EMPRESA CÓMPLICE DE LA DICTADURA

Entre las elecciones de 2015, 2017 y 2019, Vicentin aportó al macrismo 24 millones de pesos

 

Entre el anuncio presidencial de la intervención por decreto y expropiación por ley de las empresas del Grupo Vicentin y el cierre de esta nota, se desató una maraña de operaciones previsibles encabezadas por el Foro de Convergencia Empresarial, la Bolsa de Comercio, sus mandaderos de Juntos por la Fuga y socios de la empresa en la estafa al Banco Nación y otres, un intendente radical santafesino y unos cientos de pobladores que fueron presentados como “una pueblada en defensa de sus orígenes”. En estos intensos días dos binomios fueron los más pronunciados desde el espacio del Frente de Todos: “soberanía alimentaria” y “empresa testigo”. Lo segundo explica tanta histeria: Vicentin SAIC es testigo y protagonista de la complicidad civil empresaria con la dictadura militar, de la evasión impositiva y fuga de divisas en los últimos 40 años, potenciadas en el ciclo cambiemita y de las mañas del sector agropecuario que es la Patria pero no pone un dólar. Y que pide tregua.

Vicentin ha sido intervenida en los términos del Decreto 522/20 del Poder Ejecutivo y su expropiación está sujeta a una Ley que no hace más que desatar dos revueltas completamente previsibles y que pueden diferir y hasta frustar –más allá del anuncio presidencial— la declaración de utilidad pública y posterior expropiación. Una externa, liderada por Juntos por el Cambio, el principal socio del Grupo en la estafa a la banca pública, productores, acopiadores y sus mandaderos aglutinados en las centrales empresarias (AEA, ADEBA y otres). La otra revuelta es interna y justifica un recordatorio elemental ante los cruces internos entre socios menores y mayores del Frente de Todes y que generaron tensiones y angustias. Gobierna una coalición que integra 19 espacios políticos, sindicales y de militancia territorial que coincidieron en la necesidad de salvar al país del desastre económico y social provocado por Cambiemos (coincidencia primaria) pero con un núcleo escueto de coincidencias básicas. O mejor dicho con un amplio abanico de contradicciones secundarias diferidas en campaña para el momento en que iban a empezar a notarse: durante la gestión en el poder. Ahí el Frente iba a crujir y Alberto tendría que dar la talla para contener las disputas internas y conducirlo.

El peronismo ha sido históricamente frentista y la cohesión interna en la gestión siempre dependió de la habilidad y potencia política de sus conductores históricos (de Perón a Alberto Fernández e incluyendo a Menem). Ninguna novedad pero particularmente notable en estos momentos en que Lavagna es Lavagna, Duhalde es Duhalde y algunos gobernadores pierden ministros o retacean diputados para darle la media sanción no garantizada al proyecto de declaración de utilidad pública y expropiación de una empresa que “no debería ser estatal”, según neomenemistas de todo pelaje, pero fue un “completo fracaso” bajo gestión privada, es decir en sus propios términos.

Pero digamos todo, completo fracaso es otra fórmula compuesta que encubre una realidad perfectamente aplicable al macrismo, porque Vicentin es Cambiemos y en realidad no fracasaron sino que hicieron lo que saben y quisieron hacer: acumular para enriquecerse corporativamente, evadir impuestos, fugar dividendos y préstamos que jamás pagarían a través de empresas offshore. En síntesis, negocios privados ilegales con la complicidad del Estado, asociándolo, vaciándolo o extorsionándolo.

Dicho esto podríamos repasar una foto varias veces publicada pero que merece una lectura adicional, como Las Meninas de Velázquez, aunque menos profunda y desafiante que la de Foucault sobre esa pintura. Primero la foto conocida:

 

 

 

 

¿Qué tenían ante sí Alberto y los funcionarios en el cónclave de Olivos? Pues bien, una delegación de empresarios encabezados por el Nardelli “limpio” y que fueron cómplices de Alberto Padoán y Gustavo Nardelli (acusados por la UIF de lavado de activos y por la AFIP por fuga de capitales y evasión fiscal). Que además pidieron por el honor y buen nombre de sus familias y al mismo tiempo intentaron convencer al Presidente de que había excepcionales opciones de compra privada o gestión mixta sin expropiación.

¿Pero qué más había a la derecha del Presidente de la Nación? Una representación de otra de las empresas que conforma el poder real y permanente en este país y que fue cómplice civil del terrorismo de Estado, del genocidio planificado y sistemático de la última dictadura cívico, clerical y militar y que jamás se arrepintió públicamente ni abrió sus archivos ante las requisitorias de las fiscalías federales de Santa Fe y Reconquista que los investigaron.

Vicentin SAIC entregó a 22 trabajadores y delegados de sección que fueron secuestrados entre el 2 y el 4 de noviembre de 1976 en el predio de la aceitera o camino al trabajo, los trasladaron a Santa Fe capital, los torturaron y los encarcelaron mientras Vicentin los intimaba vía sendos telegramas por abandono de tareas y los despedía “con justa causa”. Uno de los trabajadores que sobrevivieron y aportaron su testimonio, Heraldo Salvador Sánchez, recuerda: "Una tarde me llegó el telegrama de despido y esa noche me sacaron de mi casa, me encapucharon y me tiraron en una camioneta. De la Jefatura de Reconquista me llevaron a la Base Aérea, donde me torturaron por días, después a la GIR (Guardia de Infantería Reforzada), había muchos obreros de Vicentin ahí... Al mes me largaron".

 

 

Efren Venturini y Oscar Zarza.

 

 

Oscar Cacho Zarza recuerda que "esta detención vino de adentro de la fábrica, nos llevaron a la Jefatura de Reconquista, de ahí a la Brigada Aérea y esa noche, junto con otras 40 personas —hombres y mujeres— nos metieron a patadas y bastonazos en un colectivo que, previa parada en la comisaría de San Justo, nos dejó en la Guardia de Infantería Reforzada (GIR) de Santa Fe, nos golpearon mucho y algunos compañeros quedaron mal por las torturas. Estuvimos 15 días desaparecidos y después nos largaron".

El testimonio ante la CONADEP del trabajador y delegado gremial Efrén Venturini puede servir para justipreciar las manifestaciones de unos cientos en Avellaneda, en el norte santafesino donde la dictadura se ensañó con las Ligas Agrarias. “En Avellaneda los Vicentin son los dueños el pueblo, los dueños de todo y los que sacan y ponen intendentes”. Por esa misma razón y pese a que señaló la responsabilidad de Roberto y Máximo Vicentin en los secuestros, era escéptico sobre la posibilidad de que se hiciera justicia. Y lamentablemente tuvo razón.

 

 

A propósito de genocidios

El Senador por Santa Fe Roberto Mirabella utilizó una frase sonora y evocativa para reflejar el dramatismo que se vive en el norte santafesino ante el quebranto del Grupo Vicentin: “Tenemos que evitar que se repita un genocidio de empresas estratégicas argentinas”. Algo que precisamente sucedió durante los 7 años de dictadura, con 37.000 establecimientos fabriles y 30.000 personas desaparecides. Un industricidio con 24.500 empresas cerradas pero sin simulacros de fusilamientos ni cuerpos cayendo al Río de la Plata ocurrió precisamente entre 2015 y 2019, en los que Vicentin recibió de CAMBIEMOS U$S 200 millones en los dos últimos meses de gobierno y a razón de casi uno por día. ¿Hace falta decir que los Macri (SOCMA) fueron cómplices y beneficiarios directos también de la última dictadura? La historia nos regala estas dolorosas persistencias que sería una pena no señalar en estos días de ímpetus, fragores y recálculos; para saber con quiénes estamos negociando. Y en los que pese al cuidado de los equilibrios y la justeza para no generalizar, diremos como Gilles Deleuze: “Se nos enseña que las empresas tienen un alma, lo cual es sin duda la noticia más terrorífica del mundo”.

Tampoco nada nuevo, este es un comportamiento arraigado en el sector agroindustrial productivo exportador que además acopia su producción especulando con una suba incesante del tipo de cambio y luego retacea los pocos dólares genuinos que obtiene en un país con una estructura industrial altamente extranjerizada y demandante de dólares en fases expansivas. Lo que regula esos procesos, condiciona a los populismos que pretenden desarrollarse y repartir mejor las riquezas y los ahoga para garantizar que la Argentina siempre sea (y el resto de América Latina) un país primarizado atado a esos dólares que nunca llegan ni en cantidad suficiente ni en tiempo.

 

 

 

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