¿FIN DEL AJUSTE O AJUSTE PERMANENTE ?

El dilema de la oposición en el año electoral

 

En los últimos días el galope apresurado del dólar y el tufo fétido que se desprende del caso D’Alessio permiten prever el fin de la era Macri. Este lo sabe. Su liviandad mental y su furia desatada desnudan impotencia y temor. Las investigaciones del juez Ramos Padilla han logrado abrir una ventana al submundo de la mafia enquistada en las jerarquías mas altas de las instituciones políticas, del sistema judicial y de los medios concentrados.

No solo espías orgánicos e inorgánicos, jueces, fiscales, diputados y periodistas están salpicados por la evidencia recogida. La promiscuidad entre el aparato de espionaje legal y el ilegal, sus posibles conexiones con organismos de espionaje extranjeros, el método empleado y la total impunidad del poder han quedado expuestos a la luz del día. Si bien el gobierno intenta impedir la investigación del juez, esta ha avanzado lo suficiente como para echar mas leña al fuego que devora la credibilidad política de Macri. En un contexto económico crecientemente explosivo este deterioro político alerta sobre el posible estallido de una crisis política antes de las elecciones.

 

Gobierno y FMI

Un año atrás, una corrida cambiaria salvaje llevaba al gobierno de Macri a los brazos del FMI para evitar un default de la deuda. El apoyo explícito del Presidente Trump se concreto en el préstamo mas grande de la historia del FMI. Fue el primer aporte financiero a su campaña electoral de 2019. Desde ese entonces, mucha agua corrió bajo el puente.

En los últimos tiempos, el FMI ha elogiado los logros del gobierno. Incluso ha aceptado desembolsar algo de dinero para atender a las necesidades urgentes de los sectores mas vulnerables. Sin embargo, también se ha visto obligado a advertir públicamente sobre el “riesgo considerable” que corre el país si “con las elecciones cambia el rumbo de la economía” (infobae.com 25 1 2019). En esta advertencia hay una amenaza implícita: el caos espera al próximo gobierno si se le ocurre terminar con el ajuste. Esta advertencia desnuda la estrategia del FMI: crear las condiciones estructurales que permitirán la reproducción del ajuste y del endeudamiento externo al infinito cualquiera sea el resultado electoral.

 

Recesión y fuga de capitales

El ajuste, la restricción monetaria y las altísimas tasas de interés han provocado una rápida y profunda recesión económica y una dramática caída del consumo. La destrucción de la estructura productiva aflora a diario en la vida cotidiana de los argentinos. Su estruendo aturde. Al mismo tiempo, oculta el rumor sibilino de otro fenómeno de enormes consecuencias: la fuga de capitales. La caída del consumo y de la producción, el creciente desempleo, la pobreza y el hambre, el tarifazo imparable, son fenómenos que se encarnan visiblemente en la vida diaria. La fuga de capitales, en cambio, se disimula como un elemento más del decorado de un escenario político envuelto en bombas de humo. Sin embargo constituye una de las vías por las que se transfiere hacia el exterior parte del excedente, los ingresos, y la riqueza acumulada en el país. Por lo tanto, condiciona de un modo brutal al futuro gobierno. De esto, sin embargo, se habla poco.

Los dólares de este acuerdo stand-by, lejos de reactivar la economía, o de frenar la volatilidad cambiaria, han financiado la fuga de divisas. Sin control de capitales y con exportaciones que pueden ser liquidadas en el tiempo y forma que decidan los exportadores, la fuga de divisas ha sido constante durante la era Macri. Forma parte del vaciamiento de la estructura productiva. En 2018 ascendió a mas de 23.000 millones de dólares. En enero de este año fue cercana a los 2.000 millones de dólares.

 

Corrida cambiaria y ajuste

Las encuestas muestran que las posibilidad de un triunfo electoral de Macri están estrechamente vinculadas a los movimientos del dólar. Sin embargo, la flotación del dólar impuesta por el FMI y la falta de control a los flujos de capital conspiran contra la estabilidad de esta divisa.

En los últimos tiempos el BCRA ha pedido un adelanto del próximo desembolso del préstamo del FMI, y la posibilidad de utilizarlo vendiendo divisas para impedir el descontrol del dólar. También ha tratado de disminuir el espacio incluido dentro de las bandas que rigen el movimiento del dólar. Luego de cabildeos, el FMI anuncio a mediados de marzo el desembolso de 9.800 millones de dólares de los cuales se autorizo la venta diaria de 60 millones para contener la corrida. Sin embargo, la experiencia del año pasado muestra que esto no es suficiente. Curiosamente, el desembolso de estos dólares ha sido postergado hasta mediados de abril y el espacio entre las bandas no ha sido modificado significativamente. Pareciera entonces que al FMI no le desagrada la posibilidad de una corrida cambiaria.

Estos anuncios ocurren en circunstancias en que el dólar ha levantado vuelo nuevamente y levita a alturas que empiezan a dar vértigo. En menos de siete días trepó $ 2 superando el martes los $43. Al día viernes andaba por 44,35 y el riesgo país se acercaba a los 800 puntos alertando a las finanzas internacionales que la Argentina está cerca del default.

Detrás de los movimientos recientes del dólar está el intento de dolarización de cartera liderado por los grandes bancos. Estos han cosechado grandes ganancias con las diferencias existentes entre las tasas de interés que pagan al público por sus depósitos, en torno al 40% y las que reciben por las LELIQs cercanas al 69%. Desde hace días resisten los llamados del gobierno a disminuir esta brecha. Esto condujo al BCRA a permitir el jueves que coloquen hasta el 100% de su patrimonio en LELIQs, medida considerada por los mismos bancos de orden cosmético. Por otra parte, la fiebre del dólar también fue impulsada por la resistencia de los exportadores a liquidar sus divisas. A esta incertidumbre se agrega la decisión de las distintas entidades agropecuarias de limitar la venta de su producción ante la inflación creciente y la posibilidad de devaluación.

 

Condicionamiento del futuro gobierno

Hoy estamos ante un FMI que, como en épocas pasadas, intenta dolarizar la economía. Es, sin embargo, un FMI que ha aprendido de los fracasos del pasado. Sus recetas se aplican ahora con mayor intensidad y celeridad en un contexto internacional caracterizado por la inminencia de una crisis económica global y por una inusitada intensidad de los conflictos geopolíticos. Estas recetas no han logrado hasta ahora controlar a la inflación devenida en un mecanismo central de los sectores que pueden determinar monopólicamente sus precios.

Una recesión cada vez mas profunda, acompañada por la permanente amenaza de una corrida cambiaria y la persistente salida de capitales encuentra su lógica en el objetivo de precipitar lo más rápido posible la desarticulación de la estructura productiva actual creando condiciones muy difíciles de revertir en el corto plazo. El próximo gobierno quedará sepultado bajo una escasez abrumadora de dólares y en circunstancias de profunda recesión económica, inflación descontrolada y emergencia alimentaria de vastos sectores sociales.

No hay nada en la política del ajuste que permita generar las divisas necesarias para dinamizar la economía y enfrentar el pago de los vencimientos de la deuda y sus intereses, incluidos los de este préstamo del FMI, que habrá sido gastado casi en su totalidad cuando asuma el próximo gobierno.

Por el contrario, al destruir la producción, el Ajuste vulnera seriamente la capacidad de recaudación. La incapacidad de crecer, la disminución de la recaudación y el aumento del peso de los intereses conducen inevitablemente a un nuevo endeudamiento externo. Este encadenamiento desembocará en el rápido empobrecimiento del país. En estas circunstancias, la sustentabilidad del endeudamiento dependerá cada vez más de los recursos naturales, y especialmente de aquellos que no son renovables. De ahí la tendencia a la primarizacion de la economía impulsada por este gobierno desde un inicio y el protagonismo creciente de Vaca Muerta y sus enormes reservas de gas y petróleo no convencional.

Así, en las próximas elecciones se dirime algo mas que un cambio de gobierno. Está en cuestión la continuidad de un ajuste y de un endeudamiento que vulneran la soberanía del país, condenan al empobrecimiento a la mayoría de la población y limitan la posibilidad de articular alianzas geopolíticas que faciliten un crecimiento más inclusivo e integrado. De ahí la necesidad de analizar el endeudamiento en dólares, y la importancia relativa de los recursos naturales a la luz de los cambios ocurridos en el escenario internacional y de su impacto sobre la geopolítica mundial.

En lo que sigue abordamos a vuelo de pájaro dos elementos centrales del momento actual: la erosión del dólar como moneda de reserva internacional y la crisis de liquidez en dólares. Queda para el futuro la vinculación de estos fenómenos con la importancia creciente de los recursos naturales no renovables y su relación con la actual tensión geopolítica.

 

Endeudamiento global

La Reserva Federal norteamericana conjuntamente con los bancos centrales de los países más desarrollados, articularon una respuesta a la crisis financiera internacional de 2008 inundando el mercado financiero internacional de dólares baratos. La facilitación monetaria (QE) sumada a las tasas de interés cercanas a cero derivaron en la sustitución de la inversión productiva por la especulación financiera y en el consiguiente crecimiento de un endeudamiento global que ha llegado a niveles inéditos en la historia de la humanidad. Gran parte del endeudamiento privado y público se realizó en dólares, y una porción muy significativa estuvo constituida por el endeudamiento público y corporativo de las economías emergentes.

Tanto a nivel global como en los países mas industrializados, el crecimiento del endeudamiento tendió a superar al crecimiento del producto bruto interno. Hoy por cada dólar que se produce se necesitan tres de endeudamiento. Estas tendencias son más significativas en Estados Unidos, centro de un capitalismo global monopólico que se expande por el mundo a través de cadenas de valor dominadas por el control monopólico de grandes corporaciones multinacionales. Esta forma de acumulación integró a la producción mundial y a las finanzas internacionales a niveles nunca vistos. Su contracara ha sido la fuerte expansión de la industria de guerra norteamericana, centrada en una creciente concentración del capital y en el uso de tecnología cada vez más avanzada.

Una de las consecuencias de esta forma de acumulación del capital ha sido la hegemonía mundial del dólar como moneda de reserva internacional y la creciente falta de liquidez en dólares.

 

Erosión del dólar como moneda de reserva

En 1944 los países mas industrializados del mundo acordaron en Bretton Woods substituir al oro como moneda internacional de reserva por el dólar convertible en oro. Hacia 1970 los Estados Unidos suspendieron la convertibilidad al oro del dólar. Un pacto secreto entre el gobierno norteamericano y el rey Faisal de Arabia Saudita estableció que todas las transacciones de petróleo y derivados se harían en dólares emitidos por el gobierno norteamericano. A cambio de ello este garantizaba la protección militar de la monarquía saudita ante una posible invasión extranjera o golpe interno. Posteriormente, todos los países petroleros nucleados en la OPEP adhirieron a este pacto. Esto dio origen a una fuerte demanda internacional de dólares y de Letras del Tesoro norteamericano, fortaleciendo al dólar y garantizando una fuente permanente de financiación de los gastos norteamericanos.

El continuo uso del dólar como medio de pago en la mayoría de las transacciones, conjuntamente con la capacidad casi infinita del gobierno norteamericano de emitir dólares y letras del Tesoro sin respaldo en oro, ha hecho del dólar el refugio principal para países, organizaciones e individuos.

Sin embargo, este rol es crecientemente cuestionado por diversos factores. Por un lado, la creciente militarización de la política financiera norteamericano ha llevado a diversos países —tanto enemigos como adversarios y aliados de los Estados Unidos— a buscar alternativas al dólar como medio utilizado en las transacciones de petróleo y gas. Por el otro lado, la disparidad creciente entre el incremento de la producción norteamericana y el endeudamiento de este país ha redundado en un enorme aumento del déficit fiscal. Esto último ha inducido a un desprendimiento importante de deuda norteamericana en posesión de los principales tenedores de Letras del Tesoro. Como consecuencia, los principales voceros de las finanzas norteamericanas ya empiezan a vislumbrar el fin del dólar como moneda de reserva internacional.

 

Crisis de la liquidez en dólares

Otra consecuencia de la expansión del capitalismo global monopólico ha sido la enorme disparidad que hoy existe entre el tamaño de la deuda contraída en dólares: unos 178 billones de dólares (trillions), y la cantidad de dólares en circulación 1.6 billones de dólares (trillions). Esto hace que en caso de que ocurra un default o una desestabilización de transacciones financieras y/o comerciales de cierta magnitud en un punto determinado del sistema financiero internacional, no existan los dólares en circulación necesarios para capear la crisis. Este peligro se potencia gracias a la enorme interdependencia de las finanzas mundiales y al uso masivo de algoritmos y de instrumentos financieros cada vez mas complejos. Así, la posibilidad de un default de deuda pública o corporativa en un punto cualquiera del sistema financiero internacional amenaza con transformarse en una corrida bancaria y en una crisis de liquidez de consecuencias imprevisibles para el conjunto del sistema financiero internacional.

La vulnerabilidad del sistema financiero internacional a una crisis de liquidez en dólares, quedó expuesta en los incidentes que sacudieron al mercado de acciones en diciembre de 2018. La volatilidad del precio de las acciones de las principales corporaciones tecnológicas norteamericanas llevó a la intempestiva reunión del Secretario del Tesoro norteamericano con los presidentes de los seis principales bancos norteamericanos, y con el Comité de Crisis (the plunge protection team) a fin de determinar el grado de liquidez del sistema financiero norteamericano. Esta consulta derivó en un pánico bursátil en los últimos días de diciembre y en la suspensión de la política de restricción monetaria y crecimiento de las tasas de interés de la Reserva Federal, cambio que ha sido oficializado hace pocos días.

 

Alerta mundial

Por estos días la lira turca ha vuelto a ejemplificar la enorme vulnerabilidad financiera de las economías emergentes y de sus reservas financieras ante el acoso de la especulación financiera y el peso del endeudamiento en dólares. Paralelamente, la máxima autoridad del BIS (Bank of international Settlements, el banco central que nuclea y coordina la política de todos los bancos centrales del mundo) ha reconocido públicamente que no existen recursos financieros suficiente para enfrentar la crisis súbita de una economía emergente con derivaciones en otros países (zerohedge.com 28 3 2019)

Al mismo tiempo, las autoridades del FMI han reconocido que la fragilidad financiera no es sólo patrimonio de las economías emergentes y sus monedas: la Unión Europea y su moneda están en una situación de alto riesgo (zerohedge.com 28 3 2019). Esto ocurre en circunstancias en que se incrementa el debate dentro de la propia Reserva Federal, ante la falta de herramientas políticas financieras disponibles para enfrentar una crisis financiera, y la constatación de los primeros síntomas del desencadenamiento de la recesión económica en Europa, China y en la propia economía norteamericana.

 

 

 

 

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