EN EL REINO DEL REVÉS

La proeza fue el resultado de un país empobrecido que no ha olvidado viejas luchas por derechos inalienables

 

Alberto Fernández ganó en primera vuelta por más de 8 puntos de diferencia porcentual. Este resultado contundente, que seguramente será ampliado en el escrutinio definitivo, fue encapsulado en una duda insidiosa: “Macri perdió... pero, ¿ganó? Alberto ganó... pero…”? (diariouno.com.ar 29 10 2019). Esta es la versión de los hechos del “periodismo de guerra”, un periodismo que satura los medios de comunicación buscando crear miedo cerval a los Braian de este mundo que portan vestimenta deteriorada, tienen piel mas oscura y aspiran a superar su medio (tn.com.ar 29 10 2019). Macri nos deja una Argentina que es un reino del revés: donde nada el pájaro, vuela el pez y los gatos dicen yes. Una Argentina donde un triunfo electoral contundente se convierte por arte de magia en “un empate técnico”(pagina12.com 28 10 2019). La música de este reino es “el sí, se puede destruir al populismo que viene por todo”. La partitura es la trama oculta de usura, saqueo, destrucción del Estado de Derecho y manipulación del pensamiento. El resultado final coagula en un mensaje subliminal cada vez mas intenso: “Nosotros o ellos”.

 

 

 

 

Dividido y casi desguazado, el peronismo logro la proeza de reconstituirse meteóricamente y ganarle a un candidato que contó con el apoyo de Trump y la financiación del FMI. Esa proeza no surgió de la nada. Fue el resultado de un país que, empobrecido hasta el hueso, mantiene la memoria de viejas luchas por derechos inalienables. Fue también consecuencia de la nobleza y visión estratégica de una CFK que, dando un paso al costado en el momento preciso, se mantuvo presente en la escena política iluminando con pocas palabras los hitos que deberán marcar el trayecto futuro: desde el cuidado de aquellos que perdieron todo hasta la deuda que tendrán que pagar los que la contrajeron. A ello se sumó la destreza de Alberto Fernández para reunir en el mismo barco a los múltiples fragmentos del caleidoscopio peronista y orientar la nave hacia un destino titánico: el crecimiento con inclusión social. Esto ocurre en circunstancias nacionales y geopolíticas muy distintas a las que dieron origen al peronismo a mediados del siglo pasado, o a las que rodearon su triunfo electoral en distintos momentos del ciclo democrático iniciado a partir de la caída del Terrorismo de Estado.

El peronismo asumirá el gobierno en una tierra arrasada por la usura y el saqueo. La economía del país es hoy un campo minado por bombas listas para aniquilar la estabilidad política del nuevo gobierno y habilitar la era de un bolsonarismo celeste respaldado por una parte considerable de la población que, movilizada ideológicamente, ha votado en estas elecciones contra sus más elementales intereses económicos. Macri se prepara ahora para ese futuro. Ha perdido en las elecciones pero no ha terminado su misión en estas latitudes desoladas. Seguramente lo empuja la necesidad de protegerse de las múltiples causas judiciales iniciadas en su contra por hechos sumamente graves. Mas allá de sus motivaciones y a pesar del ruido producido por las peleas internas dentro de Cambiemos, Macri disputará la cabeza de una fuerza con territorio nacional, provincial y municipal. Su poder se enraíza en los grupos económicos mas poderosos del país y se enquista en los servicios de inteligencia y de las fuerzas de seguridad, en sectores del Poder Judicial, en los medio concentrados y hasta en organismos del Estado donde funcionarios macristas se atornillan a raudales en áreas de importancia estratégica. Asimismo, Macri podrá liderar a una fuerza capaz de bloquear la acción legislativa del futuro gobierno.

En este contexto se inicia una transición que alumbra el incendio preparado durante meses. Las bombas empiezan a estallar y sus esquirlas amenazan con desparramarse sobre toda la sociedad.

 

El nuevo cepo y la bomba de las LELIQs

Conocida la derrota electoral del 27 de octubre el gobierno anunció nuevas restricciones al control de cambios existente, con el objetivo supuesto de “darle más grados de libertad a la gestión entrante, protegiendo las reservas internacionales” (ámbito.com 28 10 2019). Esto fue lo que pidió Alberto Fernández inmediatamente después de las PASO. Sin embargo, el control de cambios originalmente implantado fue diseñado para hacer posible una fuga permanente de divisas. Esto no fue casual. Al permitir la compra de hasta 10.000 dólares por mes y por persona el gobierno alentó al chiquitaje a comprar dólares para resguardar sus ahorros y/o hacer pingües ganancias con las diferencias entre los tipos de cambio que florecieron al calor de una especulación desenfrenada. Así, siete de cada diez personas que compraron dólares desde que se impuso el primer cepo lo hicieron por montos menores a 1.000 dólares por mes, con un promedio de 427 dólares per cápita (ámbito.com 29 10 2019) Seguramente, la laxitud del control de cambios busco fidelizar votos. Esto se sumó al intento de acelerar la dolarización de activos. Hoy, nuevas restricciones al mercado de cambios y ciertas regulaciones bancarias persiguen este ultimo objetivo con mayor encono.

Así, se trata de acelerar la dolarización de la economía en la transición al mismo tiempo que se vacían las reservas del BCRA para mantener la supuesta estabilidad del tipo de cambio. Esto configura una verdadera operación de pinzas para bloquear inmediatamente la capacidad de maniobra del próximo gobierno. Las nuevas regulaciones cambiarias limitan la compra a 200 dólares por persona y por mes. Sin embargo, existen diversas maniobras que permiten saltear sin límite alguno al “supercepo” y fugar dólares a discreción (clarín.com 31 10 2019). Este nuevo control de cambios deriva en una brecha muy alta entre el tipo de cambio oficial y el paralelo y es acompañado por regulaciones bancarias que inducen la saturación del mercado con pesos. Esto último es crucial: la conjunción del supercepo con estas regulaciones crea las condiciones para el estallido de dos fenómenos socialmente peligrosos: la corrida cambiaria y una inflación totalmente desmadrada que seguramente tendrá como norte a los tipos de cambio que rigen en el mercado paralelo.

Los encajes son una parte de los depósitos que los bancos tienen que inmovilizar en el BCRA. Desde el próximo lunes los encajes por efectivo mínimo no podrán ser integrados con LELIQs. Esto significa que los bancos deberán desarmar 142.000 millones de pesos que tenían depositados en LELIQs: un 20% del stock que al 25 de octubre pasado ascendía a 778.978 millones de pesos (cronista.com 30 10 2019). Si bien esta medida no impacta por ahora en los depósitos a plazo fijo, los bancos estiman que afectará a las tasas de todos los depósitos porque encarecerá el fondeo que tienen que hacer al inmovilizar al 40% de los depósitos a la vista, a tasa cero. Asimismo, al desarmar las posiciones en LELIQs dejaran de cobrar jugosas tasas de interés que hasta esta semana eran del 68% y ahora serán del 63%. Esta perdida de rentabilidad de los bancos será trasladada a los ahorristas vía menores tasas de interés por sus depósitos a plazos fijos en pesos. Así, al percibir estos últimos una tasa de interés cercana a la inflación, buscaran fugar hacia el dólar en el mercado paralelo. Junto con la enorme masa de pesos liberada por el desarme inmediato de una porción muy significativa de las LELIQs, estos pesos derivaran en una corrida hacia el dólar y en el desenfreno inflacionario.

La decisión de no remunerar parte de los encajes bancarios constituidos por LELIQs implica empezar a desarticular esta bomba sin haber edificado redes de contención que permitan impedir que la masa de pesos liberada al cancelarlas se destine a más inflación y/o corrida cambiaria. Se genera así una situación inédita de una economía en recesión profunda, crecientemente dolarizada, con reservas internacionales escasas o nulas y al mismo tiempo al borde de la hiperinflación.

En los primeros días de la semana, el mercado de cambios recibió el primer impacto de estas medidas con una caída de los tipo de cambio, tanto en el mercado oficial como en el paralelo. La necesidad de volver a los pesos para afrontar vencimientos de fines de mes explicaría esta tendencia, que estaría indicando el alto nivel de dolarización de la economía. Hacia el final de la semana, sin embargo, el tipo de cambio empezó a levitar tanto en el mercado oficial como en el paralelo, aumentando las brechas entre ambos mercados.

 

La pelea por acrecentar las ventajas propias

En este contexto los bancos, lejos de ver en la ampliación del crédito productivo un camino para mejorar las ganancias, se abroquelan en la defensa de la continuidad de las LELIQs como único seguro ante lo que consideran el riesgo sistémico de una corrida bancaria protagonizada por ahorristas que temen una reedición de políticas que en el pasado sustituyeron los depósitos bancarios por papelitos de colores. Al mismo tiempo, la Cámara Argentina de Agentes de Bolsa también se agita ante regulaciones del BCRA y de la Comisión Nacional de Valores que obstaculizan el arbitraje entre los valores del dólar oficial y el paralelo (“rulo” y otras operaciones), y exigen el levantamiento de las restricciones vigentes para lograr “mayor oferta de divisas y mayor fluidez al mercado de cambio” (cronista 30 10 2019). El jueves la calificadora de riesgo Moody's y el Bank of America Merryll Lynch se sumaron a la defensa de los bancos advirtiendo que las nuevas medidas del BCRA afectarán negativamente a las entidades financieras desafiando sus costos de financiamiento, y poniendo al mismo tiempo mas presión sobre el mercado cambiario y la inflación (cronista.com 31 10 2019).

Mientras tanto, la vida diaria continúa regida por remarcación de precios al ritmo de las expectativas de devaluación y la búsqueda de mantener estructuras de precios relativos que benefician especialmente a los mercados controlados monopólicamente. Esta semana, alimentos incluidos en el programa Precios Esenciales aumentaron 13%, la carne se encareció en un 20%, la harina que se consigue cuesta un 50% más que la semana pasada y se anuncian aumentos del 30% para el precio del pan. Al mismo tiempo, los combustibles aumentaron un 5% y las petroleras reclaman por un 17% perdido. Mientras la posibilidad de desabastecimiento de productos esenciales flota en el aire, la pobreza y la indigencia se profundizan y la ley de emergencia alimentaria votada hace más de un mes continúa durmiendo en los cajones del Poder Ejecutivo.

A estas complicadas circunstancias se suman las exigencias de los acreedores privados de la deuda externa y las del Secretario del Tesoro norteamericano, que por estos días le recordaba al “flamante nuevo gobierno” que Argentina tiene un compromiso con el FMI y que "el gobierno norteamericano espera que el país lo cumpla". Al mismo tiempo, enfatizaba que los cambios que el país pueda solicitar serán evaluados como parte de su plan económico y recordaba al nuevo gobierno “la necesidad de endurecer su postura sobre Venezuela y moderar su relación con China” (perfil.com 31 10 2019).

En el reino del revés, todo aparece mezclado, seriamente dislocado e impregnado con el rumor de un desastre inminente. Sin embargo, la enorme expectativa de cambio expresada en el voto mayoritario y contundente a un proyecto de país alternativo ilumina el lugar por donde hay que buscar el hilo de Ariadna que conduce a la salida del laberinto que vivimos.

 

Recesión global, crisis financiera y legitimidad política

Profundos síntomas de una recesión global aparecen en el centro y en la periferia del mundo. La razón principal del estancamiento de la producción global precede a la guerra arancelaria entre China y Estados Unidos. Es el resultado de un endeudamiento global que desde tiempo atrás supera al crecimiento de la producción y hoy representa 320% de la producción global (Institute of International Finances, july 2019). La brecha entre el crecimiento del endeudamiento y el de la producción global se acrecienta constantemente y deriva en exceso de capacidad instalada, desaliento a la inversión productiva y estragos en el comercio mundial. En estas circunstancias, cada vez es más difícil para las economías emergentes sumar mercados para sus exportaciones y proteger sus mercados internos de la avalancha de importaciones a precios de remate.

Paralelamente con la saturación de los niveles de endeudamiento global, los bancos centrales del primer mundo han quedado sin política monetaria para enfrentar la recesión global. Mientras en muchos de los países mas desarrollados proliferan las tasas de interés negativas, esta semana la Reserva Federal norteamericana ha bajado sus tasas de interés nuevamente a niveles del 1.5 – 1.75% continuando además con la inyección de liquidez a las operaciones de pases en el mercado intercambiario que, como hemos visto en notas pasadas, exponen la crisis de liquidez que subyace al sistema financiero internacional (zerohedge.com 22 10 2019).

Esta compleja situación económica y financiera internacional arroja luz sobre la importancia relativa de las presiones que enfrentará el nuevo gobierno. El riesgo de default de la deuda argentina y las posibles quitas de deuda amenazan a los acreedores privados. Estos son fondos de inversión altamente vulnerables a una posible deserción de inversores en pánico por el default y las posibles quitas. Si esto ocurriera, los fondos de inversión estarían en una situación peligrosa dada la escasa liquidez de sus activos. Estas circunstancias brindan mayor margen de maniobra al próximo gobierno tanto en la determinación de los tiempos de la negociación futura como en sus contenidos. Lo mismo ocurre con la discusión entre el próximo gobierno y un FMI que ha embretado más del 60% de su capital en el préstamo otorgado al gobierno de Macri en condiciones que vulneran sus propios estatutos.

De los múltiples problemas que aquejarán al próximo gobierno, la prioridad reside en la lucha por poner fin al saqueo de los sectores populares por una inflación desmadrada y un endeudamiento ilimitado. Esto implicara una ardua negociación con los sectores que controlan monopólicamente mercados de importancia estratégica. La índole de la negociación y sus resultados dependerán de la capacidad de la dirigencia para transformar el caudal de votos logrado el domingo en una fuerza organizada y movilizada para lograr hambre cero e inclusión social. Esta movilización asegurara la legitimidad política y social de los dirigentes, única forma de sortear las presiones y obstáculos de toda índole que enfrentará el próximo gobierno.

 

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