Felix cumpleaños, Crous

Charla con el fiscal y ex titular de la Oficina Anticorrupción con la excusa de sus 30 años en el Poder Judicial

 

El 30 de marzo de 1993, o sea que se cumplieron ya 30 años, Félix Crous –que entonces tenía 26– juró como fiscal de la Nación. Y por aquello de que los números redondos invitan a administrar memoria y balance, el doctor Crous hizo circular entre “amigos, amigotes y favorecedores” un texto crítico y autocrítico, a la vez que aclaró que la atípica declaración no tenía “ánimo celebratorio alguno”.

Aquí van momentos esenciales del escrito, firmado por quien desde 2019 hasta enero de este año estuvo a cargo de la Oficina Anticorrupción.

  • “Nunca el sistema judicial fue gran cosa, ni tributó a los intereses populares. Sin embargo, jamás se vivió un estado de descomposición generalizado como en estos días en que ostenta orgulloso un sesgo gangsteril”.
  • “La diferencia es que hoy, la marca identitaria del Poder Judicial es la ilegalidad, la arbitrariedad, el clasismo y la persecución del adversario político. Sí: adversario político. Porque la apodada Justicia ha tomado partido descaradamente”.
  • “Si la existencia precede a la esencia, como acertadamente postularon los existencialistas, ¿qué somos cuando dedicamos más de media vida a este oficio, en estas condiciones?”.

No está de más decir que se trata de una pregunta válida para cotejar el estado de cualquier oficio o profesión, empezando por el que ejerce quien esto firma.

Crous –recibido en Derecho de la Universidad de Buenos Aires y con un posgrado en violencia institucional– no elude responder esa pregunta. “A cierta edad (cumplo 57) uno empieza a desmalezar y a sintetizar acciones de la propia vida. A mí me salvó haber participado en los juicios por delitos de lesa humanidad. Mi experiencia en esos juicios tuvo la capacidad simbólica de reparar cierto orden valorativo, que se había roto. Esa cercanía compensó largamente la mugre que veo, la pena de haber visto derrapar a colegas y amigos por tres sandwichitos y un poco de cotillón”.

La carta abierta de Crous pone negro sobre blanco cavilaciones y pensamientos que manifestó desde siempre respecto a la grey profesional que integra. Es íntimo, pero también se advierte en su trama el manotazo en la mesa que levanta por el aire el tablero y las fichas. El periodista especializado en temas judiciales Néstor Espósito, consultado para esta crónica, afirmó que Crous es “reconocido por sus capacidades y por su compromiso, es la prueba de que el Poder Judicial no solo está habitado por mamarrachos”.

Se argumenta insistentemente acerca de la existencia de un “Partido Judicial”. Para Crous ese partido es una realidad. “Se trata de una burocracia autorreferencial que se muestra especialmente eficaz cuando trabaja para sus propios privilegios o cuando se alía con los poderes permanentes que han sido y son más poderosos que un partido político”. ¿Y qué pasaría si esa fuerza se presentara a elecciones? ¿Cuántos votos sacaría una fórmula integrada (digamos, por poner un ejemplo, Dios no lo permita) por Julián Ercolini y Carlos Stornelli? “No sé si serían votados o no, pero que en la Argentina han existido extravagancias a la hora de votar, eso nadie lo niega”.

En la charla comentamos el caso de jueces que cometieron irregularidades importantes sin que autoridades y academias de las que dependen hubieran tomado nota. Pero, oh sorpresa, el alumnado les impuso una sanción moral. Las materias que en la Facultad de Derecho dictan Ercolini, Mariano Borinsky y Raúl Plee fueron canceladas para el semestre en curso porque no reunieron la cantidad mínima de inscriptos. Crous refiere, en cambio, lo importante que fue para él en 1984, cuando era un novel estudiante de abogacía, entender el proceso posterior a la guerra de Malvinas y apreciar la trascendencia del juicio a las Juntas de 1985. Esos dos hechos y la figura de su profesor de Derecho Penal, el camarista y juez Mario Gustavo Costa como modelo a seguir, fueron decisivos para confirmar y agigantar su vocación.

Según Crous “lo que aquí llamamos lawfare no es otra cosa que terrorismo judicial doméstico en alianza con los mandantes hegemónicos y, a su vez, con representantes vicarios en partidos políticos”. Relata el ex titular de la PROCUVIN (Procuraduría de Violencia Institucional): “Un caso de lawfare casi psiquiátrico fue el malogrado intento del Poder Ejecutivo de declarar de interés público a la conectividad, habida cuenta que durante la pandemia sirvió para trabajar, para estudiar, para controlar la evolución del coronavirus y hasta para mantener relaciones sexuales. La Justicia, venal, partidaria, destrozó la propuesta con el argumento de que cualquier regulación de tarifas decidida por el Estado sería propia de una tiranía”. Y agrega: “Eso es lawfare. Decisiones judiciales que influyen negativamente en la vida cotidiana de todos”. Concluye: “La Justicia fue la responsable de la autorización de aumentos en las tarifas de Internet y de prepagas. Así como está, es una Justicia que no protege ni a los ciudadanos ni a la democracia”.

 

Crous en la década del ‘90. Captura de pantalla del programa Videomatch.

 

 

 

 

Cuarto intermedio

Félix Crous es una figura que aparece en los medios audiovisuales demostrando naturalidad y experiencia. Su comodidad en tales circunstancias tal vez tenga que ver con que estudió teatro y que a fines de los años ‘90 participó como panelista en una sección (Cámaras Ocultas) del programa Videomatch de Marcelo Tinelli. También tuvo varios programas de radio, el más reciente –que ya no está en la programación– por la AM 530 en compañía del periodista Martín Granovsky. “Disfruto del aire radial como de los vermicellis con tuco y pesto”, avisa. Cuando se le consulta si ambiciona llegar a juez se excusa y apela a un chascarrillo otra vez de naturaleza gastronómica: “No. Lo que más quiero es jubilarme, comer asado y tomar vino”. También dice sentirse aliviado y afortunado porque su lugar de trabajo no está situado en Comodoro Py.

Nacido y criado en Lincoln, descarta que pudiera desarrollar una gestión política en su ciudad. “Me costó irme cuando tuve que tomar distancia para venir a estudiar. Ahora en la madurez tengo un vínculo más amoroso. Pero no, de política nada. Por mí y porque no soy referente de nada ni quiero serlo. Además, mis coterráneos son gente muy sensata”. Desde su creación integró la agrupación Justicia Legítima, a la que renunció hace un tiempo. “Sigo adhiriendo, pero no estoy activo porque siento que ese lugar se convirtió en un centro de jubilados”.

 

 

El aire radial le sienta bien.

 

 

 

¿Será justicia?

El ex titular de la Oficina Anticorrupción sostiene que corrupción es un concepto mucho más amplio de como se lo usa en el debate corriente. “Desde el Derecho Penal hay un conjunto de delitos y una constelación de hechos contra la administración pública identificados como lo que comúnmente se llama corrupción. Pero es importante aclarar que ciertas convenciones internacionales sobre el tema tienden a demostrar que los corruptos somos solo nosotros mientras que los verdaderos corruptos se dedican a enseñarnos cómo proceder, porque ellos son los autores de las convenciones y a nosotros solo nos cabe padecerlas”. La situación jurídica de la Vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y lo que le aguarda a ella de acá a octubre también fue tópico de la charla. “No soy de hacer profecías –dijo Crous– y tampoco sería ético que hable de casos particulares, pero como abogado puedo opinar. Hay un claro ensañamiento por parte de las instituciones y de la política. El fallo que la condenó es disparatado, propio de la impudicia del actual Poder Judicial. De haber sucedido esto mismo hace 20 ó 30 años cualquier abogado con un mínimo de autoestima no se hubiera atrevido a suscribir semejante locura”.

 

 

 

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