¿Un Frente de Salvación Nacional?

Hacia un futuro gobierno democrático con participación popular creciente 

 

El desafío mayúsculo es organizar un Frente que incluya a todos los sectores de la sociedad argentina con raigambre popular: sindicatos, partidos políticos, iglesias, cooperativismo, feminismo (un colectivo con fuerte desarrollo en poco tiempo, con origen argentino y proyección internacional), juventud, organizaciones profesionales, organismos de Derechos Humanos, universitarios, académicos, intelectuales y otras organizaciones de la sociedad civil.

Se trata de iniciar diálogo desde abajo hacia arriba, es decir, una comunicación desde las bases sociales y sectores intermedios de cada sector.

El diálogo debe orientarse a enfatizar la capacidad de escucha, con un objetivo estratégico, la configuración de consensos básicos y fundamentales para un futuro gobierno democrático con participación popular creciente (un aspecto germinal cualitativo para la transformación de la democracia burguesa en democracia participativa).

 

Metolodogía cupular

Para comenzar a realizar este objetivo estratégico se requiere una relación dinámica desde alguna superestructura política con el mayor grado de representatividad y las organizaciones de la sociedad civil. Es ese actor, con esas condiciones de legitimidad política, quien debe dar el primer paso o asumir la iniciativa política, invitando a los diversos sectores populares al inédito diálogo para el consenso social.

En tal sentido se trata de hacer un esfuerzo de realismo político para identificar energías y potencialidades que fortalezcan el puntapie inicial. Porque para salir de este in crescendo destructivo (social, económico, político-institucional y cultural) se necesita apelar a todas las fuerzas populares.

El rol iniciático lo debe cumplir aquel o aquella dirigente con mayor poder electoral actual, de manera que el proceso de construcción cuente con un liderazgo que garantice una básica capacidad de convocatoria social.

Todos los indicadores sugieren a Cristina Fernández de Kirchner (CFK) como actora insoslayable para cualquier movimiento de recuperación y profundización del proyecto popular.

En consecuencia, sería esperable un primer y férreo compromiso personal, político e institucional por parte de ella, para colaborar con la construcción desinteresada del Frente de Salvación Nacional (FSN) aclarando su previa decisión de abstenerse como candidata presidencial para las elecciones de 2019. Pero acompañando esa trascendental decisión, con la identificación temprana de sus preferencias para la fórmula presidencial (que oportunamente podrá ser confirmada y consolidada con el voto popular en las PASO). Esto es, que los candidatos cuenten con suficiente tiempo (un año y medio) para su instalación, y que también tengan el apoyo explícito de CFK de cara al electorado que ya se ha manifestado a su favor.

Se trata de una tarea de acumulación de simpatías electorales a partir de ese 49% del electorado que se manifestó a favor de Scioli en las elecciones de 2015, a pesar de la debilidad manifiesta del candidato y del controvertido ambiente pre-electoral interno en que se desarrolló nuestra campaña electoral. Parecería que a pesar de todo fue un voto por convicción: había que evitar una nueva experiencia neoliberal. Se puede pensar, entonces, que ese caudal tiene realidad hoy con la confirmación de los negativos resultados de este desgobierno.

Pero también habría que conquistar nuevas simpatías electorales y está claro que CFK muestra limitaciones para ese propósito, insuperables en el corto y mediano plazo. Se necesita una fórmula que reciba ese caudal electoral ya consolidado y a la vez, que resulte atractiva para un espectro conformado por sectores populares y de clase media que en 2015 y 2017 no acompañó nuestras ofertas electorales pero que hoy, de cara a la realidad decepcionante que les afecta de manera evidente, muestran disposición a nuevas alternativas.

En nuestro diagnóstico, la clave es el bajo tono moral-ético que viene demostrando nuestra dirigencia en términos generales. Hay un agotamiento desde buena parte del electorado, que peligrosamente expresa “todos son iguales” y que arriesga, por despolitización, los sustentos de la democracia. A esta problemática debería dar respuesta nuestra fórmula presidencial en 2019.

En consecuencia, se necesitan dirigentes con reconocida probidad, acompañada de lucidez didáctica para explicar los problemas y conflictos, con capacidad para dar soluciones superadoras. En el campo del progresismo existen estas reservas político-culturales que pueden constituirse en referentes de una nueva forma de hacer política.

El segundo compromiso esperable de CFK en este contexto, es con el electorado de la Provincia de Buenos Aires. Ello, desde la gestión legislativa en el Senado de la Nación y como candidata –con amplias posibilidades— a Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires. Se trataría de la posibilidad cierta de recuperar el distrito electoral más importante del país, y la unidad territorial con mayores sinergias productivas, cuestión clave para la gestión nacional.

 

Metodología social

El esfuerzo tiene dos niveles complementarios y articulados. Tratándose de un ejercicio pre-electoral para la conformación de un equipo de gobierno, fueron necesarias algunas precisiones a nivel dirigencial.

Pero el gran desafío de la hora, por su complejidad, vastedad y significación estratégica, es el armado político desde las bases sociales y niveles intermedios. La característica capacidad de movilización de la sociedad argentina constituye la energía básica, la potencialidad indispensable para ese armado.

El factor impulsor de este proceso de consulta popular podría ser la militancia de Unidad Ciudadana, invitando a otras organizaciones juveniles a las que se les ofrecerían cursos de capacitación-orientación (por dos meses), para lograr un encuadre y un lenguaje común que faciliten el diálogo, con el objeto de recoger la opinión de las bases y de los sectores intermedios de cada organización.

Con ese primer paneo general, que permita identificar grandes lineamientos y tendencias del pensamiento popular, se podría pasar a una segunda fase organizativa con vistas a garantizar jornadas asamblearias en cada región del país y conglomerados urbanos.  Ello como una suerte de introducción preparatoria de un gran congreso nacional, como máxima instancia de reflexión y definición de denominadores comunes.

Complementariamente, organizar equipos cibernéticos para acompañar aquel diálogo directo con campañas dinámicas y efectivas en las redes.

Como idea fuerza, enfatizar condiciones prácticas de transparencia en la obtención de recursos para sustentar el trabajo preelectoral (recursos escasos bien habidos vs. recursos ilimitados mal habidos).

Organizar equipos para la articulación y complementariedad con Brasil. Debe presentarse como proceso de recuperación de la democracia popular en el cono sur de América Latina. Como anticipo de las futuras gestiones de los gobiernos recuperados en ambos países, para construir, junto a la Revolución Bolivariana de Venezuela, el bloque geoeconómico estratégico de América del Sur. Ello a través de la coordinación, complementación, cooperación, integración efectiva y dinámica de aquellos socios estratégicos. Con grandes proyectos de infraestructura, complementación industrial, comercio intra-regional creciente. Todo ello para aumentar los márgenes de autonomía nacional-regional que contribuya a conformar un modelo económico compatible y eficaz a nivel regional.

 

 

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