Esclavas del Opus Dei

El argentino Mario Fazio, entre los directivos imputados

Fazio está acusado por el Ministerio Público Fiscal por trata de mujeres pobres para explotación laboral.

 

El sucesor de la jefatura mundial del Opus Dei, el argentino Mariano Fazio, está imputado por trata de mujeres como sirvientas. Otros cuatro antecesores a lo largo de medio siglo también deben dar explicaciones ante los estrados judiciales federales a cargo del juez Daniel Rafecas.

El Opus Dei tomaba niñas desde los 12 años, del interior, de Paraguay, Uruguay o Bolivia. Las separaban de sus familias pobres con el argumento de que les brindarían educación, vivienda y empleo, pero sólo les enseñaban quehaceres domésticos y nunca les abonaban el trabajo, que se tomaba como parte de pago por el techo. Todo en nombre de Dios.

De acuerdo a la denuncia de 43 mujeres, el reclutamiento de niñas o adolescentes vulnerables como domésticas a las que sacaban del país para dificultarles su socialización ocurrió desde 1972 hasta por lo menos 2015.

A diferencia de las cuatro imputaciones del año pasado, cuesta hallar en la prensa porteña la inclusión de este quinto caso de relevancia transnacional.

 

 

 

 

Historia e investigación

Opus Dei (Obra de Dios) es una institución católica creada por el sacerdote Josemaría Escrivá de Balaguer en España (1928), que llegó a Latinoamérica a mediados de siglo para desarrollarse bajo dictaduras o gobiernos de derecha bajo el manto del secreto.

La visita del fundador a Buenos Aires, durante dos semanas de 1974, no contó con espacio en medios conservadores afines como La Prensa y La Nación, a pesar de que representantes de esos diarios acompañaron la recepción. Su sigiloso paso incluyó descansos en el Conurbano bonaerense, adonde le llevaban a diario medialunas porteñas compradas por Isabel Dondo, quien comparte apellido con Gabriel Dondo, secretario de la Sección Mujeres del Opus Dei, uno de los imputados.

Aquella visita de Balaguer se dio cuando era muy reciente la “escuela de mucamas”, como le llamaban las vecinas de Bella Vista (San Miguel) donde vivía la pequeña Paula Bistagnino, cuyo interés por ese aparente mito buscó saciar ya en la adultez.

 

 

Convertida en periodista, después de muchas resistencias y un empeño de años, logró testimonios que compartió en sus redes.

 

 

 

En 2018, Bistagnino publicó en Revistalento su primer artículo sobre el modus operandi del Opus Dei para la captación de adolescentes y los testamentos de sus miembros. Eso la acercó a un dato de Montevideo: había un expediente que podría escapar al “hermetismo de los juzgados”.

El alcance internacional creció. La paraguaya Lucía Giménez relató que “en 18 años, nunca cobré un peso por mi trabajo”. Otra compatriota, Nidia Ojeda, llegó con 13 años. Una vez que recibió correo, se lo hicieron romper. A Norma Pedrozo, de 14, le quitaron un talco recibido de su mamá; fue llevada como doméstica a Roma.

Alicia Torancio fue captada en Corrientes a los 16 años. A los 23, agotada, devino en depresión. A pesar de las pastillas que le daba el psiquiatra del Opus Dei, deambulaba por las noches, se alcoholizaba, tenía pensamientos suicidas. Zafó de un cóctel de pastillas por un lavado de estómago, pero no pudo evitar una internación de dos semanas en un neuropsiquiátrico.

 

 

 

La historia de las 43 mujeres explotadas fue contada en la Argentina hacia noviembre de 2020 en Anfibia, una revista digital universitaria dirigida por Cristian Alarcón. Desde 2021, publicada en La Nación junto a Nicolás Cassese (¿Servidoras de Dios? El calvario de 43 mujeres que enfrentan al Opus Dei), fue difundida por la agencia Associated Press y rebotó desde The Washington Post a la BBC Mundo (2022) y The Guardian (2025).

 

 

La difusión en medios internacionales pudo haber precipitado la decisión del Papa de limitar la autonomía del Opus Dei, por lo que algunos medios evaluaron como “histórica” la decisión Vaticana de degradar a la organización ultraconservadora acogida por Juan Pablo II.

A un año de la denuncia argentina, el caso motivó entrevistas en el canal televisivo de Diputados y un pedido de Informes para conocer la lista de sacerdotes, elevado al Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto por parte de legisladores del Frente de Todos, entre cuyos firmantes estaba Eduardo Valdés, ex embajador ante la Santa Sede. A eso le siguió en marzo de 2023 un conversatorio público en la Cámara Baja.

 

 

La investigación fue nominada al galardón de la Fundación Nuevo Periodismo que Gabriel García Márquez fundara desde Colombia con fondos mexicanos, y fue la base para su volumen Te serviré. Fe, poder y disciplina: El plan del Opus Dei para beneficiarse de una de las mayores fortunas de América del Sur (Planeta), que recibió el premio FOPEA al mejor libro de investigación periodística de 2024, uno de cuyos extractos fue reproducido en El Cohete a la Luna con el título El espíritu oculto.

El denodado aporte periodístico confluyó con el trabajo de agentes judiciales que motorizaron la causa.

 

 

 

El proceso

Hace nueve meses, desde Buenos Aires, el diario El País le informaba al mundo que cuatro antiguos cargos del Opus Dei enfrentaban acusaciones judiciales por la trata de 43 mujeres sometidas a la servidumbre. Aquella nota de Federico Rivas Molina del 1 de octubre se adelantaba en dos días a la difusión en el sitio del Ministerio Público Fiscal respecto a la investigación de la Fiscalía Federal 3 de la Capital Federal y la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (PROTEX), que pidieron la indagatoria de cuatro sacerdotes acusados de trata de personas y reducción a la servidumbre.

Apuntaban a las máximas autoridades del Opus Dei en la Argentina: Carlos Nannei (1991-2000), Patricio Olmos (2000-2010) y Víctor Urrestarazu (2014-2022). En el hueco temporal del periodo faltaba alguien que, si bien no había sido alcanzado por el pedido fiscal, fue mencionado: Mariano Fazio. Hace un mes, los fiscales Alejandra Mángano, Marcelo Colombo y Eduardo Taiano dirigieron al juez Rafecas un pedido de imputación que sumó también a Fazio.

 

Urrestarazu, vicario regional del Opus Dei en la Argentina, Paraguay y Bolivia.

 

 

Antecedentes

Fazio, de 65 años, licenciado en Historia (UBA), trabajó siete años en Ecuador como editorialista del diario El Telégrafo y profesor de Filosofía del Derecho, según su reseña biográfica. Recibió el sacerdocio en 1991, ante Juan Pablo II. Se doctoró en Filosofía por la Universidad Pontificia de la Santa Cruz (donde llegaría a ser el primer decano de la Facultad de Comunicación institucional entre 1996-2002, cuando ascendió a rector hasta 2008 y presidió la Conferencia de Rectores de las Universidades Pontificias Romanas). Desde 2007 fue vicario del Opus Dei en la Argentina, Paraguay y Bolivia. En diciembre de 2014 fue nombrado vicario general del Opus Dei. Desde el 14 de mayo de 2019 tiene el cargo de vicario auxiliar.

Entre las dos decenas de libros publicados sobre sociedad moderna y secularización, abordó la vida de los últimos pontífices (ver La relación entre Benedicto y Francisco fue muy positiva, de admiración del uno para el otro”).

Ante la muerte de Jorge Bergoglio, Fazio contó con un espacio en el diario La Nación para versar sobre las enseñanzas del Papa Francisco (Las enseñanzas que nos deja el primer papa latinoamericano). Estuvo entre los pocos en tener audiencia con León XIV, en su sexto día de pontificado, al ser recibido junto al prelado Fernando Ocáriz Braña.

Este sucesor está acusado de ser parte del sistema de trata de mujeres pobres para explotación laboral que diseñó y ejecutó la Obra, según resume el escrito de ocho páginas que pide su citación a declaración indagatoria.

 

Fazio con León XIV y con el prelado Fernando Ocáriz Braña.

 

 

Las dos campanas

La Obra rechazó las acusaciones por medio de un comunicado colgado en su web hace diez días: “Ante la información en elDiario.es, que menciona una acusación contra algunas personas del Opus Dei, entre ellas el antiguo vicario regional en la Argentina (2010-2014) y ahora vicario auxiliar, monseñor Mariano Fazio, la Oficina de comunicación informa: En relación con la investigación judicial sobre la situación personal de una mujer mientras fue parte del Opus Dei, institución de la Iglesia Católica, reiteramos que negamos categóricamente la acusación de trata de persona y explotación laboral, realizada por ella contra la prelatura”.

A continuación, minimiza la denuncia al rebajarla a “un reclamo económico civil de daños y perjuicios” y cree “importante que las personas mencionadas puedan ejercer su derecho a la defensa, y se les permita presentar por primera vez su versión de los hechos”, lo que no está en entredicho en el ordenamiento legal argentino.

El reclamo económico no debería conmover a los dueños de las propiedades sobre varios lotes que el Opus posee en Vicente López al 1900, en diagonal al Cementerio de la Recoleta. Esos inmuebles valuados en millones de dólares fueron regalados por el dictador Alejandro Lanusse y acrecentados con subsidios durante el denominado Proceso de Reorganización Nacional.

Aquella socialización de los bienes prodigada por la ultraderecha no es resabio del pasado ni un caso aislado. Hace tres meses, sumaron la mansión Altamar, para retiros espirituales en el balneario atlántico bonaerense Mar del Sud, donada por los herederos del Grupo Neuss (hijos de un empresario que mató a la esposa antes de suicidarse), también aportantes de la Fundación Faro, que recauda para financiar la batalla cultural de Javier Milei. Las tierras donde se asienta la mansión habían sido propiedad del nazi Karl Gustav Einckenberg, quien las había adquirido como cabeza de playa para el desembarco clandestino de oficiales de las SS, según documentó el investigador Laureano Clavero.

 

Altamar. De los nazis, a los financistas de Milei. Foto: elDiarioAR.

 

 

Si el Opus Dei busca no sentar precedentes, no los tiene salvo en dos casos europeos: la denuncia de una francesa en 2001 “por trabajo disimulado y retribución contraria a la dignidad”, que derivó en condena para una asociación civil ligada a la Obra, y otro caso colectivo en España, hacia 2011, que arreglaron antes de llegar a juicio.

En la Argentina, si la ley es pareja, debería aplicarse el mismo criterio que a otras sectas con menos influencia o contactos. Por caso, el culto Abba Krishna enfrenta un pedido conjunto del fiscal general de San Martín y la Defensora de Víctimas para que se repare a sus víctimas con la liquidación de bienes decomisados (inmuebles, vehículos y dispositivos electrónicos) a cuatro miembros de una secta condenados por trata (ver en Fiscales.gob.ar).

El comunicado del Opus se centra en “la mujer que realiza la acusación”, como si no fueran 43. Insiste en que sus miembros “aspiran a amar a Dios y a los demás y lo demuestran a través de su trabajo”. No reparan en que el “servicio a los demás” siempre es unidireccional: las mujeres sirven a los hombres.

Allí consideran que las mujeres hicieron una “elección de vida”, lo que es difícil de sustentar cuando se trataba de la retención de vulnerables nenas de 12 años.

El texto sienta que las chicas percibían “como cualquier ciudadano, una remuneración por su trabajo y obra social privada”, entre otros beneficios. Sin embargo, el abogado Sebastián Sal, que representa a las 43 mujeres, contrastó la información en la ANSeS y comprobó que los aportes fueron mínimos o inexistentes.

 

 

 

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