuerdo con el Fondo, sobre todo en materia de tarifas. Ahora van a empezar las audiencias públicas, pero la preocupación está en todos nosotros porque el FMI va a tener exigencias. Ya ha dado algunas indicaciones. Va a limitar los programas sociales. Estamos en una situación complicada económicamente. Todos sabemos que aquí hay que generar un círculo virtuoso desde lo económico, con un fuerte mercado interno para reactivar la producción y evitar la fuga. Se sigue fugando en este país. Se sigue llevando la plata al exterior. A veces cargan sobre la dirigencia política, sobre todo en el ejercicio del gobierno, pero también hay que revisar cuál es el compromiso de los distintos sectores. Escucho a dirigentes de la UIA (Unión Industrial Argentina) y la verdad que me avergüenzo, porque la UIA hoy debería ser la representación de los intereses nacionales y pareciera que están más preocupados por otra cosa, que tiene que ver con cuáles son las facilidades para sacar el dinero del país. Tiene que haber una reflexión política de todos los sectores. ¿Qué pasa con la Justicia? Es un sector del que no se habla. Nosotros sabemos lo que ha causado el lawfare en América Latina. Hace poco se tuvieron que disculpar con Lula (da Silva), a quien tuvieron preso. Con una afectación personal enorme, para después decir que se habían equivocado, y producto de una causa armada por quien luego sería nombrado por Jair Bolsonaro como ministro de Justicia de su gobierno, Sergio Moro. ¿Quién paga las consecuencias personales? Y podría no solamente hablar de Lula, sino de Cristina, en nuestro país. No solamente hablando en lo personal, sino de ese lawfare que se encargó, desde la persecución judicial personal de esos líderes, de lograr la ruptura de ese modelo económico de inclusión de los gobiernos populares.

—Vinculado a que el FMI va a limitar los programas sociales, cabe recordar que hace días se anunció el programa MESA Bonaerense para la asistencia de quienes no pueden llegar a una canasta básica de alimentos. El Estado nacional invierte en ese programa, pero, ¿por qué no está la mano del gobierno nacional para aumentar los derechos de exportación para también garantizar la mesa de todos?

—Porque creo que hay cabezas dentro del gobierno nacional que piensan distinto. Hay cabezas en la política que pensamos distinto con respecto a esto. Si este fue uno de los mejores cuatrimestres de liquidación de divisas, uno se pregunta: ¿qué pasa con los dólares, dónde van? También hay que entender que hay etapas que están cumplidas. Me pongo como ejemplo, como ministra de Gobierno de la Provincia. Cuando hay una derrota o una contingencia social o las cosas no están bien, uno tiene que dar un paso al costado y dar por finalizada la etapa que se llevó adelante. Y el Presidente o el Gobernador tienen que tener las manos libres para rearmar su equipo de gobierno.

—La respuesta fue respaldar al ministro de Economía, Martín Guzmán, cuando existen problemas para garantizar la mesa de todos. Aumentar los derechos de exportación –que están bajos– permitiría el desacople de los precios internos de los internacionales y aliviaría el precio de la canasta de alimentos para los argentinos. Es una decisión que no se toma y Roberto Feletti (secretario de Comercio Interior de la Nación) expresó que no puede hacer milagros.

—Y es correcto lo que dice, porque eso es producto de la decisión de una política de gestión nacional. Él es una partecita, pero en ese equipo económico están el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas; el ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, Julián Domínguez, y está el ministro de Economía, Martín Guzmán. Hay un montón de actores. Está el Banco Central. Y tiene que haber un esfuerzo mayor por entender la situación que estamos pasando. Tienen que existir medidas más efectivas.

—¿En qué proyecto estás trabajando como senadora?

—Hemos comenzado a armar un grupo de trabajo con todos los sectores abocados para la modificación de la Ley de Suelo de la Provincia, que ha perdido vigencia por la cantidad de años que tiene. Todos sabemos que hay cantidad de hábitos y modalidades de uso del suelo, para los cuales hay que hacer una interpretación del suelo muy aviesa. Por otra parte, ver cuáles son todos los organismos de aplicación de cumplimiento de esta ley, porque a lo largo de 50 años ha encontrado bifurcaciones que es imposible manejar. Esta experiencia la puedo contar porque la he vivido en el Ministerio de Gobierno. Por lo que vamos a trabajar con un conjunto de senadores a los que les importa muchísimo este tema.

—¿Se necesita una reforma tributaria más progresiva en la provincia de Buenos Aires?

—Hay que discutirla. Sentar a todos los organismos y empezar a plantear esa discusión. Del mismo modo que soy una convencida de que hay que discutir la estructura orgánica funcional de los Estados, porque así como hay una ley que tiene 50 años de antigüedad y administra el uso del suelo, que es el recurso no renovable más importante, este Estado provincial tiene años, años y años, y hay muchas áreas que hoy no están y que tendrían que estar porque responden a la vida que llevamos en 2022 y hay otras áreas que quizá no deberían estar porque son innecesarias. Así que hay que discutir qué Estado queremos, en función de las nuevas demandas de la sociedad en la Provincia.

 

 

 

 

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