Gerenciando la muerte

Un ex ejecutivo de Mercedes Benz, procesado por delitos de lesa humanidad

 

El pasado 11 de octubre, la Cámara Federal de Apelaciones de San Martín –compuesta por los jueces Marcelo Darío Fernández, Marcos Morán y Juan Pablo Salas– revocó el sobreseimiento de Juan Ronaldo Tasselkraut, ex gerente de producción de la empresa Mercedes Benz durante la última dictadura cívico-militar-empresarial, quien quedó procesado por privación ilegal de la libertad agravada en perjuicio de los trabajadores Héctor Aníbal Ratto y Diego Eustaquio Núñez, este último aún hoy desaparecido. La Cámara valoró el testimonio de Ratto, que en distintas declaraciones como testigo contó cómo Tasselkraut pasó telefónicamente a los militares la dirección de su compañero Núñez para que sea secuestrado.

La Cámara señaló que “no se ha alcanzado un estado de certeza negativo, idóneo para desvincular a Tasselkraut de las imputaciones que se le han formulado; por el contrario, se consideran reunidos los elementos de juicio para que su situación sea ventilada en la etapa procesal que se avecina, respecto de los casos Ratto y Núñez”. De este modo, revocó lo dispuesto por la jueza Alicia Vence, a cargo de la causa, quien a través de una resolución arbitraria sobre la valoración de prueba, sobreseyó a Tasselkraut en abril.

El expediente llegó al Tribunal luego de la apelación interpuesta por el fiscal y las partes querellantes: el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), la Secretaría de Derechos Humanos de La Nación; la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires y familiares de las víctimas Héctor Aníbal Ratto, Diego Eustaquio Núñez –representados por el imprescindible Pablo Llonto–, Héctor Alberto Belmonte y Alfredo Manuel Martín. La Cámara confirmó parcialmente el sobreseimiento de Juan Ronaldo Tasselkraut respecto a las víctimas Fernando Omar del Contte; Alberto Gigena; Jorge Alberto Leichner Quilodrán; Juan José Mosquera y Alfredo Francisco Arenas.

En su fallo, la Cámara remarcó que “cobra suma importancia lo declarado por Ratto, por cuanto –como ya se dijo– cuando se imputan delitos de privación ilegítima de la libertad cometidos en el contexto de represión clandestina estatal implementado durante la última dictadura militar, corresponde responsabilizar a la persona imputada, aún en los casos en que la prueba se asiente en un único testigo, si es quien presenció el procedimiento de detención ilegal o percibió el cautiverio de la víctima en un centro clandestino de detención”.

 

 

 

Víctima y testigo directo

Desde el primer momento, Héctor Ratto siempre sostuvo un mismo relato de los hechos. Lo hizo ante la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (CONADEP) el 5 de abril de 1984 y ante el Poder Judicial bonaerense, en el Departamento Judicial de Morón, el 21 de mayo de 1984. El 27 de mayo de 1985 brindó su testimonio ante el Juicio a las Juntas de Comandantes. Prestó declaración ante el Consulado de Alemania el 14 de marzo de 2001, en actuaciones que se sustanciaron en aquel país para investigar el comportamiento de Mercedes Benz en la Argentina durante la dictadura del 24 de marzo de 1976. También lo hizo el 11 de julio de 2001, cuando prestó declaración ante la Cámara Federal de La Plata, en el Juicio por la Verdad. Luego, nuevamente convocado por el Consulado Alemán, ratificó –el 12 de marzo de 2002– su anterior declaración. En lo que respecta al contexto general que rodeó su secuestro, volvió a declarar el 4 de noviembre de 2003, ante la Fiscalía Federal de la Ciudad de Buenos Aires, y también lo hizo el 8 de febrero de 2007, ante el Juzgado Federal 2 de esa ciudad.

El Tribunal valoró el testimonio de Ratto en tanto fue testigo directo de lo que ocurrió con Nuñez. “La evidencia recopilada que descansa de manera sustancial en lo descripto por la víctima Héctor Aníbal Ratto impide que en esta etapa de instrucción se desvincule a Juan Ronaldo Tasselkraut”, asoció la Cámara, lo que la jueza había decidido ignorar.

  • Ante la CONADEP, el 5 de abril de 1984, Ratto dijo: “Que cuando lo fueron a buscar a la fábrica, sintió que la gente de la policía (...) hablaba por teléfono desde la oficina del gerente de producción y le daba la dirección de Diego Núñez”.
  • El 22 de mayo de 1984, en el Legajo 3.623 de la CONADEP, ratificó y amplió lo declarado: “Me informaron que vendría personal del Ejército para llevarme, por eso estuvimos un par de horas en la oficina mencionada. En ese lapso, recibieron una llamada desde la Oficina de Personal, dándole la dirección de Diego Núñez”.
  • El 27 de mayo de 1985, en el Juicio a las Juntas de Comandantes, dijo: “Llamaron por teléfono, atendió el señor ‘Estancelcrauz’ (Tasselkraut), y le dio el teléfono a uno de ellos y le pasaron la dirección de Diego Núñez”.
  • El 4 de noviembre de 2003, ante la Fiscalía Federal de Capital, precisó: “Soy invitado a concurrir a las oficinas del gerente de Producción, de apellido Juan Tasselkraut, que estaba afuera del galpón donde yo trabajaba. Ahí había dos personas de sexo masculino vestidos de civil que dijeron ser policías simplemente, sin decir de qué fuerza, división o cargo. Fue pasando el tiempo y en un momento dado suena el teléfono, atiende el nombrado Juan y este le da la dirección de Diego Núñez”.
  • Ante el Consulado Alemán, el 14 de marzo de 2001, sostuvo: “En su oficina también he oído como él le daba la dirección de Diego Núñez a personal policial allí presente. Diego Núñez fue secuestrado posteriormente ese mismo día (...) Luego, en mi presencia, les dio a esas personas que se encontraban allí la dirección de Diego Núñez (...) Luego, vino un llamado de teléfono, supongo que del área de Personal. Se dio la dirección de Diego Núñez, que le entregó luego a los policías. La dirección la dio a los policías el señor Tasselkraut”.
  • Brindó más precisiones ante el Consulado Alemán el 12 de marzo de 2002: “Había un teléfono interno. Sonó el teléfono. Atendió el señor Tasselkraut. No pude oír la conversación. Luego oí que Tasselkraut dijo una dirección. El policía tomó nota de la misma. Yo reconocí la dirección como la de Diego Núñez. Se trataba de una oficina pequeña, casi como esta en la que nos encontramos ahora. Se oía lo que se decía. Yo he oído de boca del señor Tasselkraut la dirección. El señor Tasselkraut no sabía que yo conocía esa dirección. No se nombró la palabra Diego Núñez”.

El Tribunal remarcó, analizando el total de los testimonios y valorando lo expresado por Ratto, que “la contundencia en la descripción de los hechos vividos por quien fue víctima no resultó desmerecida por el resto de los testimonios”. En diálogo con El Cohete a la Luna, Héctor Ratto expresa que “el procesamiento de Tasselkraut lo tomo como un principio de esperanza de que se vaya a encarrillar esto para enjuiciar a todos los empresarios responsables de la represión que hubo a raíz de la dictadura militar. Pero… con dudas de lo que vaya a suceder. Nosotros hemos hecho la denuncia hace 37 años y ha pasado por distintos estamentos de la Justicia argentina. Hemos hecho la denuncia en Alemania, en Estados Unidos, y nunca hemos tenido éxito”. Ratto espera “que sea un juicio más justo con lo que nosotros pretendemos y con lo que ha pasado con todos los obreros que han ido desapareciendo de la empresa. El asunto es que este señor (por Tasselkraut) no ha actuado por motu proprio, sino que es el ejecutor de un plan empresarial. O sea, que es la empresa la que ha empezado con este sistema de hacer desparecer personas”. Ratto tenía 30 años cuando fue detenido-desparecido. Hoy tiene 75 y sigue batallando por memoria, verdad y justicia.

 

 

Héctor Ratto.

 

 

Respecto a ese plan de hacer desaparecer personas que tuvo Mercedes Benz durante la última dictadura cívico-militar-empresarial, Ratto enumera a “los dos primeros delegados de comisión interna que desaparecieron, que fue en diciembre de 1976. Nosotros seguimos viendo desaparecer personas en abril, en mayo y los últimos que fuimos nosotros, en agosto. Pero todo fue un plan sistemático para vencer la resistencia obrera”, sostiene. “Nosotros, lo que buscábamos en ese momento eran mejoras en las condiciones laborales, mejores salarios. Y esto a las empresas no les gusta demasiado y contaban por ese entonces con la complicidad del SMATA (Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor). Nosotros ya habíamos sido denunciados por el gremio”.

Ratto recuerda que SMATA había sacado una solicitadas antes del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 contra los obreros de Mercedes Benz, “diciendo que la fábrica era un refugio de subversivos. Es de imaginar en las condiciones precarias que nos dejaban frente al gobierno militar”, señala. Vuelve a reiterar que la responsabilidad empresarial de Mercedes Benz con aquella dictadura “es clara. Siempre han tenido contacto con los militares, vendiéndoles camiones Unimog y distintos elementos para el movimiento militar”. Ratto también rememora que cuando se llevó adelante el Juicio por la Verdad en La Plata, “el que entonces era asesor legal de la empresa, Rubén Pablo Cueva, confesó que le habían donado elementos de neonatología al hospital de Campo de Mayo, siendo que en esa época no revistaban mujeres en el Ejército. Únicamente que nos hicieran creer que tenían una visión de futuro e iban a saber que en algún momento las mujeres iban a tener presencia en el Ejército”, expresa con ironía.

Héctor Ratto fue detenido-desaparecido en la misma empresa Mercedes Benz, el 12 de agosto de 1977. “Me trasladaron ese viernes por la noche a la comisaría de Ramos Mejía, donde estuve alojado hasta el lunes. El día martes por la mañana aparecieron unas personas que me dijeron que me iban a dejar en libertad. Por la voz de la persona que hablaba, reconocí a los mismos tipos que habían estado en la oficina de Tasselkraut el día de mi detención”, precisa.

Ese día Tasselkraut mandó a ubicar a Ratto en la fábrica. Mediante el artilugio de que lo llamaban de su casa, fue llevado hasta la oficina del entonces gerente de Producción, donde aguardaban dos policías de civil. Pero los compañeros de Ratto estaban alerta. “Los compañeros eran conscientes de lo que ocurría, porque esa misma mañana se habían llevado a otro compañero de esa misma sección. Entonces, cada vez que se me arrimaba alguno de la empresa, de vigilancia, o los capataces generales que mandaba Tasselkraut a tratar de hacerme salir de la fábrica con diversos argumentos, se acercaban los demás compañeros obreros que se colocaban a mi alrededor y me decían que no saliera”. Ese 12 de agosto lo llevaron igual, no los policías de civil, sino el Ejército –que se presentó con tres camiones con unos diez conscriptos cada uno–, a cargo del capitán González. “Por lo menos así se presentó ante el gerente”, recuerda Ratto, quien estuvo 19 meses detenido-desaparecido.

De Ramos Mejía fue trasladado en el baúl de un auto a Campo de Mayo. “Estuve unos 15 días. Reconocí a través de distintos interrogatorios qué hacían; las voces de los compañeros Gigena, Arena, Leichner, Mosquera, Nuñez, del Contte y había otros compañeros que no pude identificar. Después me enteré que lo habían llevado en esos días a Belmonte”. Estuvo ahí hasta el 1° de septiembre, hasta que “a la mayoría de los que estábamos ahí secuestrados nos subieron a un camión. A mí me iban a subir porque nos iban llamando por el número que nos daban como detenidos. Cuando me nombraron por el número de identificación, que era el 478, vino uno de los represores y me agarró del brazo y me dijo: ‘No. Vos te quedas’”. A los dos días, “un gendarme, que hacía de celador, dijo: ‘Pónganse de pie los de Mercedes Benz’. En ese galpón yo era el único que estaba como obrero de la empresa. Me hicieron salir, me llevaron a un patio, me sacaron la capucha, me pusieron contra la pared. Fueron a otro galpón, hicieron la misma pregunta y ahí había dos. Los pusieron a mi lado en el patio. Uno era del Contte, al otro no pude identificarlo”, cuenta Héctor Ratto. “Los que no estaban en el galpón conmigo eran Nuñez y puede ser que el otro hubiese sido Belmonte, que yo no sabía que estaba detenido, porque no lo había escuchado nunca en los interrogatorios. Me volvieron a trasladar a la misma comisaría de Ramos Mejía los mismos tipos que me habían llevado hasta ahí, porque su voz me resultaba inconfundible. Y los otros dos no supe dónde los llevaron”.

Ratto estuvo detenido en la comisaría de Ramos Mejía hasta el 8 de marzo de 1979. A través de un preso común, pudo avisarle a su mujer que estaba detenido ahí. “Mi señora, a través de distintas personas, habló con el obispo de San Justo, monseñor (José Francisco) Marcón, quien hizo posible que me visite, ya que habló con la comisaría, con el cuartel de Ciudadela”, recuerda. Si bien no sufrió torturas físicas en ese lugar, Ratto expresa “que estar ahí todo ese tiempo, sin saber qué iba a pasar conmigo, si me iban a llevar, si me iban a volver a desaparecer definitivamente, era una tortura psicológica. La comida era de vez en cuando, sumada las condiciones en las que llegué ahí… No podía ni mover los brazos, por la picana. Fueron tiempos muy duros y para mi familia lo mismo. Fue bastante jodido pasar por todo eso”, concluye.

La responsabilidad de Mercedes Benz en delitos de lesa humanidad fue muy bien explicada en el trabajo realizado en conjunto, entre 2014 y 2015, por el Área de Economía y Tecnología de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso-Argentina), el CELS, el Programa Verdad y Justicia y la Secretaría de Derechos Humanos, ambos del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. “Varios informes policiales dan cuenta de aportes de información detallada sobre el desempeño laboral de las víctimas, que sólo pudieron provenir de la compañía”, se señala sobre Mercedes Benz.

Por parte de la querella, el abogado Pablo Llonto, ante la audiencia en la Cámara, “insistió en mencionar que la participación de la empresa Mercedes Benz con el gobierno militar se puede establecer con los aportes dinerarios que efectuó para la revista de los Servicios de Inteligencia del Ejército –Batallón de Inteligencia 601–, elemento central en la represión clandestina”. Además “recordó que Tasselkraut era una pieza principal, y a través del testimonio del operario (Hugo) Crosatto se estableció que en el secuestro de Juan José Martín, al comienzo de la dictadura, sus compañeros debieron pedir por él porque la empresa no lo hizo, aun cuando el hecho ocurrió dentro de la planta, al igual que con Ratto”. También se ocupó de apuntar “que la empresa le envió un telegrama a la casa momentos antes de ser liberado para otorgarle días de descanso. Habló de un plan de exterminio del que la empresa y Tasselkraut formaban parte”.

La responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad de Mercedes Benz tuvo como brazo ejecutor a su ex gerente de producción Juan Ronaldo Tasselkraut. Un batallador como Héctor Ratto, víctima y testigo directo de ese plan criminal, merece después de tantos años de lucha por memoria, verdad y justicia –al igual que los familiares de los demás obreros desaparecidos de la empresa–, que el Poder Judicial se digne de una vez por todas a condenar a los responsables civiles de esos delitos.

 

 

 

 

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