Excavaciones en Puesto Vasco

El Equipo Argentino de Antropología Forense busca restos de desaparecidos en Quilmes

 

“La celda es angosta. Cuando me paro en el centro, mirando hacia la puerta de acero, no puedo extender los brazos. Pero la celda es larga. Cuando me acuesto, puedo extender todo el cuerpo. Es una suerte, porque vengo de una celda en la cual estuve un tiempo –¿cuánto?– encogido, sentado, acostado con las rodillas dobladas”. Así describía Jacobo Timerman, en su libro Preso sin nombre, celda sin número, el primer mes de tortura de los treinta que permaneció retenido por la dictadura.

Uno de sus primeros destinos fue el quilmeño Puesto Vasco, a una cuadra y media de las vías, a cinco de la estación Don Bosco, cerca del límite con Avellaneda, al sur del gran Buenos Aires. Allí, por los fondos, en un patio de 30 x 45 metros, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) acaba de hallar tapado un pozo semicircular de dos metros de diámetro, que contiene desechos de hace 40 años, bajo alambres de neumáticos y otros signos de quema.

 

 

 

La historia

Timerman fue secuestrado el 15 de abril de 1977. Ese año revistaba en la Policía Bonaerense el agente Julio Alberto Emmed, quien fue llevado a Puesto Vasco para participar de la represión ilegal, sumado por Norberto Cozzani cuando eran custodios de Miguel Osvaldo Etchecolatz. Ante la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), donde se le abrió el Legajo 683, relató que a finales de aquel año vio asesinar a secuestrados, cuyos cuerpos fueron quemados allí.

Después de lo que confesó en 1984, Emmed fue amenazado. Minimizó sus dichos hacia 1985, interrogado por los jueces que juzgaron a las Juntas; dio marcha atrás con algunas denuncias y, antes de que terminara la década, fue baleado durante un asalto callejero, aunque Clarín publicó que fue “muerto en un enfrentamiento a fines de los '80”.

A partir de lo que los militares hicieron en ese lugar, los dueños del gran diario pasarían a ser co-propietarios de la mega-empresa fabricante del insumo que necesitaban para imprimir y, según declaró Osvaldo Papaleo a finales de 2009, “Clarín compró Papel Prensa con la familia Graiver secuestrada”. Sobre ello debió declarar también Lidia Papaleo en la audiencia 62 del Juicio Brigadas, durante abril de este año. El centro clandestino de detención (CCD) de tal secuestro era el Puesto Vasco.

 

 

 

Los responsables

Si bien la responsabilidad recae en los jefes provinciales de la represión, como Ramón Camps y Etchecolatz, hubo subalternos cuya complicidad se pierde en la memoria de las nuevas generaciones. El único nombre de un responsable directo del CCD que funcionó allí es el del subcomisario Darío Rojas, según consta en la publicación del CELS 692 Responsables del Terrorismo de Estado, editada por la Cooperativa Tierra Fértil a comienzos de la democracia:

 

 

 

 

La Subcomisaría dependía de la Seccional de Bernal, pero a los efectos ilegales era un reducto adonde se enviaba a secuestrados por orden directa de la Jefatura, al igual que el Pozo de Banfield, en la cercana Lomas de Zamora.

 

 

 

 

 

En ese terreno de la Policía Bonaerense, sobre Pilcomayo 59, continuó en funciones la Comisaría de la Mujer, donde las vecinas de todo el distrito podían acudir en busca de ayuda o a denunciar los arrebatos violentos de una sociedad machista; curioso derrotero para un campo de concentración.

 

 

 

 

 

 

 

Nuevo destino

Con el nuevo gobierno instalado, a partir de 2020, el Archivo Nacional de la Memoria rescató las declaraciones de Emmed. La Secretaría de Derechos Humanos de la Nación las presentó al Juzgado Federal 3, con sede en La Plata y a cargo de Ernesto Kreplak, desde donde se ordenó las tareas de revisión del lugar.

El 2 de junio de 2021, la jefa comunal de Quilmes, Mayra Mendoza, trasladó la Comisaría de la Mujer a un sitio más decoroso, cerca de la estación céntrica (Gran Canaria casi Entre Ríos). Quince días después, recibió las llaves del ex CCD con el objetivo de transformarlo en un Espacio de Memoria. En el acto de aquel jueves 17, el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragalla Corti, resumió:

“Por este lugar pasaron 80 compañeros que estuvieron detenidos. Algunos sobrevivieron; otros, no. Hubo casos emblemáticos, como Graiver, que fue el inicio de la persecución a la familia para la apropiación o compra ilegal de Papel Prensa. Por acá pasó Timerman. Este circuito tuvo como cabeza al comisario Etchecolatz”.

Desde entonces, aunque la Subcomisaría continuó en funciones en uno de los lotes, la Municipalidad limpió y desmalezó el fondo del predio contiguo, donde había vehículos y hasta un container.

 

 

Captura satelital de Google Maps.

 

 

 

 

El trabajo actual

Sobre el lugar ya limpio, el EAAF empezó el 6 de este mes a excavar y a hacer sondeos exploratorios.

Allí, esta semana, Mayra Mendoza recibió otra vez a Pietragalla Corti y al subsecretario de Derechos Humanos de la provincia, Matías Moreno, para recorrer el lugar junto con Lorena Battistiol, directora nacional de Sitios y Espacios de Memoria; Natalia Federman, directora ejecutiva del EAAF; y Mariela Fumagalli, su responsable de la Unidad de Búsqueda, además de la Secretaría quilmeña de Derechos Humanos a cargo de Hugo Colaone, desde donde colaboraron con cuestiones operativas.

 

 

 

 

En tanto, está planificado que allí funcione un Espacio de Memoria co-administrado por los tres niveles del Estado, en conjunto con la Universidad Nacional de Quilmes y el colectivo local de Memoria, Verdad y Justicia.

 

 

 

 

Allí se pinta un mural, a cargo de la Dirección de Arte Público y Muralismo municipal, en homenaje a las personas desaparecidas y torturadas en la dictadura empresarial-militar.

 

 

 

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